ID de la obra: 798

Bofuri: y así nació un nuevo reino

Mezcla
G
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planificada Mini, escritos 23 páginas, 9.872 palabras, 10 capítulos
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Capítulo 7 Primeros Pasos en un Mundo Real

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Las puertas del Gremio de Aventureros se abrieron con un crujido y un leve estallido de luz mágica. Era su primer día de funcionamiento oficial. En el interior, decenas de jugadores observaban los tablones de misión, algunos con emoción, otros con la incertidumbre reflejada en sus ojos. —¿Así que esto no es como en el juego? —preguntó un joven, mirando su hoja de inscripción. —No —respondió Riku, ahora con un poco más de seguridad que el día anterior—. Pero eso no lo hace peor. La misión era simple: patrullar el límite sur de la capital y reportar cualquier criatura inusual. Riku no iba solo. Con él estaban otros tres recién llegados: Takeshi, Iria y Nana, una exjugadora de apoyo. Caminaron durante horas entre los campos aún sin explorar. El terreno no era peligroso, pero las reglas eran distintas aquí. Ya no bastaba con pensar "habilidad: salto veloz". Había que sentir el mana, moverlo, canalizarlo. Y no todos lo lograban a la primera. —¡Ah, me dolió la pierna! —se quejó Iria tras un intento de conjuro fallido. —No te preocupes —dijo Nana, apoyándola con una sonrisa—. Es como aprender a caminar otra vez. Solo que con fuego... y explosiones. Mientras tanto, en el Archiducado del Norte, Mii observaba con el ceño fruncido desde lo alto de su fortaleza. El paisaje montañoso cubierto de nieve era hermoso, pero su humor no. —¡Otra vez se metieron en las aguas termales! ¡Y me robaron el pastel de manzana! Misery trató de calmarla con un té recién preparado. Pero en cuanto Mii lo sostuvo, una pequeña llamarada brotó de su mano. El té se evaporó al instante. —¡Ahh! ¡Misery! —No fue mi culpa... tú estás encendida, literalmente. Fuera de la ciudad, un grupo de monstruos de fuego danzaba entre los árboles nevados. Eran grandes, feos y absolutamente despreocupados. Parecían rendirle culto a Mii, siguiéndola por donde fuera y causando desastres a su paso. —¡No quiero ser su reina! ¡Son una molestia! —gritó Mii—. ¡Son como fans obsesionados! En el Archiducado del Este, Haruka caminaba lentamente por el mercado local. Era una elfa oscura de cabellos plateados y mirada suave, aunque sus pasos eran increíblemente cautelosos. —Buenos días —dijo a un comerciante, inclinando levemente la cabeza. El comerciante intentó pasarle una fruta. Haruka la sostuvo... y la aplastó por accidente. —Ah... lo siento —susurró—. Sigo sin medir mi fuerza. A su alrededor, los habitantes ya comenzaban a entender que Haruka no era peligrosa, sino torpemente poderosa. Su magia de refuerzo corporal estaba siempre activa, sin que ella pudiera controlarla del todo. En su casa, Montana tallaba un collar mientras murmuraba: —La rompió otra taza... eso son cinco esta semana. —¡Estoy aprendiendo! —se defendió Haruka con dulzura. En el Archiducado del Oeste, Payne entrenaba a su ejército. La Congregación de las Espadas Sagradas se movía como un reloj bien aceitado. Desde que llegaron a este mundo, Payne había impuesto orden, disciplina y estructura. —Este mundo no es el juego, pero nuestras habilidades siguen con nosotros —decía a sus soldados—. Solo tenemos que adaptarnos. Frederica lo observaba desde las gradas. Aunque no lo decía, sentía orgullo. Payne había asumido la responsabilidad sin dudar, guiando a su gremio como un verdadero señor feudal. Sin embargo, incluso él tenía dudas que no compartía. —¿Qué hacemos si los monstruos del norte siguen bajando? —preguntó uno de los tenientes. —Esperamos a que Mii los mande lejos... o los destruya ella misma. Si no, actuaremos —respondió Payne con serenidad. De vuelta en la capital, Sally terminaba de revisar los informes de las primeras misiones. Aunque algunos jugadores regresaban con pequeños accidentes —una quemadura, una caída, un intento fallido de volar—, nadie estaba herido de gravedad. Maple entró al salón del gremio con una sonrisa luminosa. —¿Cómo va todo? —¡Mucho mejor de lo que pensé! —respondió Sally—. Aunque... Riku se cayó en una zanja. —¿Está bien? —Sí, solo magullado. Pero lo mejor fue que, cuando lo ayudaron a salir, dijo que por fin se sentía parte de algo. Maple suspiró con alivio. —Eso es lo que quiero. Que todos encuentren un lugar aquí. Se quedó pensativa un momento, y luego caminó hacia el tablón. Sacó una hoja, escribió algo y la clavó junto al resto. El papel decía: "Recuerda cambiar tu nombre si aún no lo has hecho. No eres solo un jugador. Eres parte de este mundo ahora. – Maple Honjo" Algunos se rieron, otros lo tomaron en serio. Pero poco a poco, más nombres comenzaron a cambiar. Era solo el principio. El Gremio de Aventureros había nacido. Y con él, el corazón de un reino donde todos podían empezar de nuevo.
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