ID de la obra: 1015

¿Desde cuando el león no se come al ave?

Slash
NC-17
En progreso
1
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Maxi, escritos 110 páginas, 64.056 palabras, 18 capítulos
Descripción:
Notas:
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Choque cultural

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—Alto, alto— Haul alzó la mano con una sonrisa al escuchar la explicación de Lilia— ¿Entonces hay más mundo aparte de esta isla y sus alrededores? —¡Claro que sí, jovencito pájaro! Twisted Wonderland es un lugar inmenso con muchas clases de ecosistemas, paisajes y ciudades. No se limita solo a esta isla y los lugares de dónde venimos cada uno de nosotros. El vice-líder de Diasomnia se rió un poco por el brillo de maravilla en los ojos celestes, era como enseñarle a un niño que su casa no es todo el mundo que llegará a conocer en su vida. Malleus también rió con soltura al recibir una mirada de “¡¿Si es cierto?!” de parte de Haul. —Pensé que era un mito que los Aviarios no podían salir de su territorio, no creí fuera una raza tan cerrada como decían en los libros de Especies Mágicas. —Es por nuestro pasado— Haul miró al dragón fae antes de mirar al antiguo general— Así como en algunas partes estuvieron en guerra con humanos u otras especies, nosotros tuvimos una invasión de humanos que lograron romper la muralla del cráter, después cuando estaban reparándola lo más rápido vinieron los depredadores para intentar devorarnos o tomar nuestro terreno. —¿Quiénes o qué son los depredadores para un Aviario? Lilia apoyó su mejilla sobre su mano con curiosidad nata en su hambre por conocimiento, más por uno tan nuevo en la historia de una raza completamente hermética como lo era la de Haul. Era como descubrir una nueva estrella en el cielo. —Son muchas cosas— el chico aviario alzó su mano para contar cada uno de los que había leído en los pergaminos de la biblioteca del árbol— Están a los que llamamos Carroñeros, son Aviarios también, pero ellos son más bestiales sin tantos rasgos humanos. Comen lo que encuentran, sean animales pequeños, restos de algún animal o hasta otros Aviarios. —Caníbales, en pocas palabras. —Sí, básicamente— Haul asintió a las palabras de Malleus antes de seguir— También están a los que llamamos Linenses, son bestias felinas de gran tamaño con manchas negras y pelaje verde azulado, saltan muy alto y trepan los árboles con sus garras. Dan mucho miedo si te encuentras a uno en la noche porque sus ojos brillan. —¿Exactamente más o menos cuanto es “gran tamaño” para ti? —Eh… como unos dos metros setenta, tal vez tres metros— Haul alzó la mano como si pudiera medir la altura de los Linenses para darle una idea física a Lilia— Un Aviario adulto promedio mide entre dos metros y medio o dos metros con ochenta, los bebés sanos miden cincuenta y cinco. Tanto Lilia como Malleus se miraron el uno al otro con los ojos bien abiertos, esas estaturas se escuchaban muy surrealistas teniendo como referencia a Haul ahí sentado entre los dos midiendo apenas el metro ochenta. Debía estar jugando ¿No? Era imposible. —Pero… tu no mides tan alto. —¡Ah, no, hablo en la forma normal aviaria! Claro, como humano me veo pequeño, pero en mi forma aviaria soy más alto— Haul resopló divertido observando como las caras de sorpresa se volvían más de impresión— Es por el cambio de la cintura hacia abajo, nuestras piernas son más largas por la parte mitad ave. Como si estuvieran sincronizados, los dos dijeron un “¡Aaah!” cayendo en cuenta del pequeño error de la verdadera forma de los Aviarios, por supuesto Haul no iba a estar en esa forma estando en la escuela. Sería demasiado alto y las alas le estorbarían para sentarse o caminar en los corredores, eso sin contar las aulas. Las risas siguieron sin preocupación olvidando casi por completo que los diez minutos estaban por acabarse, las clases debían seguir sin demora como solía decir el Profesor Trein en los turnos de la mañana cuando le tocaba el salón de tercero B. Para Haul ese momento era de calma, de ser él mismo con esos dos, hasta que algo a gran velocidad lo golpeó en el costado sacándole el aire de golpe. Lilia cortó su risa abriendo los ojos con preocupación. —¡Haul! ¿Estás bien? — el antiguo general se acercó al chico apoyado en un codo sobre el pasto para poder recuperar el aire con bocanadas de ahogado. —¡Oh disculpa, se me fue de la mano! A lo lejos un grupo de chicos de tercer año de Savanaclaw pedían “disculpas” entre risas, sus sonrisas se congelaron al ver a Malleus ponerse de pie con total calma agarrando el balón de Magift que impactó en el costado de Haul. Lilia no supo a quién ponerle su atención, así que se quedó ayudando al aviario a alzar la cabeza mientras miraba al príncipe oscuro que avanzaba a paso medido hacia el grupo. —¡Malleus! Con fuerza medida— Lilia sonrió cómplice al recibir una mirada de soslayo del dragón fae con esa misma intención— Sería grosero no regresar lo que le pertenece a alguien con esa misma “amabilidad” —Por supuesto que sí. En lo que Lilia le ayudaba a Haul a recuperar el aire ya entre risitas al verlo sano y salvo sin ninguna herida de gravedad, Malleus sonrió con esa suavidad aterradora para alguien tan poderoso. Sujetó el balón con ambas manos dando un giro de noventa grados para regresar a una velocidad inhumana el balón al chico, la fuerza titánica golpeó en el abdomen aventando al dueño del balón cuando menos tres metros atrás antes de caer sofocado. —La próxima vez que interrumpan una conversación no regresaré un balón como advertencia. Manteniendo esa sonrisa sombría llena de amabilidad afilada, los chicos de pie corrieron despavoridos como cucarachas a los corredores de la instalación escolar. Malleus resopló al aire girando sobre sus talones regresando a donde Haul ya estaba de pie sujetándose de Lilia, el aviario respiró profundo por última vez dándole una afirmación al antiguo general. —¿Todo bien entonces? —Sí, solo me sacaron el aire. Se sintió… demasiado aterrador, pensé que me ahogaba. —Tranquilo, tranquilo. Sé que no es la sensación más bonita, está bien. Lilia sonrió con más serenidad al ver de pie y derecho al aviario, Malleus en cambio tenía una calma demasiado silenciosa para alguien como él. Haul alzó la vista encontrándose con esos ojos de pupilas elípticas serios, la consternación se volvió afilada en los ojos del dragón fae. —¿Te ha sucedido con anterioridad estas situaciones, Akarrava? Haul solo soltó un suspiro cansado, se enderezó lo mejor posible buscando las palabras para explicar la situación actual con la que ha estado lidiando en el Dormitorio de Savanaclaw. —…Sí, es por una disputa entre el Líder y yo— Haul miró a ambos antes de darse a entender— Supongo no le gustó que otro príncipe estuviera en su Dormitorio, y como no me dejo someter por sus caprichos ni pienso darle esa satisfacción, seguro convenció a los de tercero para hacerme la vida imposible mientras este aquí en el Night Raven College. La sonrisa en los labios de Lilia se volvió una delgada línea con el ceño ligeramente fruncido, mientras el silencio en Malleus se volvió pesado, tanto que Haul casi fue capaz de ver la sombra sobre las expresiones faciales del otro. —¿Por qué no lo has reportado con algún Profesor? —Es lo que Leona quiere, demostrarle a los demás que soy una “cara bonita” para pedir que me transfieran a otro Dormitorio con alguna excusa de que “no sobreviviré” si me quedo en Savanaclaw. —Entiendo que es la terquedad de ambos por ver quién gana y demuestra su punto, pero esto es algo a lo que llamamos bullying, Haul— Lilia señaló con la mirada al costado del chico donde seguro saldría otro morete en unos minutos— Si las cosas escalan a un nivel preocupante, podrías salir herido de gravedad. No importa el orgullo aquí, importa que estés a salvo. —Puedo aguantar, he soportado cosas peores— Haul asintió a sí mismo al recordar algunas memorias de su infancia, esto es lo menos comparado a “eso”. Malleus resopló al mirar a un lado con una sonrisa formándose en sus labios, esa sonrisa era de todo menos amable, parecía casi de euforia por sus pensamientos. Con una risa profunda miró a Lilia. —Parece que Kingscholar está haciendo un berrinche como un niño malcriado, bueno, si los profesores no pueden entrar a este juego, nosotros sí podemos. —Ah, entiendo tu punto— el vice-líder siguió a esa sonrisa con un poco más de diversión sana a una tan tétrica como el Líder— Juguemos con sus reglas entonces, así como él envía a sus perros a causar destrozos, nosotros seremos los que confronten a esos perros en nombre de Haul. —¿Debería de asustarme o alegrarme? —Ambos.  

✴︎—♛—✴︎

  Las clases de la mañana habían terminado por fin, ahora solo debía regresar al Dormitorio a arreglar sus cosas y acabar algunas tareas para tener la tarde libre sin tantos problemas. Apenas cruzó el espejo hacia su Dormitorio sintió ese aire seco golpeando su cara, solo respiró rendido ya casi acostumbrándose a esa sensación de calor pesado sin causar insolación, solo sí Haul sabía cómo guardar energía. Se escabulló por los pasillos evitando la sala común por si ese león estaba ahí esperando verlo para soltarle algún comentario mordaz, apenas llegó a su habitación cerró con llave pegando sus cuadernos a su pecho. Dejó caer su peso con cuidado apoyando su espalda en la puerta, ya sentado se desfajó la camisa viendo tal cual como esperaba, tenía una mancha irregular en su piel y unas dos manchas más en los lados. —Mierda… al menos no uso camisetas cortas. Se quedó ahí tirado un rato acostándose de lado mirando al techo, las plantas imbuidas en magia arcana aviaria seguían levitando como si una corriente invisible las meciera. La idea de sentirse bajó las ramas de su habitación en el Árbol Sagrado relajó el estrés del día, cerró los ojos unos segundos.   Tenía razón cuando dijo que eso no era ni lo mínimo para sacarlo de quicio.   ¿Quicio? ¿Querían sacarlo de su centro? Solo debían llamar a su hermano Zakary y ponerlo al lado de la oreja de Haul, entonces si se sacaría de su estado zen solo para insultar a su hermano a los dos minutos de oírlo hablar. En cambio, sí era el Rey, al segundo le daría un dolor de cabeza, no podía sentirse apegado a ese vejestorio con poder. No importaba si el mismo Concejo insistía en que Haul debía comportarse como un Akarrava, él no tenía ni una sola tarea como príncipe ni un puesto dentro de la Mesa de Dialogo. Era solo un espacio ocupado ahí, sin peso real en sus palabras si daba un consejo o se quejaba de alguna decisión familiar, ni siquiera si Amara o Toris repetían sus mismas palabras para tener validez a los ojos del Rey. Si venía de Haul, él no lo quería. Zakary seguía las palabras del Rey como si hubiera nacido para copiar cada maldito gesto y modismo.   Era irritante.   —¡Oye! ¿Te dormiste? La voz de Ruggie le hizo abrir los ojos a Haul, solo se movió un poco para usar su bolígrafo mágico quitándole el seguro al picaporte, abrió la puerta quedándose tirado en el suelo. Desde el suelo miró arriba a la hiena, Ruggie se asomó un poco con sus cejas alzadas, esperando ver el rostro de Haul a la altura normal. —¿Sucede algo? Ruggie miró debajo de golpe dando un grito por la repentina imagen de una cabeza en el suelo, se alejó antes de ver bien, sus orejas se volvieron a agachar ahora por enojo. —¡Por los Siete! ¡¿Qué carajos haces en el suelo?! ¡Sentí como se me detenía el corazón cinco milisegundos! —Estaba… liberando estrés al fingir ser una planta— Haul miró al techo dejando su puerta entreabierta— Haciendo fotosíntesis sin tanto sol sino me desmayo. —¡Eres tan anormal! Ya, levántate, ocupo tu ayuda para lavar la loza sucia. Ruggie sonrió de forma mental esperando ver al príncipe aviario cerrarle la puerta en la nariz con alguna queja de no querer manchar sus manos con “comida grasienta” o algo así, su última prueba silenciosa para ponerle una vara con etiqueta a Haul. De nuevo se sorprendió la hiena al ver al aviario levantándose con un resoplo por esfuerzo, se puso de pie sin tanto problema mirando a la hiena al abrir su puerta completamente. —Vamos. Fue quedito y sin una emoción en particular más allá de haber aceptado ayudar con eso. Ruggie se cruzó de brazos haciendo una mueca de incredulidad por eso, no era la primera vez, pero aún desconfiaba de esa entrega natural a ayudar de parte de Haul. —¿No te vas a quejar? ¿Hacer un berrinche o decirme algo como “ahorita no quiero”? ¡Algo! —¿Por qué me quejaría? Me estás pidiendo ayuda, lo menos que se debe hacer es prestar la ayuda solicitada a un compañero. —… ¿Te lo enseñó tu mamá? —En parte, lo demás lo descubrí por mi cuenta. Haul dijo un bajito “Woah” sacudiendo sus manos a los lados con esa sonrisa ridícula, la hiena solo aligeró su expresión con una risa suave quitando sus brazos cruzados para ponerlos detrás de su cabeza. —Bien bien, ya me ganaste. Antes de ir cámbiate la ropa, si Leona te atrapa con esa ropa puesta le vas a dar más excusas que argumentos para defenderte. El aviario levantó una ceja mirando su ropa, abrió los labios para decir un “ah” pidiendo permiso y disculpas por cerrar la puerta de nuevo. Ruggie esperó con paciencia por primera vez sin presionar al chico en salir de su habitación, cuando vio de nuevo la cara de Haul con su uniforme de Dormitorio puesto caminó a su lado. El silencio no se sintió forzado ni incomodo como era en los primeros días de tratar con ese príncipe, Ruggie dio gracias por eso en su mente. Más cuando Haul recordó por naturalidad el tema de los entrenamientos en las tardes con los demás chicos. La charla siguió hasta llegar a la pequeña cocina del Dormitorio donde una pila de platos, vasos, cubiertos y algunas sartenes esperaban a ser lavadas. La hiena señaló la pila de platos y vasos cuando miró al aviario, su confianza en el chico se tambaleó un poco al verle el ceño fruncido a Haul, el temblor paso cuando vio que ese ceño era por confusión y no queja. —¿Qué pasó, pajarito? —¿De qué están hechos los platos? — Haul ignoró las risas de la hiena cuando el aviario tomó uno de los platos sucios más “limpios” en la pila— ¿Es metal? No, el metal no es blanco ¿De qué son? —Son de cerámica, y los vasos son de cristal, bueno en realidad son de vidrio porque la cristalería no dura aquí muchos días. —Cerámica y cristal… ¿Y cómo los vuelven a hacer? Fue el turno de Ruggie de fruncir el ceño con una sonrisa llena de diversión en su rostro, se acercó al aviario señalando el plato en las manos de Haul. —No te entiendo. Eso se lava, con agua y jabón ¿En tu casa no tienen vajillas de estas? —Usualmente es resina o corteza blanda, así cuando es el final de la comida son limpiados por agua solamente— Haul miró el plato con un poco más de atención dejándolo a un lado— Cuando acaba el día son rehechos para limar las impurezas que se les hayan hecho por el uso. Los cubiertos son de metal, pero no se lavan o el metal se oxidaría. —Qué raro y que miedo. Mira— Ruggie agarró uno de los platos listo para darle un tutorial rápido a Haul de como lavarlos— Primero vas a poner las sobras en una bolsa, la cual usaremos como composta para venderla a los chicos en la clase de Botánica Mágica, si es demasiada comida la pondrás en el bote de acá— le dio golpecitos a un topper al lado de la loza sucia— Bajo mi guardia no se va a tirar comida a lo estúpido, la guardaremos en el refrigerador para recalentarla mañana. —¿Qué es un refrigerador? La hiena detuvo su explicación mirando con sincera estupefacción al aviario, Haul mantuvo su cara inocente mirando a los ojos grises azulados del otro, Ruggie exhaló sonoro para despejar su mente. —¡Después te explico tus dudas! Ahora, después de limpiarle la comida vas a enjabonarlos con esto— la hiena agarró la esponja con burbujas "mágicas" a los ojos del aviario— Los tallas y te aseguras de ver que estén sin una sola mancha, después los vas a enjuagar. El agua corrió del grifo del fregadero con una simpleza sin igual para los ojos celestes, Haul abrió la boca de forma inconsciente al ver como se giraba la llave y el agua se paraba. Asintió varias veces cuando Ruggie extendió la esponja dándole su arma de lucha contra los platos y vasos sucios, el aviario dio su chipido de emoción manteniendo una sonrisa expectante por hacer esa tarea. Pasaron los minutos y el silencio solo era roto por el tintineo de los platos contra la zona seca, también de Haul dando leves chipidos al emocionarse de repente. Ruggie se sentía casi como en una rutina hogareña, la sensación de trabajo pesado se aligeró cuando le dio una mirada de supervisión a Haul, encontrando al chico haciendo burbujas extras con la esponja para tronarlas con su dedo. Era un niño. Uno grande lleno de inocencia por un mundo nuevo. La calma se vio rota de nueva cuenta cuando dos chicos de tercero entraron, eran parte de esos que Leona había pedido hacerle maldades al aviario, Ruggie los identifico cuando uno de ellos llegó a ponerle toppers sucios y platos con casi comida sin tocar a Haul. —¡Mira nada más! El príncipe trabajando como mendigo, toma, lava más. Dijo el segundo al dejarle hasta una olla que usó el de tercero en Alquimia, Ruggie agachó sus orejas alzando su mano señalando a los dos abusivos. —¡Oigan, par de perros, eso lo deben lavar ustedes! —Claro que no, mira que feliz está el pájaro bonito lavando y ensuciándose sus manos ¿Seguros que es un príncipe y no un sirviente? Las risotadas se alejaron dejando solos de nueva cuenta a Ruggie con Haul, le hiena insultó al aire antes de ponerse al lado del aviario con la decisión en su mirada. Leona se estaba pasando de la raya con sus secuaces brutos de tercero, necesitaba hacer que los demás vieran la verdadera naturaleza de Haul. No era solo una “cara bonita”, su actitud no era falsa, era tan real como el cielo azul. —Haul, no vayas a lavar esos platos y demás basura, lo haré yo. —… ¿Eh? El aviario parpadeó varias veces mirando a la hiena antes de ver como “mágicamente” había de repente tantos platos con mucha comida en ellos, hasta una olla con sustancias alquímicas pegadas en las orillas. Alzó las cejas en sorpresa mirando a Ruggie. —¿Cuándo apareció eso ahí? La hiena cambió de su enojo a la ironía mirando con los ojos entrecerrados al chico, señaló varias veces los platos y después al pasillo antes de bufar. —¡¿No viste a los chicos de tercero que vinieron a tirar aquí sus porquerías diciendo estupideces y media?! —No… no, la verdad no. Estaba meditando mientras lavaba los platos, es relajante lavar cosas de esta forma, hasta me ayuda a pensar sin sentir el estrés del día. —Por los Siete— Ruggie puso una mano en el hombro del chico con una mueca de seguridad— Necesitas dejar de ser tan puro. Haul frunció el ceño diciendo un “¿Ha?” tan natural como sincero proveniente desde el fondo de su alma que Ruggie se rió de nuevo, ese chico era un ave inocente en un nido de víboras y carroñeros. A ese paso iban no solo a sacar de sus casillas a Haul, iban a romperlo en mil pedazos. Romper esa sonrisa le dolería mil años a Ruggie. Con un movimiento afirmativo se puso a sí mismo esa tarea, era a lo mejor el manda más del Líder de Savanaclaw ¿No? Pero podía usar su influencia al poner de argumento que estaba velando por la seguridad de uno de los chicos si Leona llegaba a decirle algo por interferir en su plan, o hasta por arruinárselo. Que viniera a echar pestes si quería, Ruggie lo recibiría con la cabeza en alto ahora sin el miedo de ser convertido en rollo de carne o ser comido por el depredador del Dormitorio.  

✴︎—♛—✴︎

 

Después de lavar los platos fue toda una maravilla para Haul descubrir los electrodomésticos culinarios, más la licuadora de cinco velocidades de vaso de vidrio. El refrigerador no era tan increíble como sonaba, la estufa casi le quema una mano al prenderla, el horno era demasiado complicado y la batidora se sentía rara en su mano. Se quedaba con los utensilios básicos para revolver. Con esa inocencia de un ser descubriendo el mundo moderno, hecho un plátano, agua, azúcar, canela y media taza de leche a la licuadora listo para hacer un batido sencillo de plátano. Ruggie se detuvo en su misión de enseñarle el extractor de jugos algo roto por el constante uso por los chicos cuando vio que Haul se había olvidado de un paso importante. —¡Espera, Haul…! El aviario prendió la licuadora sin ponerle la tapa antes, como un remolino de sabores, el plátano brinco antes de ser triturado, salpicando parte del agua con leche y canela fuera del vaso de vidrio. El graznido con chillido de Haul le quitó un peso a la escena, más cuando se tapó la cara como si las aspas fueran a salir volando también. Ruggie paró la licuadora entre carcajadas doblándose de risa al ver a un aterrado aviario mirando con desconfianza al electrodoméstico, dio manotazos a la barra de la cocina varias veces hasta reírse con tanta sinceridad que Haul de igual forma terminó riéndose. Ignorando su cara con canela y su brazo con restos de plátano semi licuado. —Se le pone… la tapa antes… no después. Ruggie seguía muerto de la risa a un lado apoyándose en el costado de Haul al no poder más. Las risas resonaron por toda la cocina haciendo eco por los pasillos pegados a esta, para algunos de los estudiantes que escuchaban las risas también sonrieron por inercia yendo a ver qué había sucedido. Los que seguían un poco escépticos solo alzaron las orejas.   El león bufó de molestia a lo lejos.
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