Capítulo 1: Severus Snape vs el bosque
13 de septiembre de 2025, 19:49
Notas:
Vi que no hay Snirius en esta plataforma, tuve que cambiar eso :)
Severus contó 23 knuts en su monedero mientras observaba los precios de los artículos de pociones enPociones J. Pippin. Ciertamente, sus ganancias por la venta de trabajos escolares y tutorías no eran rentables, lo cual le impedía re-abastecer sus ingredientes. Esto, a su vez, le impediría practicar (experimentar) con los conocimientos que había adquirido recientemente en la biblioteca de Hogwarts, y entonces nunca podría ser un maestro pocionista. Todo esto gracias al puto sistema capitalista, que parecía ser un mal universal en este mundo.
No malinterpreten, a Severus no le interesaba mucho la políticamuggle ni el movimiento de los partidos políticos en su país y el resto del mundo. Sin embargo, no podía ignorar los conceptos claramente compartidos de la política universal, como el capitalismo y la corrupción. Cuando su carta de Hogwarts llegó a su maltrecho hogar, pensó que era su boleto de salida de un sistema absurdo que estaba en constante caída. Cuál fue su sorpresa al ver que seguía en el punto más bajo de la cadena de capital, incluso en el mundo mágico. Para ser un mundo donde se supone que puedes aparecer objetos y multiplicarlos de la nada, ciertamente era muy dependiente del flujo de capital.
De todas formas, debía dejar sus pensamientos anticapitalistas para más tarde y empezar a salir de la tienda antes de pasar más vergüenza. Necesitaba pensar si podía continuar con su historial delictivo en las despensas de Slughorn y el invernadero, algo verdaderamente arriesgado. Si lo atrapaban, las consecuencias variaban desde un castigo durante el resto del año hasta la expulsión. El canje de favores también podría ser una opción, pero eso lo limitaba con lo que podía canjear, y mostrar esa desesperación a otros Slytherins lo hacía sentir cada vez más lejos del posible respeto que sentía que se estaba ganando poco a poco en el nido de serpientes. Eso lo dejaba con su última opción, una que había estado evitando y sopesando desde que la descubrió: el Bosque Prohibido.
Antes de analizar sus opciones, decidió dirigirse de nuevo a Hogwarts y pasar un tiempo en la biblioteca y en su lugar secreto (un salón en desuso que había cerrado con un candadomuggle). Así, podría tomar una decisión con la cabeza fría por la noche.
Pero sus planes se vieron interrumpidos cuando escuchó a Black y a Potter hablar entre "murmullos" que, en su opinión, sonaban más a una conversación a viva voz para que todo el mundo escuchara. Esto le concernía, ¿quién sabía si estaban tramando algo en su contra?
Era claro lo que tenía que hacer: espiarlos. Procedió a actuar como si siguiera su camino hacia el castillo para despistarlos en caso de que hubieran notado su presencia y así ver adónde se dirigían para seguir su conversación.
—Te lo digo en serio, Sirius, no podemos permitir el mismo desliz del mes anterior— dijo Potter con un inusual tono serio mientras juntaba su cara a la de Black para mantener el secretismo.
—Lo sé, debemos mantenernos alejados del bosque y así...— respondió Black mientras se dirigían a Las Tres Escobas. Severus perdió parte de la conversación debido a su actuación, pero no por mucho tiempo.
Caminó un tramo más hasta que vio que el dúo entraba en el bar. Procedió a dar la vuelta al edificio para despistarlos y se alzó la capucha de su túnica para pasar desapercibido. Al entrar, vio a la pareja de merodeadores sentada en un rincón. Decidió sentarse en una mesa cercana, dándoles la espalda para mantener mayor discreción. Pidió una bebida refrescante a Madam Rosmerta, ya que en su opinión las bebidas alcohólicas no sabían bien (no, no era el trauma de un padre alcohólico). Procedió a escuchar.
—Ese es el problema contigo, Sirius, no piensas nada y no mides riesgos, solo haces lo que se te pasa por la cabeza— exclamó Potter con una voz bastante exasperada.
—Pero nadie salió herido al final, ¿no, Jamey? Mira, con un poco más de planificación y cuidado...— rebatió Black con ínfulas de saber de lo que hablaba y al mismo tiempo tratando de ganar simpatía.
—¿Planear y cuidar qué, Sirius? La vez pasadase adentro al Bosque Prohibido, apenas pudimos intervenir en su camino y sabes tan bien como yo que esta vez no nos darán una advertencia. La seriedad en la voz de Potter llenó de intriga a Severus. ¿Acaso fueron tan idiotas como para enemistarse con alguna criatura del bosque?
—Escucha, tenemos a nuestro favor el que ya dominemos nuestras transformaciones; será más sencillo guiarlo esta vez, tal vez incluso hasta esté más cómodo y tranquilo.
¿Transformaciones? ¿De qué carajos hablaban? ¿El cuarteto de idiotas estaba tramando algo con alguna criatura mágica?
—Esta noche no saldremos de la Casa de los Gritos y punto. Si de verdad funciona nuestro plan y las cosas salen bien, podremos expandir un poco más el territorio de esparcimiento, pero por el momento debemos ser cuidadosos— zanjó el tema Potter.
—Está bien, James— curiosamente, Black no protestó.
El par de tontos dio por cerrado el tema y decidió tratar con la misma seriedad sus estrategias para el próximo partido dequidditch, pero Severus se quedó analizando cada palabra que había escuchado.
Tendría que quedarse donde estaba hasta que se fuera el dúo dinámico para no levantar sospechas. Eso le tomó media hora más dequidditch, bromas ridículas y chismes. Antes de que su paciencia llegara al límite y prefiriera arriesgar su fachada con tal de dejar de escuchar tanta cháchara, los merodeadores se levantaron de la mesa entre risas, como si no hubieran entrado a discutir un tema “serio” según sus libros. Severus le agradeció a Merlín el no tener que escuchar más de sus idioteces y esperó diez minutos para levantarse e irse; esta noche estaría ocupado.
En su camino al castillo, Severus inició su planificación para esa noche. No iría directamente a la Casa de los Gritos, eso sería ir a la boca del lobo. Se escondería cerca entre los arbustos de la entrada del Bosque Prohibido, logrando así ver lo que tramaban sin comprometer su integridad y, si tenía suficiente suerte, podría reunir evidencia para una posible expulsión.
Prepararía una bolsa con viales, ya que podría aprovechar su tiempo en el bosque oscuro y recolectar material. Tal vez no tendría que robar ni rogar después de todo.
Antes de que se pusiera el sol, Severus se dirigió hasta la entrada del Bosque Prohibido y se instaló entre unos arbustos. Esperaría a los merodeadoresallí.
Los minutos pasaban y el cuarteto de tontos no aparecía. Sinceramente, la paciencia de Severus no era mucha, y morirse de frío y aburrimiento no era una opción (en especial si su capa era tan delgada como la suya) habiendo tanto que podría hacer. Decidió adentrarse un poco más en el bosque y analizar las plantas y hongos que habitaban allí, encontrándose con la maravillosa sorpresa de una interesante cantidad de plantas y hongos que podrían usarse en su siguiente experimento.
El Slytherin se concentró tanto en la cosecha que no se dio cuenta de cuán profundo se adentró en el bosque. Hasta que, al encontrar una cama de hongos saltarines, sintió una mirada encima. Se irguió rápidamente y analizó la zona buscando al dueño de la molesta mirada, pero no pudo ver ningún rastro de ello por distintas razones (estaba oscuro). Así que decidió dar marcha atrás antes de que lo que fuera que lo estuviera observando decidiera cenarlo.
De verdad fue una sorpresa cuando sintió una punzada en los talones. ¿Qué lo picó? ¿Hay serpientes en el Bosque Prohibido? Todo pensamiento racional flaqueó en cuanto miró hacia abajo y vio pequeños conitos rodeando sus pies mientras lo picaban. Con su absurda confianza, decidió que no eran una amenaza.!GRAVE ERROR ¡.
Severus procedió a intentar patear a las criaturas, pero con una fuerza impresionante para su estatura, lo empujaron y cayó. "Maldición, ¿cómo pueden tener tanta fuerza?", pensó el moreno mientras trataba de quitárselos de encima y volver a ponerse de pie. Esto se vio imposibilitado por una horda de pequeñajos que ponían su impresionante peso sobre él.
Empezaba a desesperarse. ¿Cómo se suponía que iba a salir con vida de eso? ¿Y si sobrevivía y tenía que explicar lo que sucedió? ¡LO PODRÍAN EXPULSAR! Eso solo significaría tener que inscribirse en una escuelamuggle o, peor aún, una muerte económica prematura. Preferiría que lo mataran, así que tenía que encontrar una manera de salir de esta por sí mismo, como novedad.
Empezó a retorcerse como un gusano buscando su varita mientras trataba de quitarse las criaturas ridículas de encima. Lamentablemente, al parecer, el momento deshock entre su caída y el recordar QUE ES UN MAGO les dio un amplio margen de movimiento, pues decidieron atarlo y llevárselo, Merlín sabrá adónde.
Severus verdaderamente se desesperó. Se retorcía con más fuerza, pataleaba y hasta mordía, todo con tal de no ser arrastrado ni amordazado, pero sus esfuerzos no daban resultado. Hasta que un golpe de suerte (extraño y sospechoso), en forma de un gran alboroto, llegó.
Se escuchó un fuerte aullido que se acercaba. La piel se le puso de gallina. Sabía los rumores de manadas de hombres lobo en ese bosque, pero nunca pensó que se encontraría con alguno. Claramente, le faltó visión y planificación al adentrarse en esos terrenos. Al aullido le siguieron los ladridos de un perro y el trote de un cuadrúpedo. Merlín no querría que saliera de una y entrara en otra.
Un miedo visceral lo invadió cuando sintió que hasta las cosas que lo ataban se pusieron alertas ante la nueva amenaza. Otro aullido más cercano, y esta vez no solo el perro ladró, sino que se escucharon aún más pezuñas. Empezó a sudar frío y a luchar con más fuerza, logrando levantarse parcialmente. Ese fue un claro indicador de la llegada de los centauros.
Los dioses estén con él. Realmente no creía en el cristianismo por puro despecho a su padre, quien, aunque no era un fiel devoto, hacía uso de la estructura de la religión para atormentarlo a su madre y a él. Pero ahora, en su claro momento de tribulación y debilidad, deseó saber rezar por su alma.
Rápidamente, tomó la varita de su bolsillo y lanzó su más nueva creación: —¡Sectumsempra!— exclamó, y las pequeñas molestias fueron cortadas y alejadas de él, dándole tiempo y espacio para huir con su botín.
Debía correr de vuelta al castillo. Esta fue una idea terrible y su suerte, por lo general, no duraba mucho. Solo podía pensar en correr, correr lejos del hombre lobo, los centauros y lo que creía que podían ser hadas o, peor aún, gnomos. El pensamiento animal bloqueaba su mente: HUIR era lo único que podía pensar, y eso en cierta forma lo condenó.
Cuando pudo liberar parte de sus neuronas del secuestro de la amígdala, fue tarde: estaba cerca de la carrera entre el hombre lobo, el perro, el ciervo y un grupo de centauros. El lobo olfateó, y Severus rezó por primera vez a un dios en el que no creía. Y este, ante su paganismo, lo abandonó. La bestia lo ubicó y se dirigió hacia él. Las miradas del grupo variopinto llegaron hasta él, estaba jodido hasta la médula. Si pudiera volar, lo haría, pero por ahora solo pudo seguir corriendo.
La adrenalina en su sangre bombeante no le fue de gran ayuda, pues su cuerpo malnutrido y maltrecho decidió fallarle, tropezando y cayendo en medio de una muerte inminente.
Lo pensó: su cuerpo no sería encontrado ni buscado. Su muerte pasaría sin pena ni gloria. Tal vez Lily se preocuparía por un tiempo, pero eso pasaría al saberse libre de su cada vez más pesada amistad. Merlín sea bueno, esperaba que esto fuera lo más rápido posible.
El perro paró de ladrar, soltó un gruñido como los que hacían los perros de pelea que criaba su vecino en Spinner's End. Severus levantó la vista. El ciervo (un hermoso macho ejemplar) corneó al lobo haciéndolo retroceder. El perro, al ver esto, se le acercó, y el moreno tomó esto como su señal para seguir huyendo al ver el cambio de interés... Pero sorprendentemente, el perro lo siguió como si lo escoltara fuera del bosque.
No importaba. Luego analizaría este comportamiento; ahora debía correr.
Corría sin rumbo y esto, al parecer, fue notado por el perro, que lo trataba de guiar fuera del bosque. Al principio, trató de ignorarlo y seguir su rumbo loco y perdido, pero ante la insistencia del animal y la vista de puntos familiares, cedió. El escándalo lobo-ciervo-centauro se escuchaba cada vez más lejos.
A lo lejos pudo ver el Sauce Boxeador y la Casa de los Gritos. "Salvación para mí", pensó.
Cuando logró cruzar la frontera entre el bosque y los terrenos del castillo, solo pudo caer desplomado, olvidándose del perro, mientras respiraba agitadamente y su mente se ponía al corriente de lo cerca que estuvo su fin.
El perro se acercó sigilosamente. Al ver esto, Severus entró en modo lucha y trató de darle un manotazo con la poca fuerza que le quedaba. Esto solo hizo que el chucho lloriqueara, sorprendiéndolo. El perro se acercó solo a olfatearlo, como viendo que estuviera bien. Cuando pareció llegar a una conclusión positiva, lamió su cara y corrió como una bala nuevamente al bosque.
Severus solo pudo quedarse tumbado en el césped. Pasados diez minutos, buscó fuerzas restantes para levantarse y dirigirse al castillo. Acababa de tener una de las experiencias más aterradoras de su vida, y esta vez no podía culpar a nadie más que a sí mismo.