El títere

Después de llegar al hospital, todavía tuvieron que pasar algunas horas hasta que se fuera a producir el parto. Los futuros padres estaban bastante cansados de esperar. –No aguanto más, Harry. ¿Por qué tarda tanto? –Querrá hacer una salida triunfal. –dijo Harry intentando relajar a la madre mientras le cogía de la mano. Unas horas después, por fin parecía que había dilatado lo suficiente y llevaron a Hermione al paritorio, seguida de Harry, que después de haber visto tanta muerte, quería presenciar el milagro de la vida. Lo que no le dijeron es que ese milagro era bastante asqueroso. Harry no se separó de Hermione ni un momento. –Empuje. –le dijo la doctora. –Ánimo cariño, lo estás haciendo muy bien. Ya casi está aquí, le veo la cabecita. Después de un rato empujando, con una Hermione agotada y sudorosa, se escuchó un llanto. Los médicos cogieron al bebé y en cuanto lo limpiaron se lo dieron a su madre. –Felicidades papás. Es una niña preciosa. Ambos padres, felices, la miraron con gran alegría y lágrimas en los ojos de la emoción. Después se besaron celebrando la llegada de su mayor obra de arte. Después se miraron a los ojos y dijeron a la vez: –Lily. Harry no podía creer que pudiera existir tanta felicidad. Evidentemente, esa niña se convirtió en otro tesoro para Harry, al que protegería de las zarpas de cualquier chico que quisiera arrebatársela. La niña se convirtió en la debilidad de Harry. Hermione se quejaba porque la consentía mucho, pero las anécdotas familiares, son otra historia.  

Fin.