ID de la obra: 940

La llave

Femslash
NC-17
En progreso
2
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 36 páginas, 11.657 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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Capítulo 8

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Volvieron a casa antes de que cayera la noche. Lina los esperaba con la cena en la mesa y Ada nunca había necesitado tanto comer algo. Los tres se dejaron caer en las sillas con los cuerpos pesados. —Ósea que, ¿fue así de mal? —preguntó con tono divertido. —Lo único bueno del entrenamiento de hoy, fue que Zora le dio un puñetazo a Enya en la cara. —Le contó Aion. Asombrada, Lina se echó una mano a la boca de forma exagerada. Ada y Zora temieron ante su reacción, pero rápidamente pudieron notar la diversión en su cara. —Por fín alguien pone a esa chica en su lugar. Ser hija de quien es no la convierte en intocable. Siempre con esa mirada de superioridad… —Mamá, intenta al menos disimular que no te cae bien. A Ada definitivamente le gustaba Lina. Era directa y tenía carácter sin dejar de ser cariñosa y amable. Se preguntaba qué podía haber hecho Enya para ganarse el odio de una mujer como ella. —Verlo de cerca fue impresionante —Se unió a la conversación. —Bueno, su venganza tampoco estuvo mal… Zora tenía un corte en el labio inferior. Estaba algo hinchado y se notaba que había sangrado. No lo notó durante el camino de vuelta a casa y se preguntó si había sido por accidente. Era consciente de que estaba siendo una amiga de mierda y no sabía cómo arreglarlo, pero parada en la puerta de la habitación, con Zora dentro lista para ir a la cama, decidió que empezaría la conversación. Había dos camas, una a cada lado. Lina debió ingeniárselas durante el día para conseguirla. Caminó hasta la que, por descarte, se convertiría en la suya. Sentada en el borde, miró como Zora estaba acostada jugando con su colgante. —No quiero que te vayas. —Consiguió llamar su atención. —Nunca querría que estuviéramos separadas, eres la persona más importante de mi vida Zora. Siento no haberlo expresado cómo debía. La situación me estaba superando. Supongo que todavía lo hace. Zora se sentó en la cama para verla mejor, pero no se pronunció. —No puedo irme sabiendo lo que sé, y tú no tenías contexto. Sólo pensé en mantenerte a salvo y lejos de la locura que es todo esto. —Yo también pensaba en mantenerte a salvo. Perdona si sobrereaccioné. —No lo hiciste, estabas en tu derecho. Además, reconozco que disfruté verte en plan mamá oso por mi. Si hubieras sido un tío me habría puesto un poquito cachonda. — La sonrisa de Zora vaciló un poco al final de su frase. —Entonces, ¿me perdonas? —Te perdono, pero nos quedamos las dos. La mejor manera de protegernos es estando juntas. Ada se puso en pie de un brinco y se acercó entusiasmada a Zora. Adelantó su dedo meñique cómo cuando hacían promesas de pequeñas. —¿Juntas? —Juntas —Sentenció Zora al unirse. —Pero lo de lanzarme con Enya al cuartucho aquel sigo sin entenderlo. Ada no sabía cómo explicarle esa parte sin quedar como una cría. —Estaba celosa… —Voy a necesitar más información. —¿Te gusta Gódric? —¿Qué? ¡No! Es simpático pero nada más. —Nunca te había visto así con nadie, aparte de conmigo, claro. Zora la miraba confundida. Parecía estar procesando que Ada pudiera estar celosa de su relación con alguien que acaban de conocer, cuando ni siquiera Ada lograba entenderlo. —Es obvio que sabes que me gusta, siempre lo sabes — Aclaró para ayudar a Zora a entenderla. — Nunca haces caso a los chicos, tenías catorce la última vez que te vi besar a un uno, y de repente parecía que habían tenido un flechazo, y soy idiota y te alejé de él para estar en tu lugar. Lo siento muchísimo de verdad. Si sientes por él lo mismo que parece sentir por ti, me apartaré por el bien de nuestra amistad. —Ada… No me gusta Gódric. —Ufff…—Suspiró aliviada —Menos mal, no creía que se me fuera a dar nada bien. —No te preocupes, es todo tuyo. Parece ser un buen chico… Una vez aclarado todo, Ada le explicó lo que había aprendido en la reunión con el consejo. Zora escuchó atentamente sin interrumpirla y finalmente se dejaron dormir.

— — · — —

Los días empezaron a tomar una rutina. Ada seguía sin conseguir manifestar sus poderes, pero ambas avanzaban en la parte más física. Zora había decidido no acercarse mucho más a Gódric para que su amiga pudiera conocerlo, aunque el chico no parecía notarlo. Todavía se sentía estúpida por haber pensado unas noches atrás que Ada podía estar celosa por ella. Era evidente que nunca iba a ser correspondida y debía aprender a lidiar con ello. Las pesadillas habían continuado, pero nada que no hubiera soñado antes. Algunas noches se despertaba bañada en sudor y Ada se acostaba con ella para tranquilizarla. Otras noches el cansancio del día era tal, que simplemente caía en la cama hasta el día siguiente. Con motivo de la llegada de ambas, Rod y sus mejores soldados habían partido del pueblo en busca de un lago sagrado. El siguiente paso consistía en permitir a la portadora sumergirse y hablar con Noyau. Esta la reconocería, se presentaría y le concedería el conocimiento necesario para derrotar al rey. La historia aún le parecía surrealista, pero todo en ese mundo lo era. Ada había cumplido veinte años unos meses atrás, por lo que al menos esa parte la cumplía perfectamente. En su ausencia, Enya y Fédric habían quedado a cargo del grupo. —¡Me niego Enya! Llevamos días entrenando sin parar, necesitamos un descanso. —Reclamó Gódric. —No podemos tomarnos descansos, tú más que nadie deberías saberlo. —En ese caso, quédate. Nosotros vamos a dar un paseo a caballo, tienen derecho a conocer lo que tratan de salvar. Todo el mundo tenía el día libre, pero la pelirroja quería hacer con ellos un entrenamiento extra personalizado. La ignoraron y siguieron a Gódric hasta los establos, ansiando ese esperado descanso. Cuando estaban los cuatro a solas el ambiente se notaba menos tenso. Zora nunca se había sentido tan cómoda dentro de un grupo de amigos. Gódric les enseñaba a ensillar los caballos y las nociones básicas para que pudieran trotar detrás de él. Ada no se alejaba en ningún momento intentando llamar su atención constantemente. Su amiga era buena dejando clara sus intenciones. Jugaba con su pelo, le tocaba los brazos inocentemente, reía hasta el más estúpido de sus chistes,... Pero él seguía sin parecer interesado y Zora no entendía cómo podía resistirse. —¿Hay hueco para una más? Enya apareció por la puerta justo cuando estaban preparados para salir. El grupo intercambió miradas pero fue Zora la que finalmente habló. —Sube, aquí cabemos las dos. —Se sorprendió a sí misma haciéndole espacio. Seguía sin ser su persona favorita pero al menos habían conseguido ser cordiales después del fatídico primer día. Además, ninguno de los otros tres parecía tener intención de perdonarla. Gódric la miró con admiración y agradecimiento por su gesto y ella asintió. Llevaban cabalgando unos minutos y el paisaje era hermoso. Quitarse la capucha siempre era motivo de alegría, y cabalgar con el pelo al aire era un placer oculto que acababa de descubrir. Se había deshecho de la trenza con la que había salido esa mañana y seguramente tendría que aguantar la bronca de Lina por ello, pero merecía la pena. Enya no había discutido con ella cuando se negó a ceder las riendas. Se había sentado detrás y sujetado con cuidado a su cintura. —Así que esto tampoco se te da nada mal. —Qué puedo decir, soy una chica con múltiples habilidades. —Le siguió el juego. —No lo pongo en duda, pero para la próxima agradecería que te sujetaras el pelo, no dejo de comérmelo… —Zora rió porque era consciente desde hacía rato de que eso estaba pasando. —Para un día que es libre, te vas a tener que aguantar. — Sonrió mirando por encima de su hombro. Cuando devolvía la mirada al frente vio a Ada reír por algo que Gódric había dicho. Enya se dio cuenta de su cambio de expresión. —Tú amiga está colada por mi hermano, ¿verdad? —Creo que es el único que no se ha dado cuenta a estas alturas. —No es del tipo de personas que buscan relaciones largas. —Cuando la conozca bien seguro que cambia de idea. —Enya se quedó pensativa. —Hagamos una carrera hasta el lago. —Escuchó decir a Aion desde el otro extremo del grupo. Gódric estaba en el centro, a la cabeza del grupo y seguido muy de cerca por Ada. Las miró antes de contestar. —Es peligroso, aún están aprendiendo, va a tener que ser la próxima. —Nosotras la haremos contigo. —La respuesta de Enya los tomó a todos por sorpresa. —¿Qué? Así dejamos a los tortolitos solos un rato. —Le susurró. Estaba siendo considerada, y eso la alegraba, pero contrastaba con la presión que sentía en el pecho por la idea de ayudarlos a acercarse. —Podemos cambiarnos entonces, no quiero ser la culpable de que nos caigamos. —No hará falta. Enya deslizó sus manos desde la cadera de Zora, pasando por los brazos y terminando dónde sujetaba las riendas. Notaba su cuerpo totalmente pegado a su espalda y eso la ponía inevitablemente nerviosa. Su corazón latía fuerte por la cercanía y su olor le nublaba los sentidos. A la de tres, cogieron velocidad. No estaba acostumbrada a estar tan cerca de nadie. Intentaba huir en todo momento de Ada para evitar sentir, y con las chicas que había estado se trataba de sexo, no de crear una conexión. Enya la confundía. A veces tenía ganas de matarla y otras se le ocurrían nuevas formas de dejarla sin aliento. No era de piedra. De hecho era todo lo contrario. Le encantaba el sexo, el cuerpo femenino y que le suplicaran por más con la voz grave por el deseo. Normalmente solo con prestar atención sabía cuando una chica se moría porque se metiera en sus bragas, pero hasta en saber eso, Enya se lo ponía difícil. Zora cerró los ojos. Permitiéndose tomar aire unos minutos. Sus caderas se movían al unísono con cada pisada del caballo. El aliento de la pelirroja le hacía cosquillas en la oreja. Sus brazos le apretaban ambos lados de las caderas, y Zora empezaba a notar el calor por todo el cuerpo. Se preguntaba si Enya lo notaría o si sentiría lo mismo. Había momentos en los que su fachada caía y notaba cómo su mirada la recorría, pero quizás era ella proyectando su propia atracción. —Hemos ganado —Soltó las riendas y volvió a dejar las manos sobre sus caderas —Abre los ojos.
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