Prólogo
                                                    12 de septiembre de 2025, 21:14
                                            
                Prólogo
Rias Gremory, una pequeña niña de 12 años caminaba perdida en las calles de Japón.
Se terminó perdiendo de los guardias que la custodiaba. Y el clima había empeorado para ella.
La fuerte lluvia había caído hace más de diez minutos.
No teniendo un paragua para protegerse de la lluvia, terminó llegando a un callejón oscuro esperando a los demonios que custodiaba su salida del inframundo.
Mientras pensaba cuanto tiempo les tomaría a los demonios que había llegado con ella, una repentina sombra obstruyo sus pensamientos.
“¿…?”
Rias estaba confundida por esta persona.
Mirando lo alto que era y de apariencia de un chico de preparatoria, meditó el perfil apuesto y perfecto de su cuerpo y rostro, parecía a lo de un demonio como ella.
Un cabello tan blanco como el brillo de la luna, y unos ojos rojos como la sangre.
Era el ejemplo vivo de un ‘Ikemen’ que siempre ha visto en los mangas que consumía.
“¿Estás perdida?”
Preguntó con una voz gentil a ella.
“Si…”
Rias asintió mientras abrazaba sus rodillas.
Él chico que sostenía el paragua se arrodillo para tener la misma altura de Rias agachada en el asfalto.
“¿Necesitas ayuda?”
Rias meditaba en sus pensamientos de si aceptar la ayuda o no. Después de todo, no conocía a esta persona, y no podía leer los pensamientos para descubrir sus intenciones.
Siendo un demonio, tenía ventaja de la situación.
“Si, necesito a buscar a mis tutores que llegaron conmigo.”
Rias aceptando la ‘amabilidad’ del sujeto, se levantó del asfalto para intentar buscar la firma mágica de las dos mujeres que llegaron con ella.
“Veo.” Respondió el chico, caminando junto a Rias mientras sostenía el paragua para protegerla de la lluvia. “Supongo que tienes una forma de buscarlos.”
“Si, pero la lluvia está obstruyendo mis sentidos para encontrarlas. Si hay suerte, no tomara mucho tiempo.”
“Bien.”
Rias dirigió el camino, pasando por varias calles sin tener suerte de encontrar a las dos mujeres demonios.
“¡Rias-sama!”
Las orejas de Rias se alzaron cuando escuchó el grito familiar de las criadas.
“¡Evelyn! ¡Mary!”
Rias sonriendo de felicidad, miró a las criadas llegando por la calle que había pasado hace unos segundos.
Las mujeres demonio vistiendo su traje de sirvienta. Llegaron donde Rias siendo acompañada de un apuesto joven.
“¡Muchas gracias por cuidar de Rias-sama!”
La bella mujer demonio de cabello y ojos castaño sonrió de oreja a oreja hacia el joven.
“Descuida, fue una casualidad de encontrarme con ella. Parecía que necesitaba ayuda, lo único que hice fue acompañarla en su búsqueda.”
“¡Pero igualmente gracias!”
Hicieron una pequeña reverencia, él joven mirando con un rostro inexpresivo solo asintió para que terminara las reverencia hacia él.
“¡Rias-sama, es hora de regresar a casa!”
“Si, gracias por la ayuda…” Rias agradeció personalmente al joven sin saber el nombre de él. “¿Puedes decirme como te llamas?”
Alzo una ceja. “Me llamo Sengo, aunque también hay alguien que me llama ‘Senji-chan’. Jeje, aunque prefiero ser llamado ‘Sengo’, Ojou-chan.”
Rias miraba el ejemplo perfecto de un ‘ikemen’ frente a sus ojos dando una sonrisa que encantaría a las mujeres.
“Muchas gracias, Sengo… ¿Sengo-tan? Creo que ese honorifico no es el apropiado… debería seguir leyendo más manga.”
“No es necesario los honoríficos conmigo. Puedo llamarte fácilmente, Rias. De esa forma dejamos las formalidades.”
“Bien…” Rias llevo su dedo índice a la barbilla en forma pensativa. “Supongo que está bien eso.”
Rias dio un pequeño giro para marcharse junto a las criadas que la seguían atrás de ella con un paragua protegiéndola de la lluvia.
“Si hay suerte nos volveremos a encontrar, Sengo.”
Rias con una sonrisa de oreja a oreja se despedía de Sengo con su mano levantada como si tratase de un manga despidiéndose de su amigo de la infancia.
“Esa niña debería dejar de leer manga.” Fue el pensamiento de Sengo viéndola por última vez antes de girar a la derecha y desapareciendo de su vista.
Sengo empezó a caminar en otra dirección, disfrutando del sonido de la lluvia cayendo en su paragua como también en el asfalto.
En su caminata observaba a las personas protegiéndose de la lluvia con un paraguas, los carros cruzando por las calles para luego perderse de su vista, los pájaros haciendo todo lo posible para proteger sus crías de la lluvia torrencial.
Mientras caminaba la presencia de alguien atrás de él hizo que se detuviera.
“Había pensado que eras Saigou Izayoi. Pero viendo que no eres ella, supongo que aún sigue esperando en el santuario abandonado.”
Dando un pequeño giro, observo bien a la persona que había llegado a él.
“La firma mágica me resulta familiar, pero no eres ella… así que responderías amablemente, ¿Quién eres, pequeña niña?”
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Ciudad Kuoh
Dentro de la ciudad de Kuoh, un niño de pelo carmesí y ojos violetas miraba desde la ventana del edificio la lluvia torrencial que había caído de repente.
“Lo que terminaste descubriendo es algo peligroso, Cleria.”
Giro la mirada de la ventana a la mujer sentada en su escritorio con varios papeles en la mesa.
“Las [Piezas del Rey] será la culpable de tu muerte. Incluso si intentas revelar eso en el inframundo, de seguro serás ejecutada antes de lograr eso.”
“Lo sé, Alexander.”  Cleria Belial, es una bella mujer de cabello y ojos grises. Siendo un demonio de clase alta igual al niño sentado en la ventana.
“Te recomendaría quemar toda la evidencia por tu propio bien. Lo único que puedes hacer, es actuar como una ingenua de que nunca descubriste eso.”
“Pero…” Cleria contuvo el aire. “El inframundo debe saber esto de los [Rating Games] y las [Piezas del Rey], es la mayor corrupción controlada por los top 10 y demonios de alto cargos dentro del inframundo.”
Cleria miraba con intensidad al niño.
“Por esa razón debes eliminar toda la evidencia. Sera peligroso para ti y tu amado, Masaomi Yaegaki.”
“¡Cómo…!”
Cleria se tapó la boca rápidamente.
“Eso fue fácil de descubrir, y de seguro ellos también lo saben.”
Alexander encorvando su espalda miraba con intensidad a Cleria donde sus ojos violetas brillaron.
“Es mejor que te detengas, Cleria. Un paso en falso y será tu fin junto al hombre que amas. Una relación tabú de un demonio y un humano de la iglesia puede ser usado fácilmente para desviar la atención y seguir ocultando la verdad de la corrupción.”
“¡Tch!” Cleria chisteo molesta. “¡Maldita raza malévola!”
“Somos demonios, Cleria. No esperes que los demás demonios sean benevolentes.”
Alexander se levantó de la ventana.
“Debes elegir una decisión, seguir viviendo o morir con tu amado.”
Un portal se abrió delante de Alexander que terminó ingresando y desapareciendo de la oficina de Cleria Belial.
“¡Maldición!”
Termino golpeando la mesa con las palmas. Ella miraba los papeles con la evidencia recolectada de varios años.
Fue un arduo trabajo que había hecho. Pero lo peligroso que era la situación, solo podía elegir una opción.
Agarro los papales y organizándolo para luego ventarlo a un tacho.
“Yo también quiero vivir una vida feliz junto a la persona que amo.”
En la palma derecha apareció un pequeño circulo con patrones donde emergió una lagrima de fuego que llego a los papeles y extinguir la evidencia en cenizas.
“Es la decisión correcta.”
Apoyando los codos en le mesa, acerco su quijada encima de las manos entrelazada. El fuego iluminaba el rostro de Cleria que se encontraba dolida por lo que hizo.
Quería revelar la verdad, pero hacer eso… será su perdición.
Seguirá el otro deseo que siempre tenia, tener una familia con el hombre que amaba.
Lo que tenga que ver con la verdad, debe ser mantenido en secreto por su propio bien y de Masaomi.
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En el Inframundo, un silencio expectante envolvía a un grupo de mujeres demonio, todas con la mirada fija en alguien.
"¿Esdeath-sama? ¿De verdad está segura de que quiere hacer eso con su preciado cabello?" preguntó una de ellas con voz temblorosa.
"¿No seremos castigadas por hacerlo?" susurró otra.
"Espero que Leviathan-sama no se enfade con nosotras..." añadió una tercera, nerviosa.
Frente a ellas, sentada cómodamente en una silla reclinable, estaba una joven adolescente de linaje noble. Era la hija de Serafall Leviathan, conocida en el Inframundo desde su nacimiento como Akane Leviathan, aunque recientemente se autonombro, Esdeath Leviathan.
Y en este preciso momento, Esdeath estaba tomando una decisión que sorprendía a todas. ¡Había decidido cambiar su característico cabello negro a un tono celeste!
"¿Saben el significado de mi nombre anterior?" preguntó Esdeath, con una calma intrigante.
"¿Huh?" Las mujeres demonio intercambiaron miradas, confundidas, hasta que una se animó a responder. "El nombre ‘Akane’ en japonés significa ‘brillante’ o ‘rojo’. Leviathan-sama se lo dio el día de su nacimiento, en honor al brillo de sus ojos rojos, Esdeath-sama."
"No me refiero al significado de 'Akane'," aclaró Esdeath, esbozando una ligera sonrisa. "Estoy hablando de la razón por la cual tengo un nombre de origen japonés."
"¿Oh? Si se trata de eso... no podemos ayudarla, Esdeath-sama. Pero suponiendo, quizá sea por el hombre de quien se enamoró Leviathan-sama, alguien de origen japonés."
"Exacto," confirmó Esdeath, dejando que sus palabras resonaran un momento en el aire. "He terminado hablando con mi madre sobre quién fue ese hombre que llevó a que ella me trajera al mundo."
La curiosidad sobre su padre había brotado en ella apenas la noche anterior.
Serafall animadamente hablo de él.
"¡Así que quieres saber de Senji-chan!"
Esdeath alzo una ceja por la forma infantil de ser nombrado de quien se supone es su padre.
"¡Senji-chan es un poco raro!" Vio a su madre sonreír con nostalgia, parecía que estaba recordando en este momento a esa persona. "¡Senji-chan no me amaba de la misma forma que yo lo hacía! Lo único que parecía atraerle de mí era mi cabello negro." Serafall dejó escapar una risa suave, mientras un brillo soñador cruzaba su rostro. "¡Así que, sí, Senji-chan es un fetichista del cabello negro!"
Al finalizar de hablar giño su ojo derecho con su dedo índice señalando al aire con una estrellita imaginaria que apareció en el giño.
Esdeath frunció el ceño, sintiendo una mezcla de incomodidad y desaprobación ante la forma ridícula en que su madre había descrito a esa persona que jamás había conocido. ¿Ese era su padre? Un hombre al que Serafall aún llamaba "Senji-chan" y que, aparentemente, solo había mostrado interés en el color de su cabello. La idea le parecía absurda, hasta molesta.
Así que, casi sin dudarlo, tomó una decisión. Decidió teñir el suyo de un color totalmente opuesto: un celeste vibrante que, de una vez por todas, borraría la conexión con aquella imagen que apenas empezaba a formarse de su padre.
Esdeath llegó al hogar de los Gremory con la intención de encontrarse con Alexander, a quien entrenaba personalmente. Sin embargo, la recibieron con noticias inesperadas.
"Alexander-sama y Rias-sama están en el mundo exterior, en Japón," informó uno de los sirvientes, sin notar el ligero tic que apareció en las sienes de Esdeath.
Sin más opción, decidió ir también a Japón. Quizás podría sorprenderlos y, de paso, disfrutar de una visita fuera del Inframundo. Para su sorpresa, tras su llegada, el destino la llevó a cruzarse con Rias, quien iba escoltada por dos sirvientas de la familia Gremory. Desde la esquina de una calle, Esdeath observó discretamente a su amiga… y a la persona que estaba frente a ella.
El joven tenía el cabello blanco, brillante como la luna, y ojos rojos intensos como la sangre. Intrigada, Esdeath permaneció en su escondite, atenta a la conversación.
“Me llamo Sengo," decía el joven, con una sonrisa divertida. "Aunque también hay alguien que me llama ‘Senji-chan’. Jeje, aunque prefiero ser llamado ‘Sengo’, Ojou-chan.”
El corazón de Esdeath dio un pequeño brinco. Ese apodo—Senji-chan. Las palabras de su madre de la noche anterior regresaron con fuerza. Sin querer, Esdeath se encontraba escuchando al hombre que, hasta hace poco, era solo un nombre en una historia lejana.
Esdeath siguió cuidadosamente a Sengo, manteniendo su presencia oculta mientras observaba cada uno de sus movimientos. Sin embargo, un impulso la llevó a revelar finalmente su presencia, cansada de esconderse. Al notar que se detenía, Sengo habló sin girarse del todo.
"Había pensado que eras Saigou Izayoi. Pero viendo que no eres ella, supongo que aún sigue esperando en el santuario abandonado."
Con un ligero giro, Sengo miró directamente a Esdeath. Sus ojos rojos recorrieron su figura con una mezcla de curiosidad y algo más profundo que ella no alcanzaba a descifrar.
“La firma mágica me resulta familiar, pero no eres ella…” dijo, sus palabras impregnadas de una calma peligrosa. "Así que responderías amablemente, ¿Quién eres, pequeña niña?"
Esdeath levantó la barbilla, sus ojos resplandeciendo con una intensidad desafiante. Sin vacilar, sostuvo su mirada, dejando que la magia en el aire se intensificara con su sola presencia.
"Mi nombre es Esdeath Leviathan. Hija de Serafall Leviathan."
Al revelar su identidad, los ojos rojos de Esdeath cambiaron lentamente a un tono celeste gélido, reflejo de la pureza alcanzada en su magia de hielo. La transformación captó la atención de Sengo de inmediato; una leve sonrisa apareció en su rostro mientras procesaba la revelación.
“¿Oh?” murmuró, un toque de ironía en su voz. “¿Acaso has venido para recibir algo de amor paternal de mi parte? Lo siento, pero no tengo ningún interés en hacer tal cosa… incluso si fueras mi hija.”
Sengo hizo una pausa, sus ojos destellando con una mezcla de reconocimiento y desinterés calculado. “Ahora que lo pienso, tengo otra hija en este mundo.”
Las palabras cayeron pesadas en el aire, y Esdeath sintió una extraña mezcla de emociones. Ante el descarado rechazo de su recién descubierto padre, su mirada se endureció, el frío de su poder intensificándose. Pero Sengo parecía imperturbable, manteniendo su sonrisa tranquila, como si acabara de discutir algo trivial.
El aburrimiento comenzó a reflejarse en la expresión de Sengo, quien dejó escapar un suspiro. Irritada, Esdeath le lanzó una pregunta directa.
"¿Cuál es tu verdadero nombre?" exigió, su voz llena de desdén contenido.
Sengo esbozó una media sonrisa antes de responder, con una calma desconcertante. “Senji Muramasa... pero llámame Sengo.” Dicho esto, sin darle tiempo a reaccionar, desapareció de su vista.
Un instante después, Sengo reapareció en un santuario abandonado, donde el ambiente era silencioso y misterioso. En el centro, sentada en un banco de piedra, una niña de cabello dorado y ojos violetas levantó la mirada al verlo.
“Por fin apareciste, Señor Fósil,” comentó la niña, con una sonrisa astuta y un tono que combinaba broma y reproche.
Sengo soltó una ligera risa. “Continuemos el viaje, Izayoi,” respondió, con un toque de desdén juguetón.
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Esdeath regresó al Inframundo (al hogar Gremory), sintiendo que el encuentro con Sengo había dejado más preguntas que respuestas. Al llegar, se encontró con Alexander Gremory, quien llevaba enfundada en su cintura una katana que captó su atención de inmediato.
“¿Me permites ver la katana?” preguntó, su voz serena, pero con un trasfondo de curiosidad.
Alexander (sorprendiéndose por el repentino cambio de tinte en el pelo de Esdeath), sin cuestionar sus motivos, asintió y le ofreció la katana. Esdeath la tomó, sintiendo el peso y la energía que emanaba de la hoja. Al examinarla, sus ojos se detuvieron en una firma cerca de la empuñadura: Muramasa.
(¿Qué está pasando en la mente de ese sujeto?) pensó Esdeath, analizando la situación. La katana con la firma de ese hombre dejaba preguntas en su cabeza. Su mente trabajaba a toda velocidad, conectando puntos. ¿Cómo había terminado esta katana en posesión de Alexander?
La mente de Esdeath divagó entre la confusión y la inquietud, preguntándose si había más en esta historia de lo que parecía a simple vista.
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Creo que llegó el momento de hacer el remake de esta historia.
Ahora el hermano de Rias Gremory se llamará Alexander Gremory, pero en el mundo humano cambiará su nombre a Mikoto Tanaka (o tal vez tenga otro apellido cuando este en el mundo humano) para ocultar su verdadera identidad.
Crossover: DxD, Fate y Mondaiji.
                
                
                    