Batman año 0 #3
21 de septiembre de 2025, 18:16
Bruce se encontraba sentado delante del escritorio, impaciente, cuando Alfred llegó con un par de maletas.
— La ropa la traerán en breves por lo que de momento nos ocuparemos de evitar que te reconozcan, así que tendré que modificarle el rostro tanto como pueda. — dijo mientras sacaba varios productos de maquillaje de uno de los maletines. — Le pediré que no se mueva, también aprovecharé para cambiarle el peinado tanto como pueda. —
Tras varios minutos, de intenso trabajo, Alfred finalmente terminó, al voltearse al espejo, Bruce se sorprendió, era incapaz de reconocerse tras esa cara de una persona claramente mucho más mayor, con arrugas y bolsas bajo los parpados.
Alfred se puso a observar con detalle cada parte de su trabajo. — Bien, esto será suficiente con el material que dispongo. — dijo cuando de repente sonó el timbre de la puerta principal. — Parece que ya llegó la ropa, espéreme aquí, no tardaré. —
Varios paquetes llegaron, y Alfred los trajo hasta la habitación, al desenvolverlos, Bruce notó que se trataban de varias prendas de ropa que claramente eran de segunda mano.
— Perfecto, con esto dudo mucho que la gente sepa que usted es rico, señor. — dijo Alfred admirando las distintas piezas de ropa satisfecho. – Ahora vístase, y no se olvide de el gorro de lana, eso ayudará a ocultar su apariencia. -
Tras vestirse Bruce quedó boquiabierto por su transformación, nunca hubiera apostado que el hombre que veía reflejado en el espejo, se trataba del joven multimillonario Bruce Wayne. — Muy buen trabajo Alfred, con esto, podre ir por ahí sin levantar sospechas. —
— Me temo que justo eso es lo que más me preocupa, amo Bruce, déjeme insistir que es una mala idea, seguro que hay otros métodos para conocer la ciudad. — intentó hacer reflexionar Alfred a Bruce.
— Olvídalo Alfred, este es el único modo para saber la verdad. — le respondió Bruce, que, al ver la hora, se dirigió a la salida.
— Al menos déjeme que lo acompañe con el vehículo. — dijo Alfred.
— ¿Qué clase de persona normal puede permitirse un chofer, Alfred? — preguntó Bruce al abrir la puerta. —– Volveré antes del amanecer, no te preocupes. — dijo finalmente antes de cerrar la puerta.
Bruce, después de andar varios minutos, finalmente abandonó la zona rica de la ciudad y se adentró en los oscuros callejones, solo en el ambiente ya se notaba la diferencia. A pesar de ser ya bien entrada la noche, muchos locales seguían abiertos… Aunque sabía que muchos de ellos tenían mala reputación.
Las calles estaban bastante concurridas, con mujeres en las salidas de los bares y casinos, encargadas de captar clientes a través de la seducción, mientras que por otro lado varias prostitutas, intentaban conseguir clientes que salían de estos.
— Hola guapo, quieres pasar un buen rato. — dijo una mujer que salió de la nada, a la cual se le junto otra.
Bruce incomodo por la situación ya que nunca se había visto envuelto en algo parecido intentó rechazarlas amablemente, cuando de repente notó un tirón de la parte trasera de su pantalón.
Se trataba de una mujer que robó su cartera, la cual estaba atada por un delgado hilo, rápidamente, se dispuso a perseguirla, dejando a tras a las dos mujeres confusas.
La mujer al mirar atrás se dio cuenta de que Bruce la estaba persiguiendo y que le estaba recortando la distancia, sorprendida de que una persona con un aspecto tan anciano pudiese tener ese ritmo, decidió intentar perderlo, por lo que giró en el primer callejón.
Bruce giró en el mismo callejón, pero había esta había desparecido, hasta que un ruido metálico, le hizo girar la cabeza hacia arriba al darse cuenta de que la mujer estaba trepando por la escalera de incendios, pero cuando se disponía a perseguirla, dos hombres lo detuvieron.
— ¿Dónde crees que vas anciano? — dijo uno de los dos hombres mientras que el otro le obligo a girarse.
— Os recomiendo que os marchéis, ando bastante ocupado. — contestó Bruce sin ser intimidado.
— Pero mira quien tenemos aquí, ¿no serás un valiente no viejo? Le recomiendo que haga las cosas sencillas y nos des todo lo que tengas ahora mismo encima. — dijo el otro hombre.
— Me temo que llegáis tarde, justo me acaban de robar. — dijo Bruce impasible.
— Entonces lo siento viejo ¿Pero este es tu día de mala suerte! — gritó uno de los asaltantes lanzándose hacia él intentándole dar un puñetazo en el rostro.
Bruce, aun con la dificultad para moverse a causa de la ropa, consiguió esquivar el golpe, devolviéndole otro que impacto en la nariz, lanzándolo al suelo dejándolo inconsciente.
Su compañero, al verlo, sacó una navaja con la que se lanzó rápidamente con un corte en horizontal. — ¡Ahora verás! —
Pero Bruce con la ayuda de una tapa de un cubo de basura, consiguió desviar el golpe, aprovechando para golpearlo en la cabeza dejándolo aturdido, una vez con los dos hombres en el suelo, prosiguió a registrarlos para retirarles las armas que podían tener escondidas, pero sin que él se de cuenta, un tercer hombre apareció con un martillo, pero justo antes de que le golpease, una maceta se precipitó, aterrizando en la cabeza de este sujeto. Bruce, sorprendido por el ruido, miro hacia la dirección de donde cayó la maceta, viendo solo la silueta de la mujer encima del tejado, y tras una breve cruzada de miradas, esta le lanzó su cartera a sus pies, desapareciendo de la vista al perder mirar la cartera.
Bruce se agacho para recogerla, riéndose internamente de la mujer ya que sabía que ella se había dado cuenta que esa cartera era un simple señuelo. Rápidamente abandonó el callejón antes de que la policía acudiese y volvió a su mansión.
Al llegar a la mansión, lo recibió Alfred, impaciente por saber lo ocurrido en la escapada de su amo Bruce.
Ayudándolo a quitarse la ropa y el maquillaje, este le preguntó. — ¿Cómo ha ido amo Bruce? ¿Le ha sido inspiradora su salida nocturna? —
— En efecto Alfred, me ha servido para saber que en realidad no sé nada de esta ciudad. — contestó Bruce.
Alfred, se sorprendió por su respuesta. — ¿Y eso? ¿Qué le ha ocurrido Amo Bruce? — volvió a preguntar Alfred.
— No mucho en realidad, primero deambulé por las calles hasta que una mujer cayó en la trampa que tenía preparada y me robó, cuando iba a atraparla, un par de matones me emboscaron para asaltarme, pero conseguí deshacerme de ellos. — dijo Bruce con una amplia sonrisa.
Alfred al escuchar su historia, empezó a buscar heridas por el cuerpo de Bruce.
— Tranquilo Alfred, no estoy herido, de hecho, aunque resulte extraño, la ladrona me ayudó, noqueo a un tercer sujeto que estaba a punto de golpearme por la espalda. — dijo Bruce ante la preocupación de su mayordomo.
— ¿La ladrona le ayudo? — dijo Alfred dubitativo.
— Por eso te he dicho que aun debo aprender más de la ciudad, para aprender cómo funciona. También debería mejorar el disfraz, es muy difícil moverme con esto. — dijo señalando el montón de ropa.
— Me temo que tendrá que aguantarse por el momento, ya encargaré algo mejor para el futuro, pero… ¿acaso piensa seguir con esto? — preguntó Alfred preocupado.
— Por supuesto Alfred, la práctica es el único método para aprender en este caso. — dijo Bruce mientras se dirigía hacia su habitación para dormir.