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Cuando Shaoran abrió la carta que recibió de Alemania, tan sólo encontró una hoja en blanco con un círculo dibujado. –¡¿Qué?! –preguntó Shaoran confuso. Volvió a mirar en el sobre para ver si había dejado algo dentro, pero no había nada. –¿Qué es esto?¿Un círculo?00000000
–Es un círculo, ¿no? –preguntó Tomoyo en el restaurante cercano a la universidad. Shaoran estaba enseñando a Tomoyo la carta que recibió de Sakura. –Lo opuesto a una equis. –Sí. –dijo Shaoran. –Quizá te esté diciendo que la operación ha ido bien o que se está recuperando. –dijo Tomoyo. –¿De verdad? Me alegro. –dijo Shaoran. –Espero que signifique eso. –¿Sabes? La operación salió bien. Ahora puede oír un poco mejor que antes. –le contó Tomoyo. –¿Se ha puesto en contacto contigo? –preguntó Shaoran. –Sí, por correo electrónico. –admitió Tomoyo. –¿Y qué decía? –preguntó Shaoran curioso. –Dice que ahora le resulta todo mucho más fácil. También se está acostumbrando a Alemania. –¿Habla? –preguntó Shaoran. –Parece que no ha recuperado la audición completamente, así que parece que todavía sigue utilizando la lengua de signos. –Ya veo. –dijo Shaoran, que se quedó pensativo. –¿Qué? –preguntó Tomoyo al verlo así. –¿No me ha mencionado? –preguntó Shaoran. –No. Oye, ¿quieres que le pregunte de forma casual? –se ofreció Tomoyo. –Pensé que era un tema que no debía tocar. –No, no te preocupes. –se negó Shaoran. –Siento haberte llamado. Tienes la formación pronto, ¿verdad? –Sí. Me sorprende que empiece tan pronto. Ni siquiera nos hemos graduado todavía. –reflexionó Tomoyo, que iba con la misma ropa con la que hizo la entrevista de trabajo en el hotel. –Oye, ¿no crees que estoy rara? –preguntó levantándose y haciendo referencia a su ropa. –No, te queda muy bien. –dijo Shaoran. –¿De verdad? –preguntó Tomoyo. –Sí. –Ahora que lo pienso, hace tiempo que no nos veíamos. –dijo Tomoyo sentándose de nuevo. –Sí, yo tampoco te veo por la universidad. –dijo Shaoran. –Tampoco he pasado por la sala del aulario últimamente. ¿Tú has ido? –No. –dijo Tomoyo antes de dar un sorbo en su taza. –Sakura se llevó el cuaderno naranja.00000000
Eriol fue directamente desde el aeropuerto a la sala del aulario. Pero no encontró a nadie. Se acercó a la mesa en la que solían estar siempre. En ese momento estaba vacía. Dirigió su mirada a la encimera donde solía estar el cuaderno naranja antes de dirigirse allí, pero no había nada, excepto otros cuadernos y cosas de otros clubs. De repente, aquella sala le pareció muy fría.00000000
–Puis que du preference… –decía Yamazaki en voz alta, que estudiaba francés con el ordenador en su apartamento. –Esto significa preferir una cosa sobre otra. –Entonces sonó el timbre de la puerta. –Meillour que…puis que… –Yamazaki seguía practicando mientras seguía sonando el timbre. –¡Voy! ¿Quién viene a molestarme cuando mi graduación pende de un hilo? Cuando abrió la puerta, se encontró con Yamazaki. –¡Hola! He ido a la sala pero no había nadie. ¿Puedo pasar? Tengo sed. –dijo Eriol entrando sin esperar la respuesta de Yamazaki, como si hiciera cinco minutos que se hubiera ido. –¿Cómo que tienes sed? –preguntó Yamazaki mientras el de gafas se quitaba las botas en el genkan. –¡¿Dónde has estado todo este tiempo que ni siquiera te has puesto en contacto conmigo?! –preguntó enfadado. –¿Quién eres? –preguntó Eriol. –Tomoyo –respondió Yamazaki con ironía. –No lo pareces. –No intento imitarla, pero te traslado lo que ella piensa. –Estaba en el Tíbet. –dijo Eriol mientras llenaba un vaso de agua en el fregadero. –¿Y? –Fui desde Nepal a través de Camboya. –explicó Eriol antes de beber el vaso de agua. –Por esas fechas dejaste de escribir a Tomoyo. –dijo Yamazaki. –¿Ha dicho ella algo? –preguntó el fotógrafo dejando el vaso en el fregador. –Lo cierto es que tampoco he hablado con ella últimamente. –admitió Yamazaki –¿Está enfadada? –Puede que esté saliendo con otro. –dijo Yamazaki para chincharlo con media sonrisa en la cara. –¿Por qué me dices eso cuando acabo de llegar? –¿Por casualidad has vuelto sólo para graduarte? –quiso saber Yamazaki. –Sí. Por eso he vuelto antes de la ceremonia. Antes debo hacer algunos exámenes. –respondió Eriol sentándose en el sofá y buscando algo en su mochila. –No puedo creerlo. –dijo Yamazaki con pesar. –Espera, ¿piensas quedarte aquí? –preguntó al ver que empezaba a sacar cosas de la mochila. –Sí. –respondió Eriol tranquilamente. –Ahh. ¿Me has traído algún regalo? –preguntó Yamazaki olvidándose de que su amigo había decidido quedarse en su casa. –Oh, sí, aquí tienes. –dijo Eriol entregándole una bolsa regalo. –Esto también lo venden aquí. –dijo Yamazaki decepcionado al ver una golosina.00000000
–Un círculo. Sólo un círculo. –decía Shaoran sin dejar de mirar la carta que había recibido mientras se encontraba tumbado en su cama. –Quizá tenga un mensaje oculto. Una declaración de amor: Todavía no puedo olvidarte. –cabiló Shaoran después de incorporarse. –No, imposible. Ella es la clase de persona que olvida el pasado.00000000
En Frankfurt, Sakura se agachó para acariciar a su perro, un terrier escocés gris. Su madre se lo regaló después de la operación. Le puso Kero de nombre y le cogió mucho cariño, a pesar de que en el pasado no quiso ni oír hablar de los perros, especialmente cuando le ofrecieron un perro lazarillo. –Sakura. –dijo su madre entrando en esa parte de la casa. –Ven un momento. –Sakura se dirigió con su madre al gran salón que tenían en su casa, donde había un piano de color madera. Apoyado en el sofá estaba Yukito y sentado en otro sofá, un señor sosteniendo un vestido de novia, mientras que había varios vestidos apoyados en el sofá. –¿Este,…o este? –preguntó Nadeshiko señalando diferentes vestidos. –¿Cuál te gusta más? –Me da igual. –dijo Sakura como si estuviera cansada de tantos planes de boda. –Otra vez con lo mismo. –dijo Nadeshiko con pesar. –¿Cuál prefieres tú, Yukito? –A mí también me da igual. –contestó él. –La verdad es que no entiendo de estas cosas. –Sois muy despreocupados. –se quejó Nadeshiko mientras Kero paseaba por la sala. –¿Realmente os importa casaros? –Por supuesto. –se apresuró Yukito a contestar mientras que Sakura también asentía apresurada con la cabeza. Ambos signaron lo mismo con la mano. –Entonces, tomaos en serio los preparativos para la boda. –dijo Nadeshiko mientras Yukito y Sakura se miraron con sonrisas cómplices.00000000
–Esto es de Fundamentos de Economía y esto para Psicología Social. –dijo Yamazaki entregando copias de apuntes de clases que compartían a Shaoran y Eriol. –Y esto es Sociología. –dijo entregando más apuntes. –Con esto estoy salvado. –dijo Eriol. –Muchas gracias, Yamazaki. –dijo Shaoran. Estaban los tres en la sala de la facultad como hacía tiempo que no estaban. –¿No os da la impresión de que estando aquí sentados Sakura va a entrar en cualquier momento? –preguntó Eriol mientras a Shaoran se le apagó el semblante ante la mención de la castaña. –Sí. Me preguntó cómo le irá. Imagino a la princesa casándose con un amable y apuesto alemán. –dijo Yamazaki. Fue entonces cuando se acordaron de que Shaoran estaba ahí. –Lo siento. –dijeron a coro, conscientes de que hablar de Sakura podía ser doloroso para su amigo. –No importa. Ya no tiene nada que ver conmigo. Lo he superado. –dijo Shaoran. –Esto es perfecto. –dijo Shaoran refiriéndose a los apuntes para cambiar de tema. –Sí, perfecto. –dijo Yamazaki mientras Eriol se levantaba para guardar los apuntes en su mochila, que estaba en un canapé. –¿Qué es perfecto? –dijo Tomoyo entrando en la sala. –Tomoyo, cuánto tiempo. –dijo Yamazaki. –¿Qué es perfecto? –volvió a preguntar Tomoyo. –Sólo nos estábamos intercambiando apuntes para los exámenes finales. –contestó Shaoran. –¿No deberíais tomar los apuntes vosotros mismos? –preguntó Tomoyo con un semblante que parecía enfadado. –¿Por qué os juntáis cada vez que hay época de exámenes para copiar y compartir apuntes? –preguntaba Tomoyo mirando a Eriol mientras éste se hacía el sueco mirando apuntes. –Bueno, ¿y quién está ahí? –preguntó mirando al de gafas. –Me gustaría saber quién es. –Oh, ¿quién será? –preguntó Shaoran pidiéndole ayuda a Yamazaki con la mirada. –Ehh, un fantasma. –respondió Yamazaki. –Muy buena. –dijo Shaoran. Mientras, Tomoyo se dirigió hacia Eriol. –Te he escrito una y otra vez y no he recibido ni una respuesta. –le reprochó Tomoyo. –Después de un tiempo, las cartas me venían devueltas. Llegué a pensar que habías decidido convertirte en un monje tibetano o que habías decidido casarte con un búfalo de agua. –Estoy en casa, Tomoyo. –dijo Eriol levantándose. –Bienvenido, Eriol. –dijo Tomoyo dulcemente. –¡¿Pensabas que iba a recibirte con lágrimas en los ojos?! –volvió Tomoyo a su actitud dura. Entonces Eriol la sujetó por las muñecas mientras Tomoyo intentaba soltarse. –¡Vale, vale! –dijo Shaoran parando el forcejeo. –Mira, Eriol vino a la sala pero no había nadie. Después fue a tu casa pero no estabas, así que se fue a casa de Yamazaki, ¿verdad? –Exacto. –dijo Eriol. –Podría haber llamado al móvil. –dijo Tomoyo. Ante eso, ya no pudieron defender a su amigo. Un rato después, Tomoyo y Eriol se fueron. Estaba claro que esos dos se debían una conversación. Mientras tanto, Yamazaki y Shaoran fueron hacia las máquinas de bebidas. Mientras Shaoran se abría una lata de refresco, Yamazaki echaba las monedas para sacar el suyo. –¿La has llamado tú? –preguntó Yamazaki a Shaoran. –¿Qué? –preguntó Shaoran. –A Tomoyo. –dijo Eriol. –Sí. Ya nadie viene por aquí. –dijo Shaoran volviendo a la mesa seguido de su amigo. –Así que le mandé un mensaje diciéndole que Eriol había vuelto. Pensé que le daría un poco de vergüenza volver a verla después de haber estado fuera tanto tiempo.00000000
Eriol y Tomoyo estaban asomados en uno de los balcones de la facultad. A pesar de la lluvia, no se mojaban gracias a la porchada. Desde allí se podía ver cómo los alumnos ocultados bajo sus paraguas. –Eres muy listo volviendo sólo para la graduación. –comentó Tomoyo. –Sí, supongo. –admitió él. –Así que sólo has vuelto por eso. –dijo Tomoyo. –Voy a volver. Y no es la única razón. “¿Por qué te fuiste en un momento tan importante?” –Eso es de mi carta. –dijo Tomoyo reconociendo esas palabras. –Esa pregunta la he leído tantas veces que me la he aprendido de memoria. –dijo Eriol. –¿Entonces por qué no me contestaste? –preguntó Tomoyo. –Termino en dos segundos. –dijo él, abrió su mochila y sacó un álbum. – Te hablaba a través de mi cámara. –Tomoyo abrió el álbum y vio unas bonitas fotos. Tomoyo sonrió. También incluyó fotos de monjes y búfalos de agua. –Quería enseñarte todo esto. Éstos son los lugares en los que he estado. Hubo cosas que me conmovieron. Fuera donde fuera, tomaba fotos pensando en ti. –Quizá debería perdonarte. –dijo Tomoyo. –Parece que tendré que perdonarte. –dijo como si no le quedara más remedio. –Soy tan débil con estas cosas. –dijo mientras juntaron sus frentes.00000000
Shaoran trabajaba en el hospital en la rehabilitación de la señora Sonomi, que iba caminando con la ayuda de un bastón hacia Shaoran. –Lo está haciendo muy bien, Sonomi. –animaba Shaoran. –Sólo un poco más. – Tras dos pequeños pasos, la anciana se cansó y se detuvo. –¿Está usted bien? ¿Nos sentamos? Vamos a descansar un poco y después lo volveremos a intentar desde allí. –el joven ayudó a la anciana a llegar hasta una camilla para sentarse. –Es muy agradable tener a un joven sonriente esperándote en tu destino. –dijo la señora haciendo sonrojar a Shaoran. –¿Pero qué dice? –dijo Shaoran riendo.00000000
Sakura iba paseando a Kero por las calles empedradas de Frankfurt mientras que su madre se quedó en casa revisando el vestido de novia, que estaba colgado en una percha y extendido hacia el asiento del sofá. Nadeshiko guardó los zapatos de novia en su caja. –Ya tenemos el velo. Ahora sólo falta el anillo. –le dijo a Yukito, que estaba dándole de comer al pájaro. –Sí. –contestó el pianista. –Todavía no habla. –reflexionó Nadeshiko. –La operación fue un éxito y aunque no ha recuperado la audición completamente puede oír muchas más cosas y mejor que antes. Debería hablar. Quizá tenga miedo al haber estado tanto tiempo sin usar su voz. –Puede tomárselo con calma. –dijo Yukito. –Ahora le es mucho más fácil tocar el piano o montar en bicicleta. Ha tenido miedo a montar desde el accidente que tuvo en Tokio. Se recuperará poco a poco. –dijo Yukito tras sentarse en el sillón que estaba al lado del de Nadeshiko. –Es cierto. Supongo que no hay prisa. –dijo Nadeshiko dándole la razón al chico. Nadeshiko no podía estar más encantada con su futuro yerno. Era una persona capaz de darle estabilidad a su hija, lo cual, por extensión, también le daba paz a ella. Estaba en la naturaleza de Yukito brindar sosiego, sobretodo en los momentos que más lo requería. Con la madurez de Yukito, su hija estaría bien.00000000
Unos días después de los exámenes finales, los alumnos se apelotonaban nerviosos en la facultad frente a los tablones donde estaban las listas con las notas de los exámenes finales. Eriol se acercó a mirar. –Ahí estoy. ¡Bien! He aprobado. –le dijo a sus amigos, que seguían buscando sus nombres. –Ahí estoy. Limpio. –dijo Shaoran. –¡Aquí! –dijo Yamazaki. –Takashi Yamazaki. ¡Ahh, salvado, salvado! –¿Vamos a celebrarlo? –propuso Shaoran. –¡Por supuesto! –decía Yamazaki haciendo palmas. Dicho y hecho. Los chicos fueron al restaurante que solían frecuentar y donde quedaron por primera vez con las chicas. Eriol salió un momento a hablar por teléfono. –Sí…Lo siento. Sólo un poco más. Puede que llegue un poco tarde. –Eriol volvió adentro con los brazos cruzados del frío que había pasado afuera. –De verdad, de verdad, de verdad, de verdad ¿todavía te gusta? –preguntaba Yamazaki a Shaoran poniéndole un botellín frente a la cara de Shaoran como si fuera un micrófono. Yamazaki estaba sentado en la barra con alguna copa de más mientras Shaoran estaba apoyado en la barra. –¡Me gusta! –dijo de repente Shaoran, que también parecía que llevaba unas copas de más. –¡Bien! –celebraba Yamazaki. –Eh, vosotros dos. Habéis bebido demasiado. –dijo Eriol quitándole a Eriol el botellín. –La amas, ¿a que sí? –volvió a preguntar Yamazaki, esta vez con el vaso que llevaba en la otra mano como si fuera otro micrófono. –¡La amo! –dijo Shaoran haciendo un saludo militar. –Está bien, chicos, ya es suficiente. No bebáis más. –dijo Eriol, que parecía ser que era el único al que el alcohol no le había afectado al seso. –Oh, es Eriol. ¿Dónde estabas? –preguntó Shaoran que casi perdía el equilibrio. –Has estado hablando con Tomoyo por teléfono todo el tiempo. –dijo Yamazaki que ya se había bajado de la barra. El chico arrancó en llanto. –¡Tío, no llores!¡No llores! –intentaba animar Shaoran. –Se supone que la vida es divertida. –dijo Shaoran arrastrando las palabras. –¿De verdad? –preguntó Yamazaki. –No lo sé. Pero es lo que dice la mayoría. –dijo Shaoran. –¡Así que todo irá bien! ¡Tú también tendrás éxito! –dijo Shaoran brindando con su amigo. –Vamos a casa. –dijo Eriol intentando imponer algo de cordura, aunque debía admitir que le hacía gracia ver a esos dos en estado de embriaguez en plena fase de exaltación de la amistad. –Perdone, ¿nos trae la cuenta? –¡Enseguida! –dijo una camarera, deseosa de perderlos de vista, a pesar de que eran muy guapos. –¡Vamos a otro bar! –gritó Yamazaki alzando su vaso. –¡Sí! –gritó Shaoran levantando también su vaso. –¿Habláis en serio? –preguntó Eriol. Yamazaki y Shaoran no hicieron ni caso a Eriol y acabaron en otro bar. Esta vez, Eriol también acabó siendo preso del alcohol. –Como iba diciendo, la fotografía japonesa está completamente dominada por lo comercial. –decía Eriol arrastrando las palabras sentado a la mesa con sus amigos. –¡Hay que hacer fotografías con más alma! Al contrario que antes, ahora los que parecía que estaban con los cinco sentidos eran Yamazaki y Shaoran, debido al bajón que les había dado. Se miraban el uno al otro mientras que Eriol se quejaba del panorama actual de la fotografía. –Ahora eres tú el que ha bebido demasiado. –dijo Yamazaki arrebatándole el vaso mientras se fumaba un cigarro. –¿De qué hablas? –preguntó Eriol. –¿Cómo es que ahora estás así? –preguntó señalando a Yamazaki. –Se me está pasando la borrachera. –dijo Yamazaki. –A mí también. –dijo Shaoran. –¿Estáis de broma? –preguntó Eriol. –Si no fuera por mí no habríamos llegado aquí. –dijolevantándose y poniéndose entre sus amigos. Los cogió a cada uno de un hombro. –Venga, vamos. Bebed un poco más. –animó Eriol cogiendo el vaso de Yamazaki. –Vale, vale. –accedió. Después de beberse hasta el agua de los floreros, los chicos acabaron en un puente peatonal de la ciudad. Por abajo pasaban los coches. –¡LA AMO! –gritó Shaoran al viento. –¡AMO A SAKURA KINOMOTO! ¡LA AMO MÁS QUE A NADA EN EL MUNDO!¡ES LA NÚMERO UNO EN MI VIDA! –después de haber gritado, sus amigos le aplaudían sonrientes como si hubiera cantado una canción. –¡Bien! –dijeron Yamazaki y Eriol a coro. –¿Dónde está el mar? –preguntó Shaoran. –¿Qué? –preguntaron los otros dos. –¡El mar, porras! –repitió Shaoran. –¡Esta clase de cosas hay que gritarlas al mar! –Vale, olvídate de eso. –dijo Eriol dirigiéndose a Shaoran. –¿Dónde está el mar? –seguía preguntando Shaoran. –¡¿Por qué no lo gritas hacia la luna que se refleja en el mar?! –sugirió Eriol. –¡No, no es suficiente! –decía Shaoran. –Me da envidia de que hayas encontrado a alguien de quien pienses así. –dijo Yamazaki arrastrando las palabras producto del alcohol en sangre. –¿Qué? –preguntó Shaoran sentándose en el suelo del puente. –La persona más importante para ti, la número uno en tu vida. –dijo Yamazaki haciendo referencia a lo que había gritado el castaño. –Ahh. Todavía no he vivido mi vida entera. –dijo Shaoran. –Pero siento que no voy a conocer nunca a nadie como ella. –¡Muy bien, vamos! –gritó Eriol viendo que al final esos dos se iban a deprimir. –¿Qué? –preguntó Shaoran. –¡Vamos a Alemania y pídele que se case contigo! –gritó Eriol. –¡¿Qué?! –dijo Shaoran incrédulo. –¿Una proposición de matrimonio? –preguntó Yamazaki riendo. –¿Cómo? –¡Con un anillo! ¡Vamos a comprarle un anillo! –dijo Eriol con seguridad. –¡¿Un anillo?! –preguntó Shaoran. –¡Si vas a pedírselo necesitas un anillo! –argumentó Eriol. –¡Si es lo más importante y la número uno en tu vida, entonces no tienes por qué dudar! –Espera. No tengo dinero. –dijo Shaoran. –No tengo dinero ni para un anillo ni para ir a Alemania. –En primer lugar, el anillo. –dijo Eriol empezando a caminar. –¡Cuando solucionemos lo del anillo ya pensaremos en cómo ir a Alemania!00000000
–¡Hey, despierta! –le dijo Eriol a Shaoran. –¡Yamazaki, despierta! –se dirigió esta vez hacia su otro amigo. La parte masculina de la Sociedad Naranja había acabado en el apartamento de Yamazaki después de la noche de borrachera. Incluso llevaban la misma ropa que en la noche. –¡Ohh, eres tú, Eriol! –dijo Yamazaki, que estaba tirado en el suelo. –Es pronto, ¿qué pasa? –preguntó Shaoran incorporándose del sofá en el que estaba acostado. Eriol parecía estar bastante despierto ya que ya había salido a comprar, dejando la bolsa encima de la mesa. Al verlo no daba la impresión de que hubiera estado de juerga durante buena parte de la noche. –Ahí está el desayuno. –dijo Eriol. –Gracias. –dijo Shaoran todavía bastante dormido. –En cuanto desayunemos nos vamos a Ginza. –¿A Ginza? –preguntó Shaoran, que tenía un dolor de cabeza horrible a consecuencia de todo el alcohol que había bebido la noche anterior. –¿Por qué? –preguntó Yamazaki sobándose un ojo con la mano. –El anillo. Vamos a comprarlo. –dijo Eriol tranquilamente. –Ah, el anillo que Shaoran le va a dar a Sakura. –recordó Yamazaki. –Esperad un minuto. –dijo Shaoran levantándose del sofá mientras que Eriol levantaba la estora de la ventana para que entrara luz. –Eriol, eso sólo fueron tonterías de borracho. –¡No, tienes que ir! –dijo Eriol con seguridad mientras se sentaba en el suelo, al igual que Shaoran. –¡Y tienes que comprar un anillo! Piénsalo, si consideras eso como tonterías de borracho o como bromas, entonces sólo creceremos para convertirnos en adultos. Adultos borrachos. –¿Qué quieres decir? –preguntó Shaoran mientras cogía algo de la bolsa. –¿Tú qué piensas, Yamazaki? –Entiendo lo que quiere decir. –dijo éste. –Sí, así que he sacado todos mis ahorros para que compres el anillo. –dijo Eriol buscando en su bolsillo y sacando varios billetes y poniéndolos en la mesa. –¿Hablas en serio? Increíble –preguntó Shaoran mientras Yamazaki cogía el dinero. –¿Treinta y seis mil yenes? –preguntó Yamazaki. –Sí. –dijo Eriol volviendo de traer algo de la cocina. –¿Cuánto cuesta un anillo? –preguntó Yamazaki mirando a Eriol. –Tú eres rico, así que más vale que dones mucho. –dijo Eriol dirigiéndose a Yamazaki. –No. Mis padres son ricos. Yo soy normal. –Esperad. ¿Cuánto cuesta un anillo? –preguntó Shaoran.00000000
Yukito y Sakura estaban visitando una joyería de Ginza, en Tokio. Yukito cogió un anillo y se lo puso a Sakura para probárselo. –¡Es perfecto! –dijo la dependienta. –Tienes la talla siete.00000000
Una vez desayunados los chicos fueron a Ginza. Estaban mirando anillos en una joyería. Los que veían costaban entre cuatrocientos mil y quinientos cincuenta mil yenes. –¿Tanto cuestan los anillos? –preguntó Eriol. –¿No lo sabías? ¿No eras tú el que dejabas a las chicas como si fueran bolos? –preguntó Yamazaki. –Bueno, yo las conquistaba con mi encanto. Nunca he comprado un anillo. –Gracias por esperar. –dijo la dependienta de la joyería. Al verla dirigirse hacia ellos, Shaoran cogió a sus amigos de las chaquetas y los llevó aparte. –Vámonos de aquí. –dijo Shaoran. –Espera. –dijo Eriol. –Al menos no en esta tienda. –rogó Shaoran. –Vamos a algún sitio que esté más a nuestro alcance. –sugirió Yamazaki. –Eso es. –dijo Eriol.00000000
Sakura salió de la joyería seguida de Yukito. Pero entonces, la castaña se quedó parada al ver a Shaoran, Eriol y Yamazaki salir de una joyería que estaba al cruzar la calle. Sakura quiso gritarles pero le salió una voz bajita y temblorosa. –Shaoran. –dijo Sakura. –¡Shaoran! –volvió a gritar Sakura. Esta vez, los chicos sí que la oyeron y se giraron. Ninguno podía creer lo que veían, especialmente Shaoran. Entonces, Yukito tocó a Sakura. –¿Quién es? –preguntó, usando también la lengua de signos. –Ah, ya me acuerdo. Se llama Shaoran. –dijo él mientras Sakura asentía. –Vino unas cuantas veces. Cuando Shaoran volvió a la realidad, cruzó la calle dirigiéndose a Sakura. Cuando llegó frente a ellos, Shaoran saludó a Yukito con la cabeza. –Ha pasado mucho tiempo. –dijo Shaoran hablando y en lengua de signos. –Me adelantaré para que podáis hablar. –le dijo Yukito a Sakura. Sakura quería impedir que se fuera por no ser maleducada. –No pasa nada. Yukito se fue no sin que Shaoran volviera a mostrar sus respetos agachando la cabeza. Sakura y Shaoran fueron a un café de la zona. Mientras Sakura tomaba su café, Shaoran no podría dejar de mirarla. –Así que, ¿has vuelto a Japón? –preguntó Shaoran hablando y usando la lengua de signos. –Sí, tenía que arreglar algunas cosas de la graduación. –contestó Sakura en lengua de signos. Era la primera vez que escuchaba la voz de Shaoran. Le pareció que tenía una voz muy bonita. –¿Podrás graduarte? –preguntó Shaoran. –Me han dejado sustituir exámenes por trabajos. Los envié desde Alemania. –explicó Sakura. –Entiendo. –dijo Shaoran. –También hemos decidido vender el apartamento, así que también tenemos que encargarnos de eso. –dijo Sakura. –¿Te vas a quedar en Alemania? –preguntó Shaoran. –Esa es la idea. –admitió Sakura. A Shaoran eso le entristeció. –Por cierto, me alegro de que la operación saliera bien. –dijo Shaoran. –Gracias. –dijo Sakura. –Me alegro mucho por ti. –insistió Shaoran sonriéndole. –¿Al final vas a casarte con Meiling? –preguntó Sakura. –¿Qué? –preguntó Shaoran. –Te he visto salir de la joyería. –dijo Sakura. –¿Y tú? –preguntó Shaoran al ver el anillo de Sakura y sin haber respondido, pero que se podía interpretar que sí, ya que sentía que a pesar de estar en Japón, la había perdido para siempre. –¿Vas a casarte? –Sakura asintió con la cabeza. –Entiendo. –Entonces, Shaoran recordó la carta que había recibido con el círculo. Quizás significara un anillo. O quizás, que en su vida se cerraba el círculo. Conocía a Yukito desde niña. Incluso ella intentó ponerlo celoso con aquella promesa que se hicieron de niños. Y al final, se iba a cumplir. POV de Shaoran: Cada vez que el diamante de su anillo brillaba, sentía mi corazón traspasado por agujas. Me tragué las incontables palabras que quería decirle. Traté de reprimir los abrumadores sentimientos por Sakura, quedándome en silencio. Continuará…