Un príncipe solitario
14 de septiembre de 2025, 14:22
La subida de Monte Dragón era empinada. Pero él tenía que hacer esto y tenía que hacerlo solo. Todos lo consideraban lo suficiente mayor para casarse, excepto tal vez su madre. Aunque su negativa estuviera más bien relacionada con su elección de novia. A Maegor tampoco le gustaba mucho la idea de casarse con una Hightower. Sabía que eran unos pomposos adoradores de la Fé con ínfulas de superioridad. Eso lo sabía todo el mundo, no se lo tenía que decir su madre. Aunque esta última también los llamó trepadores sociales, escaladores oportunistas y muchas otras cosas. Mamá estaba realmente enojada con la boda.
Ella hubiera preferido una Baratheon, aunque Orys y su hijo al parecer no daban niñas. Una Velaryon como la novia de Aenys también servía, pero su padre no quería ofrecer el matrimonio de sus dos hijos a la misma Casa. La opción ideal era la nena de su hermano. Maegor pateó una roca. Su madre se lo dijo. La primera elección para el matrimonio de un Targaryen siempre sería su hermana. Y si como él, no tenían, se recurría a una prima, una tía o una sobrina. La princesa Rhaena y él unirían los dos linajes del Conquistador, nacidos de cada una de sus esposas. Pero Alyssa se había negado, lloriqueando según su mamá. Y Aenys había seguido a su esposa. Luego el Septon Supremo habló en contra de su unión y ofreció a su sobrina y antes de que cambiará la luna Maegor estaba comprometido.
Pateó otra roca en el camino. No entendía la negativa de su hermano a comprometerlo con su sobrina. Ella y él eran dignos el uno del otro, la sangre de la Vieja Valyria. Ella podría ser reina y él su consorte, como dijo su madre. ¿Estaban preocupados de que Maegor quisiera casarse pronto con la niña? Él no lo haría. No quería estar casado todavía. Además de que él sabía esperar. Paciencia y disciplina eran las dos normas fundamentales que le inculcó su madre, nada por debajo de eso sería aceptable. Lo cierto es que Maegor pensó que si se casaba con Rhaena, estaría más cerca de Aenys. Tal vez él lo llevaría a pasear en Azogue. Lo había visto cuando volvía a Desembarco del Rey haciendo piruetas en el cielo, antes de que Maegor regresará a Rocadragon. A él le gustaría volar con su medio hermano. Lucía divertido. Pero no podía pedírselo. Rogar estaba por debajo de un hijo del Conquistador como le recordaba su madre. Suspiró profundamente mientras seguía subiendo. Aenys parecía disfrutar con su dragón. No era lo mismo con Vaghar. Las pocas veces que había montado en ella su madre había guiado sus vuelos para que fueran rápidos y eficientes y nada más. Y también estaba Balerion, el Terror Negro, el dragón más grande, impresionante e imponente de todos, se habría conformado con volar en él. Jamás lo había montado. Su padre estaba muy ocupado y tenía cosas más importantes que hacer que llevarlo a un paseo. Se preguntó si su padre habría llevado a Aenys en sus lomos.
De seguro. - se le escaparon las palabras. Aenys era el heredero y se mantenía de forma constante al lado del rey.
Pensar en el Terror Negro lo llevó de vuelta a su misión. Él era fuerte y no le molestaba la carga en su morral. Aún así, el peso era un recordatorio presente de su fracaso. Recordó que una vez había preguntado porque su hermano tenía un dragón y él no. No sabía cómo, pero su padre se había enterado y le había mandado un huevo con su madre. Al menos gracias a eso sabía, que aunque no lo visitaba mucho, su padre si estaba al tanto de él.
La perfecta combinación de tu padre y mía para tu cría, príncipe. - había dicho su madre con una suavidad rara en ella. Maegor había abrazado el huevo, lo cargó consigo, se aseguró de que siempre ardiera el carbón de su nido y todavía no tenía un dragón. Así que se había propuesto devolver el huevo a donde pertenecía.
Acercándose a una gruta Maegor se preparó para dejar el huevo cerca de una zona caliente. Y era casi un hombre y se casaría pronto. El huevo era piedra y no eclosionaría. Lo mejor era dejar atrás los sueños infantiles. Pero dejar el huevo, su huevo, como correspondía en las frías bóvedas de Rocadragon no le gustaba. Su madre lo llamaría tonto si supiera lo que estaba haciendo. No le importaba. Él se había aferrado al huevo por años, tenía derecho a decidir que hacer con él. Aunque lo haría callado. Muy callado.
Doblando un recodo de la gruta lo sorprendió la vista de una espalda desnuda. La espalda bronceada de una chica con muy poca ropa. Estaba de espaldas a él y por un instante pensó que era una criada buscando su favor. Su madre le advirtió de esto. Cuando creciera, las mujeres buscarían dormir con él a cambio de oro y regalos. O peor, podrían tener un niño bastardo suyo. Esto no era aceptable. De las pocas veces que habló con su padre este le advirtió contra los bastardos.
No son malvados, - le dijo - no somos ándalos para creer en esas estupideces. Pero hay magia en nuestra sangre y es mejor no dejarla correr libre.
Le pareció algo muy lógico. Lo que no era lógico era que una criada estuviera casi desnuda acá arriba. Ninguna sabía que iba a subir la montaña. Los campesinos también preferían mantenerse alejados de las guaridas de las bestias, no vaya a ser que fueran devorados. Solo quedaba una respuesta: era una ladrona de huevos.
¡Qué crees que estás haciendo! - rugió enojado. La muchacha brincó en su lugar para enfrentarlo. Por un momento pareció tensa. Luego le echó una mirada y se relajó. Más bien pareció sonreírle.
Bueno, hola niño bonito. Que susto me has dado. - recitó alegre mientras sostenía el pecho alrededor de su corazón de forma burlona. Esto encendió la furia de Maegor y decidió tomar su espada para enseñarle una lección, solo para notar horrorizado que su cinturón estaba vacío. Recordó que había pulido a Hermana Oscura antes de salir y cuando agarró el huevo, la dejó en su habitación. Se encogió por dentro con una mueca. Si la reina Visenya se enteraba de esto el castigo sería brutal.
¡Oye, precioso!¿Estas bien? Pusiste una cara graciosa. - Maegor la miró insultado - No me mires así. Fuiste tú el que me asustó a mí. ¿Qué haces por acá?¿Eres una semilla?¿Estas buscando un dragón?
Maegor se quedó boquiabierto. ¿Semilla?¿Se refería a los bastardos con sangre de dragón?¿Acaso era tonta? Todos los dragones vivos tenían un jinete, vincularse con uno era imposible.
No soy un bastardo - replicó.
¿Un Velaryon? No me suena tu cara y eso que tienes una bastante bonita. Si te hubiera visto antes de seguro me acordaría de ti. - respondió ella mientras comenzaba a estirarse sin pudor alguno. Maegor sintió que el calor le subía al rostro e intentó desviar la vista.
¡Vístete! ¿Es que acaso no conoces la decencia? - solo llevaba un paño envuelto alrededor de sus pechos y unas calzas negras con un cinturón enorme, casi una faja, por lo que los ojos de Maegor se seguían desviando hacia su escote, su barriga expuesta y sus tobillos. Inaceptable. Maegor se enojó con él mismo.
Ya, ya, entendí. Listo. Estoy cubierta. - se había echado encima una capa de terciopelo marrón que lucía demasiado cara para una plebeya - Si vienes a buscar al Fantasma Gris no creo que esté por acá.
¿Fantasma Gris?¿Hablaba de un dragón? Debió notar la duda en su rostro porque de inmediato palideció - No buscarás al Caníbal ¿Verdad? ¡¿Estas loco?!
No. - la chica obviamente tenía problemas. Tal vez su familia la abandonó en este lugar para que sucumbiera. La gente pobre no podía hacerse cargo de familiares enfermos y muchas veces los abandonaban. Tal vez pensaron que ser comida por un dragón sería menos doloroso que morir lentamente de hambre si la dejaban sola. Seguía siendo cruel - ¿Tú familia te abandonó acá?
¿Qué?¡No! Solo me estaba guarneciendo en este lugar luego de la tormenta de anoche. - dijo mientras señalaba las otras prendas de ropa que colgaban todavía húmedas de algunas piedras en la cueva. Se quedó extrañado. Anoche los cielos se mantuvieron limpios y cuando él subió la pendiente no había rastro de lluvia.
Un movimiento cerca de su indumentaria captó su atención. Una pared de barro seco pareció moverse, solo para notar que esta era solamente parte del ala extendida de un dragón desconocido. La bestia se desenroscó presentándose ante él, impactando lo con su tamaño. Superaba en enormidad a Vaghar y lucía muy diferente a los dragones que conocía. En vez de la corona de cuernos que presentaban tanto Balerion, Vaghar e incluso Azogue, este animal tenía un aspecto más bien espinoso, lleno de púas que parecían descender por su cuello en vez de las elegantes crestas de otros dragones. Como si su aspecto extraño no lo hiciera destacar y lo marcará como separado del resto de los dragones Targaryen, su amplia envergadura lo señalaba como un dragón adulto desconocido. No sabía de dónde había salido aunque era obvio que no pertenecía a Rocadragon, no existía registro de otro animal además de los que ya eran montados por su familia. El dragón lo miró desinteresadamente y los latidos del corazón de Maegor se aceleraron. Esta era su oportunidad de convertirse en jinete.
Rȳbās. - lanzó con voz firme. El dragón concentró sus ojos dorados en él, siendo el foco de toda su atención - Dohaerās.
Por un instante, el mundo pareció detenerse. Luego la bestia enloqueció. Rugidos atronadores salieron de su garganta. Sacudió la cabeza en todas direcciones mientras exhalaba volutas de humo y fuego. Los gritos de la muchacha se escuchaban pero no podía distinguir lo que decían. El dragón se sacudió una última vez antes de parecer recuperar el control de su cuerpo. Luego lució sumamente agresivo contra él. Comenzó a abrir sus fauces encendidas y Maegor supo que el final estaba cerca. No le dio tiempo de sentir miedo cuando un empujón lo envió al suelo.
¡No! ¡Daor! ¡No! ¡Kelis! - la voz de la chica extraña trató de sonar firme y calmado, aunque todavía se escuchaba cargada de ansiedad. - ¡Lykirī! Lykirī, mi amor.
No supo cómo reaccionar. Se quedó paralizado unos instantes, aunque no sabría decir si fueron largos o cortos. Cuando se atrevió a alzar el rostro, sin levantarse del suelo, observó como un sinuoso cuello serpentina cruzaba por encima de él. Lanzó un vistazo hacia atrás para encontrar a la niña abrazando el costado de la cabeza de la fiera y besándola mientras el bicho emitía los gemidos más lastimeros que podía lanzar un animal de su potencia. Un temblor incontrolable se apoderó de su cuerpo y unas cuantas respiraciones profundas no sirvieron para nada.
¡¿Que demonios crees que hacías maldito bastardo?! - regañó la mujer. La bestia ya controlada retrocedió permitiendo que ella lo ayudará a levantarse del piso. Solo estaba impresionado, se dijo a sí mismo, un príncipe Targaryen no siente miedo. Los temblores seguían sin desaparecer - ¿Me estás escuchando condenado mocoso?
Ignoró el insulto para concentrarse en detalles más importantes. El dragón había escuchado a la niña. Fijándose en él notó la silla de montar sobre sus lomos. Luego volvió la vista hacia la mujer que tenía cerca. El inmenso cinturón que llevaba estaba lleno de enganches que debían servir de sujeciones para las cadenas de la montura de la bestia.
Eres la jinete. - afirmó.
-¿Ahora lo notas? ¿No se te ocurrió que el dragón estaba muy calmado con gente dentro de su cueva?
No lo pensé. - sintió que su rostro se calentaba y el tic en su labio se desató.
-Por supuesto que no lo pensaste. ¿Cómo se te ocurre intentar domar a un dragón vinculado?
No sabía que estaba vinculado. - respondió.
¿Cómo no lo vas a saber? ¡Todos en la maldita Rocadragon saben que lo domé! - Maegor permaneció callado con la esperanza de que ella revelará más información. Dudaba mucho que nadie en el castillo supiera siquiera que ella existía. Su madre controlaba férreamente la información en la Isla, pero la historia de una nueva Señora del Dragón a lomos de una bestia desconocida sería irrefrenable. - ¿De dónde carajos te sacaron los Velaryon que no sabes nada?
- No soy un Velaryon.
Tienes rasgos Valyrios pero no eres una semilla ni un Velaryon. ¿Entonces quién mierda eres? - dejó la respuesta en el aire para ver si la niña llegaba a la única conclusión posible. Ella siguió mirándolo con una ceja interrogante.
- Targaryen.
La carcajada más que enfurecerlo lo desconcertó. ¿Qué resultaba tan divertido?
Secándose las lágrimas de la risa ella replicó - Todos los Targaryen que conozco tienen dragón.
A él le parecía imposible que ella conociera a muchos Targaryen porque de seguro ninguno la conocía a ella.
Espera... ¿Eres un Verde? - replicó alarmada. El desconcierto se debió mostrar en sus ojos y enseguida continuó su diatriba - No, no. Los mestizos de Hightower también todos tienen dragones. - ¿Mestizos de Hightower?¿Acaso hablaba de los hijos que tendría con Ceryse? - Déjame pasar lista. Aegon con Fuegosolar, Haelena con Fuegoensueño, Aemond con Vaghar, - esto último le quitó el aliento - Daeron con Tessarion, Jaehaera y Jaehaerys - se le salió una mueca - con Shrykos y Morghul. No, el único Targaryen de los verdes sin dragón es Maelor y es demasiado joven para que seas tú.
El mundo de Maegor giraba a su alrededor. Ella acababa de nombrar a un grupo de Targaryen y dragones desconocidos, y para aumentar su confusión, parecían ser sus hijos - ¿Porque los llamas los Verdes?
Esto tenía cada vez menos sentido. ¿Como es que sus hijos se estaban peleando por el trono?¿Que pasó con Aenys y sus hijos? Si los Verdes eran sus hijos con su novia Hightower, como es posible que tuviera un hijo con otra mujer. ¿Una bastarda?¿Porque una bastarda tendría más derecho al trono que los hijos de Ceryse? La ultima pregunta se le escapó en voz alta como solía pasar de vez en cuando. Su madre lo reprendió por esto. Un príncipe no debía desperdiciar palabras y menos aún dejar escapar ideas al azar. - ¿Bastarda? Que llamen bastardos a los hijos de la reina es suficiente insultó para que también llamen así a la hija del rey Viserys. ¿Y quién demonios es Ceryse?
Así que los niños no eran los suyos. Le surgió otra duda - ¿Por qué llaman los Verdes bastardos a los hijos de la Reina?
Ella actuó como si fuera una pregunta un tanto complicada - Los hijos de la reina Rhaenyra Targaryen con Ser Laenor Velaryon no heredaron rasgos Valyrios. Eran muchachos fuertes y apuestos, pero son fornidos, de pelo negro y ojos marrones. Aunque eso no importa, la Casa Velaryon los reconoce como sus nietos. Aunque algunos Verdes insinúan que son bastardos de la Espada Juramentada de la reina, Harwin Strong. Pero es mentira, todos los huevos colocados en la cuna de todos los niños eclosionaron. Eso significa que la sangre del dragón corre fuerte por sus venas ¿verdad?
Maegor solo pudo asentir, que niños con rasgos no Valyrios lograrán lo que él no podía y siendo bebés le resquemaba un poco - ¿Y tú de quien eres?
Pareció incomoda - Soy una bastarda, no importa de quien sea.
-¡¿Le dieron un dragón a una bastarda?!
No me lo dieron, el Ladrón de Ovejas era un dragón salvaje y yo lo domé. - ante la duda en su faz continuó - La reina Rhaenyra llamó a las Semillas del Dragón a luchar por su bando. A los que lograrán montar a un dragón y lucharán par ella les entregaría títulos y tierras. Yo personalmente me conformaría con el dragón aunque si ella quiere ofrecer más... - suspiró profundamente - Lo cierto es que la Reina se decepcionó conmigo de seguro.
¿Por qué estaría decepcionada contigo? Espera, ¿tu bestia se llama el Ladrón de Ovejas o es su título? - hace años que no hablaba tanto pero necesitaba saber más. Ya fuera que la muchacha estuviera loca o no, tenía un dragón y uno del que no había registros. Él sabía todo sobre dragones, era su obsesión. Y su mundo de fantasía parecía complejo y coherente.
Bueno, no creo que mi dragón tenga nombre. Todos en el pueblo simplemente lo llamamos así porque ya sabes, roba ovejas. - dudo por un momento antes de continuar - Y la razón por la que estaba decepcionada de mi es sencilla. Mírame.
Le echó un buen vistazo. Piel morena, cabello negro rebelde y unos limpios ojos marrones. Ni demasiado alta ni demasiado baja aunque si algo delgada y una prominente cicatriz que de un lado a otro de la nariz. Además de una pronunciación un tanto chistosa no había nada en ella que destacará, exceptuando su dragón, claro esta.
- No veo a que te refieres.
Ella dudó - La reina le ofreció a las Semillas títulos y tierras. Aunque quizás esperaba que si hubieran mujeres tuvieran bonitos rasgos Valyrios para, ya sabes, ofrecerlas en matrimonio a sus señores. - frunció el ceño - Lo que me parece estúpido. Si tengo que luchar tu guerra como lo haría un hombre entonces premiame igual que a ellos. La idea de que me vendan a un lord gordo y mimado que me trate como menos por no ser bonita o ser bastarda, mientras él anda engendrando bastardos por ahí, no me motivará a pelear por ti. Aunque bueno, ya llegaremos ahí cuando acabe la guerra.
Siempre puedes hacer que tu dragón se coma a tu lord gordo. - pesé a decirlo bastante en serio, ella pareció encantada con la idea.
- Tú si que eres inteligente, niño bonito.
No me llames así. - le incomodaba un poco.
Bueno, ya se alzó el sol. Es hora de bajar al castillo. Deseame suerte. La reina Rhaenyra me acusó de traición y de brujería y esta pidiendo mi cabeza. - él la miró asombrado - No me mires así, no hice nada de eso. Para empezar me acusaron de brujería porque al parecer, no luzco como si tuviera algo de sangre Targaryen, por lo que tuve que usar magia para domar a mi dragón, - se burló - si fuera bruja nunca habría tenido que robar para vivir.
Las Semillas no tienen porque lucir como Valyrios puros, - respondió él - y más si tienen una padre con sangre diferente. - mencionó pensando que tal vez sus hijos con Ceryse no lucieran del todo Targaryen.
Ella asintió - La reina también me acusó de seducir con brujería a su tío-marido o como quiera que lo llamen ustedes. Para empezar, ni siquiera tocaría al príncipe Daemon. Él era todo lo que podía esperar de él y más. Podría haber cometido crímenes horribles a los ojos de muchos, pero era noble, leal y dispuesto a hacer cualquier cosa que fuera necesaria por las personas que llamaba suya. - terminó con ojos tristes - Cuanto me habría encantado quedarme a su lado.
Lo amabas. - concluyó él. Ella asintió y se frotó el pecho.
Lo amaba pero no así, nunca así. - termino ella como si alguien le hubiera robado la energía del cuerpo - No era mi amante, nunca podríamos tener esa relación.
Era tu padre. - pareció sorprendida ante su afirmación. No parecía molestarle la endogamia de los Targaryen y había una sola cosa tabú dentro de esta. La respuesta era lógica.
Bueno, dejemos de desperdiciar tiempo. Bajaré a la guarnición del castillo y le presentaré mi lealtad a lady Baela, la legítima hija del príncipe Daemon. Tal vez ella convenza a su madrastra de que yo de su lado hago más bien que mal. ¿Quieres que te lleve?
¿Tú padre esta casado con la Reina Rhaenyra? - aunque la idea de bajar en dragón le atraía, sabía que se armaría un escándalo. Él necesitaba hacer tiempo. Puede que no fuera tan inteligente como la chica afirmaba pero entendía que tenía entre sus manos una carta de triunfo que era mejor guardar para ser usada en su mejor momento. La persona que sabría explotar todo su potencial no era otra que su madre.
Sí, además era su tío ya que era hermano del rey Viserys. Y los padres de ambos eran los hermanos esposos Alyssa y Baelon, que a su vez eran hijos del Viejo rey Jaehaerys y la Bondadosa reina Alysanne, que eran hijos del rey Aenys y nietos de Aegon el Conquistador, - pareció orgullosa del conocimiento - puedo ser analfabeta pero también se cosas. - pronunció mientras sonreía.
En todo lo que él puso pensar es que al final, la esposa de su hermano le puso a una de sus hijas un nombre no tan valyrio pero que venía de ella. Su madre tenía razón, Alyssa Velaryon parecía tener pensamientos muy altos sobre ella misma.
- ¿Y que pasó con tu padre?
- Realmente no prestas atención a nada, murió luchando contra Aemond el Matasangre en una épica batalla de dragones sobre el Ojo de los Dioses. Me gustaría incinerar su cuerpo según la tradición, pero no aparece por ningún lado.
La pelea entre dos dragones le dio la idea.
¿No crees que luego de un combate tan brutal entre dragones la gente no se asustaría si te vieran llegar volando al castillo? ¿Y más si saben que estás enemistada con la reina? - ella asintió renuentemente.
No sería mejor si yo bajará y hablará con alguien realmente importante para que venga a verte y verifique tus intenciones. - ella pareció dudar - Si te preocupa una trampa, te recuerdo que tienes un dragón. Podrías tanto enfrentarnos como escapar en caso de traición. - explicó y ella asintió.
Maegor no esperó, se lanzó a la carrera. No sabía como pero estaba seguro que esto sería la clave para muchas cosas buenas para el futuro. Finalmente, las cosas empezaban a cambiar y él esperaba que fueran para mejor.