ID de la obra: 940

La llave

Femslash
NC-17
En progreso
2
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 36 páginas, 11.657 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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Capítulo 1

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Zora se había vuelto a despertar en la cama de Sonia. Aunque se prometía a sí misma una y otra vez que no volvería a caer en malos hábitos, la soledad se volvía en ocasiones insoportable. Sonia no esperaba nada más que sexo, lo cual la beneficiaba completamente, pero al contrario que ella, no compartía la creencia de que el amor era una mierda inventada para someter a las mujeres. Zora si había encontrado y sentido el amor, pero lamentablemente en la persona equivocada. Procurando hacer el menor ruido posible, recogió la ropa esparcida por el dormitorio. Su ropa interior estaba lanzada junto a la cama, pero el resto de prendas marcaban un camino hasta la puerta, dónde todo había empezado la noche anterior. Estaba terminando de abrocharse las botas cuando se fijó en la hora que marcaba el despertador. No le iba a dar tiempo de pasar por casa a cambiarse antes de asistir a su primera clase. Sus padres pensarían que se había marchado temprano cuando volvieran del turno de nocturno, por lo que no sospecharían que no pasó la noche en casa. Tampoco le importaba que algún compañero de clase se percatara de que repetía conjunto, no tenía amigos reales en el aula, pero responder el interrogatorio de Ada iba a ser más complicado. Era Diciembre y el frío invernal estaba presente en Óricen. El cielo gris combinaba con el estado de ánimo de Zora. En unas semanas sería Navidad y con ello el recordatorio de lo frágil que es todo. Se sentía perdida. Decidió estudiar medicina para seguir el camino de sus padres, pero en realidad no sentía vocación por esa o cualquier otra carrera. Siguió la ruta más segura, como siempre, y con su facilidad para el estudio, había llegado a segundo con unas notas perfectas pero completamente sola. Cada día, en el descanso, se encontraba con Ada para comer juntas en la cafetería más cercana al edificio. Era una universidad pequeña cerca de dónde se habían criado. Solo dos casas las habían separado, creciendo tanto ellas como su amistad. Era la única persona en la que Zora confiaba, a parte de sus padres obviamente. —¡Zora, aquí! Ada agitaba la mano por encima de la gente que caminaba delante de Zora. Era una chica bajita. Cómo era habitual, estaba manchada de pintura, con sus gafas de vista colocadas en la cabeza a forma de diadema, reteniendo su melena ondulada anaranjada, con su característico corte bob, lejos de su cara. Era sencillo adivinar que era artista sólo con un vistazo rápido. Su peto vaquero sobre un suéter de colores le daban ese aspecto desenfadado que ocultaba el gran carácter que en realidad tenía. —Me muero de hambre, menuda mañana de mierda llevo. ¿Te puedes creer que tenemos que entregar otro proyecto de anatomía antes de los exámenes o no podemos presentarnos? —Era habitual en ella quejarse y después sacar sobresaliente, eran cosas totalmente compatibles. —¿Vas vestida como ayer? —Como Zora había imaginado y a pesar de su intento de distracción, Ada no había tardado ni un minuto en notar su ropa. —No, que va. —Sí, claro que sí. —Había pensado un listado de excusas para no tener que confesarle que había pasado la noche con alguien, pero su falta de vida sentimental a lo largo de los años le facilitaba la tarea,. Ada estaba dándole la salida en bandeja. — A ver si adivino… Volviste a dormirte en el sillón mientras estudiabas y una vez más te despertaste demasiado tarde. Parece que si tus padres o yo no estamos vigilándote dejas de ser un ser humano funcional. —No es mi culpa, es esta carrera, que me quita años de vida incluso antes de empezar a trabajar. —¡Pues déjala! —Ada alzaba las manos con exasperación. Era una chica escandalosa y llamativa. Repetían la misma conversación cada cierto tiempo. Ada no entendía qué hacía estudiando algo que odiaba con la cantidad de cosas que se podían hacer en el mundo. —No empecemos Ada, por favor. Suficiente dolor de cabeza tengo ya. —Seguramente debido a la cantidad de vino que había tomado la noche anterior, pero esa parte no se la contó. Ada suspiró melancólicamente. —Ojalá mis padres fueran como los tuyos y no les importara que persiguiera mis sueños y fuera feliz en lugar de buscar una profesión con “futuro” —Ada recalcó la última palabra haciendo comillas con sus dedos. —Y vas tú, y lo desaprovechas. —Te da igual lo que digan tus padres, te metiste en arte de todas formas. —¡Lo sé! Pero cada comida familiar ahí vuelve a estar el tema de conversación y la pregunta de por qué no se me pegará algo de ti. —Los padres de Ada siempre habían sido más exigentes que los de Zora, pero eran unas maravillosas personas que adoraban a su hija. Una sensación de vacío se instaló repentinamente en el estómago de Zora mientras atajaban por el césped antes de poder continuar la conversación. Su cuerpo se sentía pesado y no encontraba las palabras de ayuda que necesitaba desesperadamente pedir a Ada. Estaban bajo el monumento que representaba la universidad, un sol que simboliza el inicio de la vida, pero empezaba a verlo borroso. Las manos de Ada la rodearon por la cintura, la chica tenía la suficiente fuerza para sostenerla a pesar de la diferencia de tamaño. Escuchaba que le decía algo pero no lograba entenderla, entonces el agarre de Ada aflojó y la vió caer a su lado antes de que todo se volviera confuso. Se hundía. Abrió los ojos y estaba bajo un agua cristalina. Aún podía ver la estatua en la superficie pero no lograba nadar hacia ella. La ansiedad aumentaba. Lanzaba los brazos hacia arriba y empujaba con el aleteo de sus pies, intentando salir a la superficie antes de quedarse sin aire, pero no sólo no avanzaba, si no que no veía a Ada por ninguna parte. El oxígeno restante salió de su cuerpo e inhaló con fuerza. El agua llenó sus pulmones, pero sorprendentemente podía respirar. Se miró las manos confundida y nuevamente hacia arriba. Seguía hundiéndose pero no necesitaba oponer resistencia, estaba más en paz de lo que alguna vez estuvo y entendió que quizás así se sentía morir. Lo aceptó y después de unos segundos tocó suelo. Buscó a su alrededor algo que le diera una pista sobre qué debía hacer ahora. Una luz se acercaba a ella, quizás el más allá pensó, pero se trataba de una niña de ojos amarillos. Se paró a un metro de ella y levantó su mano cómo si quisiera tocarla, entonces flashes de imágenes aleatorias aparecieron en su cabeza. Personas que no conocía, llamas, sangre, muerte y por último un símbolo que le resultaba muy familiar. Despertó con un grito, completamente sola en una habitación que no reconocía.
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