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Jack había llevado a Haul a un pequeño negocio ambulante esa mañana donde vendían jugos naturales para enseñarle algunas combinaciones buenas de jugos, pero la sonrisa en el rostro del aviario era igual de neutra a las anteriores. Le brillaron los ojos unos segundos al probar el jugo verde con piña del lugar, se volvieron igual de planos cuando entraron al Dormitorio, la preocupación en el chico de primer año se volvió más honda al verlo tan apagado a su senior. —Mañana podemos ir a comer con los demás, hay un buen restaurante de comida saludable en la calle del centro que va a gustarte. —Gracias, Jack. Con esta salida está bien, después van a decir que te tengo como billetera si me compras muchas cosas. Haul le sonrió con calma al chico lobo, para el aviario fue una sonrisa con agradecimiento incluido, pero a los ojos de Jack fue una curvatura de labios vacía. La percepción de su propia realidad del aviario estaba un tanto alterada, por eso no se veía los ojos apagados al espejo. —Haul. El escalofrío en su espalda le llegó a la quijada casi haciéndole escupir el sorbo de jugo verde, no esperaba oír esa voz profunda tan arrogante decir su nombre con esa calma. Casi súplica. Tanto Jack como Haul se giraron viendo la figura alta del león, iba a un paso más normal a diferencia de sus pasos llenos de superioridad tan comunes ahí. Debajo de su brazo había una caja de madera. —Leona senior ¿Qué necesita? De forma natural, Jack se puso en medio de los dos bloqueándole la vista de Haul a Leona. El aviario miró a su jugo verde intentando no llamar la atención del león, aunque había dicho su nombre, no quería tener que ver con él por ahora. Leona fingió que el chico de primero no estaba tapando casi por completo al aviario y centró su atención en el chico de cabello rosa más pálido de lo normal. —Escuché que eres parte del Club de Juegos de Mesa, incluso que ese pulpo te considera un buen rival— el león alzó la caja de madera haciéndola sonar— Yo soy bueno en ajedrez ¿Hacemos una partida? —Haul senior está agotado, otro día… —Está bien. Haul puso su mano en el antebrazo del chico lobo, con una afirmación corta le sonrió lo mejor posible para calmar los nervios del menor. El aviario le dio su jugo a medio acabar a Jack antes de seguir a Leona a una de las mesas en la Sala Común, se sentó sin mucha presentación respirando profundo mirando las manos de Leona mientras abría la caja sacando las piezas. Con la magia impregnada en las piezas cada una tomó su lugar sin tener que hacerlo de forma manual, Haul miró cada una, era similar a uno de esos juegos que tenían en el Árbol Sagrado. Solo que las piezas no eran de dos colores diferentes, allá ambas eran de madera, estás eran blancas y negras. —¿Cómo se juega? —¿No sabes cómo se juega el ajedrez? — por costumbre el tono altivo de Leona se le coló en su pregunta, se aclaró la garganta de inmediato— Ahm, debes de comer las piezas del contrincante en turnos o derrocar al rey del otro en un “jaque mate”. —¿Cada pieza se mueve igual? Las preguntas directas de Haul eran similares a pequeñas flechas directas al ego de Leona, pequeños recordatorios de cómo había roto hasta el cansancio al chico. Ahora que estaba en esa forma no le gustaba mucho como se veía. —No, este es un peón, solo puede moverse una casilla hacia adelante y comer a los lados. No puede retroceder… Haul asentía a cada explicación de cada pieza, descubriendo en el proceso que la libertad de la Reina era increíble para ser la pieza con mayor poder en el tablero. Y que el Caballo era su favorito al tener movimientos tan únicos en L pudiendo saltar a otras piezas fueran de su color o no, asintió al final del pequeño tutorial resumido por Leona y su desesperación por jugar. Por cortesía, el león le dejó las piezas blancas al aviario para que hiciera el primer movimiento. Haul sacó al Caballo derecho esperando la respuesta de Leona, apenas se movió la pieza se abrió la boca del león. —Haul, mientras reflexionaba en mi habitación supe que las disculpas de la Biblioteca no eran las mejores, y quiero pedirte disculpas de nuevo. El aviario titubeó un segundo al tomar un peón blanco, no alzó la mirada del tablero acomodando su pieza sin responder a las palabras de Leona. Eso fue suficiente respuesta para seguir hablando. —Me comporté como un imbécil imprudente desde el primer día, lo admito, estaba asustado de que fueras a querer el puesto de Líder porque no querías obedecer órdenes de alguien más. O eso me dije en mi cabeza cuando el Director Crowley me dijo sobre que te pondría en tercer año en vez de en primero— Leona siguió hablando dándole miradas rápidas al rostro de cara de póker de Haul, hizo una mueca de fastidio por el rechazo silencioso— Sí hubiera hecho caso a las palabras de Ruggie de hablar contigo en vez de hacerme ideas tontas que justificaran mis actos, no estaríamos en este silencio incómodo. Los iris esmeraldas vieron a los iris celestes que se enfocaban con mucha fuerza en no alzar la vista más allá de su mano moviendo al Alfil para comerse al Peón, Leona siguió hablando. —No soy alguien que acepta que se equivocó, pero lo hago por…— se alcanzó a morder la lengua antes de soltar las palabras “presión social de los demás chicos” si decía eso seguro se sentenciaba a muerte ahí— Porque es lo correcto. Quiero estar en paz contigo, y ver con mis ojos si es cierto que no eres otro príncipe mimado que oculta su verdadero yo con sonrisas y halagos. Haul solo hizo un discreto movimiento de cejas al oír lo último, inhaló profundo mirando el tablero con unas cuantas piezas de su parte y las de Leona casi completas, a excepción de los tres Peones que se comió y las dos Torres. Al ver la oportunidad comenzó a moverse con sigilo. —Mañana pienso hacer un pequeño buffet para los chicos que están entrenando, puedes venir a convivir un poco si no es molestia… —Jaque mate. Haul se levantó sin darle tiempo de reaccionar a Leona, el león cortó su habla mirando con el ceño consternado el tablero ¿En qué momento Haul había arrinconado a su Rey con sus propios peones y Alfiles? La Reina blanca junto a un Alfil y un Peón les cerraron el paso a las piezas del león, dejando a muerte al Rey. Una jugada maestra que no se habría visto venir en medio de una plática en son de paz. Leona salió de su asombro cuando el aviario ya estaba a mitad de la Sala Común en dirección a donde Jack se había quedado en un sillón tomando el resto de su jugo de naranja y mandarina, el león dio unos pasos dejando de lado el tablero. —Haul, Haul espera— Leona se detuvo al ver al mencionado detenerse mirando de soslayo al suelo, no a él— ¿Qué piensas de lo que te dije? ¿Irías? Haul le dio la espalda sin decirle una palabra, solo exhaló haciendo el ruido necesario para darle a entender a Leona que estaba cansado de esa plática. —… Tal vez. Esa fue la respuesta final, sin sonar amable ni emocionado como solía oírle Leona cuando hablaba con Ruggie o Jack en los días pasados. Sus pasos fueron igual de secos al regresar al lado del chico lobo, los dos se perdieron de la vista del león dejándolo en la Sala Común con un juego de ajedrez terminado. La única señal de que ahí había estado el aviario conviviendo con el león por primera vez sin amenazas, sin insultos ni miradas competitivas. La punzada en el pecho regresó, y atravesó un poco más a Leona.✴︎—♛—✴︎
El buffet estaba abierto de forma oficial en la cocina de Savanaclaw, los chicos comían las porciones necesarias para el entrenamiento de la tarde en ese fin de semana. Las clases habían pasado volando en un abrir y cerrar de ojos, así como los intentos fallidos de Leona de acercarse a Haul para hablar más. Cuando menos se le veía más ligero al aviario desde la partida de ajedrez, entendía eso dicho por Ruggie de que su brillo del chico ave se había apagado, ahora se veía con más color sin ser tan radiante como en los primeros días de clases. Al menos las miradas de reproche dirigidas al león no venían cada día a cada maldito minuto como antes, ahora de vez en cuando cada que alguno de los chicos se acordaba de las cosas hechas y dichas por el yo pasado de Leona. Seguían presentes las miradas indignadas de Jack hacia el Líder en cada oportunidad que tenía, eso era aún un misterio para el león. Al menos ese fin de semana el chico lobo estaba con los de primer año hablando sobre algunas estrategias para la cancha en el juego, con él ocupado, Leona pudo quedarse cerca de la barra de comida la mayor parte del tiempo dando miradas a los lados en busca del aviario. Era la cocina ¿No? Aunque no fuera a comer algo del buffet debía ir para desayunar algo. Eso si no salía a comer con los otros chicos o se fue a la Cafetería de la escuela, cualquier forma era la merecida para el león, no se vengaría por eso después como lo habría hecho hace dos meses. Era su karma, lo aceptaría si ese chico no se presentaba al buffet. —¡Haul senior, aquí, aquí! Los chicos de primero se emocionaron de golpe al ver al aviario, con una sonrisa dulce renovada los saludo llegando con ellos para preguntar cómo estaban. Ruggie dejó los platos sucios a un lado para ir hasta Haul pasándole un brazo sobre los hombros apoyando su peso en su costado, de entre los estudiantes de Savanaclaw el más alegre de ver esa sonrisa en proceso de curación era la hiena. Leona fingió estar comiendo carne seca cuando el aviario caminó a la barra rodeándola sin prestarle tanta atención, cuando vio como el chico fue al refrigerador a sacar un bote de leche se aclaró la garganta. Haul siguió en lo suyo sin voltear a verlo. —Te guardé un poco de cada cosa, por si no sabes que desayunar. Toma— Leona fingió su mejor tono despreocupado empujando con sutileza el plato grande de comida por la barra. Haul miró por el otro lado solo dirigiendo su atención a la comida, se veía fresca cada una de las cosas ahí. Cuando vio que la mayoría de los platillos tenía “eso” revuelto o como ingrediente principal se le revolvió el estómago, negó regresando su atención al refrigerador sacando una gelatina de semillas con mermelada. —No como huevo. Con eso salió de la cocina llevándose su desayuno raquítico, en palabras de Ruggie cada que veía lo poco que se comía el aviario en las mañanas de fin de semana. Leona casi grita un “¡¿Eh?!” mirando el plato, se llevó la mano a la cara al ver como la mayoría de las cosas tenía huevo revuelto o huevo al vapor. Claro, un pájaro no comería huevo ni carne de pollo, bueno lo segundo tal vez sí bajo condiciones estrictas. Lo primero jamás. Eso fue idiota. —Carajo ¿Por qué nada me sale bien? —Porque ni siquiera lo estás intentando, Leona. Todos aquí sabemos que a Haul no le gusta el huevo en ninguna presentación, no puede ni verlo. —Saberlo antes me habría ayudado para no quedar como un tarado ¿Sabes? Leona le dio un golpe seco a la barra de la cocina viendo con recelo a Ruggie, él solo se rió divertido de ver tan frustrado al león por primera vez en ese día. La hiena se comió un pedazo de huevo al vapor alzando sus orejas al probar lo bueno que estaba, siguió agarrando de ahí ignorando el berrinche de Leona sobre saber exactamente nada del aviario. Esos días se la paso repudiándolo y viéndolo como un enemigo al cual destruir que no se había dado el tiempo de al menos saber qué le gustaba y que no, cuando menos para hartarlo más rápido en ese entonces. No, se había cerrado por completo a la idea de conocerlo. El león alzó sus orejas al pensar en una buena estrategia, con su barbilla apoyada en su mano y esa sonrisa arrogante clavó sus iris esmeraldas en la hiena. —Tú lo llevas conociendo desde hace días, de seguro ya sabes las cosas qué le gustan al pájaro. Dímelas. Ruggie dejó de comer el bocado de carne con cebolla salteada, su boca abierta a media mordida se quedó estática mientras su ceño se frunció mirando de reojo a Leona. —¿Para qué quieres saber? —No estás entendiendo la situación— Leona sonrió desesperado mirando a la hiena— Necesito conocer al pájaro para arreglar mi error, y eso significa dejar de verme como estúpido bruto dándole cosas a probar que no le gustan o forzándolo a hacer algo que no quiera ¿Entendiste o tu cerebro de hiena no procesa palabras complicadas? —Si entendí, no soy un animal como tú— Ruggie bajó el pedazo de carne para pensar algo y sonrió burlesco— ¿Quieres saber eso porque vas a cortejarlo como uno de su especie? Has bailes de esos ridículos que hacen las aves del paraíso, con plumas y abriendo tus brazos. Leona le empujó la cabeza a Ruggie haciéndolo chocar con su propia mano de la hiena, la queja le devolvió la sonrisa al león. —¡No seas ridículo! Es para enmendar mis errores ¿Qué no retienes información de más de cinco segundos? Quiero hacer las cosas bien como debí de hacerlo desde un inicio. Escúpelo ya. Ruggie se sobó la cabeza antes de quedarse pensando un poco sobre los gustos de Haul, no había muchas cosas. Como su vida entera se la pasó encerrado en ese enorme cráter al que le llama Árbol Sagrado sin novedades en cada ámbito de la vida diaria o de la vida en general, cada cosa del mundo moderno le fascinaba. En cuanto a comida descubrió que el chico ave le gustaban mucho las verduras, sobre todo ese platillo llamado “Ratatouille” que una vez Trey cocinó para Haul como agradecimiento por sus remedios herbales para Riddle. Se lo había dado después de la clase de Música. No le dio ni a probar a Ruggie cuando llegaron al Dormitorio, apenas se giró a preguntar si le iba a dar cuando Haul ya tenía el último bocado en la mano. —Has lo que sea, le va a gustar. —Ruggie. —¡¿Qué?! Hablo en serio, se emociona por cualquier cosa porque es como un niño viendo todo por primera vez— la hiena señaló al frente mostrando algo invisible— ¡Una vez me contó como el Profesor Crewel llevó un proyector a la clase para mostrarles un documental sobre la Alquimia Naturista y Haul estuvo más atento a como el Profesor manejaba el proyector que el mismo documental! Incluso después de la clase fue a decirle emocionado al Profesor sobre “la cosa que proyecta imágenes” y como niño pequeño se puso a jugar con el proyector bajo la mirada del Profesor Crewel porque era la última clase y él le prestó unos minutos el proyector a Haul. Ruggie se encogió de hombros mirando con esa misma ironía de las cosas a Leona, así el león se quedó pensando en algún plan. Si a Haul le emocionaba cualquier cosa, ya tenía una idea de que comprarle primero para tantear el terreno. Pero no era cortejo, era “enmendación de errores” en palabras de Leona.