1- Marihuana y champán
17 de septiembre de 2025, 18:54
Advertencia: Este fanfic contiene graves alusiones al consumo de drogas, alcohol y diversas sustancias y comportamientos que personalmente NO recomiendo ni aconsejo o glorifico, es FICCIÓN y no debería tomarse como algo serio o real. También contiene escenas sexuales explícitas. Si estas temáticas no te gustan o te incomodan te recomiendo que dejes de leer, o si lo haces y no te gusta, por favor, no dejes una reseña tóxica, este relato no está hecho para hacer burla de gente con problemas de adicciones o que hayan tenido problemas con personas drogadictas. Repito que se trata de humor y ficción, gracias por leer hasta aquí.
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Oh, Lusamine, esa mujer rota por su pérdida... Su marido desapareció, y a su vez su cordura también. Empezó siendo todo un ejemplo de lo que no se debería hacer: mala madre, horrible jefa, fatal cuidadora de pokémon, pero lo peor vendría después, con esa extraña unión con el Team Skull.
Después de quedarse sola, sin esposo, sin hijos, ya que se escaparon de casa, no tenía nada que hacer con su vida, salvo perseguir ultraentes como una posesa, y la única esperanza que tenía de verlo era viajar al ultraespacio a través de un ultraumbral, pero solo podía abrirlo con ese maldito cosmog que robó su hijita Lillie, la cual despreciaba por ser desobediente y fea. Desde luego había mandado a sus propios agentes de la fundación AEther a buscarla, y a los torpes inútiles del Team Skull, y solo podía esperar a que volviera a aparecer su hija con ese bicho.
Un día estaba cansada de estar en el paraíso AEther encerrada y mirando a los mismo pokémon de siempre, quería simplemente dar un paseo en uno de sus yates por el increíble y refrescante mar de Alola, de modo que se puso su bikini y un vestido más simple, luego preparó un bolso grande de playa con algo de crema solar, ropa de recambio y poco más, y finalmente se dirigió al embarcadero sin pensárselo dos veces, completamente sola.
Estaba muy estresada y ansiosa por recuperar a Cosmog, pero hasta que no encontrara a Lillia sería imposible, así que decidió despejarse navegando por el mar y tomando el sol, y quizá parando en alguna playa para bañarse o broncearse en la arena.
Se subió a uno de los yates que tenía allí, y junto a uno de sus trabajadores, que se encargaría de conducir, salió al mar abierto sobre su yate.
En cierto momento, mientras estaba sentada en la parte trasera mirando al extenso y hermoso mar, le llegó un olor extraño que identificó enseguida: marihuana. ¿Por qué olía a hierba su yate? Eso la enfureció bastante, sabía que el olor salía de dentro de la cabina de pasajeros. No podía ser su trabajador, se había encargado de contratar a las personas más competentes y profesionales, y sabía que ninguno sería capaz de ir fumado al trabajo, pero sí que sospechaba de otro tipo de persona: los miembros del Team Skull. Estos solían vagar por las instalaciones por cualquier cosa, y no le extrañaba a Lusamine encontrar a uno de esos vagos, o a varios, fumando o drogándose en su yate... desde luego no iba a dejar pasar algo así.
La pequeña embarcación tenía dos pisos, en el de arriba del todo estaba la cabina de navegación, y en la de debajo había un espacio para descansar y hacer cualquier cosa en el trayecto. La mujer dedujo que esa persona maleducada estaría ahí, y no dudó en entrar de golpe con una cara de ira sobrehumana, mirando toda la salita, y ahí estaba el culpable: Guzma, ni más ni menos que el puñetero jefe del Team Skull, ahí como si nada, fumándose un porro enorme sentado en sus asientos de lujo, tirando las cenizas malamente en un cenicero del que se salían la mayoría. Había también alguna que otra botella y latas de refrescos y cerveza, junto a bolsas de snacks abiertos y tirados por todas partes.
El hombre al verla dio un respingo de su asiento y la miró aterrorizado, tratando torpemente de esconder el cigarro detrás de él, aunque, como era obvio, ella ya lo había visto.
—¡J-jefa...!—Exclamó Guzma, tembloroso, ante la intimidante mirada fría de la mujer rubia.
—¡¿Se puede saber qué demonios estás haciendo en mi yate?!—Le chilló muy enfadada, caminando hacia él y agarrándole del cuello de la camisa para hacer que se levantara.
—¡L-lo siento...! Pensé que nadie iba a usarlo hoy...—Se excusaba el de cabello blanco, tambaleándose un poco, evidentemente ya estaba muy colocado y no coordinaba bien sus pasos, además sus ojos estaban rojos por la droga que previamente había consumido.
—Mi yate principal está en mantenimiento, ¡y no tengo porqué darte explicaciones! ¡Simplemente no puedes estar aquí fumando! ¡Vete a tu maldito estercolero al que llamas casa!
—AGH... Es que estoy harto del clima de mierda del pueblo Po, y aquí los asientos son muy cómodos y puedo estar solo disfrutando del vaivén de las olas~
—¿Y a mí qué me cuentas? ¡Estás ensuciando mi propiedad y se va a quedar con ese olor asqueroso a porro! Por no hablar de que todo está lleno de grasa... Por Arceus, ¡eres un guarro!
Ella le zarandeaba violentamente a pesar de ser mucho más delgada y menos corpulenta que él, y cuando se cansó de gritarle le soltó y le quitó el cigarro de la mano, dejando que Guzma cayera de culo al suelo del yate.
—Au... Es muy mala conmigo, señora...—Dijo tristemente el matón, con un tono inusualmente vulnerable al que acostumbraba a oír la presidenta de la fundación AEther.—Tal vez necesite relajarse un poco de vez en cuando para olvidarse de las cosas...
—¿Qué insinúas? ¿Quieres que me fume esta cosa pestilente y acabar igual que tú? Lamentable...—Lusamine miró el cigarro de marihuana que tenía entre los dedos, tan solo el humo estaba revolviendo su estómago, y al respirarlo de cerca sin querer, tosió sin poderlo evitar.—¡Agh, que asco!
Estaba por tirarlo al suelo, aunque Guzma se acercó de rodillas, aún sin levantarse, para agarrarlo por si lo hacía.
—¡No lo tire, por favor! Los porros me cuestan bastante dinero que no tengo, no es fácil conseguir maría...—Le rogaba el jefe del Team Skull, algo frustrado.—Dele una calada al menos si quiere, pero devuélvamelo...
—Guzma... no vuelvas a fumar en mis yates o tendrás problemas.—Le amenazó la mujer, clavando sus ojos verdes en él.—Estoy demasiado estresada con lo que ha pasado como para tener que lidiar con estas tonterías tuyas. Levántate.
Él hizo caso y se levantó en silencio, agarrándose de uno de los asientos, pues aún estaba afectado por el cannabis. Lusamine volvió a mirar aquel cigarro, con cierta curiosidad... la verdad es que necesitaba relajarse urgentemente o le daría un infarto o un ataque de ansiedad, no había traído ansiolíticos consigo, y se estaba alterando bastante, quizá eso podría ayudarla.
—¿S-señora...? ¿Qué piensa hacer...?—Preguntaba con algo de reparo Guzma, mirándola.
—Puede que esté volviéndome loca, pero te voy a hacer caso y voy a probar esto.—Respondió seriamente, seguido de un suspiro y temor en el fondo. En más de cuarenta años ella no había fumado ni se había drogado con nada, únicamente tomaba champán o vino en ocasiones especiales, pero esta vez estaba hasta arriba de preocupaciones, estrés y ansiedad, por lo que vio aquello como su única salida momentáneamente. Se acercó lentamente a los labios el canutillo humeante, aunque se detuvo para mirar de reojo a Guzma.—No le digas a nadie sobre esto.
Guzma sonrió, divertido por la situación, tampoco se creía que Lusamine fuera a fumarse un porro delante de él, creía que estaba alucinando de lo drogado que estaba, sin embargo sabía que era algo real aunque fuera inaudito, así que le hizo sitio en el sillón de al lado suyo, quitando latas y bolsas de snacks fritos, y le dio dos palmadas al asiento, invitándola a sentarse.
—No diré nada, jefa, puede confiar en mí, será nuestro secretito~—Contestó entre risas absurdas el hombre de pelo blanco.
Ella se sentó a su lado, aún manteniéndose seria, y decidió darle una calada al cigarro de marihuana, aunque al no estar acostumbrada volvió a toser, llenando todo de humo a su alrededor.
—¡Mier-...! ¿Cómo se supone que se toma esto...?—Preguntó molesta, dándole el porro a Guzma de mala gana.
—Tranquila, hay que acostumbrarse, pero merece la pena, créame.—Éste volvió a fumar al tener en sus manos su preciado juguete.—¡Verá que colocón más ultrabestia le dará después!
Guzma se reía a carcajadas con sus propias bromas, cosa que sí que le hizo gracia a Lusamine también, aunque se esforzó para no mostrarlo.
—Menudo imbécil...—Dijo negando, y a partir de ahí, durante el trayecto estuvieron fumando los dos, ella se acostumbró con rapidez y fumó bastante.
Guzma comía cosas y Lusamine se negaba a comer frituras o comida basura, aunque luego cambió de opinión cuando la marihuana hizo su efecto y empezó a sentir un hambre intensa y sensaciones extrañas, ahí inconscientemente empezó a comer lo que había en las bolsas.
Ella se empezó a relajar, y empezó a sentirse más tranquila y segura hablando con Guzma. Ahora escuchaba más el oleaje y los wingull que viajaban por el cielo volando, todos los sonidos eran más intensos, los olores más fuertes, y la vista se distorsionaba. Al principio le costaba admitir que fuera buena idea, y sabía que podía no serlo, pero al final le gustó y sintió que realmente lo era.
—Te voy a dar la razón por esta vez...—Mascullaba entre leves risitas la mujer, casi habiéndose acabado el cigarrillo.—Me siento muy ligera~
—Y eso que no has fumado casi nada, ya estaba por la mitad cuando me lo quitaste.—Reía también Guzma, viendo a la mujer echada a su lado, con una postura que nunca había visto en ella: totalmente desparramada en el asiento con las piernas separadas y descalza. Siempre solía tener un pose recta y aparentemente incómoda con las piernas cruzadas, pero esta vez se relajó en todos los sentidos.—Pareces más relajada y cómoda.
—Desde luego... Siempre tengo que estar recta como una puta vela, incómoda, y con esos tacones que me rompen los pies, serán muy elegantes y caros, pero todos los días acabo hecha una mierda...
Escuchaba Guzma a la mujer atentamente, y le sorprendía bastante que hubiera empezado a hablar con tantos improperios, eso sí, le hacía mucha gracia y se reía cada vez más, escuchándola hablar.
—¡Pues te voy a regalar unas zapatillas de deporte la hostia de cómodas! ¿Qué te parece?—Guzma, que se había quitado sus zapatillas, las agarró y se las puso delante de la cara.
—¡Buah! ¡Apestan a queso de miltank!—Respondió con cara de disgusto, pero luego fue tornándose a una risa tonta y a una carcajada, dándole un manotazo a las zapatillas para que cayeran al suelo.—Yo no quiero eso, no podría ponerme algo así, ¿realmente me ves con ese tipo de calzado?
—No tengo ni idea... Lo que sí sé es que tu pelo es jodidamente raro, es como una pirámide, perturbadooorr...—Hizo un gesto raro con las manos formando olas mientras se acercaba a la cabellera dorada de la presidenta, que se apartó rápidamente al ver sus dedos llenos de restos de comida grasientos.
—¡Para...! Tardo horas en arreglármelo... El tuyo si que es raro, que pareces una planta...—La mujer le puso la mano en la cabeza al jefe del Team Skull y le revolvió el cabello, quitándole después las gafas doradas que tenía sobre este.—Y encima tienes estas gafas tan horteras...
—Eh, Lulu, devuélveme eso...
Lusamine se puso las gafas de Guzma y miró a su alrededor con ella, eran unas simples gafas de sol comunes, pero iba tan fumada que lo veía todo raro igual.
—Son feísimas, pero supongo que cumplen su función... Y no me llames Lulu, o te llamaré... Poochyena...
Los dos se quedaron mirándose el uno al otro y estallaron en risas nuevamente. Y entre las risas y las chorradas que se les ocurrían, se abrieron las puertas del camarote, haciendo que el humo de la marihuana se fuera repentinamente, y revelando al empleado de la fundación AEther que estaba llevando el barco. Este iba a avisar a su jefa de que estaban casi en la isla más cercana y le iba a preguntar qué hacer, si bajar en ella o quedar por la costa, pero al ver aquella escena se quedó tieso y no sabía qué decir, desde luego tampoco sabía que Guzma estaba ahí.
—¿S-señora...? ¿Qué hace Guzma aquí...? ¿Se encuentra usted bien...?—Preguntaba muy confundido el trabajador que vestía el típico uniforme blanco de la fundación, también intentaba no reírse al ver las pintas de la rubia, pues estaba con las gafas de Guzma puestas, las cuales le quedaban ridículamente grandes, sin zapatos, algo despeinada, con la ropa llena de migas de comida y con un trozo ya muy consumido de porro entre los dedos.
—Ah... estoy perfectamente...—Contestó intentando disimular de manera fallida, mientras apagaba lo que quedaba del cigarro en el cenicero que tenían cerca, dejándolo ahí.—He encontrado al sinvergüenza este en el yate escondido y... bueno... me ha convencido para relajarme con un porrito...
—Bueno... V-venía a preguntarle si quiere que atraquemos en Akala o que nos quedemos en el mar.
—Vamos a quedarnos un rato a flote... no conviene que la gente de la playa me vea así... Y por cierto, no digas nada de esto o te despido... o peor, ¡te criogenizo como a mis preciados pokémon...!—Lusamine miró fijamente al empleado, aunque su mueca seria poco a poco se transformó en una risa rara, miró hacia Guzma, quien también se rió.—Ah, y sácanos algo de champán anda~
—S-sí señora...—Dijo con miedo el hombre y se fue rápidamente de ahí para ir a por el champán.
—Toma ya, lo has puesto en su sitio.—Comentó Guzma, entre risas, y entonces sacó su rotomphone, en el que puso algo de música electrónica.—¿Qué te parece esto? Ya que eres tope molona ahora seguro que querrás bailar con el increíble Guzma~
—Qué música más estridente... me quiero relajar, quita eso.—Lusamine miró con cierta molestia al hombre, y se oyó de repente a un wingull chillando junto a la ventana, eso le molestó a la rubia, así que fue hasta ella y la abrió, chillando.—¡CALLA PUTA! ¡QUIERO RELAX!
Guzma estallaba en risas y cambió la música del teléfono rotom a una más tranquila y playera, dejando este en la mesita que tenían a un lado, y empezó a bailar de manera ridícula con sus manos. Aunque, mientras Lusamine estaba inclinada en la ventana, discutiendo con los pokémon voladores, le echó un buen vistazo a su culo, el cual se veía un poco por debajo de su vestido, que era uno corto de playa en vez del que llevaba siempre. Se veía la braga de su bikini negro, eso le gustó al jefe del Team Skull, y quería tocarlo, pero sabía que si lo hacía ella le tiraría por la borda.
En mitad de esta escena tan aleatoria, el empleado llegó al camarote con una botella de champán y dos copas que puso en la mesa, todo mientras pensaba que aquello era una locura que jamás pensó que presenciaría, sin embargo era mejor no decirle nada a su jefa o enfrentaría graves consecuencias, sólo podía dejar que se divirtiera.
—¡Tráenos malasadas, tengo hambre!—Gritó la mujer, aún bajo los efectos del cannabis, quitándose de la ventana y quedándose de pie para mirar al otro hombre.
—Tendré que ir a Akala a comprarlas... ¡P-pero enseguida lo hago, señora!—El trabajador se volvió a ir corriendo y Guzma se reía sin parar, no podía evitarlo, era mucho mejor fumar marihuana con Lusamine que hacerlo solo o con otro de sus esbirros.
Él se levantó de su asiento y se le acercó, totalmente atontado, poniendo su brazo sobre los hombros de la presidenta.
—Eres mucho más divertida de lo que pensaba~—Le decía como a un colega más.—Joder, ojalá más veces seas mi compi de colocones.
—No te hagas ilusiones, chico malo, es solo para relajarme un poquitito.—Le respondió algo más tranquila, sonriendo. Aunque el hombre de cabello blanco, de repente le quitó sus gafas y las volvió a poner sobre su cabeza, revelando que ahora la rubia tenía los ojos rojos también.
—Ya te haré cambiar de opinión... Y esto es mío.—Comentó con una gran sonrisa cuando tuvo su accesorio de vuelta.—¿Vamos a tomar ese champán? Quizá necesitas más relajación, presi.
—Claro, lo pedí por algo, pero solo por esta vez, ¿eh?—Lusamine fue a la mesa y agarró la botella, tratando de sacar el corcho que ya estaba a medio salir para que fuera más fácil sacarlo sin dejarlo abierto, aunque ella no era capaz por lo alterada que iba por el porro.—Creo que debería esperar a que venga el random ese y lo abra...
—Déjame que lo abro yo.—Guzma le quitó la botella de las manos de pronto.—¡Esto se hace así!
Él empezó a agitar la botella y las burbujas se hicieron mucho más abundantes, la presión pronto hizo que el corcho saliera disparado junto a un gran chorro de champán que cayó por toda la mujer, y el corcho rebotó en el techo y casi le dio en la cabeza. Lusamine gritó del susto al ocurrir esto, y su vestido quedó bastante mojado por la parte de su pecho, cosa que hizo que se marcara su bikini y sus pechos.
—¡Oye! ¡Lo has hecho a propósito! ¿Verdad?—Le cuestionó con molestia la mujer a Guzma, mientras la botella aun soltaba espuma y goteaba todo por el suelo, además el corcho había abollado el techo del yate.—Oh joder... ¡Ahora tendré que mandar a reparar este también y a limpiarlo profundamente!
—T-tranquila... yo lo limpiaré todo después, pero ahora...—Él, bastante sonrojado al fijarse en los senos marcados de la de ojos verdes, decidió apartar su mirada para servirle una copa de champán. Vertió en la copa un poco de aquel líquido dorado y se la ofreció a ella, quien la tomó con sus delicados y finos dedos y se volvió a sentar en su sitio.
—Desde luego... eres un torpe...—Masculló ella y empezó a beber de su champán rápidamente. Guzma también se sirvió champán a sí mismo y se sentó a su lado.
—Lo siento, al menos lo he abierto, ¿no?—Preguntó sonriendo como un tontito, poniéndole una mano en la pierna a la mujer. Ella solo le miró de reojo, y luego miró a la mano que la osaba tocar, aunque por algún motivo, eso la aceleró y no dijo nada al respecto.
—Sí, lo has abierto y has tirado una buena parte, el champán no es barato, al menos esta marca, es muy cara.—Explicaba Lusamine, mirándole de vuelta, viendo como él no bebía y se quedaba mirando al burbujeante líquido.—¿Pasa algo?
—Bueno... Nunca he probado el champán, como verás, no es que ande sobrado de pasta.
—Pues pruébalo, yo probé tu hierba, ahora te toca.
Guzma asintió, y sin dudar más empezó a beber, aunque no parecía agradarle mucho, pero se bebió toda la copa entera casi de una sentada, y al acabar dejó salir un sonoro eructo, al que reaccionó tapándose la boca muy rojo con la mano que tenía en la pierna de Lusamine. No se atrevió a decir nada, sin embargo, ella le miró y empezó a reírse a carcajadas, entonces Guzma dejó de estar avergonzado al ver esa reacción y se rió también con ella, aliviado.
Los dos estuvieron bebiendo por un largo rato más. El empleado de la fundación AEther llegó con las malasadas que le pidieron y les avisó de que se habían vuelto a alejar de la isla para que estuvieran tranquilos en el mar y que podían salir a la cubierta. Lusamine y Guzma salieron con su botella de champán, las copas y las malasadas, y allí ella se quitó su vestido, quedándose en bañador y siguieron bebiendo y comiendo durante toda la tarde bajo el sol radiante de Alola y la brisa marina.
Se emborracharon con la botella de champán, la cual dejaron vacía, y casi no notaron cuando la marihuana dejó de hacerles efecto, así que justo ahí a Lusamine le entraron ganas de moverse al acordarse de la música de antes. Guzma puso en su rotomphone una playlist de canciones de piratas y marineros y los dos empezaron a cantar y bailar juntos. El pobre empleado de la mujer se quedó limpiando todo el desorden que ocurrió en el camarote, y por lo menos daba gracias a que no habían hecho ahí nada más, quizá hasta le pagaban más por su silencio.
Continuará!