Capítulo 2: ¿Esto es un juicio?
23 de septiembre de 2025, 22:11
Habían pasado un poco más de 10.000 años desde que había estado ahí. Su hogar, el cielo, aunque en ese momento no tenía un nombre en realidad y la puerta que ahora veía a sólo unos metros con un ángel desconocido frente a ella no existía.
Se acercó lentamente sosteniendo firmemente su bastón, por fuera se veía confiado, pero por dentro estaba muy nervioso. Muchas cosas pasaban por su mente a la vez, sentía que el aire se le escapaba, mareado y su pecho le apretaba.
Su instinto le gritaba que no entrara, que huyera y volviera a su habitación. Pero, sabía perfectamente que las consecuencias podrían ser aún peor. En algún momento se preguntó, si no asistía, bajarían realmente a buscarlo y lo arrastrarían hasta el salón de la reunión. Una parte de él quería desafiarlos y probar, para saber qué es lo que harían, pero debía pensar en su hija, sobre todo ahora que estaban tan cerca. Suspiro sonoramente mientras se detenía frente al ángel de colores pasteles- ejem… buenos días, buen amigo- al verlo el ángel soltó un grito algo agudo por la sorpresa, el aludido supo inmediatamente que se trataba del rey del infierno, era igual a su hija -Mi nombre es Lucifer Morningstar, un placer, me han citado a una reunión el día de hoy-
-Ho… hola- trago saliva -Soy San Pedro… me informaron que vendría hoy… Sr. Morningstar… je je- se congeló unos minutos -¿Eh?… llamaré a sus escoltas… permítame un momento, por favor- sacó su celular para avisar.
-¿Escoltas?... vaya que corteses-
-Sí… bueno han pasado muchos años desde la última vez que estuvo aquí Sr. Morningstar y el cielo ha cambiado mucho… es para que no se pierda… je- sonrió nervioso.
-claro… claro… comprendo mi joven amigo, no hay problema, se lo aseguro- levantó su bastón para hacerlo girar- y dime “San Pedro”... sabes de casualidad ¿Por qué me han citado el día de hoy?-
-Lo sabrá cuando lleguemos ahí Sr. Morningstar- respondió un ángel castaño, alto y robusto que se acercaba a él desde las puertas del cielo. Lucifer observó a los dos ángeles, pudo notar que eran tan altos o más que Angel Dust, ambos estaban vestidos con un pulcro uniforme blanco con detalles en dorado de estilo militar con sombreros altos, se detuvieron frente a él- Mi nombre es Remi- no tenía cara de Remi, pensó el rey del infierno, se veía mucho más rudo el ángel castaño como para tener ese nombre- Mi compañero se llama Lucas y ambos seremos sus escoltas el día de hoy- ambos le dieron una leve reverencia después de presentarse.
-Vaya que educados- comentó, no los recordaba con exactitud, pero tenía la sensación de haberlos visto entrenando en el grupo de defensa antes de Edén- Bien, Remi y Lucas… No es necesaria tanta formalidad en realidad, pero se los agradezco, pueden decirme simplemente Lucifer- Les sonrió, a pesar de los nervios, debía lucir relajado y ocasional, como si fuera simplemente por un helado- guienme mis jóvenes amigos, deseo terminar esto pronto y volver a casa-
-Por aquí señor- Le indicó Lucas, que tenía cabello verdoso y ojos marrones mientras extendía sus alas del mismo color que su cabello y se elevaba. Su compañero Remi extendió sus alas plateadas y espero a que Lucifer materializara las propias y volara para seguirlo.
Volaban en fila sobre la ciudad celestial, realmente había cambiado mucho desde que estuvo ahí aunque era de imaginar, en 10.000 años la tecnología, las edificaciones y todo eso había cambiado, además de que ahora no sólo se encontraban ángeles de nacimiento/creados, estaban también los humanos “ganadores” aquellos que en vida habían hecho las cosas “bien” según los estándares celestiales. Después de unos minutos atravesaron una barrera invisible que los llevaba a un sector del cielo distinto, con más plantas, sin edificios modernos, las edificaciones similares a las griegas aunque no era de extrañar un arcángel fue quien le compartió este estilo de edificación, cada panteón era la sede de una función especial dentro que la creación, siete de ellas pertenecen a las virtudes, en este sector se encontraban los diferentes tipos de “ángeles”: Trono, dominios, arcángeles, querubines, potestades, ángeles menores sin ningún humano a la vista.
A lo lejos pudo distinguir el palacio principal que flotaba, era el más grande y esplendoroso de todos, su antiguo hogar, suspiro con nostalgia. Pero ese no era su destino, un palacio no tan alejado lo era, pronto llegaron a él, se puso rígido en la entrada y sentía que su corazón latía con fiereza, sus manos comenzaron a sudar frío y una vez más el aire de sus pulmones lo abandonaba- Por aquí- le indico Remi, se sostuvo fuertemente de su bastón por temor a desplomarse. Los siguió a ambos por los amplios pasillos mientras imágenes del pasado se sobreponían con lo que veía, pareció eterno pero finalmente llegaron a un par de puertas blancas y amplias.
-Aquí es, Sr. Morningstar- Lucas abrió las puertas- siganos por favor-
La luz era cegadora, todo era demasiado blanco y luminoso, el contraste con el infierno era demasiado. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz dio sus primeros pasos y se petrifico. Era el mismo salón de su juicio, parpadeo lentamente de forma dispareja y sintió que las fuerzas lo abandonarían- Se encuentra bien- Lucas lo miro de reojo
- Sí, mi joven amigo… los sigo… los sigo- ambos escoltas se miraron extrañados, avanzaron y lo guiaron hasta el único podio que estaba a nivel del suelo. No se atrevió a levantar la vista de las baldosas, no quería ver los rostros de aquellos que ocupaban los podios elevados en la murallas por temor a perder el control y desmayarse en el mejor de los casos. Recordaba perfectamente ese lugar: techo alto, cúpula de vidrio, con tres niveles de podios en la muralla. El más alto con dos asientos, el del medio con nueve y el inferior con 11 aunque entre ellos el asiento del medio era levemente más alto al igual que el del nivel superior a ese.
-Lucifer Morningstar- era Sera, seria y solemne- Rey del infierno… el día de hoy has sido convocado ante la Corte Celestial y el Consejo Celestial, para responder por los crimenes de tu reino-
-¿Qué?... ¿De qué crímenes estás hablando Sera?- No pudo evitar preguntar entre desconcertado y enfadado, mirándola directamente, evitando mirar los podios superiores a ella. Todo estaría bien si no miraba a los miembros del primer y segundo podio.
- Los crímenes son: el asesinato injustificado del primer hombre Adán y ángeles inferiores, insubordinación y rebelión contra el cielo- leyo con solemnidad el pergamino frente a ella.
–¿Estás bromeando cierto?... Esas acusaciones son falsas y lo sabes- Respondió algo airado.
- ¿Acaso el rey del infierno tiene pruebas de que la acusación de la Serafin principal, Sera, son falsas?... Porque ella si tiene pruebas de la muerte del primer hombre y los otros ángeles, todo ocurrió en TÚ reino- Esa voz… esa voz, no había cambiado en nada en estos miles de años, la conocía perfectamente- ¡Mírame cuando te hablo Samael!-
Tragó saliva, tenía temor, temblaba evidentemente pero aún lo miró directamente a los ojos- Samael murió hace 10.000 años frente a este tribunal, tu mismo te encargaste de ello ¿o acaso no lo recuerda su “alteza Michael”?- su respuesta provocó susurros provenientes del sector de Sera- Desde entonces soy simplemente Lucifer, su “magestad”- agregó con ironía. Era extremadamente difícil leer lo que le decían los ojos azul oscuro de Michael, nunca fue bueno en eso. Michael vestía un impecable traje blanco con botones dorados al igual que los bordes de sus puños, se veía algo mayor desde la última vez. Sus ojos azul oscuro lo escanearon invasivamente, y sintió que no eran los únicos ojos que lo hacían. Rápidamente miró al resto de los miembros de la grada del medio, los príncipes celestiales, a quienes alguna vez llamó hermanos, las siete virtudes. Los dos lugares de los extremos estaban vacíos, uno de ellos le pertenecía a él y el otro a su única hermana, la menor de todos, quien estaba bastante lejos de ser una virtud si le preguntaban por eso no estaba en esa categoría.
-Bien, Lucifer- habló con voz calmada y solemne su hermano mayor Joel, el primero de todos ellos, administrador de la creación, estaba sentado en el centro como le corresponde por su estatus. Él se veía prácticamente igual, piel blanca como la nieve (como todos ellos), cabello ocre con mechones rubios peinado hacia atrás, vestidos con un elegante traje, azul claro con los puños más oscuros, botones y hombreras doradas con hilos de oro colgando, chaleco morado y un pañuelo en el cuello como un moño, seguía usando el mismo antifaz dorado. En el pasado había sido como un padre para él, uno de los mentores asignados por su verdadero padre el primer día de su “nacimiento” para que lo guiará en su rol, junto a su hermano Gabriel- La acusación en tu contra es muy grave ¿trajiste pruebas contigo?-
Su nerviosismo aumentó a tal grado que empezó a tartamudear y jugar con sus manos mientras hablaba- Eh… nadie me dijo… que esto sería un juicio… y que debía traer…- trago saliva y miró sus manos una vez más y se quedó en ellas- pruebas- Se mordió el labio inferior, tan fuerte que su sangre dorada comenzó a asomarse- Es cierto, que… Adán murió en mi reino… No por mis manos claro- le estaba costando respirar nuevamente, no los estaba mirando pero podía sentir que sus hermanos mayores lo juzgaban, estaba viendo borroso- Pero no fue mi culpa… además él incumplió el contrato del exterminio-
-¡Qué exterminio!- esa era la inconfundible voz de Rafael- mírame- le exigió con suavidad y lo hizo, sus ojos verdes esmeralda estaban preocupados o enfadado, ya no lo sabía- ¿A qué te refieres con eso, hermano?-
Notó un genuino desconocimiento y sorpresa no sólo de él, si no que también del resto de sus hermanos, por otro lado, notó que Sera se ponía rígida y su concejo algo nervioso- Me refiero al acuerdo que firme con Sera y Adán hace unos cientos de años, donde un grupo de ángeles “ganadores” denominados exorcistas liderados por el primer hombre bajarían y aniquilarian a la mayor cantidad de pecadores que pudiesen en 24 horas una vez al año, yo lo permitiría y no interferiría en ello siempre y cuando ningún nacido del infierno y a nadie de otro anillo fuese lastimado- explicó pausadamente para evitar que saliera a la luz ´aún más su creciente temor.
-¡Mientes!- declaró con enfado el ángel que estaba a la derecha de Sera, la reconoció, era Lute- ¡¿Acaso tienes prueba demonio?! Eres el diablo, un demonio y un gran mentiroso… vienes aquí con esa mentira, sin pruebas y sin testigos-
-Lute- ese era un claro tono de advertencia de parte de Joel, quien ahora lo miraba fijamente ¿enojado?
“Oh no”, era verdad. La acusación era grave, no tenía pruebas ni testigos y difícilmente sin ellas le iban a creer. Estaba en problema. Sera, Lute y el consejo celestial lo estaban usando para cubrirse las espaldas por la ¿Segunda? muerte de Adán.
-¿Y?...¿Tienes esas dichosas pruebas “Samael”?- Michael de nuevo, el enfado era evidente en su voz y lo estaba provocando al llamarlo una vez más por su nombre de nacimiento- Si no las tienes contigo, creo que este caso está cerrado-
-Yo… como dije antes- busco sin esperanza ayuda en el resto de sus hermanos, pero no la encontró o quizás no supo saber si estaba ahí- No sabía… que este era un juicio… y por eso no traje… pruebas- lo último lo susurro con nerviosismo. Estaba perdido, lamentaba no haberse podido despedir apropiadamente de Charlie, “oh no, Charlie, espero que no le hagan daño” pensó con angustia. Se sentía mareado, perdía fuerzas, la respiración era violenta…
-¡Yo tengo pruebas de su inocencia y además seré su testigo!-