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                                                    12 de septiembre de 2025, 21:16
                                            
                Interludio
El ambiente en el restaurante de primera clase era elegante y refinado.
Las luces tenues y la música clásica de fondo creaban la atmósfera perfecta para una conversación importante.
En una mesa privada, Alexander Gremory y Ravel Phenex estaban sentados frente a frente.
Ambos mantenían modales impecables, sosteniendo sus copas con gracia y cortando sus alimentos con precisión.
Pero en el aire…
Se sentía la tensión.
Ravel, con su largo cabello dorado brillantemente arreglado, tomó un sorbo de su té antes de hablar con suavidad.
"Alexander-sama…"
Sus ojos azules lo analizaron con calma.
"Nuestros padres han tomado una decisión que nos afecta a ambos."
Alexander, con su cabello rojo heredado de su linaje Gremory, dejó su copa sobre la mesa con un gesto sereno.
"El compromiso."
No fue una pregunta.
Ravel asintió.
"Sí."
Un silencio incómodo se instaló entre ellos por un momento.
Ravel respiró hondo antes de continuar.
"Supongo que no es necesario que finjamos sorpresa."
Alexander esbozó una leve sonrisa.
"Desde que nacimos, sabíamos que este día llegaría."
Ravel desvió la mirada brevemente.
"Un compromiso entre nuestras familias… suena ideal en papel."
Su voz era medida, diplomática.
Pero sus manos, posadas sobre la mesa, estaban levemente tensas.
Alexander lo notó.
"Pero no crees que sea tan simple."
Ravel lo miró fijamente.
"¿Y tú sí?"
El Gremory se inclinó ligeramente hacia adelante, apoyando sus brazos sobre la mesa.
"No soy ingenuo."
Ravel mantuvo su expresión elegante, pero su mirada se agudizó.
"Entonces, dime… ¿realmente deseas este compromiso, Alexander Gremory?"
El aire se volvió más denso.
El hijo de los Gremory se quedó en silencio por un momento, sin apartar la vista de la rubia.
Luego…
Sonrió.
 "Eso depende… de ti."
Ravel entrecerró los ojos.
"Esa sonrisa…"
Podría haber engañado a cualquiera.
Pero no a ella.
Alexander Gremory sonreía con calma, su porte relajado y su tono sereno.
Pero era falso.
"No tiene el más mínimo interés en este compromiso."
Ravel tomó su copa con gracia, pero no bebió.
Sus ojos nunca se apartaron de él.
"Alexander-sama…"
Apoyó suavemente la copa sobre la mesa.
"Tu sonrisa es falsa."
Alexander parpadeó.
Por un breve instante, su expresión mostró una leve sorpresa.
Pero rápidamente se desvaneció, dando paso a una ligera risa.
"Ya veo."
Tomó su copa de vino y la giró entre sus dedos.
"Así que puedes leer a las personas con tanta facilidad."
Ravel no apartó la vista de él.
"Solo cuando alguien no se esfuerza en ocultar lo que realmente piensa."
Alexander sonrió, esta vez con algo más de sinceridad.
"Cierto."
Ravel se inclinó ligeramente hacia adelante.
"Entonces dime la verdad, Alexander-sama."
Su voz fue firme, pero elegante.
"No tienes interés en este compromiso, ¿verdad?"
Alexander bajó su copa.
"Sí. Tienes razón."
Su tono no tenía ni una pizca de duda.
Ravel no se sorprendió.
Alexander se acomodó en su asiento.
"Este compromiso no es más que un juego de poder entre nuestras familias."
Tomó un trozo de carne con su tenedor, pero no lo llevó a su boca.
"Mi padre solo busca sus propios intereses."
Sus ojos se encontraron con los de Ravel.
"Igual que el tuyo."
Ravel no lo negó.
El compromiso no era por amor, ni por deseo.
Era simplemente una fusión política.
Dos linajes poderosos uniéndose para fortalecer su influencia en el Inframundo.
Ravel soltó un leve suspiro.
"Al menos, es refrescante escucharlo de alguien que no intenta engañarse a sí mismo."
Alexander ladeó la cabeza.
"¿Y tú?"
Ravel lo miró con elegancia.
"¿Cuál es tu verdadera opinión sobre este compromiso?"
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Terminando de la “cita” que tuvo con Ravel Phenex, Alexander se dirigió a un lugar apartado en el Inframundo.
Allí, como siempre, Esdeath Leviathan y Sairaorg Bael lo estaban esperando.
Un sitio que para muchos no significaba nada, pero para ellos, era el único lugar que realmente importaba.
El campo de entrenamiento donde podían deshacerse de las formalidades, olvidar sus apellidos y enfocarse en lo único que valía en su mundo: ser fuertes.
Apoyada contra una roca, Esdeath observó a Alexander con su típica indiferencia.
“Uh. Parece que terminaste tu ‘cita’ con Ravel Phenex.”
Su tono carecía de interés.
Las relaciones, los compromisos, la política del Inframundo…
Nada de eso importaba para ellos.
Y menos aún para los tres.
Porque Alexander, Esdeath y Sairaorg compartían algo en común.
Ellos no eran como los demás nobles.
Ellos no seguían las reglas.
Por eso, eran conocidos como ‘Los Tres Problemáticos’ del Inframundo.
Y ahora, era momento de entrenar.
El ambiente en el campo de entrenamiento se tornó tenso.
Sairaorg Bael giró el cuello, relajando los músculos de su cuerpo. Su sola presencia ya imponía respeto.
Alexander se quitó la chaqueta, arrojándola a un lado sin preocuparse. No necesitaban formalidades aquí.
Esdeath sonrió levemente.
Sin necesidad de una señal, la pelea comenzó.
Alexander fue el primero en moverse. Se lanzó hacia Sairaorg con un impulso feroz, su puño envuelto en energía demoníaca.
Sairaorg no esquivó.
Al contrario, recibió el golpe directamente en el rostro.
Pero ni siquiera se movió.
Alexander frunció el ceño. Sabía que Sairaorg era resistente, pero…
“¿Eso es todo?”
Antes de que pudiera reaccionar, el puño de Sairaorg se hundió en su abdomen.
Alexander salió despedido como un proyectil, estrellándose contra una roca y partiéndola en dos.
Pero no tuvo tiempo de quejarse.
El suelo bajo él se congeló instantáneamente.
Esdeath había levantado una mano, su aura helada expandiéndose sin restricciones.
La temperatura cayó en picada.
Hielo afilado surgió del suelo, buscando inmovilizar a Alexander.
“Bastante injusto.”
Con un chasquido de dedos, las llamas negras del poder Gremory ardieron en sus manos.
El hielo se derritió en segundos.
Pero Esdeath ya estaba sobre él.
Su pierna se estrelló contra su cabeza, obligándolo a esquivar en el último momento.
Sin embargo, antes de que pudiera respirar…
Sairaorg apareció de la nada, lanzando un golpe devastador a su costado.
Alexander logró bloquearlo, pero el impacto lo hizo retroceder varios metros.
Los tres se detuvieron por un instante.
Respiraciones agitadas.
Miradas encendidas.
Nadie estaba reteniéndose.
Y así era como debía ser.
Sin linajes.
Sin títulos.
Sin reglas.
Solo fuerza contra fuerza.
❅──────✧❃✧──────❅•
Los tres descansaban, recuperando el aliento tras su entrenamiento.
El ambiente estaba en calma.
Hasta que un círculo mágico se manifestó en el oído derecho de Alexander.
Su expresión cambió de inmediato.
“Bien…”
Escuchaba con seriedad la información que le estaban transmitiendo, mientras en su mente procesaba los detalles.
Esdeath, que estaba sentada con los brazos cruzados, levantó ligeramente la vista.
“¿Sucedió algo?” Preguntó ella con poco interés.
Alexander no respondió de inmediato.
Cuando terminó de escuchar, dirigió su mirada hacia ellos.
“Un grupo de Ángeles Caídos empezó a movilizarse.”
Sus palabras cortaron el silencio.
“Parece que su destino es la Academia Kuoh.”
Esdeath y Sairaorg intercambiaron miradas.
“Hm…” Ambos pensaron por un momento, llegando a la misma conclusión. “El objetivo debe ser Rias y Sona.”
Sairaorg se puso de pie de inmediato, listo para actuar.
Pero antes de que pudiera dar un paso…
Alexander levantó la mano.
“Detente.”
Sairaorg frunció el ceño, sorprendido.
Esdeath, por otro lado, se mantuvo en silencio, observando a Alexander con atención.
Finalmente, Alexander habló.
“Vamos a observar lo que suceda en la Academia Kuoh.”
Sairaorg arqueó una ceja.
“No vamos a intervenir.”
Eso lo sorprendió aún más.
“¿Por qué?”
Alexander desvió la mirada hacia el cielo carmesí.
“Porque Rias entrenó con nosotros.” Sus palabras fueron firmes. “Debería ser capaz de manejar un ataque de un grupo de Ángeles Caídos.”
No era arrogancia.
No era indiferencia.
Era una prueba.
Alexander quería ver con sus propios ojos de lo que su hermana era capaz.
Sairaorg chasqueó la lengua, cruzándose de brazos.
“Bah… qué aburrido.”
En el fondo, le habría gustado enfrentarse a esos Ángeles Caídos.
Después de todo, muy pocos eran capaces de darle una pelea decente.
Pero aceptó la decisión.
Y así, los tres problemáticos del Inframundo decidieron esperar.
                
                
                    