ID de la obra: 833

Liberarme para amarte (Nygmobblepot/Hattercrow)

Slash
NC-21
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
83 páginas, 22.139 palabras, 21 capítulos
Descripción:
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Por fin... mi venganza

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Narra Oswald  Allí estaba, justo frente a mí. El responsable de todo aquel dolor, se encontraba frente a mí con aquella espeluznante y estúpida sonrisa; Jerome. Una furia abrasadora comenzó a devorar los últimos restos de racionalidad que aún mantenía dentro de mí, cada poro en mi piel supuraba odio..., obviamente, mi primer impulso fue lanzarme contra aquel horrible payaso. Quería apartarlo de mi vista, para siempre.  Al poco de dar los primeros pasos en su dirección, un fuerte tirón en el cuello de mi chaqueta me hizo detenerme y posteriormente, me arrastró hacía atrás. — Oswald, no — dijo seriamente Jervis, sin soltarme — . Tu nunca actúas sin pensar, no empieces ahora. Y menos por culpa de esta basura. Le lancé una mirada cargada de odio. Estaba a punto de gritarle que me soltara y en caso de que no lo hiciera, golpearle. Pero me di cuenta de que llevaba razón; Jerome ya me había arrebatado a Edward, no podía permitir que también me arrebatara los pedazos de dignidad y personalidad que me quedaban. Me recompuse y estiré mi traje. — Oh, Jervis…, eso me ha dolido — dijo burlonamente Jerome — . Aunque bueno, supongamos que me lo merecía. — Te lo merecías — dijo Jervis entre dientes —. Eres una basura. — Bueno, de todas formas…, quiero darte un regalo — dijo, antes de chasquear los dedos. Aquel pequeño gesto apareció como la señal que necesitaba otro compinche de Jerome para hacer acto de presencia. Este nuevo esbirro vestía exactamente igual que los otros, y compartía el diseño en el maquillaje pero, a diferencia de sus compañeros, él no iba armado. En lugar de armas, sostenía entre sus manos una gruesa y pesada cuerda de la que tiraba con dureza. Del extremo contrario, se hallaba Jonathan Crane, atado, que luchaba por no caer tras cada tirón. Andaba con torpeza y con la cabeza colgando de un lado para otro. Pude notar como al ver a Jonathan siendo arrastrado de tal forma, Jervis tuvo el impulso de saltar. Pero antes de que pudiera hacerlo, Jerome le detuvo. — Quieto ahí, Jervis — gritó — . Aplícate el discurso que acabas de darle a Oswald y no pierdas las formas...y menos por una basura como yo — río — . No queremos que al amiguito de esta basura — señaló al gigante que sostenía Jonathan- se le escurra la navaja sobre este muchachito…, ¿verdad que no? — dijo, mientras observaba, con una diabólica sonrisa en la cara, como su compinche deslizaba con suavidad una pequeña navaja sobre aquel joven cuello —. Sería una pena…, tan joven…, al menos el otro ya no tenía mucho que ofrecer. Trague saliva al oír a Jerome hablar así de Edward. Jervis apretó los dientes con rabia e impotencia. — ¿Qué es lo que quieres, Jerome? — consiguió preguntar.  — Oswald lo sabe perfectamente, ¿a que si, Ozzie? — Jerome…, sabes perfectamente que la ciudad se alzará. Gotham puede soportar delincuentes de todas clases, incluso la corrupción en la alcaldía...pero nunca permitirán una dictadura. — ¿Ahora te pones ético? — sonrió —. Tú…, tú que estabas tan dispuesto a amañar las elecciones con tal de ser alcalde…, ¿acaso piensas que tu eres mejor que yo? Vaya, al final no me va a costar tanto demostrarte el tipo tan gracioso que puedes ser. Tú solito te lo estás demostrando. — No se trata de ética. Es una realidad. — No me importa lo que digas Ozzie. Si es que por algún casual tienes razón, la verdad no me importa lo más mínimo. Es un problema del que me encargaré en su momento, déjate de tonterías y dame esos papeles. — Está bien — resoplé — . Los llevo dentro de mi chaqueta — dije, metiendo mi mano dentro mientras avanzaba hasta Jerome. Miré sutilmente a Jervis y señalé con la cabeza a Jonathan. Él asintió levemente para hacerme saber que comprendía mi plan. Se fue deslizando hacia Jonathan mientras mi avance se convertía en el centro de todas las miradas. Jerome miraba ansioso mi mano escondida bajo mi chaqueta, con aquel incontrolable anhelo de poseer lo que deseaba. Cuando localicé a Jervis muy cerca del matón que custodiaba a Jonathan saqué bruscamente mi mano y enseñé la palma completamente vacía. Inmediatamente después le dí un gran bofetón a Jerome en la cara. Instintivamente sus matones se abalanzaron para proteger a su jefe, olvidándose por completo de su rehén. Este despiste fue bien aprovechado por Jervis que atrapó a Jonathan entre sus brazos y lo puso lejos del peligro. — ¡ALTO! — gritó Jerome, deteniendo a sus guardias —. Dejadme que yo me encargue del pequeño pingüino, ¡ESTO SE ESTÁ PONIENDO MUCHO MÁS DIVERTIDO! Le arrancó de la mano la navaja a uno de sus guardias y se puso en posición de combate justo frente a mí, empuñando la afilada y resplandeciente cuchilla. Se abalanzó de una forma salvaje sobre mí. Lucía aquella aterradora sonrisa en su rostro acompañada de una mirada sedienta de sangre. Por suerte, esquivé su primer movimiento con agilidad.  Mientras yo trataba de esquivar los fuertes cuchillazos que Jerome lanzaba sin control, cegado por una locura insana, pude ver por el rabillo del ojo como Jervis hipnotizaba a los matones y los obligaba a quedarse completamente congelados. Tras unos minutos en los que toda mi aportación a la pelea se basaba en esquivar a Jerome pude percibir su cansancio y lo aproveche. Me quedé completamente rígido frente a él y cuando levantó el brazo para apuñalarme desde arriba, agarré su muñeca con fuerza, deteniendo así el golpe, y la retorcí, obligándole a que la soltara.  Al fin…, al fin podría obtener mi venganza. Sin perder más tiempo le empujé hacia atrás, haciéndole caer al suelo y con un rápido movimiento agarré la navaja y me senté a horcajadas sobre su estómago. — ¡ESTO ES POR LO QUE LE HICISTE A EDWARD! — grité elevando el cuchillo por encima de mi cabeza, dispuesto a clavarlo en sus ojos...en su cuello...en la boca...en definitiva, donde fuera. Escuché el silbido de la cuchilla cortando el aire y pude notar como las lágrimas de rabia y alegría se mezclaban en mis mejillas.  Quería escuchar el sonido de su carne al cortarse, el de su sangre salpicando el suelo de piedra, el de su cráneo rompiéndose bajo la fuerza de la hoja...quería escuchar cómo moría por mi culpa. Pero no pude escuchar nada de eso.  Encima de mí, Jervis sujetaba con fuerza mi antebrazo derecho impidiendo que moviera mi brazo. — ¿¡QUE CREES QUE ESTAS HACIENDO MALDITO IDIOTA!? — grité —. ¡SUÉLTAME AHORA MISMO IMBÉCIL! — No — respondió, arrebatándome la cuchilla —. No, Oswald. No voy a dejar que lo mates, ¿no lo ves? Es justo lo que él quiere que hagas. La alcaldía no le importa una mierda, sólo quiere destruirte…, destruirte porque lo rechazaste. — ¿Qué? — giré para mirar a Jerome —. ¿¡Todo esto por qué no acepte ser parte de tu grupito de lunáticos en Arkham!? — No, Oswald. No lo estás entendiendo — aclaró Jervis. Mi mente era un enorme torbellino de ideas en aquel momento, ¿Rechazado? ¿Cuándo? ¿Si no es por la fuga de Arkham entonces…?  — Te amo, Oswald Cobblepot — dijo con voz llorosa Jerome — . Todo lo que quería es que me hicieras caso. Que me amaras de la misma forma que yo lo hago… — y, de pronto, su semblante se tornó enfadado —, pero ese imbécil con gafas se cruzó en el camino, y yo sabía que estando él ya nunca tendría una oportunidad La sangre me hervía. — ¡ESE IMBÉCIL CON GAFAS ERA EL AMOR DE MI VIDA! — chillé, agarrándole el cuello de la chaqueta- ¡YO NUNCA TE VOY A AMAR JEROME! ¿Y SABES POR QUÉ? ¡POR QUÉ LO ÚNICO QUE SIENTO CUANDO TE VEO, LO QUE SIEMPRE HE SENTIDO, HA SIDO ASCO Y PENA! El nudo en mi garganta me impedía seguir gritando. Sentía que me iba a asfixiar por el dolor y la presión que comprimía mi pecho.  — Sólo…, sólo lo he amado a él en toda mi vida, Jerome — susurré con dificultad — . No voy a ser capaz de amar a nadie más nunca. Yo quería pasar toda mi vida junto a él…, se que es él es lo que yo merecía... Me levanté de su estómago y me quedé de pie junto a él. Respiré hondo y ya algo más calmado, continué: — Pero ahora ya nada es posible…, y todo por tu culpa, Jerome. Mataste a quién yo amaba y ahora deberás vivir toda tu existencia sabiendo que quién tu amas te tiene auténtico asco, rencor y pena. Me das vergüenza. Antes de que Jerome pudiera contestarme escuché una voz a mis espaldas: — ¿Oswald?
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