ID de la obra: 945

Sobreviviendo un Apocalipsis Zombi

Het
G
En progreso
1
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planificada Mini, escritos 82 páginas, 24.335 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 3

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Capítulo 3 No tengo idea de dónde estará Alicia. El eco de los pasos de los sobrevivientes y los murmullos de la ciudad invadida por zombis resonaban en la distancia, pero mi enfoque estaba en otra dirección: un leve rastro de energía espiritual. Era sutil, casi imperceptible para cualquiera, pero no para mí. Avance hacia ese lugar, si Alicia uso su energía espiritual para algo, debe significar que ella puede romper el sello que se impuso a sí misma. Entrecerré los ojos. Apenas tiene quince años, pero para mí y para cualquiera que haya presenciado lo que puede hacer, Alicia es la más peligrosa de Little Garden. Su don, su manipulación del alma, es un arma tan letal como impredecible. Basta con que toque la piel de su objetivo con la yema de sus dedos para torcer, reescribir o, en el peor de los casos, destrozar el alma de su víctima. Y lo peor de todo… es que lo hace con la misma facilidad con la que otros dibujan en un lienzo en blanco. Como fue el caso conmigo. Antes, mi cuerpo y mi alma estaban en perfecta sincronía con lo que significa ser un monstruo. Un oni que había alcanzado la cúspide del poder, conocido y temido como el Rey Oni Sengo. Pero Alicia… tomó mi alma en sus manos y, con una precisión inquietante, la reescribió por completo, despojándome de mi naturaleza de oni y convirtiéndome devuelta en un humano. Caminé hacia el bosque, apartando ramas y hojas. El aire estaba cargado con pequeños rastros de energía espiritual. La ciudad que estaba detrás de mí era un caos, pero el bosque… tenía otro tipo de silencio. No era la calma reconfortante de la naturaleza. No. Era un silencio tenso, un preludio de algo peligroso. “¿Qué demonios estás haciendo esta vez, Alicia?” murmuré para mí mismo. Aceleré el paso. ❅──────✧❃✧──────❅• El claro estaba extrañamente vacío, salvo por una figura que reconocí al instante. “Alicia.” Corrí hacia ella, sintiendo una pequeña preocupación. Estaba tirada en el suelo, su cabello blanco extendido como un halo alrededor de su cabeza. Su pequeña figura parecía demasiado frágil en ese momento, y el contraste con el silencio del bosque no hacía más que sonar una alarma en mi cabeza. Me arrodillé a su lado, revisando si había heridas visibles. Nada. No había sangre, ni rasguños, ni señales de haber sido atacada. Pero lo que más me preocupaba era que no reaccionaba. “Despierta…” Susurré, apoyando mi mano en su frente para comprobar su temperatura. Nada. Su temperatura era normal, y su respiración era regular, pero su estado seguía siendo un misterio. La levanté con cuidado, sosteniéndola contra mi pecho como si fuera un cristal a punto de romperse. La pequeña Alicia que podía destrozar almas con la yema de los dedos… ahora parecía una niña indefensa. Pero no lo era. Algo había ocurrido aquí. No podía ser casualidad que hubiera rastros de energía espiritual en el área. ¿Por qué rompería el sello que se impuso a sí misma? Me puse de pie, con Alicia en mis brazos, y comencé a observar el claro en busca de respuestas. Examinar las huellas en la tierra, las ramas quebradas, cualquier indicio de qué había sucedido. Nada. Frustrado, lancé una mirada hacia las sombras entre los árboles. “No tiene sentido quedarme aquí.” Murmuré mientras ajustaba el peso de Alicia en mis brazos. Si algo o alguien había provocado que Alicia usara sus poderes, es seguro que ya no está. Comencé a regresar a la ciudad. Más allá del claro, entre los arbustos y árboles, un cuerpo yacía oculto bajo las hojas y ramas caídas. Una mujer de cabello oscuro estaba retorcida en una posición antinatural, como si la muerte la hubiera alcanzado con brutalidad. Su cuello estaba torcido en un ángulo imposible, la marca de dedos pequeños grabada en su piel pálida como un recordatorio de quién había hecho esto. Alicia, no iba a permitir que alguien interrumpiera el Gift Game que había hecho para divertirse junto a su padre. … ❅──────✧❃✧──────❅• El tiempo que se demoró en buscar a su hija, Alicia, fue crucial. Mientras Senji cruzaba el bosque cargando a la niña, el grupo ya se había movilizado en el Humvee. Avanzaban por calles llenas de caos, aplastando a los muertos vivientes con las ruedas blindadas del vehículo, intentando abrirse paso hacia un destino más seguro. Pero en otro lugar, la situación era peligrosa para alguien importante. El rugido de los motores del avión apenas podía cubrir los gritos y disparos que llenaban la cabina principal del Air Force One. Un lugar que debía ser el más seguro del mundo ahora era una trampa mortal. “¡Mierda! ¡Disparen a la cabeza!” gritó uno de los agentes del Servicio Secreto mientras descargaba su arma contra los infectados que habían logrado entrar en la sala. “¡La puta madre! ¡¿Quién carajo los dejó subir?!” vociferó otro, empapado en sudor y sangre. El caos era absoluto. Los zombis habían encontrado su camino dentro del avión presidencial, rompiendo todas las medidas de seguridad. En una esquina de la cabina principal, el Presidente de los Estados Unidos observaba con horror cómo su esposa, la Primera Dama, convulsionaba en el suelo. “¡La Primera Dama fue mordida!” gritó uno de los médicos, luchando por estabilizarla. “¡Señor Presidente, ingrese el código!” insistió el general. “Pero…” el Presidente tragó saliva, mirando a su esposa que ahora estaba completamente inmóvil. Sabía lo que eso significaba. “¡Ambos fuimos mordidos!” gritó el general, mostrando las marcas en su brazo izquierdo. “¡¡Tenemos que eliminar cualquier amenaza para los Estados Unidos de América, y para eso tenemos que destruir a todos los países que estén usando I.C.B.M!!” “¡Este es un tema de seguridad nacional, pero todo lo que ha hecho es anunciar el ‘Día 666’! ¡Debemos cumplir con nuestras obligaciones para con nuestro pueblo y nuestra constitución, no tenemos otra opción!” El general termino escupiendo sangre. “¡Señor!” La persona mayor de cabello canoso miraba con el rostro arrugado como el general vomitaba sangre. “¡Señor Presidente es importante que tome una decisión!” ❅──────✧❃✧──────❅• El humo se elevaba desde varios puntos de la ciudad, el fuego devorando edificios y vehículos abandonados. El olor a carne quemada y podredumbre impregnaba el aire, un hedor tan fuerte que incluso yo, con mi resistencia, lo encontraba desagradable. Cargaba a Alicia en mis brazos mientras caminaba por las calles infestadas de muertos vivientes. Su respiración era estable, pero seguía inconsciente, su pequeño cuerpo acurrucado contra mi pecho. Un grupo de zombis me bloqueó el camino. Cuatro, cinco… diez. Suspiré. “No tengo tiempo para esto.” Sin soltar a Alicia, flexioné un poco las piernas y aplasté la cabeza del primer zombi con una patada lateral. Su cráneo explotó como una fruta madura, esparciendo masa cerebral en el pavimento. Los demás avanzaron sin pensar, arrastrando sus cuerpos podridos con desesperación hambrienta. “Molestos.” Me impulsé hacia adelante, aplastando la cabeza de otro con una patada descendente mientras comenzaba a hacer otro movimiento para eliminar a otro zombi. Uno intentó morderme el brazo, pero antes de que pudiera acercarse, levanté la pierna y le clavé el talón en la mandíbula, rompiéndola en pedazos. Los últimos dos intentaron abalanzarse al mismo tiempo. Suspiré. Giré sobre mi propio eje y los decapité con un solo golpe de mi mano desnuda, usando mis uñas como si fueran cuchillas. Las cabezas volaron por el aire antes de rodar por el suelo, los cuerpos desplomándose poco después. La calle quedó en silencio. Ajusté el agarre sobre Alicia y seguí caminando. Los edificios eran trampas mortales. Demasiados lugares oscuros, demasiadas esquinas donde algo podía estar esperando para atacar. Necesitaba un refugio seguro, pero también fácil de defender. Un sonido me hizo girar la cabeza. Gruñidos. Desde un callejón cercano, un grupo más grande emergió. Al menos veinte. Más de los que valía la pena enfrentar sin una razón. Me moví rápido, corriendo con Alicia en brazos. Pateé la puerta de un pequeño supermercado cerrado. No sirve. Seguí avanzando hasta ver un pequeño garaje abandonado con la puerta metálica medio abierta. Podría funcionar. Sin detenerme, salté sobre un coche abandonado y usé el techo para impulsarme hacia adentro, aterrizando en el suelo polvoriento del garaje. Los gruñidos se hicieron más fuertes afuera. No tardarían en encontrarme. Coloqué a Alicia con cuidado en un rincón y me acerqué a la puerta de metal. No podía dejarla abierta, pero tampoco podía cerrarla por completo. "Necesito una distracción." Mis ojos recorrieron el garaje hasta que encontré lo que buscaba: un viejo tanque de gasolina y un mechero tirado cerca de una mesa de herramientas. Lo recogí, salí un momento al exterior y lancé el tanque hacia una pila de escombros cercana. Los zombis lo ignoraron al principio. Hasta que encendí el mechero y lo arrojé sobre el tanque. ¡BOOM! El fuego estalló, enviando una onda de calor y luz que iluminó la calle. Los muertos vivientes se voltearon hacia la explosión como polillas atraídas por la llama. Sonreí. "Aún funcionan los viejos trucos." Con un movimiento rápido, bajé la puerta del garaje hasta dejar solo una pequeña abertura para vigilar el exterior. Por ahora, estábamos seguros. Me giré hacia Alicia, observándola con el ceño fruncido. “Ya es hora de que despiertes, pequeña.” ❅──────✧❃✧──────❅• Después de limpiar el camino de zombis, el Humvee continuó avanzando entre las calles en ruinas. El rugido del motor era lo único que rompía el silencio de la ciudad devastada. Takashi mantenía la mirada en la carretera, mientras los demás revisaban sus armas y recuperaban el aliento tras el último enfrentamiento. Saya suspiró y miró por la ventanilla. “Espero que Senji y Alicia se den cuenta de que nos estamos moviendo a la siguiente ciudad.” Nadie respondió de inmediato, pero todos compartían el mismo pensamiento. El Humvee aceleró, dejando atrás el infierno que una vez fue una ciudad.
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