ID de la obra: 820

Drabbles Mystrade

Slash
R
Finalizada
2
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
35 páginas, 9.467 palabras, 30 capítulos
Descripción:
Notas:
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El maître del “Wiltons Restaurant” arrugó el rostro mientras aquel hombre de pelo cano y abrigo largo se acercaba hasta él. —Hola —le saludó—. ¿Puedo ayudarte en algo? —Tengo una reserva para esta noche —dijo amablemente el hombre. —¿Su nombre? —pidió el maître, visiblemente contrariado, mientras agachaba la cabeza hacia el libro de reservas. -Oh, no. La reserva es un nombre de mi pareja, llegará en cualquier momento —aclaró el otro. —Lamentablemente, le voy a tener que negar la entrada señor… —Lestrade, Greg Lestrade —le interrumpió el inspector, molesto—. ¿Y podrías conocer los motivos? —El “Wiltons Restaurant” cuenta con un alto prestigio, y su vestimenta… —explicó el maître, arrugando la nariz—, deja mucho que desear. Retírese o me veré obligado a llamar a seguridad. Greg apretó los dientes y se preparó para soltar unas cuantas groserías que, sin duda, le valdrían la expulsión del lugar pero, antes de que pudiera hacerlo, una melodiosa voz sonó tras de sí: —Voy a tener que pedir que se disculpe, caballero. Lestrade se giró. Ante él, su pareja, Mycroft Holmes, se presentaba visiblemente enamorado.  —Señor... —la cara del maître había palidecido, sin duda había reconocido al político. —Holmes, Mycroft Holmes —le cortó, entrecerrando los ojos con una sonrisa irritada—. Y el hombre aquí presente, que usted estaba a punto de echar, es mi pareja. —D-disculpe señor, es que su vestimenta..., yo no sabía que usted... —tartamudeó el otro. —Le voy a tener que exigir unas disculpas por el trato recibido —demandó Mycroft. —P-por supuesto señor Holmes —y, dirigiéndose ahora a Lestrade, que observaba la escena con aire divertido, añadió—. Mis más sinceras disculpas, señor Lestrade. —Bien. Ahora que hemos solucionado este asunto, le informamos de que nos retiramos del lugar. El maître sintió como la sangre le caía directamente a los pies: perder a un cliente tan prestigioso como Mycroft Holmes era un suicidio para cualquier establecimiento de renombre. —Señor..., por favor —susurró nervioso. Pero el político ya no lo escuchaba. Había tomado el brazo de Lestrade y lo conducía ya hacia la salida. Antes de que atravesaran la puerta, el inspector pronunció unas últimas palabras, lo suficientemente fuertes como para ser escuchadas por el desagradable y tambaleante maître:  —Me toca escoger el lugar de la cena Mycroft, y el Mc Donald's está aquí al lado. —Eres un orgulloso —se burló Holmes, girándose para ver cómo las personas se acercaban al cuerpo del maître, quien había caído desmayado al suelo. —Mira quien fue a hablar —canturreó el inspector.  Mycroft, por toda respuesta, le dio un ligero beso en los labios antes de atravesar las puertas de cristal del restaurante.
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