ID de la obra: 941

Sangre y fuego y otras magias extrañas

Het
NC-17
Finalizada
1
Tamaño:
579 páginas, 308.987 palabras, 45 capítulos
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Cuando el pasado y el futuro chocan

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Bajar por el costado de Montedragon era más fácil que subir. Aún así era mejor ser precavido con el descenso, no fuera a ser que cayeras por un borde o provocarás un desprendimiento de rocas. Con todo esto, Maegor no pudo desacelerar su paso. Alguien menos fuerte tendría ya falta de aire, pero su cuerpo robusto y saludable tomó el esfuerzo como si hubiera nacido para ello. Cuando alcanzó la muralla externa de la fortaleza sentía en su rostro una sonrisa de oreja a oreja. Tal vez por eso los guardias que custodiaban las puertas de hierro parecieran tan sorprendidos, y asustados. A Maegor no le importó. Él sólo acababa de encontrar a una nueva jinete de dragón. Llegando a sus habitaciones para recoger a Hermana Oscura, porque si su madre se enteraba de que fue desarmado a su aventura habrían consecuencias en las que mejor no quería pensar, se dio cuenta del peso en su espalda. Como mismo había olvidado su espada en sus aposentos al salir, se había olvidado del huevo en su morral al regresar. Solo se encogió de hombros y guardó el huevo en un cofre. Había cosas mucho más importantes de las que preocuparse y hacer y pensando en ellas se encaminó al estudio de su madre. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Unos fuertes pasos que se acercaban rompieron la conocidos rompieron la concentración de Visenya en su problema. El proyecto de las Murallas de Desembarco del Rey se había atrasado una vez más y ella no permitiría que el imbécil de Ormund Strong la hiciera cargar con la culpa de todo. Habían trabajado bien hasta hace poco pero hacía más de un año, que el maldito vejestorio parecía tener un problema con ella. Sí, tuvieron roces al principio, cuando pasaba cuando la mayoría de los hombres se daban cuenta de que ella era imposible de doblegar. No tenía la habilidad de su hermana ni el deseo de besar pequeñas heridas y egos lastimados. No estaba en su carácter. Lo que sí estaba era la capacidad para demostrar que o la aceptaban como era o ella personalmente los partiría por la mitad. El Strong pareció ser de los primeros, habían trabajado notablemente bien los primeros años, pero últimamente daba la impresión de haberse aliado con el Gran Maestre Gawen para hacer su vida miserable. O intentarlo. Suponía que olvidaron de lo que estaba hecha ella. Las pisadas bastantes conocidas para Visenya, se detuvieron frente a su puerta y se escuchó un golpe firme en espera de que se le permitiera el ingreso. - Pasa. Maegor entró y cerró la puerta tras él. Visenya entrecerró los ojos. Otros tal vez no pudieran ver a través de él pero ella notaba una especie de nerviosismo bastante impropio de su hijo - ¿Qué ocurre? Madre, ¿confía usted en mí? - Visenya se petrificó ante la pregunta. Esto no era normal en su hijo - Necesito que me crea. Que no importa lo que diga o lo raro que suene, me dejé terminar. Solo pudo asentir. Hoy subí a Montedragon y encontré algo. - así que allí estaba. Ella se había preguntado porque su niño no estaba en el entrenamiento siendo una de las pocas cosas que realmente disfrutaba. - Entré a una cueva y había una chica casi desnuda - ¿una chica desnuda? Con su boda tan cerca a Visenya le preocupaba que su hijo no estuviera listo para la atención femenina pero lucía emocionado por ello - y la chica era una Señora del Dragón y su dragón era mayor a Vaghar y hablaba de personas que no han nacido pero que nacerán y... Visenya sentía un dolor de cabeza comenzar le. Sabía que su hijo estaba algo decepcionado con su novia. Su hermano tenía una esposa de rasgos Valyrios como se esperaba del heredero de Aegon y ella le había contado su idea de desposar lo con su sobrina, la princesa Rhaena. Una novia digna de la sangre del dragón. Un novio digno. Su sangre hubiera mezclado los dos linajes de Aegon el Conquistador, los dos reclamos al trono. Y su esposo pareció considerar apropiada esta idea hasta que apareció Alyssa con sus sensibilidades. Que su pobre niña era todavía demasiado pequeña y frágil para comprometerse. Que crecería para ser tan delicada como ella. Que Maegor era demasiado serio, demasiado estricto, demasiado inflexible, severo, riguroso y cualquier cosa que se le ocurrió. Ninguna de ellas mala a los ojos de Visenya. Pero como Alyssa se negaba Aenys intercedió por ella y Visenya sabía que a su hijo mayor Aegon no le negaría nada. Para empeorar la situación el maldito baboso del Septón Supremo se enteró, ella todavía trataba de averiguar quién le filtró dicha información, y se opuso al enlace sugerido por ella ofreciendo como opción a su sobrina diez años mayor que Maegor. Visenya no pudo evitar burlarse de su propia ingenuidad al momento. Creía que su esposo lo consideraría solo por cortesía para luego rechazarlo. No había peor novia en Poniente para su hijo. Ni una sola gota de sangre Valyria corría por sus venas. Pesé a pertenecer a una Casa importante, no era la hija de una de las Grandes Casas. Los Hightower eran firmes partidarios de la Fé que se oponían encubiertamente, y en ocasiones no tan encubiertamente, a sus tradiciones. La chica ya pasaba de los veinte años. Su dote no incluía tierras ni propiedades, solo moneda. Hasta una Tyrell habría sido mejor para su hijo en este punto. No eran ni habían sido reyes, ni su sangre tan antigua, pero ahora gobernaban sobre un territorio importante y no dudarían en doblegarse a los intereses de la Casa que los puso en el poder. Todas las razones por las que Visenya pensaba que la chica Hightower era mala idea, le parecían a Aegon ventajas para un buen partido. La chica traía oro suficiente para que fuera bastante útil para el desarrollo de los intereses de la Corona. De una Casa antigua ampliamente relacionada con la Fé para ayudar a limar asperezas con esta. La novia era una muchacha alta y bien desarrollada para Maegor, que contando con solo trece años ya perfilaba a ser más grande que su padre. El hecho de que la novia fuera mucho mayor en edad que su hijo no disuadió a Aegon. Habría que acelerar la boda, no fuera a ser que el tiempo de fertilidad de la novia se pasará. Que su hijo fuera demasiado joven fue olvidado en favor de que su tamaño era casi el de un hombre totalmente crecido. Ella no era de las mujeres que se dejan llevar por sentimentalismos, no obstante sentía que le estaba fallando de alguna manera a Maegor. Pesé a que no se portará como un niño, su hijo seguía siendo uno. Entonces su esposo le recordó el que era su credo personal: Hazlo por la familia. La novia no era la ideal, no obstante fortalecía la posición de los Targaryen en el continente. Un príncipe no se puede guiar por sus sentimientos. Aenys, por diversas y viejas razones, había necesitado fortalecer su linaje así que un enlace con una Velaryon era lo ideal. Una niña no solo con el linaje correcto sino educada en las costumbres y tradiciones que se esperaban de ella. Le correspondía a Maegor establecer alianzas en Poniente. Visenya había cedido y su hijo había lucido como si aceptara mansamente la palabra de su padre. Ahora, hablando de chicas Targaryen con poca ropa y su propio dragón para montar se daba cuenta cuanto rechazaba su descendiente la idea de una esposa ándala y seguidora de la Fé. Exhaló profundamente. Maegor no era un pequeño para caer en ensoñaciones. E incluso cuando lo fue, ella se aseguró de que entendiera que un príncipe Targaryen se debía a la acción y no podía perderse en un mundo de fantasía. -Maegor, se que te desagrada la idea de casarte con Ceryse, pero no te puedes inventar una Targaryen... No es un invento, - interrumpió presuroso. Ella le envió una mirada amonestadora. Él sabía que no debía interrumpir a las personas mientras hablaban. Pareció captar la reprimenda pero no se detuvo - y no es una Targaryen. Es una chica bastarda, maleducada, sin un solo rasgo valyrio y su dragón luce un tanto feo, no tan elegante como los nuestros. - algo muy específico para decir. Si su hijo se inventará una novia esperaba que la imaginara un poco más perfecta. - Incluso intenté vincularme a él. Maegor se puso pálido y tembló - El dragón puso sus ojos en mí como si estuviera sintiendo algo. Se quedó todo quieto y luego estalló como si estuviera enloqueciendo. No tienes idea de cuánto me asuste mamá. Si la chica no lo hubiera logrado calmar, la bestia de seguro habría acabado conmigo. Un fuerte escalofrío recorrió a Visenya de arriba a abajo. Su hijo parecía describir brevemente la reacción que debería tener un dragón si alguien intentará dominarlo mientras ya tuviera un vínculo activo. Aunque el conocimiento de cómo reaccionaba una fiera en ese caso lo pudo sacar de uno de los libros de su colección personal, de esos que mantenía ocultos hasta del maestre, habían otros elementos que ponían los sentidos de Visenya en alerta. Primero, su joven príncipe hacía años que no la llamaba mamá. Un resultado de su correcta educación aunque de alguna forma ella aún añoraba la palabra. La otra y todavía más significativo era que admitió tener miedo. Su niño, incluso de pequeño, se negaba de forma obstinada a admitir cualquier temor. Así que algo realmente considerable estaba sucediendo, aunque dudaba que realmente existiera una jinete de dragón bastarda con una inmensa montura en su Isla. Sin olvidar que venía "del futuro", se recordó con un bufido a sí misma. ¿Y cómo se llama esta niña? - preguntó buscando más información. Maegor se encogió completamente antes de admitir: - Se me olvidó preguntarle. Visenya solamente alzó una ceja - Pero se que su padre es un príncipe Targaryen, que era hijo de dos hermanos esposos, que eran a su vez hijos de dos hermanos esposos hijos de Aenys. Y que la hija de Aenys se llamaba Alysanne. - pareció recordar al final. Vaya, si esto era una mentira era cada vez más compleja y elaborada. Aunque la idea de que Alyssa le pusiera su nombre a un niña Targaryen no le extrañaría. Esto encajaría perfectamente con lo que creía de ella - Le dije que buscaría a alguien influyente del castillo para hablar con ella, antes de que descendiera aquí con su bestia. - se alarmó de inmediato. Creyera o no en ello, el pensamiento de un dragón desconocido volando sobre su fortaleza activaba señales de peligro en su cerebro. Que la muchacha viniera del futuro estaba por verse. Que una familia de Señores del Dragón permaneciera oculta era inverosímil pero más probable. De todas formas había que investigar. - Bien, vayamos a donde está la muchacha. Maegor pareció iluminarse. - También deberíamos llevarle comida madre, y ropa seca y mantas por si decides mantenerla lejos del castillo por un tiempo. - Su hijo tenía una actitud emocionada y se comportaba de una forma risueña e infantil que nunca antes había visto. Así es como debería comportarse un niño feliz, pensó. Quizás no debió ser tan severa con él desde tan pequeño. Aunque ella había visto cómo la permisividad de Aegon volvía a Aenys un niño demasiado suave, y ella francamente, no sabía ser madre. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ortiga se preguntó cuánto más se demoraría el rapaz. Quizo palmearse su propia cara cuando se dio cuenta de que no le había preguntado su nombre. O nada para el caso. A duras penas sabía que era un Targaryen. Lo cierto era que ella tenía la mala costumbre de comenzar a hablar y no detenerse. Jamás. Incluso era capaz de hablar sola por horas. Ahora se preguntaba si lo mejor no sería bajar volando hacia la ciudadela de Rocadragon y acabar con la incertidumbre. Se regañó a si misma. Paciencia. Era extraño cuanto te cambiaba la vida un dragón. En un día normal sabes que cualquier viaje, tomando por ejemplo el cruzar la bahía, será tardado sin contar los imprevistos. Que un barco vaya a realizar el viaje, que estén dispuestos a llevarte, que haga un tiempo favorable. Tienes un dragón y entonces quieres que las cosas se hagan como digas y cuando digas. Y no era cuestión solo de nobleza y poder, porque sí, si tienes un lagarto volador gigante escupe fuegos tienes poder. Creía que era una dualidad de comportamiento que compartía con su bestia. Sentía su hambre, sentía su furia, sentía su dolor. Al mismo tiempo su dragón sentía lo que ella. Era una especie de alimentación o intercambio de un lado al otro. Incluso juraría que veía cosas más lejos que antes. ¿Era posible que su vínculo le mejorará la vista? Apenas sabía sobre dragones lo que su padre le estaba enseñando. Él también le intentó enseñar cosas de la nobleza. Así que absorbía información como una esponja más creía que quizás se le escaparán algunas cosas. Demasiado por aprender en muy poco tiempo. La furia por la pérdida de su padre resonó dentro de ella de nuevo. Donde estará el maldito niño, tengo hambre. - pensó Ortiga, y se preguntó si su impaciencia y molestia por el hambre vendría de ella o de su dragón. Ella no era ajena a la mordedura de dolor por la falta de alimentos, sin embargo, desde que se volvió jinete le habían asegurado comidas constantes y tal vez se había adaptado demasiado rápido y demasiado buena esto. Lo cierto es que pocas sensaciones eran tan maravillosas como levantarse y tener un desayuno a mano. Volvió a pensar en el muchachito. Negó ser de los Verdes y le creía. Si no sabía de la guerra era porque el pobre estaba tocado de la cabeza. Una familia pobre lo más probable era que lo abandonarán a su suerte, aunque ella no sabía como reaccionaban los nobles en estos casos. Tal vez era demasiado hermoso para deshacerse de él, pensó, tal vez una noble mimada se casaría con él por su apariencia ignorando sus problemas. A cambio también pertenecería a una familia de ilustre apellido. Cambio de idea, de seguro lo casarían con una familia de comerciantes muy ricos pero todavía plebeyos y ambos lados ganarían en la situación. La hija del comerciante sería feliz con un marido algo despistado y era bastante fácil de ver de todos modos. Cabello dorado plateado perfectamente recortado. Unos profundos ojos violetas rodeados de pestañas tan gruesas y tupidas que resultaba injusto que estuvieran en un rostro masculino. Una nariz recta y firme y unos labios un tanto llenos pero que encajaban a la perfección en su semblante. Se salvaba de lucir femenino solo por su mandíbula cuadrada y complexión ancha. Lo único malo en su cara era la expresión de amargado. El ceño fruncido parecía un rasgo permanente. Una lástima. Estaba segura que si lo aplicaba un poco le lloverían las mujeres. Aunque el muchacho debía ser bastante joven ya que no le vio ni la sombra de una barba. El sonido de unos pasos interrumpió sus pensamientos seguido de un fuerte olor a menta que invadió la cueva. Doblando por el recodo del camino apareció de nuevo el chico cargado de cosas que parecían telas, mantas y una canasta de comida. ¡Alimento! Alabado seas, me moría de hambre. - dijo mientras metía las manos en la canasta y sacaba un pan y luego un pastel de limón - Hijo de perra, estos son mis favoritos. Podría besarte por esto. - murmuró entre mordidas. ¿Comes siempre de la mano de extraños sin asegurarte antes de que no esté envenenada la comida? - una voz ronca, suave y a la vez cautivadora se escuchó. Al alzar la vista se encontró con una mujer alta que no podía tener más de cuarenta y tantos años, pero no podía estar segura, porque la sangre Targaryen afectaba a las personas para que lucieran de alguna forma diferentes, como si no fueran de esta mundo. Y esta era una Targaryen de sangre pura mirarás por donde mirarás. Un aire de superioridad. Ojos del color de las amatistas más caras adornaban una cara tan severa como sensual y ni un solo mechón de sus cabellos dorados plateados escapaban del intrincado peinado lleno de anillos que llevaba. Un cuerpo bien formado. Esta mujer con quince años menos debió ser gloriosa. Tragó toda la comida que tenía en la boca antes de hablar. Ven, no había olvidado del todo los modales que su padre intentó enseñarle - Disculpe, ¿es usted la madre del muchacho? - la mujer lució contrariada. Buenos modales, intentó recordarse - Buenas, gracias por la comida. ¿Trae de casualidad un cordero entero por ahí? Mi bestia tiene hambre aunque podemos esperar a cuando bajemos al castillo. Ante su mención, el Ladrón de Ovejas se estiró en su rincón y eso atrajo la atención de la mujer. Sus cejas se alzaron casi hasta su cabello pero su rostro se mantuvo imperturbable - Así que este es tu animal. Es... impresionante - su tono de voz cambió a algo oscuro, casi como si estuviera saboreando algo. Y comenzó a a observarlo detenidamente como si estuviera viendo a una presa en vez de a la cúspide de lo que debería ser un depredador. A ver señora. - la mujer pareció insultada por un parpadeo pero se recuperó de forma instantánea. Fue bastante común para Ortigas. Incluso con un dragón a cuesta los nobles estaban, la mayoría de las veces, demasiado llenos de sí mismos y muchas veces sentían que una bastarda sobrepasaba sus límites cuando se dirigía de forma directa a ellos. En su defensa, la mujer se portó de forma tranquila luego de que se insultara por cualquier cosa que dijera Ortiga, fuera lo que fuera - ¿Cómo es posible que ni usted ni su hijo conozcan al Ladrón de Ovejas? Vive en Rocadragon desde que el Viejo rey era joven. - Digamos que no vivo en la Isla de forma permanente y acabo de llegar de... Essos -¿Es por eso que ustedes dos hablan tan raro? Sin ofender, hablan bastante fluido la lengua común pero hay algo ahí que no ubico del todo. Mmmm. - fue su contestación mientras seguía observando fijamente a su dragón desde una distancia razonable - Mi hijo me cuenta que deseas jurar lealtad a la dama que está en Rocadragon pesé a que la Reina Negra - pronunció lentamente las palabras - te acusó de seducir a su esposo. ¿Por qué? Me acusó de traición y brujería con la que supuestamente encante a su esposo y a mi dragón, - aclaró - bajo la idea de que claramente no luzco como si tuviera la sangre del dragón. Para empezar, si fuera bruja no sería ladrona ves. - explicó señalando la cicatriz horizontal en su nariz, pero tanto Visenya como Maegor no entendieron la conexión - Ella no me creerá pero lady Baela sí, - dijo con falsa confianza, ahora no podía dudar - el príncipe Daemon me dijo que su hija era de mente aguda e intrépida como él. La hija que más se le parecía. Puede que sea una bastarda y que nadie lo espere de mí, pero se que se debe proteger a la familia. La señora lució muy complacida. Mientras tanto el chico terminó de descargar todas las cosas que traía sobre una piedra. Unas cuantas mantas, un par de camisas, jubones, calzas, unas botas. ¿Acaso pensaban que se iba a quedar acá? Ortiga iba a burlarse de esto hasta que la vio, atada a la cadera izquierda del chico estaba Hermana Oscura. ¡¿Qué demonios haces con la espada de mi padre?! - el mozalbete se mostró desconcertado - ¿De dónde mierda la sacaste? - se abalanzó sobre él y lo sacudió - ¡Habla, maldito hijo de... - la sensación punzante en su espalda sólo podía ser la punta de una espada, demasiado gruesa para ser una daga, amenazando con perforar su carne. Lanzó sus ojos hacia atrás, sin moverse de su posición, y allí estaba ella. La dama Targaryen impasible sosteniendo tranquila un arma contra sus lomos. Cuidado mi señora, no vaya a ser que se corte. - susurró con su voz suave pero todavía con un filo de amenaza. Oh mi dulce niña, - murmuró seductoramente en su oído - puede que la que se corte seas tú. Ahora, calma a tu bestia antes de que nos cocine todos con sus llamas. - solo entonces se fijó en su muy estresado animal. Si ella no se encontrará entre los dos Targaryen estaba segura de que el Ladrón de Ovejas habría convertido esta zona en su asador personal. Respiraciones profundas y calmar tus pensamientos, era el consejo que le dio su padre, respiraciones profundas y calmar tus pensamientos. Lykirī. Lykirī, mi amor. - su inmenso y cauto dragón ya no estaba tan alterado pero aún así lucía ansioso, o eso sentía a través de su vínculo. - Ahora que ya estás calmada, permíteme presentarme. Yo soy la reina Visenya Targaryen, hermana esposa de Aegon el Dragón y madre de Maegor. No pudo detener la carcajada - Sí como no. Entonces yo soy Orys Baratheon -continuó burlándose - y tú eres Maegor el Cruel ¿No? ¿Qué harás ahora?¿Matar a uno de tus sobrinos o a una de tus esposas? El chico palideció. La mujer dio muestras de haber sido desestabilizada. ¿Realmente se creían que eras esas personas? Dijeron que vinieron de Essos ¿No sería ella la hija loca del rey Jaehaerys que se fue a Lys? ¿La hija que se fue a Lys era la loca o era otra la que tenía problemas? Demasiados hijos tuvieron los reyes y aunque le gustaron los cuentos de dragones, como la mayoría de sus hijas no tenían bestias no les prestó tanta atención a sus historias. - A ver, entiendo porque alguien querría ser Visenya Targaryen, la reina guerrera patea culos. Aunque se cuenten rumores oscuros sobre ella no se puede negar lo que hizo. Sin Visenya no habría Trono de Hierro. ¿Pero quien demonios querría ser el maldito Maegor Targaryen? Su nombre es sinónimo de brutalidad. La mujer pareció recuperarse mientras el jovencito lucía devastado - ¿Qué pasó? ¿Cómo llegó Maegor a ser conocido como el Cruel? - la agarró de sus hombros y la sacudió - ¡Habla! A ver señora, - la mujer estaba claramente loca. ¿Cómo no iba a conocer los cuentos de uno de los hombres más infames de la dinastía? - yo no sé nada de la historia que está escrita así que solo puedo hablar de lo que todo el pueblo llano sabe. - un asentimiento - Luego de que el rey Aenys muriera... mmmm, no, la historia empieza antes. El rey Maegor, en ese entonces príncipe - una exclamación abandonó la boca del chico, como no soltó palabra Ortiga continuó - rechazó a su esposa Hightower por estéril y se casó en una boda Valyria con una muchacha hija del Lord de Harrenhal. - ¿Lord Qoherys? Ese nombre no lo reconozco pero no estoy segura. - se aclaró la garganta - El rey Aenys lo desterró por bigamia. Entonces, el rey Aenys decidió casar a sus hijos mayores, la princesa Rhaena y a su heredero, Aegon el Incoronado, Príncipe de Rocadragon, - esa última frase pareció sacudir al muchacho de su estupor. - ¡Rocadragon no es de Aenys para entregarla! - ¡Calla Maegor! Deja que termine la historia. La mujer y el chico parecían continuar en la creencia de ser Visenya y Maegor - entonces la Fé se rebeló contra los Targaryen por lo que ellos llamaron abominación incestuosa. Malditos religiosos entrometidos, - ella se detuvo - continúa chica. Aenys tuvo que escapar con su familia a Rocadragon, donde falleció poco después. Algunos incluso dicen que Visenya lo envenenó. Bueno, la reina Visenya trae a Maegor del exilio y lo corona rey por encima de los hijos de Aenys. Y así comienza su reinado del terror. No, no, no, - se detuvo - primero fue el Juicio de los Siete, donde sólo Maegor sale vivo, pero cae inconsciente por una luna. Entonces de Pentos llega su tercera esposa, la bruja y se dice que lo despertó con magia negra. Y entonces si comenzó el reinado del terror. Maegor empezó a quemar a la Fé Militante, a los Señores que apoyaban a la Fé, e incluso a los campesinos hasta que llenó el Trono de Hierro con miles de sus cráneos. Mató a sus dos sobrinos mayores. Mató a cuatro de sus seis esposas. ¡¿Seis esposas?! ¿Todas a la vez? - el muchacho parecía cada vez más inquieto. Mmmm, déjame recordar, - Ortiga se concentró - creo que no. No estoy segura en que orden pero a la primera esposa la mandó a matar por ofenderlo, creo. La segunda esposa dio a luz antes de tiempo a un niño deformado con rasgos de dragón, así que la acusaron de acostarse con otros hombres para dar a luz a un heredero. Así que la asesinaron junto con toda su familia. Entonces Maegor se casa con las tres Novias Negras, que eran mujeres que ya habían dado a luz niños sanos y llamadas así porque Maegor había matado recientemente a sus maridos y las obligó a casarse con él las tres a la vez, incluyendo a Rhaena. Creo que dos de ellas tienen más bebés con rasgos draconianos monstruosos y alguna de ellas muere. Maegor acusa a su tercera esposa de envenenar a los bebés y ella lo admite. Entonces Maegor le arranca el corazón con sus propias manos. Finalmente todos se rebelan contra Maegor, incluso Jaehaerys el Conciliador, y Maegor aparece muerto en el Trono de Hierro. Y esa es la historia resumida. Mentira. ¡Lo que dices es estúpido y es mentira! - la cara del muchacho se puso roja para luego decir con desesperación - Tiene que ser mentira. Es estúpido. Estúpido. Claro que fue estúpido. Hubiera podido gobernar si hubiera sabido cuando detenerse. El prínci... - inspiró lentamente - mi padre - si estos locos decían ser Maegor y Visenya ella podía admitir en voz alta, al menos acá, ser hija de Daemon - dice dice que el miedo es algo muy útil para gobernar. Pero no puedes basarte solo en él. Tienes que ganarte la lealtad de a gente, su confianza. Que te tengan un sano respeto y temor pero que también estén de tu lado. - recordó sus palabras orgullosas - A la vez que fue una pendejada lo que hizo con las mujeres. Para empezar, si una mujer suya da a luz a un hijo con rasgos de dragón ¿cómo va a creer que es de otro hombre? - el mocoso la miró en shock - ¿No son los Targaryen los que se la pasan diciendo que son "La Sangre del Dragón"? - él solo pudo admitirlo renuentemente con un gesto - ¿Entonces porque el escándalo cuando nacen niños con rasgos de dragón? Lady Laena Velaryon tuvo uno así, y también la reina Rhaenyra, ambos con mi padre, y también tuvieron varios hijos legítimos y sanos. Pero parece que al cabrón le gustaba tratar mal a sus esposas. Al final sobrevivieron solo dos y solo porque el imbécil se murió primero. Ja - el muchacho parecía a punto de derrumbarse bajo su propio peso - ¿alguna otra monstruosidad cometida? Se puso a pensar - Violar mujeres plebeyas, - extendió un dedo - corta la cabeza de varios grandes maestres, - extendió otro - matar gatos y monturas incluyendo al dragón de su hermano. - extendió un tercer dedo - Estoy segura de que hay más cosas, dame tiempo y las recordaré. El chico permaneció encorvado sobre sí mismo, negando con la cabeza y con sus manos cubriendo sus orejas como tratando de no escuchar nada más. Su madre, que se había mantenido en silencio hasta el momento, emergió de nuevo. - ¿Qué tan segura estás de que esto pasará? -¿Pasará? Señora ¿no me entiende? Esto ya pasó. Despierten de su mundo de ensueño. -Esto no es el delirio de un loco y soy Su Gracia para usted. Sigo siendo la reina Visenya Targaryen. Como diga, señora. - enunció Ortiga lentamente, como si pensará que discutir fuera una pérdida de su tiempo. Parece que dudas de mi palabra. Déjame presentarte pruebas indiscutibles. Māzīs. - ante su orden, y usando de entrada la apertura de la caverna con vista al mar que su propio dragón había usado, entró la bestia que había ocupado muchos de los pensamientos de Ortigas en los últimos tiempos. Escamas de color bronce con reflejos azules y verdosos e inteligentes ojos de color verde brillante se presentaban ante ella, lo cual era imposible. Su propio dragón se removió nervioso pero sin atacar. Esto no puede estar pasando, - sintió su propia voz criar como una rana - Vaghar esta muerta. - y aún así aquí estaba. Se fijó mejor en ella. Es demasiado pequeña. Vaghar es más colosal. - recordaba haberla visto de pequeña sobrevolando la isla, deseando desesperadamente ser su jinete. Si Vaghar fuera suya nadie la trataría como basura, pensó una vez. Una sensación de frialdad la recorrió y el temblor de sus miembros no pudo ser contenido - Tú eres Visenya Targaryen. Y él es Maegor el Cruel. ¡No soy Maegor el Cruel! - gritó enojado e intentó acercarse a ella. El aullido de terror que salió de su boca sonó inhumano. Ellos también debieron creerlo porque retrocedieron. ¡Calma! - medio la feroz dama, que ahora suponía que era la feroz reina. ¡No me diga que me calme! ¡Ese es el puto Maegor el Cruel! Que se la tiene jurada contra la Fé, las mujeres y los Targaryen y yo soy casi dos de tres. Tenía que salir de aquí y tenía que ser ahora. Robó un vistazo de ambos. La mujer mantenía la guardia en alto pero no el maldito chiquillo. Considerando que tenía que pasar por ellos para llegar a su dragón se decidió por el truco más antiguo con la presa más fácil. Creo que me voy a desmayar. - anunció. Mientras se desmadejaba lentamente en el suelo se aseguró de agarrar lo que pudiera de la arena, cenizas y pequeñas piedreciatas del suelo con un manotazo disimulado. Como sospechó, fue el varón el que cayó en la trampa. Cuando escuchó su acercamiento no dudó en lanzar lo que tenía en la mano a donde pensaba que era la altura de sus ojos y una mirada demostró que no falló. Uso toda la fuerza que tenía para teclear sus piernas y derribar lo. La gente se confiaba con ella por su esbeltez sin entender el impulso que daba la desesperación por sobrevivir. Con el camino parcialmente despejado se lanzó a toda carrera hasta sentir un resonante choque contra la parte posterior de su cráneo. Uno de sus últimos pensamientos fue para el envolvente olor a menta que había. Esta vez, la oscuridad se la tragó de verdad.
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