Equipaje
12 de septiembre de 2025, 21:42
Lo que llevas contigo
El aeropuerto de Leipzig — Halle estaba en plena remodelación. Sin ser particularmente grande ni lujoso, funcionaba como un punto intermedio para viajeros internacionales con escalas técnicas o conexiones europeas. Esa tarde, la zona de retiro de equipaje estaba atestada de turistas cansados, maletas extraviadas y una empleada que apenas podía seguir el ritmo.
Sam Wilson bajó del avión con el cuello adolorido y los auriculares aún colgando de una oreja. Tenía una charla programada para la mañana siguiente en una universidad de Leipzig, donde compartiría su experiencia sobre salud mental y trabajo comunitario en contextos urbanos. No era la primera vez que viajaba solo, pero había olvidado lo irritante que era hacer fila para recoger el equipaje.
T’Challa Udaku, sin escolta ni insignias diplomáticas, revisaba su pasaporte con discreción. Había sido enviado en representación de un comité africano de intercambio cultural. Su paso por Alemania sería breve: dos reuniones, una exposición de arte, y vuelta a casa. Todo debía ser impecable. Cuando no encontró su equipaje, pidió asistencia con la misma calma con la que dictaría un decreto.
Bucky Barnes, por su parte, llegaba para participar como asesor en un festival de cine independiente. Su maleta negra tenía un llavero de metal con una estrella, único detalle personal en un equipaje tan austero como él. Esperó más de veinte minutos antes de aceptar que algo no estaba bien.
Ninguno de los tres notó el error en el momento. El vuelo había sido largo, las maletas eran similares y las etiquetas se habían despegado. Recién en sus respectivos hoteles se dieron cuenta del enredo.
— ¿Esto no es mío? — murmuró Sam, sosteniendo una camisa tradicional wakandiana. El tejido era fino, con bordados hechos a mano, y olía a madera especiada. Se la probó. Le calzaba como si lo estuviera esperando.
T’Challa, al abrir su maleta, encontró una chaqueta de cuero, visiblemente antigua pero impecable. El desgaste era natural, cada costura hablaba de cuidado. La olió, sintió la historia en sus fibras. No la devolvió.
Bucky, al ver el contenido de la suya, encontró una camiseta con la frase "Tú Vales" impresa al frente. Era blanca, simple, pero la frase lo detuvo. La estiró con cuidado. No la conocía, pero le habló.
Los tres hicieron el reclamo correspondiente, con minutos de diferencia. La aerolínea los citó el mismo día, a la misma hora. Coincidieron en la sala de espera de reclamos con un dejo de sorpresa... y algo más.
— Tú tienes mi maleta — dijo T’Challa, directo, mirando a Bucky.
— ¿Entonces tú tienes la mía? — preguntó Sam, sin apartar la vista del diplomatico.
— Yo… — Bucky miró a ambos, luego bajó la vista a la camiseta bajo su abrigo —. Tal vez.
Intercambiaron miradas. Nadie tenía prisa por devolver nada. El encargado de equipaje les pidió que identificaran qué tomaron.
— Yo no tomé nada — dijo Sam.
— Yo tampoco — respondió T’Challa.
— ¿Camisa wakandiana, chaqueta de cuero y una camiseta blanca? — leyó el empleado en su formulario.
Silencio.
Al final, fue Bucky quien rió primero. Luego Sam. T’Challa sonrió, apenas. La tensión se disolvió.
— Tal vez... podríamos cenar. Ya que compartimos ropa — sugirió Sam, con una sonrisa.— Podríamos empezar por devolver la maleta — agregó Bucky, aunque no movió un músculo para hacerlo.
— O por presentarnos — dijo T’Challa.
— Creo que lo de las maletas puede esperar — dijo Sam y los otros dos sonrieron mirandose entre si
Salieron juntos del aeropuerto, directo a un café.La historia apenas comenzaba.