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Nadeshiko y su hija tomaban café sentadas a la mesa. Yukito también lo tomaba, pero permanecía de pie. –Ya que vamos a hacer la ceremonia en Alemania, ¿por qué no damos regalos de porcelana Schönwald? –propuso Sakura con unos papeles en la mesa, donde venían diferentes regalos para los invitados. –Esto también es bonito. –dijo señalando una de las fotos. –¿Qué mosca te ha picado? ¿Por qué muestras tanto interés de repente? –preguntó Nadeshiko. –Oh, el baño está listo. –dijo Nadeshiko al escuchar una musiquita que indicaba que el agua del ofuro estaba lo suficientemente caliente. La mujer se levantó y fue a bañarse. –Yukito, ¿cuál te gusta? –preguntó Sakura. Yukito se sentó donde previamente había estado sentada Nadeshiko. –Oye, ¿no te estás obligando con todo esto? –preguntó Yukito. –Da la sensación de que estás apresurando las cosas. Como si supieras que si te paras a pensar, estarías pendiente de otra cosa. Así no verás tus verdaderos sentimientos y dudarías. –Sakura se quedó callada. –Estaba suponiendo pero veo que he dado en el clavo. –Lo siento. –se disculpó Sakura. –Proyectaste tu voz por primera vez el otro día, después de comprar el anillo. –Nadeshiko, intrigada por el reciente interés de su hija por los preparativos de la boda, había decidido escuchar detrás de la puerta. Sakura asintió con la cabeza ante lo que dijo Yukito. –Esa voz: “Shaoran”. No era una voz de alguien que llamaba a un antiguo novio, sino una voz de alguien que todavía ama. ¿Sabes? He trabajado con la música clásica toda mi vida, así que mi oído es muy sensible y puede detectar esas cosas. No tienes que precipitarte. ¿Por qué no piensas lo de nuestro matrimonio? Sakura, ¿quieres casarte conmigo por tu madre? –Te lo tomas todo con mucha calma. Incluso con lo que te atañe. –dijo Sakura. –Sólo finjo estar tranquilo. –dijo Yukito –Por favor, entiende eso al menos. –Yukito se levantó y salió de la sala. Allí se encontró con Nadeshiko, pero él siguió hasta su habitación. Definitivamente, Yukito era muy maduro e intuitivo, y de alguna forma, le había hecho ver a Nadeshiko que la felicidad de su hija, quizás no estuviera al lado del pianista. Si Yukito lo aceptaba con esa naturalidad, ella también debería aceptarlo.00000000
Sakura fue al despacho del profesor Fujitaka Amamiya para solucionar algunas cosas sobre la graduación. La castaña entregó un papel al profesor con una dirección. –Entiendo. Así que tengo que enviarte el diploma a esta dirección, ¿verdad? –dijo el profesor. Sakura asintió con la cabeza. –No te preocupes. Nos encargaremos de todo. Ojalá pudieras quedarte a la ceremonia de graduación. –Mi madre tiene que trabajar. Siento causarle tantos problemas. –dijo Sakura. –En absoluto. No es nada. –dijo Fujitaka quitándole importancia. El profesor se levantó para coger la carpeta de Sakura de una estantería para meter el papel con la dirección. Sakura tocó el hombro del profesor para llamar su atención. –¿Sí? –¿Ha pasado Shaoran el examen para entrar en la escuela de terapia ocupacional? –preguntó Sakura. –Ah, todavía no lo ha tenido. –dijo Fujitaka. –¿Te preocupa? –Un poco. –reconoció Sakura. –Deberías preguntarle tú misma. Todavía trabaja a media jornada en el centro de rehabilitación. Perdona, ha sido un poco entrometido por mi parte. Bueno, pues me haré cargo de esto. –dijo Fujitaka refiriéndose a su diploma. –Muchas gracias por su ayuda. –agradeció Sakura con una inclinación. –Señorita Kinomoto. –dijo el profesor antes de que Sakura saliera del despacho. –Todavía es un poco pronto, pero enhorabuena por su graduación. –Gracias. –dijo Sakura con una sonrisa sincera. Echaría de menos a ese profesor. Cuando Sakura salió del despacho y se dirigía hacia la salida, encontró a Meiling sentada en el hall con un libro en la mano. Parecía esperar a alguien porque se miraba el reloj. Cuando Meiling fue a guardar el libro en su bolso, vio a Sakura y se levantó. Se quedaron mirando mutuamente, como si no esperaran encontrarse. Entonces, Yue llegó en ese momento y tocó el cristal de la entrada para llamar la atención de Meiling. Se saludaron con la mano. Meiling fue hacia su novio. –Perdona, ¿puedes darme un momento para hablar con ella? –le pidió Meiling a Yue. –Claro. –accedió Yue. –Gracias. –Meiling se dirigió hasta Sakura. –Cuánto tiempo. Si tienes tiempo, ¿te apetece tomar un té? –preguntó Meiling, a lo que Sakura asintió, por lo que tanto las chicas como Yue acudieron a la cafetería cercana al campus. –¿Recuerdas el día que fuiste al apartamento de Shaoran con la camisa que olvidó en tu casa? –Sakura asintió con la cabeza. Cómo olvidar aquello. –Es cierto que estuve allí, pero no pasó nada entre nosotros. Al contrario, estuve allí con la intención de aclarar algunas cosas de nuestra ruptura. –Sakura entonces miró a Yue, ya que no sabía cómo se lo habría tomado él. –Oh, ¿yo? –preguntó Yue sonriendo y traduciendo la mirada de Sakura. –Estoy bien. Ya he oído esa historia. –Ya lo sabe, así que está bien. –continuó Meiling refiriéndose a Yue. –Aunque yo todavía seguía sintiendo algo por él en ese momento, Shaoran me rechazó claramente. –También lo sé, así que no pasa nada. –dijo Yue cuando Sakura volvió a mirarle. –Eres muy maduro. –dijo Sakura. –¿Qué ha dicho? –preguntó Yue a Meiling, ya que él no entendía la lengua de signos. –Ha dicho que eres muy maduro. –tradujo Meiling. Ambos sonrieron por el elogio de la castaña. –Sin embargo, es lamentable que causáramos un malentendido como ese. –dijo Yue. Sakura negó seria con la cabeza. –No he vuelto a verle, así que no sé nada de Shaoran. Sólo quería que supieras que ya no hay nada entre nosotros. –explicó Meiling. –Tampoco había nada entonces. –dijo refiriéndose a la noche en la que la castaña les vio. Entonces, Sakura dejó un billete para pagar la consumición y salió corriendo. –¡Sakura! –llamo Meiling, pero la castaña ya se había ido. Sakura fue a paso ligero hacia el centro de rehabilitación donde trabajaba Shaoran. Necesitaba aclarar algunas cosas. Mientras tanto, Shaoran se encontraba sentado junto a un niño de no más de seis años en silla de ruedas. Estaban trabajando la motricidad fina de sus manos con unos puzles. –Has hecho un gran trabajo. ¿Estás bien? –preguntó Shaoran. El niño asintió. Entonces sintió una mano en su hombro. Cuando se giró no esperaba ver allí a Sakura. –¿Qué? –Tengo que hablar contigo. –dijo Sakura. –Necesitamos hablar. –Shaoran dejó al niño haciendo unos ejercicios mientras salió con Sakura a una sala de espera con grandes ventanales. –¿No estabas saliendo con Meiling? –preguntó Sakura. –No. –dijo Shaoran. –Pero aquel día, cuando fui a devolverte la camisa que olvidaste en mi casa, te vi saliendo de tu apartamento con ella. –dijo Sakura. –Ya veo. Pero eso fue todo. –dijo Shaoran. –¿Entonces por qué no viniste a buscarme? –preguntó Sakura al comprobar que la versión de Shaoran coincidía con la de Meiling. –¿Qué? –preguntó Shaoran con incredulidad. –¡Lo malinterpreté, me rendí contigo y me fui a Alemania! –dijo Sakura. –¿Por qué no viniste a buscarme? –¿Perdona? ¿De qué estás hablando? ¡Fui a buscarte cuando estabas en el autobús hacia el aeropuerto! –¡No!¡Hablo del día en el que te llevé la camisa! –dijo Sakura. –¿Sabes qué? –dijo Shaoran serio. –¿Qué? –preguntó Sakura. –¡No seas irracional!¡Fuiste tú la que dijiste que habíamos terminado y que te ibas a Alemania con tu madre! –dijo Shaoran enfadado. –¡Es cierto, pero…! –dijo Sakura. –¡Eres tú la que no creía en mí! ¡Te fuiste, te echaste novio y ahora vas a casarte! –interrumpió Shaoran indignado. –¡No siempre puedo hacer las cosas de la manera que quieres, Sakura! ¡No soy un robot! ¡Ya eres adulta! ¡Tú también debes responsabilizarte de lo que dices y de las decisiones que tomas! –Eso… –empezó a decir Sakura a punto de llorar. –¿Qué? –preguntó Shaoran. –¡Lo entiendo, pero deja de hablarme así! –dijo Sakura. –¡Me hace enfadar, así que para! –entonces Sakura se dio la vuelta para irse, golpeando de paso unos folletos que habían en una mesa alta y tirándolos al suelo. Shaoran suspiró con preocupación. Cuando Sakura llegó a la entrada del hospital, encontró a Meiling en la recepción. Allí recibía algunas indicaciones del recepcionista. Cuando el hombre acabó de indicarle y levantó la mirada, vio a Sakura salir. –¡Sakura! –Si estás buscando a Shaoran, está dentro. –dijo Sakura todavía con el enfado en el cuerpo. –No, no es eso. He venido por ti. –explicó Meiling, que se dirigió allí al preocuparse por cómo se había ido Sakura de la cafetería. –¿Qué quieres? –preguntó Sakura. –Por la cara que traes, veo que os habéis peleado. –dijo Meiling. –¿Sabes? Aquel día Shaoran me dijo que te amaba. Que no podía dejar de hacerlo aunque quisiera. Pero que quizá no era él el indicado. Que no estaba seguro. No estaba seguro de si una persona como él podría hacerte feliz. Creo que tenía miedo de no poder estar siempre a tu lado para protegerte y apoyarte. Sin embargo, creo que intentaba desesperadamente ser fuerte por ti. ¿Sabes? No creo que nadie sea capaz de ser fuerte desde el principio. Así como a ti te da miedo hablar… Lo siento, perdóname. –dijo al ver la incomodidad de Sakura. –Pero así como a ti te da miedo hablar, Shaoran también está asustado. Todo el mundo tiene debilidades. Por favor, compréndelo. Sakura no dijo nada. Simplemente se marchó, mientras Meiling la seguía con la mirada sin saber si podría haber ayudado a su ex novio. Sakura abrió la puerta de su casa y se quitó las botas en el genkan. Su madre estaba sentada a la mesa con unos papeles cuando escuchó la puerta. Se levantó y fue a recibirla. –Oh, Sakura. Sobre la boda. ¿Hay alguien a quien quieras invitar además de a Tomoyo? –preguntó Nadeshiko. –Perdona. –interrumpió Sakura. –Ahora mismo detesto oír hablar de la boda. Se sentó y con mucho esfuerzo, consiguió quitarse el anillo mientras lloraba. Con la reacción de su hija, Nadeshiko recibió la señal que confirmaba sus sospechas.00000000
Shaoran se dirigía nervioso hacia la escuela profesional donde realizaría el examen de acceso para conseguir convertirse en terapeuta ocupacional. Después de varias horas de examen, se reunió con Tomoyo, Eriol y Yamazaki en el apartamento del último. El apartamento estaba lleno de cajas de mudanza. –¡Buen trabajo! –dijo Tomoyo contenta mientras brindaba con su lata de cerveza. –¡Bien! –dijeron todos a coro mientras chocaban sus latas y picaban patatas fritas y comían pizza. –¡Enhorabuena! –celebró Yamazaki. –Todavía es demasiado pronto. –dijo Shaoran, ya que acababa de terminar el examen y todavía no sabía los resultados. –Apuesto a que has aprobado. –dijo Yamazaki convencido. –Deberíamos haber invitado a Sakura también, ¿no creéis? –dijo después de darle un trago a su cerveza. Entonces se dio cuenta de lo que dijo. –Lo siento. Supongo que no sería apropiado. –Pero deberíamos haberlo hecho. –insistió Tomoyo. –¿Qué? –dijo Eriol volviendo de la cocina con más comida. –Parece que ha cancelado la boda. –dijo Tomoyo. –¿Cómo? –dijeron todos a coro. –De momento se ha pospuesto y se ha cancelado la ceremonia en Alemania. –dijo Tomoyo. Shaoran le dio un trago a su cerveza. –¿Sabes Shaoran? Tú eres el único que está realmente en el corazón de Sakura. Sakura intentó seguir con la boda sólo porque Yukito estuvo con ella durante la operación y porque quería aliviar a su madre de las preocupaciones. Pero en realidad sólo te quiere a ti. –Es demasiado tarde. –dijo Shaoran en tono grave antes de darle otro trago a su bebida. Ya durante la noche, Tomoyo se había marchado a su apartamento. Yamazaki se había quedado dormido en su cama boca abajo. Sus pies sobresalían y Shaoran aprovechó para dibujar en sus pies con un rotulador lo que parecía un pene con sus correspondientes testículos. –Shaoran. –dijo Eriol que estaba sentado en el sofá con una lata de cerveza. –¿Sí? –contestó Shaoran. –¿Volverá pronto a Alemania? –Probablemente. –contestó Shaoran. Una vez que terminó de dibujar en los pies de su amigo, volvió hacia la mesa y cogió su cerveza. –¿No puedes perdonarla? –¿Qué? –El hecho de que saliera con otro tío. El hecho de que no pudiera creer en ti. –No creo. –dijo Shaoran. –¿No puedes superar eso cuando ella es lo que más quieres en el mundo y la número uno en tu vida? –preguntó Eriol, haciendo referencia a lo que gritó en el puente.00000000
Unos días después, Shaoran volvió a la escuela profesional donde realizó el examen de acceso. Había un montón de gente mirando nerviosa si había superado el examen. Dos chicas celebraban que una de ellas lo había conseguido. Cuando Shaoran vio que su número de referencia estaba en el tablón, sonrió aliviado. –¡Sí! –celebró. El castaño se fue directo al despacho del profesor Fujitaka Amamiya para darle la buena noticia. Mientras Shaoran le contaba la buena nueva, el profesor sacaba unos pasteles del microondas, quemándose de paso. –¿De verdad? –preguntó el profesor. –No debería comer mientras me cuentas las buenas noticias. –dijo el profesor, pensando que no era cortés. –No se preocupe, adelante. –dijo Shaoran. –Me alegro mucho por ti. ¿Se lo has dicho? –preguntó Fujitaka. –¿A quién? –preguntó Shaoran. –A Sakura Kinomoto. El otro día parecía bastante preocupada por el tema. –dijo el profesor. Pero ante la mención de Sakura, a Shaoran se le fue la cara de alegría –Debe seguir por aquí. –prosiguió Fujitaka. –Estuvo aquí el otro día porque no podrá ir a la ceremonia de graduación por el trabajo de su madre. Quería que le enviara el diploma por correo. Deberías decírselo. Se alegrará mucho por ti. Shaoran decidió hacerle caso al profesor, por lo que cuando salió de allí, fue hacia la residencia Kinomoto. En la puerta del complejo de apartamentos había un camión de mudanzas. Dos trabajadores intentaban introducir un sofá cubierto con una sábana blanca en el camión. Shaoran entró al ascensor y cuando llegó al piso de Sakura, dos trabajadores más salían con otro mueble cubierto con una sábana blanca. –Sigue, sigue. Bien, gira. –indicaba uno de los trabajadores. Una vez que pasaron, Shaoran fue a entrar en la casa. Estaba empapelada para proteger las paredes. Entonces, Shaoran vio al portero y a un hombre trajeado de la inmobiliaria viendo unos papeles. –Disculpe. –dijo Shaoran. –¿Está aquí para ver a la señorita Kinomoto? –preguntó el portero, que ya había visto a Shaoran en alguna ocasión. –Sí. –dijo Shaoran. –Ya han vuelto a Alemania. –dijo el portero. –¿Qué? –Shaoran no se esperaba aquello. –¡Disculpe! –se escuchó como uno de los trabajadores de la compañía de mudanzas llamaba al portero desde la sala. –Perdone un momento. –dijo el portero a Shaoran entrando hacia la sala. La sala estaba ya bastante despejada. Tan sólo quedaba una maceta, unas cajas y el piano. –¿Qué hago con esto? –preguntó el trabajador señalando la maceta. –¿Se han dejado eso? –preguntó el portero. Shaoran, que no se había movido de la entrada, dio media vuelta y salió de la casa. Cuando salió del edificio, miró hacia el cielo, por donde un avión se alejaba surcando el cielo.00000000
Sonomi estaba tumbada en una camilla mientras Shaoran trabajaba en su rehabilitación bajo la atenta mirada de su supervisor. –Ahora levantaré la pierna. –avisó Shaoran levantándola con suavidad. –Y ahora la bajaré. –dijo haciendo lo propio. –Estoy bien. –dijo la anciana. Después de los ejercicios en la camilla, tocaba caminar. Shaoran se situó a bastantes metros de Sonomi, que tenía que ir hasta él con la ayuda de su bastón. –¡Ánimo, Sonomi. Pero no fuerce mucho! –daba instrucciones el castaño. Unos minutos después, la anciana ya estaba muy cerca del chico. –¡Lo ha conseguido! –dijo Shaoran cogiéndola. La anciana estaba bastante cansada. –¡Ha sido maravilloso! Vamos a sentarnos un poco. –Shaoran ayudó a la mujer a sentarse en la silla de ruedas. –Voy a bajarle los reposapiés. –dijo Shaoran agachándose para que la mujer pudiera apoyar los pies. –Hoy se ha esforzado mucho. –comentó Shaoran. –Oye, Shaoran. –dijo la anciana mientras él se sentaba en los pies de una camilla. –¿Cómo se llamaba eso que quieres ser? –a la anciana no le salía la profesión. –Terapeuta ocupacional. –respondió Shaoran. –Sí, desde que has entrado en la escuela profesional estoy cumpliendo mi promesa de esforzarme. –Lo cierto es que estoy pensando en irme a Alemania. –dijo Shaoran. –¿A Alemania? –preguntó la mujer con sorpresa. –Sí. Voy a ahorrar y me iré unos tres años. –¿Y por qué Alemania? –preguntó Sonomi curiosa. –Porque es donde está la persona que quiero. –dijo Shaoran. –Creo que será la única en mi vida. Va a reírse de mí por decir algo así. –No, no me reiría con eso. –negó la anciana. –Lo entiendo. Incluso una abuela como yo tiene a alguien único en su vida. –¿Quién es? –preguntó Shaoran. –El abuelo. –dijo Sonomi. –Ah, el señor que suele venir por aquí. –dijo el chico. –Así que no hay prisa, jovencito. –dijo la mujer poniéndose en marcha con la silla. –Ante lo que es verdadero, incluso dios dudará y detendrá el tiempo. –dijo la mujer mientras Shaoran se colocaba detrás para llevar la silla de ruedas. –¿De quién son esas palabras? –preguntó Shaoran. –Mías. –dijo la mujer mientras Shaoran sonreía.00000000
Unos días después, llegó el día de la ceremonia de graduación. –Graduados de la Universidad Meisei, os deseamos un futuro igual de brillante que el prestigio de esta universidad. –cuando el rector acabó de hablar, el auditorio empezó a aplaudir. –Ahora, demos la bienvenida al encargado de dar el discurso final de graduación. –dijo el encargado de presentar el acto. En esa transición, Shaoran, vestido con traje oscuro y corbata clara, se levantó y salió fuera del auditorio. No aguantaba más allí adentro ni un minuto más. No tenía fuerzas para aguantar otro eterno discurso. Ya afuera, desentumeció sus músculos estirando los brazos y la espalda hacia atrás. Después, se fue a la sala de la facultad, sacó un refresco de la máquina y se dirigió hacia la mesa donde solía reunirse la Sociedad Naranja. La sala estaba vacía. Al fin y al cabo, todo el mundo estaba en el acto de graduación. –Supongo que también es hora de decirle adiós a este sitio. –dijo Shaoran hablando solo. Se sentó en una de las sillas de la mesa y fue señalando las diferentes sillas. –Yamazaki aquí, Eriol, Tomoyo, yo, Sakura. Cuando se levantó para marcharse, le sorprendió ver el cuaderno naranja en el lugar donde solía estar siempre. Pensaba que Sakura se lo había llevado. Debía de haberlo dejado durante los días que estuvo haciendo gestiones. Fue hacia el cuaderno, lo cogió y lo abrió. Fue pasando páginas hasta encontrar algo nuevo que no hubiera leído todavía. ¡Lo hemos conseguido!¡Nos hemos graduado!¡Hurra por la Sociedad Naranja! Sakura. Shaoran volvió a pasar otra página. Todos fueron momentos contigo, Shaoran. Shaoran dejó el cuaderno abierto y salió corriendo después de haber leído todo lo que ponía. Shaoran, enhorabuena por la graduación. Shaoran llegó a la salida de la facultad. Si miro hacia atrás, el tiempo que he pasado en esta universidad, fueron momentos contigo. Sonreíste; te enfadaste; lloraste y yo estuve ahí. Shaoran fue corriendo hacia la cafetería. Por las cristaleras buscaba a Sakura, pero sólo veía a otros alumnos de cursos inferiores. Yo vivía en tu amabilidad. Ese lugar era muy agradable y aunque pueda sonar extraño, ahora siento nostalgia. No olvidaré lo que ocurrió aquí, aunque tú lo hagas, Shaoran. Al ver que Sakura no estaba en la cafetería, volvió a la facultad y corrió por los pasillos para dirigirse al aula del piano. Pero estaba vacía. Y gracias. De verdad te lo agradezco. Si no hubieras estado aquí, probablemente no habría sido capaz de seguir viviendo. No es que hubiera muerto, pero no habría sido capaz de vivir con tanta vitalidad. Cuando perdí la audición, en mi desesperación abandoné muchas cosas. Shaoran salió de allí y continuó corriendo por el campus. Y por supuesto, no podría creer que encontraría a la persona destinada a mí, a la número uno en mi vida. Pero cuando te conocí, empecé a creer en todas esas cosas otra vez. Eres alguien que no cambiaría por nadie ni por nada en el mundo. Y continuará siendo así siempre, aunque estemos separados. Llegó al aulario donde tenían muchas de las clases, y subió las escaleras. Allí sólo había alumnos de otros cursos. Por último, lo siento. Siento no haberte creído. Pensé en ello. En por qué no podía creerte. Yo era débil. Si eres débil, no puedes creer en los demás. Shaoran volvió a bajar y salió del edificio. Por eso he decidido hacerme más fuerte. Shaoran volvía corriendo hacia el edificio donde tenía lugar el acto de graduación. A partir de ahora, viviré sola y trataré de ganarme la vida. Da miedo, pero puedo ir avanzando poco a poco. Al ver que no estaba por ahí, dio la vuelta y se dirigió hacia el lugar donde encontró a Sakura por primera vez. Ya no sabía dónde más buscar. Buena suerte, Shaoran. Yo también me esforzaré. No te deseo otra cosa que felicidad. Sakura Kinomoto. Entonces, se dio cuenta que había un lugar donde no había buscado. Salió de la universidad y se fue corriendo hacia el naranjo. Allí subida, estaba Sakura intentando coger una naranja. Iba a ataviada con un vestido negro hasta las rodillas, con una raya ancha horizontal de color blanco, botas altas y una chaqueta blanca de punto. Cuando consiguió arrancar una, se bajó y se encontró a un Shaoran vestido de traje y corbata y que poco a poco recuperaba el aire de tanto correr. –¿Por qué estás aquí? –preguntó Shaoran. –Pensaba que te ibas sin ir al acto de graduación. –¿Y tú? ¿Por qué no estás allí? El acto no ha terminado todavía. –le devolvió la pregunta Sakura. –Me he cansado. –dijo Shaoran. –Yo también me he cansado y me he ido. –dijo Sakura. –Si haces cosas como esas anularán tu título. –dijo Shaoran. –¿En serio? –preguntó Sakura inocentemente. –Bromeaba. –dijo Shaoran sonriéndole. Sakura también sonrió. Dejó la naranja en el muro de donde salía la baranda. –Voy a buscar trabajo aquí. He decidido intentarlo. –dijo Sakura. –También voy a alquilar un apartamento. ¿Impresionado? –Mucho. –admitió Shaoran. –No volveré a Alemania. –dijo Sakura. –Entiendo. –“¿Entiendo?” ¿Eso es todo? –¿Por qué no empezamos de nuevo? –preguntó Shaoran. –Los dos. Una vez más. Juntos. Sakura no decía nada, volvió a coger la naranja y se la lanzó a Shaoran, que la cogió al vuelo. –Es para ti. –dijo Sakura. –Enhorabuena por la graduación. –Gracias. –dijo Shaoran sólo en lengua de signos. Entonces Sakura, que no podía reprimirse más, corrió hacia él y le abrazó. Cuando rompieron el abrazo se miraron a los ojos. –Los demás están en la graduación. –dijo Shaoran. –¿Vamos? –Sí. –dijo Sakura contenta. Shaoran extendió su mano y corriendo, se fueron juntos hacia el campus. En su primer encuentro, él le había dado una naranja como pago por escuchar su violín. Era hora de que Sakura le devolviera la naranja.0000000
–Creo que las personas que creen en otras son las que construirán el siglo XXI. –decía el orador. Tomoyo estaba aburrida del soporífero discurso. Entonces, Eriol, que se había colado entre los asientos de alguna manera, seguido de Yamazaki, le señaló a la puerta.00000000
POV de Shaoran: Aquel año descubrí una luz. Encontré un solo rayo de luz entre toda la oscuridad. A veces la luz es tenue, pero continúa brillando en mi corazón. Ella es la luz de mi vida.00000000
Yamazaki, con un traje claro, Tomoyo con un traje de falda y chaqueta color crema y Eriol, con un traje oscuro y una corbata que odiaba, salieron del auditorio con sus títulos en la mano. Tomoyo también llevaba los títulos de Sakura y Shaoran, a los que vieron venir corriendo de la mano. Shaoran también portaba la naranja en la mano. Cuando el trío vio a los castaños tomados de la mano, saltaron de alegría yendo hacia ellos abrazándose unos a otros. Shaoran cogió la cámara de fotos que llevaba Tomoyo y la puso entre las ramas de un árbol que hizo de trípode para inmortalizar el momento. Preparó el temporizador y volvió con el grupo. Todos colocaron sus manos en el centro como si fueran mosqueteros, mientras se sonreían unos a otros. –¿Preparados?–indicó Tomoyo. –¡Felicidades! –dijeron todos alzando las manos a la vez y tirando hacia arriba los tubos donde iban protegidos los diplomas. Shaoran también lanzó la naranja. Una naranja que, para ellos, había significado mucho más que una simple fruta.00000000
Llegó la hora de la despedida. Yamazaki volvía a Nagoya. Las puertas del tren se cerraban mientras casi se le saltaban las lágrimas y se despedía en lengua de signos. Los demás le decían adiós desde el andén y hacían el gesto de escribir.00000000
Yamazaki se hizo cargo de la empresa de eventos de sus padres. Además, se reencontró con Chiharu Mihara, una amiga de la primaria con la que comenzó una relación. Mientras tanto, Eriol siguió hablándole a Tomoyo a través de las fotos que realizaba desde lugares recónditos del mundo. Tomoyo se convirtió en una gran guía turística de la compañía Queen Travel. Sakura siguió trabajando como pianista en el hotel mientras buscaba un trabajo más estable. Shaoran seguía estudiando en la escuela profesional para convertirse en terapeuta ocupacional mientras seguía trabajando en el hospital a tiempo parcial, para alegría de Sonomi.00000000
Shaoran y Sakura llevaban un tiempo viviendo juntos en el apartamento de Shaoran. Lo seguirían haciendo hasta que pudieran permitirse un lugar mejor. Como cada mañana, Sakura acompañó a Shaoran a la calle. Tenía que marcharse como cualquier otro día. Mientras se ponía la chaqueta, Sakura le sujetaba la mochila. –Gracias. –dijo Shaoran cuando le devolvió la mochila. –Hasta luego. –Después de llevar unos cuantos pasos, Shaoran oyó una voz. –¿Shaoran? –Shaoran se giró porque no podía creer lo que oía. Era una voz débil y no muy fluida por no haber sido utilizada durante tanto tiempo, pero a él le pareció el sonido más maravilloso del mundo. –Que tengas un buen día. Shaoran se quedó paralizado, hasta que por fin dijo emocionado: –Ya lo he tenido.FIN