ID de la obra: 837

31 Maneras De Decir Te Amo

Slash
G
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0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 93 páginas, 29.833 palabras, 31 capítulos
Descripción:
Notas:
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Fotografía

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"Cámara en mano" Había sido un día largo. T’Challa, príncipe heredero de Wakanda, había viajado a Nueva York como parte de una delegación diplomática secreta entre su nación y las autoridades de Tierra — 65. Sam Wilson, representante del Consejo Global de Apoyo Comunitario Metahumano, y Bucky Barnes, asesor táctico reformado del SHIELD local, lo habían acompañado con distintos pretextos oficiales. En la práctica, eran más que aliados. Más que amigos. Pero aún no lo sabían todos. Ese día, los tres habían terminado una jornada de charlas académicas encubiertas en la universidad del estado. Bajo la excusa de discutir justicia interdimensional y procesos de paz en realidades paralelas, habían compartido ideas, miradas, y una especie de intimidad que solo podía nacer cuando se confiaban vidas… y futuros. El salón estaba casi vacío cuando Bucky encontró la cámara vieja. Estaba sobre un escritorio, con una nota escrita a mano que decía: “Si te la llevas, deja una sonrisa a cambio”. No tenía dueño aparente, pero sí un rollo nuevo a medio usar. — ¿Creés que todavía dispara? — preguntó Sam. — Hay una sola forma de comprobarlo — dijo Bucky, levantándola y mirando a través del visor. T’Challa giró apenas la cabeza. Llevaba puesta una chaqueta liviana que escondía su brazalete real. El aire aún olía a café y tinta de marcador. Sam, con una sonrisa cansada, se acercó para bromear: — Vamos, su alteza. Es por la diplomacia cultural. Y entonces ocurrió. Bucky apretó el disparador justo cuando Sam rodeaba la cintura de T’Challa con un gesto natural y casi automático, y este, sorprendido, soltaba una de esas risas que solo le salían lejos de Wakanda. Nadie posó. Nadie lo planeó. Pero la imagen los atrapó como eran: uno abrazando, el otro recibiendo, el tercero registrando algo más que una escena. Registrando lo real. No pensaron mucho más en eso. La misión terminó. Volvieron a sus respectivos frentes. Siguieron actuando como figuras públicas, diplomáticos, soldados. Y la cámara… quedó olvidada en una mochila. Meses después, Shuri la encontró. Pensó que era parte de una bitácora de campo. Mandó a revelar el rollo para archivarlo entre documentos clasificados. Y entonces apareció la foto. T’Challa no dijo nada cuando la vio. Solo se quedó de pie, con el papel entre las manos. Sam llegó minutos después. Luego, Bucky. No preguntaron por qué estaba tan callado. — No es solo una imagen — dijo T’Challa, en voz baja —. Es prueba de que, incluso en medio del deber, tuvimos un momento real. Sin títulos. Sin máscaras. Solo nosotros. Bucky lo miró fijo. — ¿Te molesta que esté guardada? T’Challa negó lentamente con la cabeza. — No. Me da paz. Porque ahí estamos… juntos. Como somos. No como esperan que seamos. Y entonces lo dijo, sin titubeos, con la foto todavía en la mano: — Son mi relación más importante. Mi familia elegida. Aunque nadie más lo sepa, lo somos. Sam no respondió de inmediato. Solo se acercó, acarició el dorso de su mano con los dedos y dijo: — Lo supieron desde el principio. Solo fingieron no verlo. Igual que nosotros. Bucky sonrió. — Ahora que está revelada… ¿la guardamos o la colgamos? T’Challa los miró, uno a cada lado, y guardó la foto en su bolsillo interior. — Se queda conmigo. Como ustedes. Esa noche, volvieron a Wakanda los tres juntos. No como diplomáticos. No como soldados. No como figuras públicas. Volvieron como lo que eran en secreto: una pareja de tres. Y esa foto, más que un recuerdo, fue su testimonio.
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