ID de la obra: 836

En El Mismo Infierno

Slash
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planificada Mini, escritos 42 páginas, 15.877 palabras, 10 capítulos
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Lo Que Queda En Pie

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El sol se filtraba a través las cortinas gruesas del salón, tiñendo de ámbar las superficies doradas y los cristales de la vitrina. La casa estaba en silencio, salvo por el tenue golpeteo de la lluvia contra los ventanales. Fisk estaba sentado en su sillón de respaldo alto, un vaso de coñac en la mano. Frente a él, Vanessa sostenía una copa de vino tinto, la mirada perdida en algún punto entre el fuego de la chimenea y el reflejo opaco de su propio rostro.   -Ha sido un largo día — dijo Fisk, sin emoción aparente.-Los días se alargan cuando uno guarda secretos — respondió Vanessa, con voz suave, casi perezosa.   Él giró levemente la cabeza para mirarla. Sus ojos, oscuros y duros, parpadearon apenas. El silencio entre ellos se volvió más espeso. Algo invisible se movía bajo las palabras.   -He estado pensando en Matthew — murmuró Fisk — . En todo lo que perdí por él. En lo que aún no puedo dejar — Vanessa sonrió, pero sus labios no mostraban alegría.-¿Y en lo que hiciste por él? ¿También lo pensaste? — Fisk ladeó el vaso, haciendo girar el coñac con lentitud. Había una sombra en su expresión. Una certeza que aún no terminaba de nombrarse.-Sobrevivió. Lo protegí. Lo amo, Vanessa. No con la facilidad con la que tú amas… pero a mi manera. No esperaba que lo entendieras.   Ella se levantó. Caminó despacio hacia la mesa de centro, dejando su copa con una elegancia casi felina. Luego se volvió hacia él, deteniéndose junto a su silla. Le acarició el rostro. Con dulzura. Con la mano que sabía golpear sin dejar marca.   -Y, sin embargo, el abogado eligió a alguien más — dijo Vanessa — aunque los accidentes pasan a menudo. Como lo que paso con su amigo   Los ojos de Fisk se endurecieron. La piel de su cuello se tensó, apenas perceptible.   -Tú no diste la orden… ¿verdad? — Vanessa sonrió, inclinándose para besarlo en la frente. Fue un gesto lento, íntimo, casi maternal.-Te mentiría si dijera que no sufrí al verte con él. Tan entregado. Tan… quebrado por alguien que no era yo.-No has respondido mi pregunta — dijo Fisk, con la voz grave y controlada — . Solo dime: ¿lo hiciste?   Ella lo miró. Largo. Sostuvo su mirada con la misma calma que se tiene al mirar un cuadro valioso que uno está dispuesto a destruir. Luego, simplemente asintió.   -No podía permitir que siguiera envenenándote. No después de todo lo que construimos juntos. No después de que me hiciste invisible. Debía recordarte quién eres   Fisk cerró los ojos por un momento. Exhaló lentamente. Cuando los volvió a abrir, su mirada era de un frío ceremonial.   -Si alguna vez me vuelves a quitar algo que considero mío… Vanessa, te juro que te lloraré con devoción. Y luego, te enterraré con flores frescas.   Ella no se inmutó. Se inclinó y le acomodó el cuello de la camisa con cariño.   -Y si alguna vez vuelves a acostarte con alguien que no soy yo… me encargaré de que lo último que recuerde antes de morir… sea tu nombre.   Fisk sonrió. No era un gesto amable.   -Sabía que me casé contigo por una razón.-Y yo sabía que tanto él como yo, dormíamos con un monstruo — dijo ella, mientras volvía a sentarse — , pero no creí que tú lo fueras a compartir.   El fuego crepitó detrás de ellos. El silencio regresó, pero esta vez estaba lleno de pólvora. Fisk dio un sorbo a su copa. No volvió a hablar. Vanessa, en cambio, tarareó suavemente una melodía antigua.Como si nada hubiera pasado.   _____________   La lluvia no había cesado en todo el día. Caía como un lamento sobre los tejados de Hell’s Kitchen, desdibujando los contornos del mundo. Matt caminaba sin rumbo, con el rostro levantado hacia el cielo gris, dejando que el agua lavara una culpa que nunca se iba del todo. Su abrigo empapado pesaba tanto como los recuerdos que arrastraba, y sus pasos no tenían destino. No había redención en las calles esa noche.   Llevaba días sin dormir bien. Cada sombra en el callejón le recordaba a Foggy. Cada puerta cerrada, la última vez que lo había escuchado reír. Su ausencia no era silencio, era un eco constante. Y Matt, aunque quería pelear, ya no sabía si luchaba por justicia o por no enloquecer.Desde su muerte, todo se había vuelto más difuso. Sus días eran silencios prolongados y noches de violencia justificada. Las únicas voces que escuchaba con claridad eran las del pasado, repitiéndose como un eco cruel en cada rincón de su apartamento.   Pero algo cambió esa noche. Matt entró al despacho vacío como tantas veces antes. El olor a humedad y papel viejo le resultaba familiar. Iba a sentarse tras el escritorio. Y entonces escuchó pasos. Leves. Dudosos. Reales.   -Matt…   Esa voz. Su cuerpo se tensó al escuchar esa voz. Giró con el corazón agitado, esperando una alucinación más. Pero no lo era.Foggy estaba allí.Casi podia verlo. Empapado por la lluvia, con el rostro pálido y los ojos profundamente tristes. Lo imagino más delgado, con una cicatriz apenas visible en la sien. Pero estaba vivo.   -Foggy… — murmuró Matt, con el alma estrellándose contra el pecho.   El aire se volvió denso. Quiso hablar, pero solo pudo cerrar los ojos. Temía que fuera una ilusión. Otra trampa más de su mente traidora. Pero Foggy dio un paso al frente, alzó una mano, y la colocó en su pecho.   -Estoy vivo, Matt.   El abrazo fue un derrumbe. No hubo palabras. Solo la caída de dos hombres aferrados a los pedazos rotos de lo que alguna vez compartieron. Matt lloró. Con rabia. Con culpa. Con alivio... Foggy lo sostuvo. Como antes. Como siempre.Cuando el silencio cedió, Foggy explicó.   -Fue Fisk — susurró — . me salvó. O me usó, depende de cómo lo mires. Iban a matarme en un atentado contra ti.-Escuche tu corazón detenerse — dijo Matt-Me dispararon algo. Ralentizó mis latidos hasta casi detenerlo. Después me sacaron de la tumba — dijo Foggy — Él me escondió. Me hizo desaparecer. Dijo que, si no lo hacía, no podría protegerme del segundo atentado. Que tú eras demasiado inestable… y que, si moría de verdad, te romperías del todo.-Ya veo que en eso no mintio — susurro Matt-Falsificó los restos. Los documentos.   Matt tragó saliva. Sintió náuseas. Todo encajaba. Las manipulaciones, las amenazas veladas, el control silencioso. Matt se apartó, sin soltarle la mano. El rostro bañado en sombra.   -¿Por qué?-Quería hacerte caer. Romperte. Y sabía que si creías que me había ido, te entregarías. Al dolor. A él. — Lo miró con tristeza — . Y funcionó, ¿no? Lamento lo de Hector. Se que lo intentaste   Matt no respondió. No necesitaba hacerlo.Fisk lo había vuelto a hacer: había jugado con él como con una marioneta. Pero esta vez, al menos, Foggy estaba vivo. Estaba allí. Y eso… eso lo cambiaba todo.   No hubo muchas palabras después. Solo una calma tensa, una taza de té caliente, una manta seca. Matt lo abrazaba como si temiera que se desvaneciera. Foggy, en cambio, le sonreía con la ternura de quien conocía todos sus demonios… y aún decidía quedarse.Y entonces, en medio de esa quietud, ocurrió.   Matt se acercó como si no lo decidiera, como si el cuerpo supiera algo que la mente aún no aceptaba. Tocó su rostro, y sintió la calidez de su piel real, tangible. Foggy lo dejó hacer. Cerró los ojos cuando los dedos de Matt rozaron su mejilla. El primer beso fue leve, más aliento que contacto. Pero luego vino el segundo, más firme, más seguro. Las manos de Foggy se enredaron en su nuca. La tensión que los había rodeado se disipó en un jadeo compartido. La ropa mojada estorbaba. El miedo también.   Matt lo guio a la habitación, con movimientos torpes al principio. No era pasión lo que los empujaba, era necesidad. Una necesidad vieja, acumulada, hecha de carencias, de noches vacías, de amor aplazado demasiado tiempo. Se tocaron con cuidado. Se redescubrieron. El cuerpo de Matt temblaba, no por deseo solamente, sino por el recuerdo de todas las veces que creyó perdido ese momento. Foggy lo acariciaba como si cerrara heridas con los dedos.No hubo promesas. Ni perdones. Solo piel, suspiros, y una tregua sin palabras. Sus ropas habian terminado esparcidas a lo largo del pasillo, junto con sus miedos de existir en un mundo sin el otro   Cayeron en la cama sin romper el beso y con temor de que el otro desapareciera si su pieles se alejasen por mas de dos segundos. Foggy se acosto de espalda -Te necesito — gimió Matt en medio de un beso necesitado-No más de lo que yo a ti — respondió Foggy — ¡Matt! — gimió mientras dedos se colaban en su interior-Creí que te había perdido para siempre — susurro Matt-Jamás — juro Foggy moviéndose al ritmo que le marcaban   Cuando todo terminó, Matt reposó contra su pecho, en silencio. Escuchaba su corazón, vivo, firme, tan diferente al eco del vacío que lo había acompañado por meses.   -No te vayas — murmuró sin pensar.-No lo haré — dijo Foggy, acariciando su cabello.   Aferrados bajo una manta vieja, no buscaron respuestas. Solo dejaron que el calor del otro los envolviera. En la habitación, por primera vez en mucho tiempo, no hubo infierno. Solo un poco de paz.   Ya entrada la noche, cuando la ciudad dormía y los truenos se apagaban en la distancia, el teléfono de Matt vibró sobre la mesa. Matt sabía quién era antes de levantarlo. El tono no tenía número. La señal, apenas perceptible. Una llamada fantasma.La voz que emergió era familiar, suave, casi burlona.Un número oculto.Lo contestó en silencio.   -¿Te parece que esto terminó? — dijo la voz de Fisk, suave, casi divertida — . Sigues creyendo que puedes elegir cuándo alejarte de mí… pero lo sabes, Matthew. Somos inevitables. No puedes sacarme de ti. Puedes intentarlo. Puedes abrazar a Foggy, pretender que todo fue un mal sueño… pero yo estoy ahí. En cada decisión. En cada herida. Te hice, Matthew, me perteneces. Y tú lo sabes.   Matt cerró los ojos. no dijo nada. Apoyó la frente contra la pared, los nudillos blancos de tanto apretar.   -Todo lo que hiciste… — murmuró.-Te salvé. A él. A ti. No soy tu enemigo. Soy el que te entiende. Siempre vas a volver a mí, de una forma u otra. Quizás no hoy… pero eventualmente. Porque yo soy el infierno que te sostiene. Siempre vuelves. Soy lo único constante. Lo único real. Tú. Frank. Nuestro Foggy. No tienes escapatoria. Ni siquiera con él. Hablando de Foggy... ¿estas realmente seguro que es él? Nuestro Foggy   Matt apretó los dientes. Colgó sin decir más. El silencio se hizo denso.Foggy lo observaba desde la cama, sin preguntar. Como siempre, sabía más de lo que decía. No gritó. No arrojó el teléfono. Solo volvió lentamente donde Foggy lo esperaba acostado, en la misma cama que habían compartido tantas veces entre bromas y planes de juicios imposibles. Matt se acostó a su lado. No dijo una palabra frente al hombre que había sido su ancla, su historia compartida, su amigo más querido. Su amor. Y lo abrazó. Lo abrazó con fuerza, con los dedos enterrándose en su espalda como si pudiera evitar que el mundo volviera a quitárselo.Y Matt, por primera vez en mucho tiempo, apoyó la cabeza sobre su hombro. Como un niño cansado. Como un hombre que ha perdido demasiado.   -Lo siento — susurró Matt, apenas audible.-Yo también — respondió Foggy — . Pero estoy aquí. Vamos a reconstruir esto, Matt. Incluso si el infierno no desaparece. Si el precio por estar a tu lado es ser su juguete, esta bien. Seré el mejor de los juguetes-No sabes lo que dices — susurro Matt-Pero si por quién pelearé — respondió Foggy besándolo dulcemente — . quiere un hijo tuyo y está dispuesto a todo. ¡Igual que yo por ti!   En medio de la tormenta que aún lamía las ventanas, Matt supo que quizás tal vez no podía destruir a Fisk. Pero al menos lo intentaría. no sería destruido por él.La redención no había llegado aún. Pero Foggy estaba allí. Vivo. Presente.Y en ese abrazo silencioso, más fuerte que cualquier venganza, Matt Murdock empezó a recordar quién era realmente. Y por quien estaba dispuesto a pelear hasta el final
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