✴︎—♛—✴︎
Las clases de la mañana habían terminado por fin, ahora solo debía regresar al Dormitorio a arreglar sus cosas y acabar algunas tareas para tener la tarde libre sin tantos problemas. Apenas cruzó el espejo hacia su Dormitorio sintió ese aire seco golpeando su cara, solo respiró rendido ya casi acostumbrándose a esa sensación de calor pesado sin causar insolación, solo sí Haul sabía cómo guardar energía. Se escabulló por los pasillos evitando la sala común por si ese león estaba ahí esperando verlo para soltarle algún comentario mordaz, apenas llegó a su habitación cerró con llave pegando sus cuadernos a su pecho. Dejó caer su peso con cuidado apoyando su espalda en la puerta, ya sentado se desfajó la camisa viendo tal cual como esperaba, tenía una mancha irregular en su piel y unas dos manchas más en los lados. —Mierda… al menos no uso camisetas cortas. Se quedó ahí tirado un rato acostándose de lado mirando al techo, las plantas imbuidas en magia arcana aviaria seguían levitando como si una corriente invisible las meciera. La idea de sentirse bajó las ramas de su habitación en el Árbol Sagrado relajó el estrés del día, cerró los ojos unos segundos. Tenía razón cuando dijo que eso no era ni lo mínimo para sacarlo de quicio. ¿Quicio? ¿Querían sacarlo de su centro? Solo debían llamar a su hermano Zakary y ponerlo al lado de la oreja de Haul, entonces si se sacaría de su estado zen solo para insultar a su hermano a los dos minutos de oírlo hablar. En cambio, sí era el Rey, al segundo le daría un dolor de cabeza, no podía sentirse apegado a ese vejestorio con poder. No importaba si el mismo Concejo insistía en que Haul debía comportarse como un Akarrava, él no tenía ni una sola tarea como príncipe ni un puesto dentro de la Mesa de Dialogo. Era solo un espacio ocupado ahí, sin peso real en sus palabras si daba un consejo o se quejaba de alguna decisión familiar, ni siquiera si Amara o Toris repetían sus mismas palabras para tener validez a los ojos del Rey. Si venía de Haul, él no lo quería. Zakary seguía las palabras del Rey como si hubiera nacido para copiar cada maldito gesto y modismo. Era irritante. —¡Oye! ¿Te dormiste? La voz de Ruggie le hizo abrir los ojos a Haul, solo se movió un poco para usar su bolígrafo mágico quitándole el seguro al picaporte, abrió la puerta quedándose tirado en el suelo. Desde el suelo miró arriba a la hiena, Ruggie se asomó un poco con sus cejas alzadas, esperando ver el rostro de Haul a la altura normal. —¿Sucede algo? Ruggie miró debajo de golpe dando un grito por la repentina imagen de una cabeza en el suelo, se alejó antes de ver bien, sus orejas se volvieron a agachar ahora por enojo. —¡Por los Siete! ¡¿Qué carajos haces en el suelo?! ¡Sentí como se me detenía el corazón cinco milisegundos! —Estaba… liberando estrés al fingir ser una planta— Haul miró al techo dejando su puerta entreabierta— Haciendo fotosíntesis sin tanto sol sino me desmayo. —¡Eres tan anormal! Ya, levántate, ocupo tu ayuda para lavar la loza sucia. Ruggie sonrió de forma mental esperando ver al príncipe aviario cerrarle la puerta en la nariz con alguna queja de no querer manchar sus manos con “comida grasienta” o algo así, su última prueba silenciosa para ponerle una vara con etiqueta a Haul. De nuevo se sorprendió la hiena al ver al aviario levantándose con un resoplo por esfuerzo, se puso de pie sin tanto problema mirando a la hiena al abrir su puerta completamente. —Vamos. Fue quedito y sin una emoción en particular más allá de haber aceptado ayudar con eso. Ruggie se cruzó de brazos haciendo una mueca de incredulidad por eso, no era la primera vez, pero aún desconfiaba de esa entrega natural a ayudar de parte de Haul. —¿No te vas a quejar? ¿Hacer un berrinche o decirme algo como “ahorita no quiero”? ¡Algo! —¿Por qué me quejaría? Me estás pidiendo ayuda, lo menos que se debe hacer es prestar la ayuda solicitada a un compañero. —… ¿Te lo enseñó tu mamá? —En parte, lo demás lo descubrí por mi cuenta. Haul dijo un bajito “Woah” sacudiendo sus manos a los lados con esa sonrisa ridícula, la hiena solo aligeró su expresión con una risa suave quitando sus brazos cruzados para ponerlos detrás de su cabeza. —Bien bien, ya me ganaste. Antes de ir cámbiate la ropa, si Leona te atrapa con esa ropa puesta le vas a dar más excusas que argumentos para defenderte. El aviario levantó una ceja mirando su ropa, abrió los labios para decir un “ah” pidiendo permiso y disculpas por cerrar la puerta de nuevo. Ruggie esperó con paciencia por primera vez sin presionar al chico en salir de su habitación, cuando vio de nuevo la cara de Haul con su uniforme de Dormitorio puesto caminó a su lado. El silencio no se sintió forzado ni incomodo como era en los primeros días de tratar con ese príncipe, Ruggie dio gracias por eso en su mente. Más cuando Haul recordó por naturalidad el tema de los entrenamientos en las tardes con los demás chicos. La charla siguió hasta llegar a la pequeña cocina del Dormitorio donde una pila de platos, vasos, cubiertos y algunas sartenes esperaban a ser lavadas. La hiena señaló la pila de platos y vasos cuando miró al aviario, su confianza en el chico se tambaleó un poco al verle el ceño fruncido a Haul, el temblor paso cuando vio que ese ceño era por confusión y no queja. —¿Qué pasó, pajarito? —¿De qué están hechos los platos? — Haul ignoró las risas de la hiena cuando el aviario tomó uno de los platos sucios más “limpios” en la pila— ¿Es metal? No, el metal no es blanco ¿De qué son? —Son de cerámica, y los vasos son de cristal, bueno en realidad son de vidrio porque la cristalería no dura aquí muchos días. —Cerámica y cristal… ¿Y cómo los vuelven a hacer? Fue el turno de Ruggie de fruncir el ceño con una sonrisa llena de diversión en su rostro, se acercó al aviario señalando el plato en las manos de Haul. —No te entiendo. Eso se lava, con agua y jabón ¿En tu casa no tienen vajillas de estas? —Usualmente es resina o corteza blanda, así cuando es el final de la comida son limpiados por agua solamente— Haul miró el plato con un poco más de atención dejándolo a un lado— Cuando acaba el día son rehechos para limar las impurezas que se les hayan hecho por el uso. Los cubiertos son de metal, pero no se lavan o el metal se oxidaría. —Qué raro y que miedo. Mira— Ruggie agarró uno de los platos listo para darle un tutorial rápido a Haul de como lavarlos— Primero vas a poner las sobras en una bolsa, la cual usaremos como composta para venderla a los chicos en la clase de Botánica Mágica, si es demasiada comida la pondrás en el bote de acá— le dio golpecitos a un topper al lado de la loza sucia— Bajo mi guardia no se va a tirar comida a lo estúpido, la guardaremos en el refrigerador para recalentarla mañana. —¿Qué es un refrigerador? La hiena detuvo su explicación mirando con sincera estupefacción al aviario, Haul mantuvo su cara inocente mirando a los ojos grises azulados del otro, Ruggie exhaló sonoro para despejar su mente. —¡Después te explico tus dudas! Ahora, después de limpiarle la comida vas a enjabonarlos con esto— la hiena agarró la esponja con burbujas "mágicas" a los ojos del aviario— Los tallas y te aseguras de ver que estén sin una sola mancha, después los vas a enjuagar. El agua corrió del grifo del fregadero con una simpleza sin igual para los ojos celestes, Haul abrió la boca de forma inconsciente al ver como se giraba la llave y el agua se paraba. Asintió varias veces cuando Ruggie extendió la esponja dándole su arma de lucha contra los platos y vasos sucios, el aviario dio su chipido de emoción manteniendo una sonrisa expectante por hacer esa tarea. Pasaron los minutos y el silencio solo era roto por el tintineo de los platos contra la zona seca, también de Haul dando leves chipidos al emocionarse de repente. Ruggie se sentía casi como en una rutina hogareña, la sensación de trabajo pesado se aligeró cuando le dio una mirada de supervisión a Haul, encontrando al chico haciendo burbujas extras con la esponja para tronarlas con su dedo. Era un niño. Uno grande lleno de inocencia por un mundo nuevo. La calma se vio rota de nueva cuenta cuando dos chicos de tercero entraron, eran parte de esos que Leona había pedido hacerle maldades al aviario, Ruggie los identifico cuando uno de ellos llegó a ponerle toppers sucios y platos con casi comida sin tocar a Haul. —¡Mira nada más! El príncipe trabajando como mendigo, toma, lava más. Dijo el segundo al dejarle hasta una olla que usó el de tercero en Alquimia, Ruggie agachó sus orejas alzando su mano señalando a los dos abusivos. —¡Oigan, par de perros, eso lo deben lavar ustedes! —Claro que no, mira que feliz está el pájaro bonito lavando y ensuciándose sus manos ¿Seguros que es un príncipe y no un sirviente? Las risotadas se alejaron dejando solos de nueva cuenta a Ruggie con Haul, le hiena insultó al aire antes de ponerse al lado del aviario con la decisión en su mirada. Leona se estaba pasando de la raya con sus secuaces brutos de tercero, necesitaba hacer que los demás vieran la verdadera naturaleza de Haul. No era solo una “cara bonita”, su actitud no era falsa, era tan real como el cielo azul. —Haul, no vayas a lavar esos platos y demás basura, lo haré yo. —… ¿Eh? El aviario parpadeó varias veces mirando a la hiena antes de ver como “mágicamente” había de repente tantos platos con mucha comida en ellos, hasta una olla con sustancias alquímicas pegadas en las orillas. Alzó las cejas en sorpresa mirando a Ruggie. —¿Cuándo apareció eso ahí? La hiena cambió de su enojo a la ironía mirando con los ojos entrecerrados al chico, señaló varias veces los platos y después al pasillo antes de bufar. —¡¿No viste a los chicos de tercero que vinieron a tirar aquí sus porquerías diciendo estupideces y media?! —No… no, la verdad no. Estaba meditando mientras lavaba los platos, es relajante lavar cosas de esta forma, hasta me ayuda a pensar sin sentir el estrés del día. —Por los Siete— Ruggie puso una mano en el hombro del chico con una mueca de seguridad— Necesitas dejar de ser tan puro. Haul frunció el ceño diciendo un “¿Ha?” tan natural como sincero proveniente desde el fondo de su alma que Ruggie se rió de nuevo, ese chico era un ave inocente en un nido de víboras y carroñeros. A ese paso iban no solo a sacar de sus casillas a Haul, iban a romperlo en mil pedazos. Romper esa sonrisa le dolería mil años a Ruggie. Con un movimiento afirmativo se puso a sí mismo esa tarea, era a lo mejor el manda más del Líder de Savanaclaw ¿No? Pero podía usar su influencia al poner de argumento que estaba velando por la seguridad de uno de los chicos si Leona llegaba a decirle algo por interferir en su plan, o hasta por arruinárselo. Que viniera a echar pestes si quería, Ruggie lo recibiría con la cabeza en alto ahora sin el miedo de ser convertido en rollo de carne o ser comido por el depredador del Dormitorio.✴︎—♛—✴︎
Después de lavar los platos fue toda una maravilla para Haul descubrir los electrodomésticos culinarios, más la licuadora de cinco velocidades de vaso de vidrio. El refrigerador no era tan increíble como sonaba, la estufa casi le quema una mano al prenderla, el horno era demasiado complicado y la batidora se sentía rara en su mano. Se quedaba con los utensilios básicos para revolver. Con esa inocencia de un ser descubriendo el mundo moderno, hecho un plátano, agua, azúcar, canela y media taza de leche a la licuadora listo para hacer un batido sencillo de plátano. Ruggie se detuvo en su misión de enseñarle el extractor de jugos algo roto por el constante uso por los chicos cuando vio que Haul se había olvidado de un paso importante. —¡Espera, Haul…! El aviario prendió la licuadora sin ponerle la tapa antes, como un remolino de sabores, el plátano brinco antes de ser triturado, salpicando parte del agua con leche y canela fuera del vaso de vidrio. El graznido con chillido de Haul le quitó un peso a la escena, más cuando se tapó la cara como si las aspas fueran a salir volando también. Ruggie paró la licuadora entre carcajadas doblándose de risa al ver a un aterrado aviario mirando con desconfianza al electrodoméstico, dio manotazos a la barra de la cocina varias veces hasta reírse con tanta sinceridad que Haul de igual forma terminó riéndose. Ignorando su cara con canela y su brazo con restos de plátano semi licuado. —Se le pone… la tapa antes… no después. Ruggie seguía muerto de la risa a un lado apoyándose en el costado de Haul al no poder más. Las risas resonaron por toda la cocina haciendo eco por los pasillos pegados a esta, para algunos de los estudiantes que escuchaban las risas también sonrieron por inercia yendo a ver qué había sucedido. Los que seguían un poco escépticos solo alzaron las orejas. El león bufó de molestia a lo lejos.