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Los rayos de sol lo despertaron por el calor de la mañana sobre su rostro, en realidad, desde hace dos horas que el sol ya estaba en el cielo. Solo apenas estaba el sol en dirección correcta para iluminarle la cara. Como Ruggie no había ido a despertarlo cumpliendo su palabra, se levantó cuando el sol daba ya las once. Leona se desperezó sin prisa mirando a los lados, buscó el reloj de la mesita de noche con un vistazo rápido a la hora. Volvió a ver el reloj maldiciendo en el aire, desde hace cuatro horas que debía estar en la Biblioteca para cumplir el condenado castigo del Profesor Trein. —Maldito Ruggie, de verdad cumplió su palabra… lo voy a ahorcar. Entre saltos torpes por tener su pierna atrapada en su pijama buscó su ropa de clases, se cayó en el camino al ponerse su pantalón entre saltos con su camisa desabotonada. Ni siquiera podría peinarse después de ponerse las sandalias, ni desayunar algo rápido, prefería irse así a tener que enfrentar otro castigo por la impuntualidad del primer día. Si no llegaba sería peor. Leona corrió por los pasillos quitando de su camino a los pocos estudiantes que habían ido a uno de los clubes de fin de semana, ya era suficiente con verse humillado por un chico ave para ahora estar corriendo en dirección a la Biblioteca. Abrió las puertas en un estruendo accidental recibiendo las miradas de los chicos del Club de Lectura, más al fondo estaba sentado el Profesor Trein con una taza de té frente a él y su gato Lucius ronroneando sentado con esa mirada gatuna de desinterés. Trein alzó su mirada de su taza a los iris esmeraldas que se detuvieron en seco alisando por sextina vez las arrugas de su camisa no planchada, Leona agachó las orejas al recibir una mirada desaprobatoria del Profesor. —Aparte de llegar tarde a su castigo viene con el uniforme impresentable, esa no es una buena imagen, joven Kingscholar. —Fue un contratiempo, no ocurrirá mañana. —Eso espero, sino tendré que darle una sanción extra a usted por su falta de disciplina y responsabilidad. Adelante. Leona hizo la inclinación de cabeza no tan pronunciada para tampoco verse tan lamebotas, sus pasos se desviaron a una de las zonas aún sin limpiar seguido por el gato del Profesor para asegurarse que fuera a una zona sin arreglar y no a una ya sacudida por el chico aviario. Entre los libreros vio de reojo la cabellera rosa pálida del otro chico que compartiría el castigo, se detuvo solo un segundo a verle la espalda, en sus manos había un libro de tapa gruesa. Haul resopló con calma mirando la portada sobre ese Bestiario, lo abrió sin culpa buscando entre las criaturas si su raza estaba en ellos o serían considerados seres humanoides, tal vez criaturas con conciencia. No, ahí estaban. Un apartado pequeño sobre los Aviarios de no máximo de dos páginas donde a duras penas se les tenía un dibujo de ellos, donde vivían, una suposición de sus dietas y las tácticas de defensa a extranjeros. Era una investigación de campo muy pobre, a diferencia de otras que cuando mínimo abarcaban hasta cuatro páginas. Otro resoplo abandonó sus labios al acomodar en su lugar el libro, alzó el plumero mágico limpiando lo que podía sin usar la escalera. Siguió así por un rato hasta acabar ese bloque de libros y libreros tan viejos como las raíces de su pueblo, al subir las escaleras para llegar al segundo piso se encontró de frente con el león. Los ojos celestes miraron sin emoción alguna de arriba abajo la figura desalineada del Líder de Savanaclaw, lo único bien puesto serían sus sandalias. El pantalón arrugado junto a la camisa de vestir sin planchar, el chaleco mal abotonado y el cabello revuelto. Haul se giró sin darle otra mirada a Leona, y si lo era sería una cansada, ya estaba harto de lidiar con él para recibir solo más abusos. Leona agachó la mirada con esa sensación de punzada en su pecho, las palabras de Ruggie regresaron a su mente. Le molestaba en verdad, pero si no se disculpaba seguiría con su ropa sin planchar y sin despertarse temprano por culpa de la falta de un maldito despertador, necesitaba ponerle una alarma a ese reloj que ya tenía solo por sí acaso para futuras ocasiones. Bufó al aire antes de girarse siguiendo el camino por donde se había ido el chico de ojos celestes, al verlo limpiando una mesa de estudio se paró cerca. Esta vez sin invadir su espacio, solo se recargó en el filo de uno de los libreros con sus brazos cruzados. —Oye. Leona dijo sin alzar tanto la voz, no quería llamar la atención de los otros estudiantes ahí ni mucho menos la de Trein, eso si no mandaba a su gato a vigilarlos. Haul siguió limpiando la mesa con movimientos planos. —Oye, pájaro, te hablé a ti. Leona frunció el ceño aún más cuando Haul dejó de limpiar la mesa para moverse a la siguiente, el león resopló irritado pensando en dejarlo, no merecía la pena. Como recordatorio constante, la voz de esa chillona hiena le llegó a la cabeza. —Maldita sea. Mascó al aire antes de quitarse de ahí, caminó sin tanta motivación de acercarse hasta impedirle el paso al chico. Haul no alzó la vista más allá a la altura del pecho de Leona, lo rodeó recibiendo un bufido exasperado. —Te estoy hablando de buena forma ¿No vas si quiera a mirarme? —¿Para qué? Yo ya no quiero hablar contigo. Haul habló con el corazón apretado recordando la sensación del día de ayer, aunque en la mañana consiguió aclarar las cosas con los demás chicos del Dormitorio sobre la carta fuera de contexto. Y un poco sobre la razón real de no querer festejar su cumpleaños ese año. La herida estaba ahí, le dolía mucho, y por un segundo pensó en seguir las palabras dichas por él mismo ha Jack cuando confesó esa verdad. Era como si el mismo león ya supiera y quisiera alejarse lo más posible sin siquiera intentarlo, no hacía falta, ya lo hizo. —Escucha, Ruggie me dijo que te dolió y que debía pedir perdón. Si lo aceptas entonces podré volver a tener la ayuda de Ruggie para ocuparse de algunas cosas, pero necesito que me digas que aceptas mis disculpas. —¿Pides perdón solo porque necesitas a Ruggie? Haul detuvo sus movimientos mirando de soslayo al león que sin pena alguna asintió con sus brazos cruzados, el aviario exhaló decepcionado limpiando de nuevo. —Vaya forma de disculpa. —¿Qué? ¿Esperabas una biblia por eso? Fue un error lo acepto, pero eso no quita que igual me desagrades. —No te pedí que fueras amable, ahora solo vete y has lo que tienes que hacer. No quiero seguir cerca de ti por más tiempo. —¿Disculpa? Me estoy disculpando y me sales con eso— Leona alzó una ceja con una sonrisa llena de ironía, se le acercó al chico poniéndole una mano en su hombro para voltearlo y verlo a la cara— No me des la espalda mientras hablo contigo, cerebro de pájaro. Haul le golpeó la mano con su antebrazo mirando a los ojos al león, por primera vez esa punzada en el pecho de Leona se sintió mortal. Esos iris miraban con un dolor inmenso, uno que el león no comprendía de donde venía. Se sentía mal. Él se sentía más culpable a lo esperado. —Voy a ser claro solo una, UNA vez contigo, así que pon atención— Haul respiró profundo para no dejarse ganar por el coraje y llorar ahí por el torbellino de emociones— Yo no quiero tu corona, no quiero ninguna corona ni la tuya ni la mía. Yo solo quería ver el mundo más allá de lo que me han enseñado y dejado ver, no quiero ni quería desplazarte de TU puesto en Savanaclaw. Solo quiero volar libre hasta donde me plazca, hasta que se me quemen las alas por acercarme tanto al sol. Yo vine aquí por un respiro de mis propios demonios, no por tu lugar. Leona retrocedió varios pasos sintiéndose de repente intimidados por las palabras de Haul, chocó con la orilla de la mesa poniendo sus manos en el filo cuando el aviario se enderezó. —¿Quieres seguir siendo el Líder? ¡Hazlo y déjame en paz ya! Solo déjame en paz y vive tu puta vida sin verme sí tanto te molesta mi cara. Ya estoy acostumbrado a ser tratado como un fantasma por mi propia raza, por el mismo Rey incluso, que tú también lo hagas no va a dolerme más de lo que ya lo hizo. Haul retrocedió dos pasos mirando por última vez a ese león acorralado, con la poca dignidad encima de sus hombros después de ser minimizado al exceso, agarró las cosas de limpieza para irse a paso veloz elegante manteniendo ese porte hasta girar en un pasillo al fondo. Apretando sus manos para controlar la sensación de algo rompiéndose en su pecho y en su cuerpo, solo cuando estuvo lejos de la vista de Leona pudo soltar el aire derramando unas cuantas lágrimas por ese sentimiento de estar abrumado. Eran muchas cosas por procesar en tan poco tiempo, necesitaba un respiro. Se apoyó en el librero dejándose caer con control hasta el suelo, se dejó sentado con el plumero mágico en sus manos mirando las motas de polvo entre las hebras de las plumas. Un maullido ronco lo hizo mirar a un lado, la cara inexpresiva de Lucius ayudó a Haul a calmarse, con una inhalación profunda se pasó la muñeca por sus ojos tomando una bocanada de aire. Cerró los ojos mentalizándose y buscando fuerzas, la sensación de algo peludo en su regazo le hizo dar un respingo. Lucius estaba echo un ovillo sobre sus piernas viéndolo con atención cual gato curioso, podía ser el gato del Profesor Trein, pero seguía siendo eso. Un gato. Con una risa algo quebrada, Haul acarició la cabeza del gato y su lomo antes de normalizar el ritmo de su respirar. —Cierto, disculpa Lucius, se supone que estoy limpiando ¿Verdad? Y yo aquí llorando por una crisis. Perdón. El maullido ronco del gato fue acompañado por un ronroneo, como un tipo de consuelo comprensivo de su parte. Haul dio una leve risa antes de quitar su mano del gato, iba a levantarse cuando Lucius puso su pata en su abdomen como dándole tiempo para recomponerse. Dándole permiso de centrarse una vez más. —Gracias, no quiero ir llorando por ahí mientras limpio. La risa vino solo cuando Haul se dio cuenta de que hablaba con un gato como sí fuera una persona, pero por alguna razón eso se sentía mejor.✴︎—♛—✴︎
En ese paso tranquilo después del huracán, Haul regresó al primer piso después de estar limpiando su parte de la Biblioteca. Trein le miró con calma neutra antes de mirar a Lucius caminando a la par con el chico aviario, el gato se sentó a los pies de Haul con un maullido ronco. Como si abogara por el chico de que terminó su pedazo correspondiente por ese día. —Terminé, Profesor Trein. —Puede irse, joven Akarrava. Lo espero mañana a la misma hora. Haul se inclinó un poco dando las gracias con esa voz algo apagada después de un llanto rápido, caminó sin tanta prisa a la salida cerrando con cuidado las puertas. Apoyó su frente en la madera dando un resoplo profundo antes de sentir la presencia de alguien a sus espaldas, vio de reojo el inconfundible sombrero café con esa pluma y dio otro suspiro exhausto. —No tengo fuerzas para responder tus preguntas hoy, Rook. —Je sais, mon prince aviaire. Por eso en vez de una sesión de preguntas y fotos, vine para llevarte a despejar la mente ¿Allez? Haul miró a la mano extendida antes de a esa sonrisa gentil con un toque de emoción por ser el chambelán del chico aviario, tal cual había dicho, no tenía fuerzas ni físicas ni mental para lidiar con Rook. Tomó la mano dejando que el rubio la pusiera sobre su antebrazo al comenzar a caminar los dos a paso lento, desviándose por el camino para ir por el sendero del bosque a espaldas de las instalaciones de la escuela. El silencio no fue pesado ni indeseado, fue natural de una forma poco común cuando se trataba de Haul evadiendo o huyendo del cazador, por una vez el aviario disfrutaba de la compañía poco convencional de ese chico extraño a su mirar. Se estaba comportando, y eso le servía al aviario para serenar su mente un poco. Cuando la luz natural del sol fue cubierta por las hojas de los árboles, Haul se aventuró a probar que tanto conocía ese chico de las cosas personales del aviario. Seguro algunas las intuía y otras las sabía por “dudosos métodos” solo debía saber cuál era cuál. —Rook. —¿Hmm? —¿Desde cuánto tiempo estabas espiándome en la Biblioteca? —Es un secreto, pero diría que el suficiente para ver ese despliegue emocional tan crudo de tu alma— Rook se rió con júbilo recordando la escena vista desde una ventana— ¡Fue una hermosa representación de una belleza indomable! Aun en el dolor, la desesperación y la liberación deslumbraste sin ayuda. —Entonces ya supones… —¡Oh, mon prince aviaire! Si, desde el momento cero sabía sobre esos sentimientos encontrados. Solo no le di importancia porque no me lo habías confirmado, hasta hoy. —¿Y qué se supone que haga? Esperaba al menos poder platicar sin un solo comentario venenoso de por medio, ahora vino a pedir disculpas porque Ruggie lo condicionó. Malditas disculpas todas vacías, mejor me hubiera dado mierda y la aceptaba más fácil. —Mi hermosa ave de plumaje extravagante— Rook se detuvo para ver al chico con una sonrisa dulce llena de sinceridad— El amor duele cuando es real, pero eso no significa que te dejes enredar por sus espinas si te lastima el alma. Lucha por él hasta donde puedas, hasta donde tus alas te dejen volar, pero no caigas en caída libre esperando ser atrapado por tu caballero deseado. Roi du Leon es alguien duro en el exterior, y algo difícil de ver en su interior, pero con esos empujones que le has dado será suficiente para hacerle abrir los ojos. Con unas palmaditas en su mano siguieron caminando un poco más, viendo la belleza de la naturaleza susurrante del bosque y sus pequeños animales. Haul se detuvo en medio de una zona con poca luz sin ver a Rook, el cazador al notar ese punto de serenidad encontrado por el chico soltó su mano de forma sutil hasta ver como el aviario se sentaba en el pasto. El chico de Pomefiore no presionó más, con un silencioso andar se alejó de ahí dándole ese espacio privado al aviario de reconectar con sus raíces en ese pedacito de naturaleza. Haul le dio las gracias por eso.