ID de la obra: 798

Bofuri: y así nació un nuevo reino

Mezcla
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planificada Mini, escritos 23 páginas, 9.872 palabras, 10 capítulos
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Capítulo 10 El Camino del Comercio y la Forja de un Nuevo Gremio

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Iz, rodeada de herramientas, planos, materiales y documentos, parecía más una estratega que una artesana. Pero en ese momento, ambos roles eran indispensables. Con el reino aún en su primer mes de existencia, el trabajo para levantar las bases de la infraestructura comercial era urgente. El gremio de artesanos no solo nacería como una organización de producción, sino como el corazón logístico de todo el territorio. La Reunión de los Fundadores Un día antes del trazado definitivo de las rutas comerciales, Iz organizó una reunión privada en la capital con los líderes de los mega gremios: Mii, Payne, Velvet, Estede, Haruka, Sally, Wilbert y Aria. La Reina Maple también asistió, aunque como de costumbre, más como mediadora que como autoridad. En una sala redonda, con un mapa enorme del reino en el centro de la mesa, Iz expuso: —Necesitamos seguridad constante en las rutas comerciales. Puedo hacer que se construyan refugios, torres de descanso y zonas de intercambio, pero si no están protegidas, serán inútiles. Velvet fue la primera en responder: —Mi gremio puede cubrir parte de las rutas en el este. Hinata y varios magos de viento pueden patrullar los caminos y reportar actividad irregular. Payne, siempre pragmático, asintió: —Mis espadachines protegerán la ruta sur. Podemos usar esta red de carreteras como una forma de entrenar a nuestros miembros en patrullaje, disciplina y contención. Haruka, calmada y con su rostro impasible, propuso algo más inusual: —Podría domar algunas bestias de transporte y defensa. Serían útiles para caravanas pesadas y para intimidar posibles amenazas. Iz, agradecida, asintió una y otra vez. Maple, sentada al final de la mesa, sonrió con los brazos cruzados: —Confiamos en ti, Iz. Tú decides. Todos estamos aquí para ayudarte. Fue la señal que necesitaba para continuar. Así se estableció el sistema de protección compartida de rutas, con turnos rotativos por gremio y el entrenamiento de nuevos guardias. La seguridad sería comunitaria, como todo en este nuevo mundo. El Encuentro con los Habitantes del Mundo Real Aunque en un principio el gremio de artesanos solo aceptaba antiguos jugadores, Iz notó algo importante durante sus recorridos por la capital: los habitantes de este mundo también sabían crear. Algunos hacían cestas, otros fabricaban telas, y había quienes trabajaban con madera o piedra de forma rudimentaria. Su técnica era pobre en comparación a la de un jugador artesano, pero su dedicación era admirable. Iz organizó una serie de entrevistas abiertas y talleres para ver si alguno de ellos podía integrarse a las operaciones. —No todos necesitan ser jugadores para formar parte del gremio —dijo Iz durante una de las sesiones—. Si tienen talento, yo me encargaré de enseñarles. Si tienen voluntad, yo les daré las herramientas. La primera en ser aceptada fue una anciana tejedora llamada Brenia, quien nunca había usado magia, pero sabía hilar con tal precisión que sus telas parecían encantadas. Iz la nombró formadora en fibras naturales, y pronto la pequeña escuela del gremio comenzó a recibir habitantes del mundo real junto a jugadores. Iz, la Maestra Iz nunca se imaginó enseñando. En el juego, había sido una perfeccionista silenciosa, alguien que mejoraba armas y accesorios, pero que evitaba el bullicio del comercio abierto. Sin embargo, algo en este mundo la empujó a cambiar. La primera clase fue un desastre. Los aprendices mezclaban materiales sin cuidado, fundían metales con temperaturas erróneas y explotaban piedras mágicas por accidente. Pero tras el caos, Iz vio algo que le hizo sonreír: todos querían mejorar. Todos querían aprender. Pronto, implementó un sistema de enseñanza dividido en ramas: metalurgia, alquimia, costura, carpintería, runas, orfebrería y manufactura de herramientas. Ella misma dirigía las clases avanzadas y los talleres experimentales, donde explicaba el uso del maná en la creación de objetos. —En el juego solo pensábamos "crear" y ya estaba. Pero aquí el maná fluye a través de nuestros dedos, y si no lo controlamos bien... —una pequeña explosión en su mesa la interrumpió— ...bueno, pasa eso. Todos rieron, y ella también. Ya no era solo una experta. Se estaba convirtiendo en la fundadora de una nueva generación de creadores. Las Torres Comerciales y el Proyecto de Transporte Además de las rutas, Iz diseñó las primeras Torres Comerciales: pequeñas fortalezas conectadas por caminos, donde los comerciantes podían descansar, reabastecerse o recibir escoltas. Allí también se colocaron círculos de comunicación para reportar actividad sospechosa o incidentes naturales. Junto con Wilbert, que diseñaba gólems de vigilancia y transporte, trabajaron en carretas automatizadas, capaces de seguir rutas mágicas sin necesidad de conductores. Aunque aún estaban en etapa de pruebas, ya se habían usado para enviar herramientas a la región de Haruka. Sally, fascinada con el avance, ofreció el apoyo de sus mercenarios para escoltar las caravanas experimentales. Velvet ofreció magos sensoriales que rastrearan las rutas a distancia. Todo empezaba a engranarse. Relación con Iz y los Otros Líderes A diferencia de otros líderes, Iz no poseía un carisma arrollador ni una fuerza intimidante. Pero todos la respetaban. Mii reconocía su eficiencia, Haruka la admiraba en silencio, Aria había solicitado collares mágicos exclusivos para su unidad de reconocimiento, y hasta Payne le pidió ayuda para forjar una espada ceremonial para los capitanes de su gremio. El gremio de artesanos, aún sin sede oficial terminada, ya se había convertido en el nexo invisible entre todos los territorios. Reflexión Personal Una noche, mientras afinaba un plano en su escritorio, Iz recibió una nota escrita a mano de Maple: "Gracias por unirnos con tus creaciones. Todo lo que haces, lo haces por los demás. Y por eso todos confían en ti. —Maple Honjo." Iz guardó la carta dentro de una caja metálica que solo ella podía abrir. Respiró profundo y miró los planos de las próximas rutas que cruzarían el archiducado del norte. —Aún falta mucho... pero ya estamos en camino. Y así, entre humo de forjas, olor a madera trabajada y las primeras caravanas surcando los caminos recién creados, el gremio de artesanos comenzó a consolidarse como el corazón que hacía latir al reino.
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