Marta y Fina

Sol veía pasar el paisaje nocturno de ciudades dormitorio y polígonos industriales del sur de Madrid,notaba una extraña felicidad interior,como si aquella noche fuera a encontrar la luz al final del túnel,y salir del abismo en que se encontraba desde que con trece años la bañera se tiñó de rojo. Recordó la película de anime Cinco Centímetros por segundo,y sonrío por primera vez en mucho tiempo,el chico que llega tarde a la cita,el tren acumulando retraso por la nieve. Le encantaba el anime de Studio Ghibli,y las series Yuri,de amores platónicos en colegios de chicas,tenía la mejor serie en edición de luxe,Maria-sama ga Miteru,sensibilidad extrema en los sentimientos,esta ficción,la única válvula de escape de su gris existencia. Se apeo en la estación de Valdemoro,comenzó a caminar por una pista forestal,sabía que aún le quedaba un largo trecho,pero empezó a vislumbrar lásers verdes,como auroras boreales. La rave. Como siempre se sentaría a observar desde lejos,tras un para de kilómetros llegó a una pequeña colina,cubierta de esparto,y se sentó,oyó un ruido a su espalda,y se asustó. Tranquila Sol,yo te conozco,pero tú no me conoces a mí,no te asustes cuando me veas,la recién llegada enfocó una linterna hacia su cara. -Para Sol,era como sí hubiera pasado una estrella fugaz de su pasado,piel tostada,pelo rubio,sonrisa mediterránea. ¡Ingrid has vuelto! -No soy Ingrid,he vendido para curaros las heridas a todas las que dejó tiradas,porque está enamorada de mí y yo la puedo dejar tirada en cualquier momento. Sol estaba hipnotizada,la desconocida se parecía a Ingrid hasta en la voz,pero algo en su corazón roto aquel verano,y que la empujó a la oscuridad en que penaba,le decía que no lo era. La desconocida,la beso suavemente,dulcemente en la boca. Las luces verdes a lo lejos como luciérnagas curiosas,hadas benignas ensoñación. La desconocida habló despacio muy suavemente. -He venido a salvarte de ti misma. -Me llamo Esperanza...