Capítulo III: Naufraga en la Niebla
20 de septiembre de 2025, 18:46
_ Señorita ¿Se encuentra bien? _ Su voz fue como un susurro de serpiente en medio del caos, que cortó el aire.
Parpadeas, viendo cómo se acercan unos ojos verdes que conoces muy bien. Lila Rossi. Esta aquí, tan real como el ardor en tu espalda. Su rostro era una máscara perfecta de preocupación. No puedes creerle; sabes que en la profundidad algo podrido se cuece.
Lila se giró hacia la otra chica y habló con un reproche frio _ Maggie, deberías ser más cuidadosa _ Luego se volvió hacia ti _ Lo lamentamos; ella es muy torpe _ La chica, Maggie, asintió con lágrimas en los ojos. Entonces, la atención volvió a ti _ Por favor, déjeme pagar la tintorería para limpiar su blusa. Y si hay alguna quemadura, los medicamentos o un médico, por supuesto. Es lo mínimo que podemos hacer _ Su voz suena elocuente, civilizada, pero cada palabra resonaba como un clavo contra el metal: horrible, ensordecedor, discordante. Sientes tu cabeza sangrar.
Estas paralizada. El mundo dejó de tener sentido; ahora solo existe Lila ¿Cómo? ¿Por qué? ¿No debería estar encerrada? Las preguntas giran en tu cabeza, alimentando el vacío y el dolor de cabeza que siempre amenazan con volver.
Lyra no se aparta de tu lado; abraza fuertemente tu brazo, alejándote de Lila con pequeños tirones _ No te le acerques _ Murmura, empujándote hacia los brazos de Linus e interponiendo su cuerpo como un escudo entre Lila y tú. Su voz vibra con una ferocidad inusual.
Linus te aprieta contra su pecho, resguardándote de la italiana. Tus pensamientos se clavan en Lila y su presencia. Ella no debería estar aquí; se supone que fue encarcelada. Es una criminal ¿Cómo puede estar libre?
_ Lila… _ Su nombre escapa de tus labios.
La sonrisa de Lila no desaparece, pero se congela en los bordes. Inclina la cabeza con una expresión de genuina confusión _ ¿Disculpe? ¿Nos conocemos? _
Fue un golpe directo al estómago. Sientes como el suelo cede ¿Qué si se conocieron? ¿Cómo puede preguntar eso? ¿Después de todo lo que hizo? ¿Después de todas las akumatizaciones, de las mentiras y de casi arruinarte la vida?
_ ¿Estas bromeando?... ¿Como puedes fingir después de todo lo que me hiciste pasar en el Lycee? _ Insistes con voz temblorosa, pero más firme.
_ ¿Hice que en el Lycee? Oh, cariño, yo me crié en Italia; nunca estudié aquí _
¿Qué dijo? ¡No puede ser! La recuerdas bien. Todo lo que viviste, lo que le hizo a Paris. Miras a tu alrededor, pero nadie más parece consternado. Solo Linus, con el rostro pálido; no ves a Evren, y Lyra te da la espalda.
Es imposible que todo lo que recuerdas nunca haya ocurrido. No puedes haber perdido la cordura ¿Estas alucinando? ¿Acaso tu mente esta tan frágil, que inventas enemigos? El dolor se intensifica; te retuerces entre los brazos de Linus.
_ No digas estupideces _ Grita Lyra _ ¡Una mentira como esa no te va a funcionar! Sabemos quién eres: La ayudante de Monarca, una mujer mitómana y psicópata ¡Lila Rossi! _
Sus palabras son un bálsamo: al menos no estas delirando. Sin embargo, nadie en la cafetería apoya lo que dice tu aprendiz; es más, ni siquiera parecen entenderla.
_ ¡Marinette! Controla a tu aprendiz _ Una voz conocida resuena entre la multitud que ahora los rodea.
Al voltear, ves a Alya acercarse. Sus ojos, antes llenos de calidez, ahora te miran con una exasperación fría. Los hombros de Lyra se tensan.
_ ¡Alya! ¡Qué bueno que estas aquí! No entiendo que está pasando _ Dice Lyra, con voz teñida de esperanza, como si la llegada de tu amiga fuera la salvación.
_ ¡Deja de fingir, Lyra! ¡Marinette, discúlpate con Lila ahora! _ Ordeno Alya.
Lila sonríe con tristeza _ No te preocupes, Alya. Seguro solo están confundidos _ Lo dice con una suavidad angelical, casi dulce.
_ Alya, no entiendo. Ella es Lila, la mentirosa, la aliada de Monarca _ Intentas persuadirla.
_ ¿De qué carajos estás hablando? ¡Lila llego hace unos meses a París! ¡No se conocen! ¡Si alguien está inventando cosas, eres tú! _ Alya grita, visiblemente histérica _ No puedes andar por la vida difamando a la gente, llamándola terroristas _
_ No es difamación. Es la verdad ¿¡Por qué no me crees!? ¿Acaso no recuerdas? _
_ Solo creo en lo que veo, y la evidencia te muestra a tu aprendiz y a ti acusando falsamente a alguien con quien no tienes relación alguna _ Ya no parece tu amiga; es como si fuera otra persona _ Y yo que pensaba en presentarlas _
_ ¡No! Ella… _ El pánico se apodera de ti; no quieres que te acerquen a Lila.
_ ¿Ella que, Marinette? Es una compañera de trabajo a la que atacaron _ Dice, señalándote a ti y a Lyra. Sus ojos brillan con decepción.
La cabeza te daba vueltas. El dolor en la sien es insoportable. Alya no te cree. Te ha traicionado. La persona en quien más confiabas te ha dado la espalda. Te desorientas; no sabes hacia dónde mirar ni qué camino tomar.
_ Lo lamento. Todo es mi culpa _ Dice la chica que derramo el café, anclándote de nuevo a la realidad _ Señorita, si esta enojada conmigo no tiene por qué desquitarse con Lila _
¿Qué?
Un murmullo colectivo surge a tu alrededor. La gente habla; algunos alzan sus teléfonos. El personal de la cafetería se mantiene al margen ¿No deberían estar interviniendo?
_ Maggie, no te disculpes. Solo es un malentendido _ Lila la toma del hombro, sus palabras sedosas como terciopelo.
_ ¿Y bien? _ Inquiere Alya, con la ceja alzada y los brazos cruzados _ ¿Vas a dar la cara o planeas seguir escondiéndote detrás de tu aprendiz y en los brazos de un hombre? _
Ella tiene razón. Debes hablar. Defenderte. La situación se ha salido de control por una simple taza de café, pero da igual lo que digas: todo será distorsionado.
_ Estas muy ansiosa _ Suena la voz cantarina de Evren. En ese instante, se levanta de la mesa, cámara en mano. Se coloca junto a Lyra y la aparta suavemente hacia atrás por el hombro _ Ya que pides que demos la cara… ¿Por qué tantas ganas de ver sangre? ¿Mmmm? _
No te miraba a ti, sino a Lila y a Alya. El tono aún conserva su cadencia cantarina, pero la sonrisa juguetona se había esfumado de su rostro, reemplazada por una frialdad perturbadora. Dio un paso, acercándose a las dos mujeres. Luego otro. Y justo cuando alzaba el pie para dar el tercero, una voz abrupta lo detuvo.
_ ¡Ya es suficiente! _ Un hombre con voz firme y demandante se abrió paso entre los presentes. Era el gerente de la panadería, y se acercó con un aire entre exasperado y desesperado _ Por favor, dejen de hacer alboroto. El resto de nuestros clientes quieren disfrutar de su comida en paz _
Lo dijo mirándolos directamente a ustedes; a Evren, a ti, a Linus, y a Lyra. No a Lila y compañía. Su mirada era un reproche mudo, un mensaje silencioso, claro y contundente: Son ustedes el problema.
_ Pero… _ Intento protestar Lyra.
_ Nada de “peros”. O hacen lo que digo, o quedan vetados de por vida _ Sentencio el gerente. Cruzando los brazos.
_ ¡No! ¡No hace falta! Ellos…Nosotros, ya… _ No eres capaz de darle sentido a tus palabras, y como hacerlo sino sabes ni lo que estás pensando.
Martillaban tu cabeza. El mundo se desdibujaba en un torbellino de murmullos y acusaciones. Todos se habían vuelto sus enemigos, una sola voz que dice que eres la culpable, la que estaba mal, la que tiene que disculparse. La traición de Alya te dolía más que el café caliente en tu espalda ¿Qué era la realidad? ¿Eran sus recuerdos falsos? ¿O el mundo entero había sido engañado? El vacío en tu pecho se hizo más profundo, y el dolor de cabeza se volvió tan agudo que te hizo ver puntos negros.
Por el rabillo miras a Lila, una última vez. Sus labios formando una sonrisa siniestra. Sientes que ya no puedes más. Vas a desfallecer. Y al final ves una cabellera cian entre Lila y Alya. Fue un instante, un segundo, pero estas segura de que lo viste. Luka. Y todo se vuelve negro.
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Sientes el frio de la baldosa contra tu mejilla. Luego el silencio. No hay murmullos, no hay gritos. Solo el zumbido de una nevera y el olor al café y pan. Abres los ojos. Lo primero que ves es la cafetería, desolada. No hay nadie, ni Linus, Evren o Lyra. Las sillas estaban vacías, las mesas limpias. Las tazas de café y los platos de pan dulce se encuentran acomodados en la barra, y no había rastro del caos de hace unos momentos.
Te incorporas, sintiendo el ardor en tu espalda. Te tocas la piel, no hay café. Confundida caminas, intentando buscar a alguien. Pero solo había vacío y silencio. Te dio escalofríos.
Te acercas a la barra, buscando al personal de la cafetería. Nada.
¿Qué debías hacer? ¿Qué era esto?
Escuchas un chirrido, un sonido que te hizo voltear. La puerta se abre, una luz emerge de la entrada, tan deslumbrante que te segó. Retrocedes, te cubres el rostro, tu espalda choca contra algo sólido, una silla. Un sonido seco retumba, no fue la silla caerse, fue como si el mármol o la cerámica fueran golpeados, seguido del crujido del cristal romperse que te helo la sangre.
Asustada miras detrás de ti, parpadeas para despejar las manchas de color de tus ojos. Todo estaba en su lugar, la silla no se había movido, los estantes, utensilios, tazas y platos seguían acomodados.
Un escalofrió de incredulidad te recorre la espina dorsal. Entonces lo escuchas: Un sollozo. Un sonido que te hizo girar notando una escena a la que no dabas crédito.
_ ¿Por qué nos haces esto? _ Gemía una voz que solía hablarte en susurros divertidos y cumplidos, y ahora destrozada por el dolor.
Tu corazón se aceleró de golpe. El mundo que conoces se desvanece. El olor del café y pan recién horneado se mezcla con el aroma agrio del jugo de frutas derramados y el olor de la sangre.
En el centro de ese caos se encuentra Adrien, arrodillado en un charco carmesí de frutas y sangre. No era el Adrien seguro y sonriente de siempre, sino uno destrozado. Su cuerpo, encorvado por el peso de la angustia y sacudido por cada sollozo. Lagrimas incontrolables surcaban por sus mejillas, cayendo sobre los restos de la jarra de vidrio hecha añicos. Era la imagen vivida del desespero.
Y a su lado, de pie, temblando como una hoja en una tormenta, estabas tu. Una versión más joven, con el cabello recogido en dos coletas desaliñadas, y los ojos inmersos en el dolor que parecía consumirla desde adentro. Su pecho se elevaba en jadeos cortos y silenciosos. Sus manos apretadas a sus lados, blancas de la fuerza.
_ No tengo opción. Es la mejor decisión _ Dijo tu yo más joven, con voz temblorosa. Fue un susurro frágil que se quebraba bajo la presión de cada palabra. Sonaba a un mantra, como si se lo repitiera a sí misma para no desmoronarse. Adrien niega violentamente con la cabeza, apretando sus labios _ Solo quiero que todos estén a salvo. No quiero verte sufrir mas _
Esas palabras te llenaron de profunda tristeza. La joven Marinette se movió, como en autómata, se arrodillo frente a él, su pantalón tiñéndose de rojo. Extendió sus manos temblorosas, tratando de consolarlo, pero Adrien grito, las manos de tu versión joven retrocedieron como si fuera fuego. Su grito te sacudió el alma.
_ ¡No! ¡No tiene por qué ser así! Podemos ser felices. No siempre debemos hacer lo correcto. Marinette, por favor… _ Su voz se suavizo, convertida en una súplica desesperada. Miro directamente a tu versión joven, y en sus ojos verdes, usualmente llenos de luz, había una oscuridad desoladora. Trato de esbozar una sonrisa, pero no pudo, quedo como un intento, él estaba roto. Su gesto fue tan tortuoso, que te partía el alma _ Huyamos juntos. Olvidemos todo. Solo tú y yo _
Viste a tu yo joven estremecerse al escuchar esas palabras, su respiración se cortaba. Lo dijo con una ternura que contrastaba con la brutalidad a su alrededor, ella puso sus manos sobre las ensangrentadas de él. Las levanto con cuidado, alejándolas de los fragmentos de vidrio en el piso. Cada movimiento era lento, prologado.
Las manos de Adrien eran como un reflejo de su alma, cortes profundos y superficiales que sangraban, como si sellaran el final de su dolor, pero el costo era una vida con cicatrices, un inicio tortuoso, marcado por un recuerdo acido.
_ Lo siento _ Esas dos palabras sonaban a final.
La joven Marinette lo abrazo. Él se quedó rígido al principio, como si el contacto fuera una cláusula de lo que fueron. Pero entonces un temblor más violento lo ataco, y sus lágrimas, que parecían haberse agotado, brotaron de nuevo, más espesas y abundantes, empapando el hombro de tu versión joven. Sus sollozos ya no eran silenciosos, sino sonidos guturales, que surgían desde lo más profundo de su ser.
Su corazón se hizo trizas.
El la abrazo de vuelta, con las manos destrozadas y sangrantes. Se aferro a ella, como si fuera un salvavidas en medio de un mar tormentoso. La sangre en su palma broto con mayor fuerza manchando su chaqueta de cuero gris con dos huellas carmesí, brutales y posesivas. No sabes cómo, pero estas segura de que fueron marcas de su amor, de su dolor y de su protestas.
_ No quiero que me olvides _ Dijo entre sollozos que casi le costaba respirara. Su voz era la de un niño aterrado.
_ No lo haré _ Murmuro tu yo joven contra su cuello, su voz ahogada.
_ Lo harás _ La corrigió _ Me olvidarás. Al verdadero Adrien. No al modelo, no al hijo de Gabriel Agreste... A mí. No vas a recordar todo lo que vivimos juntos. Las risas, los miedos, la forma en la que me mirabas… No quiero que esto termine… No ahora…finalmente se quién eres… _ Hizo una pausa, jadeando _ No quiero que tú también me dejes, por favor, no me abandones… _ Su última frase salió como si fuera su último suspiro _ Marinette, te amo _
Esas palabras te golpearon con la fuerza de un huracán. No puedes ver el rostro de tu joven yo, pero sabes cuál es su expresión ahora. El temblor incontrolable de su barbilla, la lucha feroz en su garganta por tragar el nudo de sus emociones, sus ojos, que hasta ahora se habían contenido de derramar una sola lagrima, derramaron gotas saladas. Sientes el peso de la palabra “te amo” aplastar tus emociones.
Sus palabras querían salir. Tomo un respiro. Con decisión y también en un acto de puro instinto, dijo lo que ya no podía contener, tu yo joven susurro una respuesta, que fue un consuelo para su corazón, una sentencia, y la mitad de una verdad que no podrá ser _ Te quiero _
Fue un susurro, un aliento, cargado de sentimiento. No era un “te amo”, sino una confesión de lo inevitable. Era un “te quiero” que significa “adiós”.
La escena se desvaneció, el sonido de los sollozos de Adrien y el silencio de tu yo más joven desapareció, pero no el sentimiento de desasosiego en tu alma.
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Después del incidente en la panadería, la vida continua, pero no para ti. Tu mente estaba en ese ¿Recuerdo? La escena en la que Adrien y tu yo del pasado se despedían quedo grabado a fuego en tu subconsciente. No lo recuerdas. No sabes en que creer ahora. No te crees capaz de olvidar algo como eso. Pero desde entonces el sentimiento desolador no te ha abandonado. Tu cuerpo no te miente, pero tu mente sí. Sin embargo, no sabes porque esa memoria tan vivida y dolorosa se siente tan ajena. Y te niegas a aceptarlo, porque es un recuerdo que no puedes recordar ¿Hasta cuándo lo harás?
Tú vida se convirtió en un borrón. Estas físicamente presente, pero tu mente, en el limbo. Nadie puede ayudarte, solo tú sabes lo que viste estando inconsciente. No le contaras a los demás. No quieres. Sientes que ese es un recuerdo que no debes compartir. Estas atrapada en un pasado que no recuerdas y un futuro que no te importa. Tu mente es un caos. Tu vida está vacía. Tu entorno es un desastre.
¿Cómo continuas? Tu éxito no sabes cómo lo lograste. La gente te veía como un símbolo de inspiración, pero en tu interior te sientes un fraude ¿De verdad se puede vivir sin vivir? La pregunta resuena en tu cabeza una y otra vez. Aun así, nada tiene sentido, no desde que volviste a esta ciudad. La idea de tomar un vuelo a New York y no volver nunca más te resulta cada vez más atractiva… Lástima que no se pueda huir de algo que llevas dentro de ti.
TOC TOC TOC
La puerta de tu habitación es tocada _ Joven Marinette, la señorita Chloe pregunta hasta cuando piensa quedarse encerrada en su habitación. Y exige que vaya a su encuentro en el spa _ Jean, el mayordomo de Chloe habla detrás de la puerta.
Eso te recuerda que ya no estas en la casa de tus padres. Después que te desmayaste, Lyra y los chicos te llevaron al hotel del papá de Chloe, que era el lugar más cercano. Te habías despertado abrumada y llorando. Todos se preocuparon. Lyra te abrazo llorando, no fue la primera vez que te veía desfallecer, pero al parecer, si una de las más traumáticas. Te disculpaste con ella, también con Linus y Evren, la vergüenza tiño tus mejillas, no les diste la mejor impresión en el primer día de trabajo.
Chloe no te permitió irte, de ser necesario te amarraría a la cama. Se encargó de mandar a recoger tus cosas, de que las acomodaran y te dio una habitación en el mismo piso que ella. Sin embargo, no quisiste salir. Chloe te venía a ver todos los días, hablaba contigo, la escuchabas e intercambian opiniones, pero sencillamente no te sentías en la capacidad de salir de tu nueva habitación.
Ayer te amenazo con que tenían que ir hoy al spa y si no llegabas publicaría todas las fotos que Evren te tomo. Que deben de ser muchas, nunca soltó su cámara. Puede que parezca un castigo suave, pero nunca te ha gustado que publiquen una foto tuya sin tu consentimiento. Y Chloe tiene muchos seguidores.
Ya era de tarde. No quieres pensar cuanto tiempo tiene Chloe esperándote, solo te arreglaras un poco y listo. Después de todo el estrés que pasaste estos días, te mereces un cuidadito.
Antes de salir, te acuerdas de algo. Tu teléfono. Como querías aislarte del mundo decidiste guardarlo en un cajón. En todos estos días no lo viste ni una vez. De seguro esta descargado… Y si, está muerto.
Sales de tu habitación, luego de poner a cargar tu teléfono. Caminando por los pasillos piensas en lo extraño que Félix no te haya contactado, que tu teléfono este sin batería no es un impedimento. Lo crees perfectamente capaz de tumbar las puertas y la seguridad del Le Grand Paris.
Imaginas a Félix y a Chloe pelearse, cada uno diciendo las razones por las que es más importante que estés a su lado… ambos tienen un problema con acapararte toda para ellos mismos. Te ríes, tu risa sonó como un eco en el ascensor. Sería la guerra de los oxigenados.
Al entrar al spa, respiraste hondo. El aire está impregnado del olor a lavanda y eucalipto, una calma artificial que contrastaba con el caos de tu mente. Chloe te esperaba, sentada en una silla, con una mascarilla verde en el rostro y su cabello recogido en una toalla. Sus ojos fijos en su teléfono, te ignoro por un momento, te quedaste en tu lugar esperando a que te viera.
Finalmente, Chloe levanto la mirada, sus ojos que estaban ocultos por la mascarilla, parecían arder. Con grandes zancadas se acercó a ti. Se detuvo justo en frente, con un brazo apoyado sobre el otro, con aire arrogante _ Tardaste _ Te recrimino _ Mira cómo están mis manos. Están arrugadas como una pasa _ Rueda los ojos exasperada _ Ni una abuelita tiene los dedos así _
A pesar de su tono, sabes que en realidad no está enojada. Su forma de comportarse exasperada, es su manera de mostrar su preocupación y afecto. Con exigencias y quejas. Tras la exasperación inicial escudriña tu rostro. Hace una mueca _ Ay, te ves horrible, Marinette. Si este fuera el rostro que quieres dar, ni siquiera me molestaría en sacarte de esa cueva _ Las palabras de Chloe te hicieron sentir un nudo en el estómago.
Te guía a una camilla contigua a la suya donde este todo preparado: Una bata limpia, toallas calientes y una suave luz ambiental. El ambiente del spa era húmedo, agradable.
_ ¿Bueno? ¿Te vas a quedar parada como un poste o me vas a contar que demonios paso? Y no me digas que nada, te di varios días para que descansaras, y Jean tuvo que cargarte inconsciente hasta la suite como si fueras la heroína de una mala telenovela. _ Su tono no era cruel. Pero crees que fue demás la explicación.
_ No sé ni por dónde empezar _ Te dejas caer en la camilla.
_ Por el principio _ Contesto Chloe, tomando asiento y dándole indicaciones a los esteticistas _ Y no me dejes fuera ni un detalle. En especial si se trata de esa serpiente rastrera de Rossi _
Mientras las expertas manos trabajan en tu espalda, las palabras salen solas, fuiste vencida por el agotamiento y la absurda normalidad de la situación. Le hablas sobre todo el incidente en la panadería, aunque ya debe de saberlo, como te sentiste, lo que pensabas, le dices que viste a Luka. Le confiesas el vacío, la niebla y la sensación de ser un fraude. Pero te guardas el “recuerdo” para ti. Chloe escucha todo, extrañamente callada, pero seria, interrumpiendo solo para decir una palabra despreciable de su repertorio dirigida hacia Lila, pero nunca a ti.
Al final, cuando terminas, hay un largo silencio. Chloe se quita la mascarilla y te mira directamente, con una rara expresión que casi es… empática.
_ Mira, Dupain Cheng _ Su voz a perdido todo su filo dramático _ Eres una idiota monumental por guardarte esto, pero supongo que hasta los idiotas monumentales se merecen un día de spa _ Hace una pausa, buscando las palabras _ Lo de Rossi… bueno, eso es una declaración de guerra. Y a mí no me declaran la guerra en mi ciudad _ Sus ojos brillaron con un fuego familiar, pero esta vez no es egoísta, es protector _ Ahora nos encargaremos de desaparecer esas arrugas, son una ofensa para la estética y la belleza. Mañana… Mañana pensaremos en un modo de hacer que Rossi se arrepienta _
Por primera vez desde que llegaste sientes el peso irse.
_ Chloe _ Una voz, varonil y gruesa, se escucha detrás de la figura de la rubia _ Te necesitan en resección _ Chloe gira en su sitio, casi ves cómo sus cabellos se erizan.
_ ¡Es que no pueden hacer algo sin mi ayuda! _ Le dice farfullando a su guardaespaldas.
_ El hotel es tu responsabilidad mientras el señor André no esté en la ciudad _ Su voz sale monótona, como la de un robot _ Además, eres la mejor. Todos necesitan de una Chloe en su vida _ Sus palabras se suavizan, regalándole una casta y cálida sonrisa.
Chloe se sonroja, su cuerpo moviéndose ansiosamente en su sitio _ Bueno, lo que dices es verdad _ Chloe se encuentra con la cabeza cacha y sus manos a un lado de sus mejillas, seguramente haciéndole ojitos. En un instante pasa de la vergüenza a la seriedad, con un chasquido de manos _ Emil, nos vamos _ Le dice al hombre_ Dupain Cheng, te veo más tarde en tu habitación _ Y se va pavoneando sus caderas.
Ay, Chloe, ese hombre te tiene segada. Y se aprovecha de ello.Piensas.
Ambos desaparecen por la puerta. Te pareció un poco extraño que Chloe no preguntará que, hacia Lila en libertad, pero ella tendrá sus razones. Disfrutas del trato del esteticista, tu cuerpo se relaja y deja ir la tensión de los últimos días. Te dejas llevar por la dominante sensación de tranquilidad que recorre tu ser, puede que te durmieras una o dos veces durante el proceso. Cuando terminas, ya la noche ha caído en las calles. Estiras el cuerpo. Sabes que Chloe te dijo que te visitaría más tarde, pero sientes que no puedes privar de una siesta a tu cuerpo.
Llegas bostezando. No enciendes la luz, vas directo a tu cuarto. Todavía estas con la bata puesta ¿Era del spa? ¿Podías llevártela? Ahora no importa. Te lanzas a tu mullida cama, un suspiro escapando de tus labios. Si, este era el descanso que te merecías.
Estas en el limbo, sientes que en cualquier momento caerás rendida por el sueño. Una molesta luz proviene de un rincón de tu habitación. Luego otra vez y otra. Te giras, dándole la espalda, no piensas verla. Y entonces la canción Hero de Nickelback comenzó a sonar.
I am so high, I can hear heaven
(Estoy tan arriba que puedo escuchar el cielo)
I am so high, I can hear heaven
(Estoy tan arriba que puedo escuchar el cielo)
Whoa, but heaven, no, heaven don't hear me
(Pero el cielo, no, el cielo no me escucha)
And they say that a hero could save us
(Y ellos dicen que un héroe podría salvarnos)
I'm not gonna stand here and wait
(Y no me quedare esperando aquí)
I'll hold on to the wings of the eagles
(Me aferrare a las alas de las águilas)
Watch as we all fly away
(Mira como todos volamos lejos)
Su letra y ritmo era como un rayo, un propósito. No entiendes porque, sientes que esta canción fue escrita para ti. Tu cuerpo despierta del letargo en el que estaba cayendo. Sentada en tu cama, continúas escuchando.
Someone told me
(Alguien me dijo)
Love would all save us
(Que el amor nos salvaría a todos)
But, how can that be
(Pero como podría ser así)
Look what love gave us
(Mira lo que el amor nos dio)
Te ríes, con amargura, siempre lo pensaste durante tu adolescencia, que el poder del amor, la bondad y la amistad, podría salvarlos a todos. Te levantas, caminas hasta el causante de tu despertar, tu teléfono.
A world full of killing
(Un mundo lleno de muertes)
And blood spilling
(Y de sangre derramada)
That world never came
(Ese mundo nunca llego)
La sensación de vacío volvió. Te sientes desarmada y vulnerable, como si hubiera un enemigo que no puedes ver. El nombre de la persona en la brillante pantalla no concuerda con tus emociones: Marc Anciel. Tomas el teléfono contestando la llamada.
No dices nada. Miras al vacío. Del otro lado se oye una respiración entrecortada y sollozos ahogados _ ¿Marinette? _ Su voz sale ronca _ E-Estoy… en el vestíbulo… ¿Podemos vernos? _
Algo malo pasa,piensas.
Caminas a paso rápido por los pasillos, casi corriendo. Las habitaciones, el decorado y el personal se desdibujan en tu percepción. No sabes que esperar, o tal vez si. Marc no se escuchaba para nada bien. Un sentimiento de peligro te embarga. Todos tus sentidos alerta.
Las puertas del elevador se abren. Pasos rápidos, largos y firmes. Te detienes viendo el área de recepción. Te quedas viéndolo fijamente, esta de espaldas, con una sudadera, gorra y tapabocas. Su postura esta encorvada, se ve normal, pero lo que escuchaste por llamada te dice lo contrario. Caminas hacia él.
Marc se sobresalta cuando apareces repentinamente enfrente suyo, apresuradamente se levanta, arreglando su sudadera. Sus brazos fuertemente apretados a sus costados y su mirada dolida te escrudiña.
_ Se que te hice venir hasta aquí… _ Aprieta aún más sus manos, su voz es amortiguada por el tapaboca _ pero podríamos hablar en un lugar más privado _
_ Vamos a mi habitación _ Las palabras salen velozmente. No esperas su afirmativa, solo te mueves en automático, guiada por tu instinto.
Cuando están en la seguridad de tu habitación, respiras profundamente, liberando el aire que no sabes que contenías, tu frente apoyada en la puerta. Usas a la puerta como apoyo, giras, Marc se ve incomodo. Mira de un lado a otro, se voltea, sus manos se dirigen a su rostro quitándose el tapaboca, esta de espaldas y no puedes verlo, pero agacha aún más la cabeza.
_ Marc ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? _ Tu voz sale en susurros, te acercas con lentitud. Los hombros de tu amigo tiemblan, un sollozo se escucha. Llegas al frente, no te mira, tiene la cabeza cacha, las lágrimas caen sobre la alfombra _ Amigo, mírame _ Tu mano sostiene su mentón alzando gradualmente su rostro.
Te sorprendes. Sus ojos están llenos de lágrimas, gruesa y abundantes. Fluyendo como cascadas, su mirada era la de alguien que había perdido algo muy valioso. Pero lo que te había impactado fue otra cosa. Marc tiene el labio y la nariz partidos, la sangre seca manchaba su piel y su cara estaba llena de moretones.
_ ¡Marc! ¿Quién te hizo esto? _ Demandas.
El solloza un más, liberando su tristeza. Su llanto es pausado, cada tanto perdiendo la voz, pero sin dejar de sufrir. Lo abrazas, quieres saber quien le hizo eso, pero tu amigo no está en condiciones de hablar ¿Cómo pudo pasar esto? Marc nunca se mete en peleas, pero esta así, destruido. Su llanto no es de dolor físico, su alma esta destruida, tu conoces bien ese sentimiento.
Su cuerpo convulsiona por los sollozos, ya no es tan intenso, pero continua allí. Murmura algo _ Nathaniel… Nathaniel rompió conmigo _
Autora: Disfruten, deje mi alma en este capitulo y se vienen cosas mejores. Bye