Drabbles Sheriarty

Las ideas parecían fluir pero ninguna terminaba de encajar en su mente para darle la clave que necesitaba, aquella que resolvería el misterio por fin. Sherlock paseaba por cada rincón de su Palacio Mental, descomponiendo y juntando de nuevo todas las piezas del nuevo caso que se le había entregado con la esperanza de dar pronto con el elemento que faltaba. La clave que explicara como un hombre que llevaba muerto más de una década había podido enviarle una carta a su "viuda" hacia apenas dos días atrás. De pronto, el filo de un cuchillo se situó bajo su mentón arrancándole de golpe de sus deducciones. Abrió los ojos, y regresó a su hogar en Baker Street; pero el cuchillo seguía pegado a su piel. —Tranquilo, Sherly, soy yo —le susurró una voz cálida y bien conocida en el oído—. Quería despertarte porque estabas actuando de un modo tanto... aburrido. Sherlock sonrió al verse como víctima de una de sus expresiones más utilizadas. Solo Jim podía decirle eso sin provocarle la necesidad de responder mordazmente. —Lo lamento, pero estoy en mitad de un caso y estaba tratando de resolverlo —explicó y luego, con una sonrisa más amplia, añadió—: Aunque no creo merecer que me cortes el cuello. Moriarty retiró el cuchillo al momento y giró alrededor del sofá en el que se encontraba sentado su pareja para situarse frente a él. —En lugar de eso, ¿por qué no jugamos a algo? —propuso pícaramente enarcando a una ceja. —¿Qué propones? —preguntó Sherlock, notando el tono sugerente de su pareja. —¿Te lo enseño en la habitación? —insistió Jim, caminando con paso lento y provocador hacia el cuarto que compartían. —Veamos que tienes para ofrecer, Moriarty —dijo el detective, siguiéndole con rapidez. —Nada sangriento... o si, ya veremos —insinuó su pareja, guiñándole un ojo.