Capítulo 3: Té y Calabazas
21 de septiembre de 2025, 5:14
A la hora acordada Izuku se apresuro en abandonar el castillo y dirigirse al patio principal. después de la clase de vuelo que compartió Slytherin con Ravenclaw. Aun repelía a las escobas, se mostraban rebeldes pese a que su «Arriba» había mejorado y se encontraba en una nota más alta y autoritaria de lo habitual. Así que no había mucho que pudiera rescatar de la clase. Estaba en cambio muy animado y especialmente ansioso por conocer al guardabosques, por sobretodo pasar tiempo con Tenko.
—Ya te lo digo, un día perderás un diente. No puedes ir ahí ¿Cual es el interés?—se giro, observando la escena. Tenko parecía que estaba cargando con el gran peso de Iguchi sobre su espalda, pues este no dejaba que avanzará por el patio y cada vez pareciese estar cerca de lograr tumbarlo para atraparlo.
—No es tu asunto ¿No te estaba buscando Keigo?—preguntó. Iguchi sudo frio, aligerando la carga de Tenko al caminar.
—Ni siquiera le hagas mención. Se llevo a Toya y Jin después de la clase de criaturas mágicas, para discutir acerca de sus nuevas estrategias de Quidditch. Si las escobas fueran obedientes ante ti, te hubiera arrastrado hace mucho tiempo.
Izuku se quedó gratamente sorprendido al oír eso ¿Estaba mal alegrarse? Es decir, no era mentira que había empezado a destacar en algunas clases, como Transformación. Pero, tenía la vaga sensación que con el pasar los días y los meses, hasta el final del curso, la chispa se agotaría. Cosas como una escoba que no era capaz de montar y volar a 50 centímetros del suelo le preocupaban. Y mucho.
—En mi caso, estoy felizmente ocupado sobornado a Peeves para que lo quite de mi camino tanto como pueda. No me interesa para nada ser su golpeador—procedió a levantar sus brazos y enseñar sus músculos. Agacho la cabeza, Shimura continuo caminando y fingió no sorprenderse ante su amigo.
—Mira, ahí esta Midoriya. Deberías aprender de su puntualidad, tu llevas aquí tres años y el tres días—se burlo el azabache.
Entre a los que no parecía agradarle, estaba este tipo Iguchi, quien uno pensaría que por ser de la misma casa al verte, se pondría feliz o iniciaría una conversación cualquiera justo como lo hacia con su compañero de tercer año. En cambio, no le hizo gracia cuando Tenko lo mencionó y lo señaló, ni la comparación echa por este.
—¿Hablas enserió...?—se indigno. A tal punto que nuevamente se pudieron apreciar sus rasgos animales. Se le alargo la cara, desapareció la nariz humana que ahora se veían como dos rayas, parecidas a la de una serpiente y toda su cara se lleno de escamas verdes. «Spinner» escuchaba que lo llamaban algunas veces, durante las noches de estudio en la sala común. Solo conservaba el cabello morado cayendo por hombros, repeinado hacia atrás y seguramente fijado con algún hechizo muy potente.
—A Izuku le gusta el té y le parece excepcional Inui ¿Por qué no? —Iguchi se relajo, visiblemente molesto. Volviendo a su rostro humano con rapidez.
—De acuerdo, de acuerdo, vaya. Tío, estas decidido a hacerte pedazos a ti mismo ¡Y tu...! —Izuku, que ya estaba un tanto desanimado por el desaire, se sorprendió al ver que Iguchi se dirigía hacia el, siendo realmente la primera vez que le hablaba directamente—¡Cuida de Tenko!
Tenko se echo a reír. —Enserió tu. Como le pides eso a alguien de primero, Iguchi no exageres. Deberías pedirme en cambio que lo traiga en una pieza, ese chico sabe transformar una pluma en una aguja funcional, ni siquiera se notan ya las plumas sobre el metal.
Iguchi se giro, avergonzado, pero no ofendido.—Si, como sea. Entonces traelo en una pieza, necesitamos más puntos. Solo a uno ¿No lo viste? Un punto de diferencia con los de Gryffindor y tendré que oír a Todoroki pavoneándose por los pasillos‐refiriéndose a Natsuo.
—¡Lo haré!—aseguro Midoriya, sonriendo. Iguchi le dio un rápido vistazo y volvió a girarse.
—Nos vemos más tarde en la sala común, no te metas en problemas Iguchi.
El mencionado se fue dándoles la espalda y saludando con gesto de mano. Tenko finalmente suspiro, fijándose más atentamente en la postura incómoda del peliverde. Aunque por un breve momento se había mostrado feliz, no le parecía que lo estuviera del todo.
—De verdad este tipo, tiene que aprender algún día a cerrar el pico. Así que ya está, tendríamos que planear llevar un troll de las montañas a tu cuarto, para que ponga en orden sus pensamientos.
—¿Espera que? ¿Un troll... en donde?
—Bueno, veras...
Tenko e Izuku abandonaron el patio entre un «Cuidado, baja por ahí, si Rikiya nos ve muy lejos del camino pensara que pensamos ir al bosque prohibido», mas una broma que otra cosa, la realidad era que debían tener cuidado con el celador del castillo. Un Squib con cierta y palpable aversión a todos los estudiantes. Aunque los estudiantes no estuvieran salvados de las bromas de poltergeist de Peeves, Rikiya era su persona favorita en el castillo para atormentar y estresar. Izuku se lo cruzo junto a su gata, de camino a su clase de Historia de la magia y se salvo por poco de ser puesto en detención. Alguien habían llenado el pasillo de bombas fétidas y tuvo la mala suerte de pasar por ahí. Si no fuera porque el fantasma bromista le termino lanzando una desde el aire terminando sobre su cabeza asustando a la señora Norris su gata, y que se percato de quien se trataba el perpetrador, no sabría donde estaría en estos momentos.
El camino iba cuesta abajo y se escuchaban sus jadeos mientras bajaban unos escalones rústicos de piedra, enterrados profundamente en la tierra. Izuku siguiendo el ritmo apresurado del mayor, y ambos por igual esforzándose por no caer y rodar hacia abajo.
Shimura le contó, entre paso y paso saltando, lo que pasó durante su primer año, el primer amigo que hizo fue Iguchi. Le dijo con una sonrisa, que el encontraba a Iguchi tan interesante como Iguchi lo encontraba a él, así que congeniar en el expreso fue bastante rápido. Tenko había vivido toda su vida con muggles, no sabia nada sobre el mundo mágico hasta que Inui, el semi gigante, se presento un día en la casa de sus tios y hechizo a su primo con una cola de rata, después de que se sirviera de su elaborado y primer pastel de cumpleaños.
Desde la mitad del largo camino vislumbraron la cabaña. Estaba rodeada de grandes calabazas, pero todavía le faltaban madurar «No digas nada sobre la cola, ya sabes, Inui fue expulsado cuando era un estudiante y le quitaron su varita» Izuku asintió rápidamente, más abajo estuvieron, más leves fueron los jadeos.
La historia continuo hasta la noche de Halloween, Iguchi podía ser hiriente, así que dijo algo muy malo sobre Toga. Ella solo quería ser su amiga y concordaba que tenían mucha afinidad. Un troll se metió esa noche al castillo, Toga estaba en los baños y cuando Iguchi se entero fue corriendo para salvarla «No es bueno hechizando, pero logro levitar el palo que traía el troll y le dio en la cabeza.»
Se recargo en sus rodillas, siendo Izuku quien se recupero más rápido. Hablar durante la bajada no había sido conveniente. Sujeto la aldaba de la puerta en su mano y dio un par de toques a la puerta.
—Quieto, Fang
La puerta se abrió en un chirrido, era del mismo ancho que el guardabosques. Este los contemplo a ambos y sonrió, haciendo espacio para que se metieran adentro, mientras que su perro ladraba y les movía la cola, mostrando que su tamaño no era para nada atemorizante. Ambos Slytherin se sentaron adentro, en una de las sillas, diseñada para soportar a un gigante, les daba mucho espacio a ellos dos sentados e Izuku estaba seguro que cabría un tercero si se lo proponían.
Inui saco la tetera del fuego y lleno las dos grandes tazas de té sobre la mesa. Después, coloco un cuenco con grandes trozos de pastel de aspecto extraño. Fang se acostó en su cama muy cerca del fuego.
—Un nuevo amigo—observo, Tenko sonrió orgulloso ante su comentario—te vi parloteando con él en el anden. Mi casa es tu casa—agrego despreocupadamente.
—Midoriya, Midoriya Izuku—se presento Izuku con la piel de gallina bajo la camisa. A diferencia del resto, que parecía sorprenderse cuando decía su nombre, Inui no mostró reacción, actuó normal, lo que hizo sentir al pecoso más seguro de haber aceptado venir a visitarlo.
—¿Ya te enteraste? Al parecer quisieron robar la cámara que visitamos en Gringotts—soltó Tenko, después de tomar un pedazo de pastel, fingió comer y en el preciso instante que Inui volteo para devolver la jarra al fuego, escondió bajo la mesa la porción y la deposito en el bolsillo de su túnica.
—Si, lo leí esta mañana—el semigigante miró El diario "El Profeta" sobre la mesa. Actuaba muy nervioso.—Bárbaros, eso son, unos bárbaros. En fin, lo que sea, ahora está seguro en Hogwarts, porque sabes no hay lugar mas seguro que el castillo y mucho menos con el Sr. Nezu como director.
—¿Dices que esta en Hogwarts? Lo que intentaron robar—debió de haber sido el pequeño paquetito que sacó de la cámara, razono Tenko.
—Bueno, si–se sentó pesadamente sobre su propia silla—claramente no debí decir eso, Nezu confiá en mi, soy un tonto.
Tenko sonrió. Izuku empezaba entender en parte la razón por la que había venido de visita. Pero aún no entendía porque le había traído para que escuchara todo. Los distrajo un chisporroteo sobre un caldero en el fuego, junto a la jarra. Inui se levantó, haciendo crujir el piso bajo sus pies y se apuro en poner un par de guantes de piel cubriendo sus manos, sacando entonces lo que estuviera cociéndose en el fuego.
Era un huevo, de aspecto nacarado. Lo deposito sobre la mesa, haciendo espacio después de mover el cuenco con el pastel y un par de frascos con un líquido extraño en su interior. Hizo señas con las manos sacudiéndolas después de haberse quemado por el calor del huevo, que luego deposito sobre un montón de trapos. Izuku y Tenko se miraron ¿No iba a invitarlos a comerse eso o si? Se preguntaron al mismo tiempo.
—Te llame por esto, necesitas verlo. Ya lo veras, esta listo, saldrá—Inui dijo con alarmante entusiasmo.
El huevo se agito entre los trapos. Después de un momento comenzó a agrietarse, el cascarón cayó hacia los lados y algo muy pequeño emergió del interior. Batió sus alas, se giro hacia Inui y lanzó una débil llamarada de fuego, prendiendo la piel de su chaleco. Inui le dio un par de palmadas tratando de apagarlo.
—Es un... ¿Un Dragón? —pregunto lentamente Izuku, Inui estaba absorto en la pequeña criatura, que tomó delicadamente entre sus manos, acariciando sus alas. Tenko parecía el más sorprendido de todos por ver algo así.—Pero, como lo...
—Conseguí. Oh bueno, estaba en el callejón Knockturn, buscaba un veneno muy potente para las babosas que están arrasando con el huerto—explicó, dando sentido a los frascos sobre la mesa—y se me acercó un viajero, no le vi la cara, pero no me pude resistir cuando me lo ofreció, claro tenia que ganarle en un juego de cartas. Sospecho que me dejo ganar después de un par de rondas, ya que estaba muy feliz de deshacerse de él y muy interesado en los perros, entonces le hable de Fluffy—se miraron entre los tres, Inui carraspeo con la garganta, su mirada vacilo, el humo de la piel de su chaleco ahora eran cenizas derramándose sobre el suelo y la mesa.—En fin, yo creo que es adorable, miren sabe que soy su mamá...
—¿Que es Fluffy...?—preguntaron Izuku y Tenko. Pero no sería esa tarde cuando tuvieran respuestas.
La primer semana de Otoño tuvieron su clase de vuelo junto a Slytherin. Acompañado de un ligero cambio entre los que, todavía les costaba conseguir que su escoba se elevara y terminara en su mano. Deku suspiraba y murmuraba por lo bajo, lo que había empezado a molestar a Bakugo. Apretó los dientes y se giro en su dirección, torció su mano, definitivamente deseaba que se callara de algun modo.
—No, no, bájate, vuelve al suelo—todos los estudiantes se fijaron entonces en Ochako. La chica de cabello castaño estaba en su escoba, que le había obedecido finalmente. Con resultados desastrosos.
Cuanto más grande fue su deseo de que esta bajara más se elevaba y tal que hubiera sido embrujada, comenzó a tambalearse violentamente hacia todos los lados.
—¡Srt. Uraraka, regrese ahora mismo!—las acaloradas exclamaciones del bajo profesor Torino, fue un gasto inútil de labia. Apunto con su varita hacia el aire, dificultandosele al principio, pero consiguiendo que la escoba se calmara y empezará a descender hacia el terreno.
El profesor se acercó hacia ella inmediatamente para ver cómo estaba, fue muy amable pensó Izuku, que rodeaba a la chica y el profesor con el resto de estudiantes. Las mejillas de Uraraka se inflaron más de lo que ya lo estaban normalmente y su cara se puso verde. Combinando perfectamente con la vestimenta de la casa de la serpiente. Posteriormente empezó a vomitar sobre el pasto.
—La llevaré a la enfermería, permitanme, vamos háganse a un lado—ayudó a que la chica se sostuviera, pese a que era más bajo, dándole tiempo de volver a escupir todo el contenido en su estómago durante el camino—¡No quiero ver a nadie en el aire cuando yo regrese!—Se apresuro en agregar y se perdió en la distancia
—Tal vez si hubiera recordado tomar su tren de regreso a Londres, no nos estuviera dando un espectáculo tan asqueroso—Izuku se adelanto mucho a sus pensamientos. Esa voz arrogante no le pertenencia a Katsuki, sino a cierto chico de su casa y de su mismo año. Este se agacho en el suelo, adelantándose a Tsuyu y recogió una pequeña bola transparente.
—Ribbit, devuélvelo, eso no te pertenece.
—¿Disculpa?—pregunto este lentamente. Sosteniendo su escoba en la otra mano, ensancho su cara en una sonrisa petulante.—Esto es de quien se lo encuentra... rana estúpida, no te metas.
—Ya la oíste, bastardo, dásela—Katsuki choco los hombros de los estudiantes más adelante para pasar y se interpuso entre el chico de Slytherin y Tsuyu. En una clara posición defensiva. El otro chico, rubio pero de cabello lacio le sonrió. Se monto a su escoba, pateo el suelo y se elevo un metro en el aire.—¡Ven a buscarla...!
Katsuki apretó los dientes, su escoba le era obediente y estaba lleno de seguridad como para permitir que un maldito Slytherin lo rebajará en el aire.
—No, Bakugo, el profesor dijo que...
—No me te metas en esto Kirishima, es entre yo y ese bastardo—acto seguido se elevo en el aire. Igualando la altura del otro chico: este tiro en el aire la bola y la agarro en su mano. Ladeo la cabeza, desafiante.
—Que esa idiota la busque en el techo—la lanzó tan fuerte como su brazo se lo permitió.
Katsuki se agito con su escoba, captando la dirección de la recordadora que Tsuyu le había regalado a la cara redonda en la sala común de Gryffindor, lo había visto de casualidad, eso era todo. Se lanzó justo después a por ella, subiendo de forma empinada, atrapándola en el aire sin esfuerzo. Los Gryffindor estallaron entre aplausos y silbidos, muy similares a la bienvenida que tuvieron semanas antes en el gran comedor.
Para cuando aterrizó en el aire y la euforia contagiosa de sus compañeros le rodearon. Una voz se aclaro detrás de todos ellos.
—Señor Bakugo, sigame por favor— la profesora Rumi hizo un ademán de mano y el rubio no tuvo más remedio que seguirla.
—Ten y dile que sea más cuidadosa—le dejo la recordadora en la mano a la chica rana y se fue detrás de Rumi.
Sumaba a la lista, mentalmente y mientras seguía a la profesora Rumi al interior del castillo. Todas las cosas que debía explicar a su madre en una carta. La varita y ahora el haber volado con la advertencia del profesor puesta. Se arrepentía ligeramente de meterse en donde no le correspondía, sin embargo, hizo lo que tenía que hacer. Tenían que estar orgulloso de defender a alguien de su casa, uno de los suyos y sobretodo si se trataba de pelear contra la peor casa del colegio.
La jefa de la casa Gryffindor se dirigió directamente a las mazmorras y siguió por uno de los túneles, hasta que se detuvo frente a la puerta abierta de un aula. Era el aula de Defensas contra las artes oscuras, un grupo de alumnos de quinto de Gryffindor estaba compartiendo la clase con Ravenclaw.
Al pie de la clase, estaba el espeluznante profesor Nemoto Shin. Un hombre de aspecto lúgubre, alto y delgado, llevaba una túnica negra que más parecía un camisa, muy parecida y diferente a la del profesor de pociones, pero esta era mucho más corta, dejando sobresalir unas botas blancas. Caía sobre el punte de su nariz un par de anteojos y cubría toda su cabeza con un turbante.
—Disculpe profesor Nemoto ¿Podría llevarme un momento al señor Hakamada?
—Cla—ro, s—i...—dijo el profesor, tartamudeando con voz lúgubre.
Hakamada Tsunagu, era el chico de quinto año que pertenecía a Gryffindor, lo recordaba como el dueño de una de las tantas manos que le dio la bienvenida durante la selección. Peinaba su cabello rubio de manera muy extraña y tenía el hábito de peinar en todo momento. Ocultaba su cara con la bufanda con los colores de Gryffindor que trepaba por su excesivamente y largo cuello hasta la boca.
—Hakamada te presento a tu nuevo buscador, el señor Bakugo.
Un chico delgado y bastante alto. El capitán del equipo. Tsunagu alargo su cuello y bajo la mirada, para verlo mejor.
—Un arreglo en su cabello y sería perfecto, no queremos que estorbe durante los partidos en la tormenta o cuando el viento es muy fuerte.
—¡Hah!—Katsuki se mantuvo rígido, tratando de apartar su cabello de las manos de ese chico.
—Ah—suspiro la profesora Rumi—quiero ver la cara que pondrá el profesor Aizawa cuando se entere—se acomodo el sombrero blanco y puntiagudo sobre la cabeza, soñando despierta.—Sería recomendable que empezara a preparar al señor Bakugo para primer partido en Noviembre cuanto antes, el tiempo apremia.
—Va a necesitar una buena escoba—murmuro Hakamada, alejándose del cabello rubio del chico de primero, cuando este apretó los dientes y puso las manos sobre su propia cabeza.
—Claro, lo arreglaremos, que podría ser bueno—murmuro la profesora, soñadora.
A mediados de Octubre, cuando Inui se había librado por fin de las babosas y al mismo tiempo Katsuki lidiaba con él estricto entrenamiento de Hakamada, preparándose para el primer partido de Quidditch, su rivalidad con cierto Slytherin había escalado.
—Enserió bro, si no te calmas, le darás un razón para que te meta en problemas—Katsuki rodó los ojos. Estaban desayunando y clavo su tenedor en una salchicha. Denki estaba sentado frente a el y acababa de tomar la última tostada de la bandeja, lo que hizo que esta estuviera repleta nuevamente.
Su rival Slytherin se encontraba dos mesas más hacia allá y se podían ver claramente. El rubio trato de pensar en otra cosa y repaso mentalmente la estrategia que había estado practicando dolorosamente durante la últimas semanas. No podría ser capaz, si lo quisiera, de contar cuantas veces fue golpeado por la bludgger.
«Es estrictamente esencial que aprendas a esquivarla. El año pasado, Takami, el capitán y buscador de Slytherin estuvo un mes inconsciente después de que una le diera en la cabeza. Te agradecería si eso se volviera a repetir. En lugar de que te toque a ti».
No probó ni un pedazo de la salchicha en su plato de plata, la estaba triturando frente a sus camaradas, que preferían ignorarlo a conciencia mientras su garganta permaneciera atorada en lo que tenía que evitar decir. Para cualquier otra persona, lo que le había dicho Hakamada, era una clara muestra de presión y Katsuki, que no era cualquiera, aceptaba la presión y el desafío.
—El correo—menciono Mina con alegría, ella como siempre estaba relajada. Ajena a los menesteres de sus tres compañeros. «Chicos» susurraba a menudo, agitándose su ondulado y rosado cabello.
Las lechuzas emergieron paulatinamente desde el techo encantado y sobrevolaron las mesas, alcanzando a los destinatarios con las alas extendidas. Paquetes y cartas fueron soltadas de sus patas, algunas giraron y se devolvieron. Otras, se posaron al lado de su dueño.
Como Hedwig, que le estaba peleando a Deku un pedazo de alguna cosa que este tenia olvidada en su plato, mientras escriba en su diario y revisaba su tarea.
Bakugo lo noto un breve instante, como si tuviera interés en lo que hacía el pecoso o como distracción. Como un recuero a su cerebro de algo que no sabia ahora. Pero, se ocupo rápidamente en la carta que fue soltada en sus manos.
Estaba echo. Sus padres le habían enviado durante mes y medio cartas, paquetes, etc. Enviaba respuestas de agradecimiento, solo que, hasta el día anterior decidió por fin revelar un poco los acontecimientos de su estadía en Hogwarts. El castigo injusto, la varita y de su nuevo lugar en el equipo de su casa, como el buscador. Si, había pensando inocentemente que esa revelación haría olvidar el resto de problemas y los minimizaría.
¿Que tendría la carta? Se pregunto, sosteniéndola entre las puntas de los dedos como si quemara. Como si fuera a estallar, negándose a rasgar el papel de pergamino amarillento que arrugaba. No podía dejarse intimidar por un trozo de papel, ellos estarían tan orgullos, no había nada que temer. Sacudió la cabeza y agarro con más firmeza el sobre, rasgo la punta. Luego esta se abrió por si sola, se soltó, para sorpresa suya y del resto, flotando en el aire.
Transformándose y suspirando, la carta ahora tenia vida propia. Katsuki palideció ante la boca que sobresalía y había comenzando a vociferar enérgicamente:
—BAKUGO KATSUKI—Bramo, las cabezas de otras cosas voltearon para ver. —COMO ES ESO DE QUÉ TU VARITA ESTA ROTA, DESDE HACE MAS DE UN MES—Katsuki escuchaba la voz más que enojada de su Madre. Con sus ojos fijamente en la carta vuelta boca, que se inclinaba hacia el. Trago, se sujeto del borde de su asiento.—ESTOY MUY DECEPCIONADA, APRENDERÁS A VIVIR CON ESA VARITA, NO TENDRÁS UNA NUEVA
Hizo alguna clase de sonido de exasperación, luego emergió otra voz, más calmada, aunque ligeramente temblorosa:
—Me alegra oír que entraste al equipo de Quidditch, felicidades—se volvió un lío de voces, su madre y su padre peleando. La carta se hizo pedazos y cayó sobre la mesa.
Paralelamente, donde estaban desayunando los de Slytherin. Neito Monoma se estaba riendo, disimuladamente, pero lo hacía. Disfrutaba del espectáculo brindado por el vociferado y por la información que había obtenido. Se sirvió más jugo de calabaza y levantó de su copa, intentando brindar con sus compañeros. Un chico de mirada sería, cuyo cabello desordenado y de color morado se estiraba hacia atrás. La otra, una chica de cabello castaño. Conformándose con su ignorancia, choco la copa con el aire y bebió el jugo.
Estaba decidido en acabar con el nuevo y joven buscador de Gryffindor. No muchos estudiantes estaban desayunando cuando la carta lo reveló y aún así el rumor se esparció mucho rápido cuando Neito se ocupo de decírselo a tantos como pudiera. Aún si no se lo preguntaran, Peeves y el se llevaban bien, así que el rumor causo una cadena rumorosa en tanto se lo dijo y le facilito algunas bombas fétidas para molestar al celador.
—¿Que se supone que estaría ganando con esa información?
Monoma apretó los dientes, pero su expresión no cambio. La alegría descarada y su sonrisa permaneció.
—Tienes que hacer algo y borrar la sonrisa de ese bastardo.
Keigo, el capitán del equipo de Slytherin, se pasó una mano por la cien. Sonrió también. Haciendo creer a Neito que tenía su atención e interés en "encargarse".
—No haré nada que perjudique a Gryffindor y si me entero que tu si, te llevare directamente con el profesor Aizawa. No me obligues a quitarle puntos a mi propia casa, eso es retorcido—Izuku y Shoto estaban esa noche sentados frente al fuego. Iluminados por la llama naranja que se mezclaba con la luz verdosa que proyectaba el lago por una de las ventanas.
Izuku dejo de escribir en su diario y Shoto de leer su libro de pociones. Pero ninguno, como en un común acuerdo, levantaron la cabeza, espiaron la conversación en secreto.
—Cielos, estos chicos de ahora—Takami paso por un lado de Neito y se dirigió hacia el cuarto de los chicos de quinto. El rubio problemático apretó ahora sus puños, estaba claro que si estaba rodeado de Slytherins cobardes, tenía que ser el quien se ocuparía de todo.
La semana previa a Halloween, los Gryffindor y Slytherin abandonaban su clase de pociones en la mazmorra. Kirishima conversaba con Uraraka y la felicitaba por haber ganado puntos para la casa, después de que su poción por fin cumpliera las expectativas del profesor Aizawa. Quien fríamente se vio obligado a recompensarla.
Junto con Bakugo, fuero de los últimos en abandonar el aula. Realmente eran pocos los estudiantes que estaban allí, así que cierta persona aprovecho muy bien la oportunidad de hacer de las suyas. Monoma se planto, justo delante de Bakugo. Ambos se vieron como un par de perros rabiosos.
—Estorbas, quítate— mascullo Bakugo.
—Tengo algo que proponerte ¿o eres un cobarde?—los ojos de Neito brillaron.
—Si, creo que ya es hora de irnos, llegaremos tarde a la siguiente clase ¿Bakugo...?—Eijiro coloco sus manos sobre los hombros de su amigo, lo sintió, la forma en que temblaba. Estaba conteniéndose y se preguntaba que tanto soportaría hasta que estallara.
—Un duelo, tu y yo. Tan sencillo como eso, si ganas, dalo por echo que me quitaré de tu camino.
—Y si tu ganas—la peor respuesta que podría haber dado. Si, pero ya estaba echo.
Los ojos de Monoma se entrecerraron, complacidos.—Harás lo que yo quiera que hagas, por el resto del mes—lo que se escuchaba bastante generoso. Solo que Katsuki, guiado por lo competitivo que era e ignorando su varita rota, que según Mitsuki le replicó en varias cartas, permanecería hasta su graduación tal y como estaba. Salvo que su comportamiento fuera excelente.
—Lo haré, vamos, ahora.
—No, te veré esta noche. Intenta llegar al tercer piso, es más emocionante en un lugar que según el ridículo del profesor te podría matar. No lo escuchaste, nos prohibió ir allí durante el banquete de bienvenida.
No habría nadie, nadie se enteraría ¿Cierto?
—Si lo prohibieron tuvieron una buena razón, tenemos que obedecer las reglas ¿Cierto Bakugo?—Kirishima se asomo de un costado, esperando encontrar la razón en su explosivo compañero.
—Es la única oportunidad que tengo de explotarle la jeta—la sonrisa de Monoma se extendió más.
—¿Lo harás? Si es por tu varita, la puedes pedir prestada, no quiero que salgas lastimado.
—Como si no fuera a salir lastimado en el tercer piso—agregó Kirishima, preocupado.
—No enserió, tiene que ser limpio. Esta en juego mi honor—Katsuki no creía en su honor y mucho menos en el de un Slytherin. Sin embargo, su última e irrevocable decisión, fue aceptar el duelo.
Lo intento, Merlín sabía que lo había intentado. Después de salir por el cuadro de la dama gorda, que era la barrera a la sala común en la torre Gryffindor. Después de que, bajaran las escaleras cambiantes hacia el tercer piso, en el silencio de la noche y con los murmullos de algunos personajes de los cuadros «No son demasiados jóvenes para andar solo por el castillo» al verlos pasar.
Para mala suerte de Monoma, que había advertido al celador acerca de donde estaría Bakugo esa noche y se fue a dormir satisfecho consigo mismo. El primero que los encontró fue Izuku, a quien Shoto seguía «Regresemos Midoriya o perderemos puntos, me esfuerzo mucho en ellos». Cumplía lo de ser la voz de conciencia, tal y como Kirishima intentaba con Bakugo.
—¡Tu que estas haciendo aquí!—Exclamo en el descanso de la escalera, la puerta hacia el pasillo del tercer piso estaba ahí, justo detrás del pecoso que lo había estado esperando.
—Baja la voz, Bakugo, nos van a...
—Es una trampa, seguro que Monoma ya se lo ha dicho todo al celador—Katsuki frunció el ceño, lo agarro por la ropa, clavando los dedos en el chaleco debajo de la túnica y sobre la camisa. El pecoso levanto las manos en señal de rendición y arrugó los labios con nerviosismo. Confrontar a Kacchan directamente o Bakugo como se había intentado convencerlo de llamarlo ahora que sus caminos estaban separados, estaba siendo más difícil de lo que pensó.
—Esperas que confíe en ti, eres un Slytherin y otro bastardo no muy diferente de ese tipo
—¿El es un tonto desde siempre? —murmuro Shoto. Mas como afirmación que pregunta.
—¡¿Que dijiste?!—su mano quedo en el aire. Ni siquiera toco la túnica de Todoroki, algo más llamó la atención de los cuatro estudiantes.
—Es la gata, nos vio—el agarre sobre la ropa de Izuku se aflojo, Katsuki apenas giro y vio que la gata desaparecía rápidamente escaleras abajo.
—Si bajamos ahora nos va a ver, hay que apurarnos, entremos—sin que nadie cuestionara a Midoriya, empujaron la puerta del pasillo del tercer piso, pero justo al intentar entrar fueron sorprendidos por varias manos que los jalaron hacia adentro. «Lumos».
—Toya, me estas pisando–esa fue la voz de Tenko, se percato Izuku.
Los dos Gryffindor protestaron, Bakugo estuvo a punto de dar un grito y Kirishima, que tenía su cabeza pegada contra la suya le puso una mano sobre la boca. Los ojos de Bakugo se abrieron tanto que daban miedo, en cambio su compañero parecía satisfecho de haber podido cerrarle la boca.
—Hagan silencio, niños, la gata tiene muy buen oído—advirtió Tenko, entre los seis se veían las caras.—No puede vernos, busquemos algún rincón donde quedarnos—«Nox». La luz de la varita se desvaneció, mientras intentaban caminar coordinados.
—Mi pie de vuelta...—se quejo Tenko, seguidamente de Kirishima:
—No te muevas tanto Bakugo, es por tu bien—debido a la oscuridad y el lugar apretado en el que eran obligados a estar, no se dio cuenta que había bajado su mano. Al menos Katsuki estaba en silencio y más tranquilo por voluntad propia.
—Ahí hay una puerta bastardos—murmuro, cuando fue Toya el que conjuro otro Lumos y un Nox haciendo sobresalir la varita de la capa donde Tenko los había obligado a entrar a todos.
Escucharon pasos detrás de ellos, que se empujaban entre sí, pisando sus pies, tirando de las túnicas y hasta del cabello, bajo la tenue luz que se encendió por si sola de un poste en la pared del pasillo. La sombra de Rikiya estaba cada vez más cerca, casi lo podían oír respirar sobre ellos. Tantearon la puerta en la oscuridad, tiraron y empujaron, estaba cerrada.
—Háganse a un lado—Shoto se interpuso a Bakugo y apunto con su varita la cerradura. Hizo un par de movimientos y al mismo tiempo susurro—Alohomora.
Se escucho un sonido, los seis empujaron de nuevo la puerta, esta se abrió y se cerro rápidamente tras sus espaldas.
—Ven aquí linda, busquemos por el otro lado—la gata que estuvo muy cerca de la puerta se giro y siguió a su dueño. Nos los vieron, pero ambos se habían ido vigilando el camino.
—Eso fue excelente, tengo que aprenderme ese hechizo, bien echo—si Shoto estaba halagado por el comentario de Kirishima, no se le noto. Guardo su varita dentro de la túnica y se permitió respirar regularmente.
Bakugo miró en cambio a Kirishima, reprochando que elogiara al enemigo. Luego miro al resto.
—También peligroso y mucho. Será que ya podemos irnos—algo tiro de la manga de su túnica, al mismo tiempo que la capa de invisibilidad que los mantenía ocultos voló hacia arriba y aterrizó en el suelo. Izuku volteo hacia Shoto, que señaló débilmente hacia el frente.
Tres pares de ojos y tres pares de grandes mandíbulas. Solo un par de enormes patas que hicieron retumbar el suelo. No supieron como, pero abrieron la puerta en el mismo instante que las tres cabezas del enorme perro, se abalanzaron sobre ellos intentando tomar un bocadillo de medianoche.