Primer Fallo
22 de septiembre de 2025, 15:55
La ciudad poseía un gran comercio nocturno, ya que uno de sus fuertes económicos era el turismo. Los días eran pasivos y productivos, mientras las noches llegaban envueltas entre luces y sonidos de gran variedad. La escena artística tenía una gran acogida entre los jóvenes y turistas, quienes como animales nocturnos inundaban las calles a la caída del sol.
Iori había sido convocado por la banda actual un par de semanas atrás. Hablaban de la inauguración de un bar que tenía renombre en otras ciudades. Una oportunidad perfecta que atraería muchísima gente ya que le precedía fama al lugar. Iori no pensó que sería justo el bar de ella y no le agrado mucho al enterarse, pero ya había un compromiso y temas compuestos de por medio, así que sencillamente se hizo a la idea de que podrían haber algunas malas reacciones e incluso provocaciones. Le molestaba tener que mostrar una faceta que siempre quiso tener alejada de las personas relacionadas a los torneos de KOF.
Illusion Bar ya tenía sedes en varias ciudades importantes según la información que se habían compartido los miembros de la banda. King personalmente asistía a las inauguraciones y este ya llevaba varias exitosas noches de apertura. La presentación de la banda sería como el postre para finalizar la bienvenida del bar hacia los potenciales clientes de la ciudad. Era la primera vez que Iori visitaba el lugar, saber quién era su dueña no le generaba ni el más mínimo deseo de conocerlo, pero ya se había llegado el momento de la introducción completa de la banda.
Iori bajo del taxi, tomó sus instrumentos y pago dejando el cambio sin mediar palabra. Camino hacia la gran fachada luminosa. La entrada era ostentosa, mezclaba tonos ocres y grises texturizados, con formas minimalistas y poco geométricas. Eso le otorgaba un aire taciturno al lugar, daba la impresión de ser un espacio de reuniones y tertulias. Aún no estaba abierto al público pero había una cantidad considerable de personas rondando la entrada en espera a la apertura.
Iori ingreso por una de las entradas laterales como le habían indicado minutos antes por medio de una llamada. Allí un hombre alto, corpulento y de cabeza rapada le solicitó indicación de quién era y a que venía. La respuesta de Iori no llegó. Solo una mirada despectiva y paciente que le dedicó abiertamente al hombre. El guarda de la entrada carraspeo un poco la garganta exasperado, él sabía quién era Iori y a que venía pero no parecía nada complacido con la actitud arrogante de este.
- A la derecha al lado de la barra. – las palabras del hombre salieron cortantes. Iori cruzó a su lado despreocupado y se internó en la oscuridad de matices azulados.
El pasillo era largo y el cambio de temperatura se hizo evidente. Luces intermitentes y de baja intensidad cruzaban a lo largo del trayecto y este a su vez de dividía en otros pasillos más estrechos. Las tonalidades finalizando el pasillo se hicieron cálidas. Dorados y ocres resplandecieron cuando Iori entró al salón principal. La entrada le permitía el acceso a la cocina, a un espacio privado con cojineria más cómoda y a unas escalas ocultas al otro costado.
Iori aminoro el paso y entró con cautela al gran hall. Este era amplio y tu techo tenía una leve concavidad hacia el fondo justamente sobre la tarima. Eso facilitaría la acústica. El lugar estaba diseñado bajo estándares de la época de los 20's con una decoración vanguardista y elegante. El centro del lugar que lindaba con el extremo opuesto a la entrada era el escenario. El cual bajo tenues luces azuladas y piso entapetado, contrastaba con el dorado cobrizo reflejado en la madera que lo rodeaba.
-Eh Iori, ¡Aquí! – Uno de los miembros de la banda levantó la mano con energía desde el extremo derecho cerca a la barra, como si Iori no se hubiese percatado aún de ellos. Iori camino en dirección a la mesa indicada sin apartar la vista del escenario y su zona VIP. Si algo debía reconocerle a esa mujer era su buen gusto para ambientar una escena artística.
– Buenas noches. – saludo Iori sin cruzar miradas con nadie y apoyó sus instrumentos contra la mesa vecina. Los miembros de la banda saludaron en respuesta, algunos fueron eufóricos, otros más despreocupados. Durante un instante corto reinó el silencio mientras el vocalista líder de la banda se levantaba a informarle al barman que les gustaría hablar con la encargada.
Iori abrió el estuche de la guitarra y se dispuso a revisar nuevamente que todos los tonos estuviesen en su punto.
– Ayer te envié unas ideas sobre algunas melodías que me gustaría componer para acompañar la última canción. ¿Las viste? – rompió el silencio el guitarrista que expectante observó a Iori.
Iori guardó silencio un instante y respondió a su pregunta con una suave melodía acústica. La cual abarcaba parte de los retazos enviados por el joven y se complementaba armónicamente con varios suyos. Entre arpegios y bemoles, la melodía avanzó cantarina. El guitarrista sonrió complacido y su voz acompañó las cuerdas.
– Son unos chicos talentosos, no me equivoque al elegirlos para esta noche. – La voz de la mujer que los observaba desde hacía un minuto desde la barra llegó dulce e interrumpió la melodía.
– Debo decir que me sorprendió bastante enterarme que eras parte de este encantador grupo. – hablo despreocupada King tomando un vaso y vertiendo una mezcla de licores en él. – Ya sabía que eras un buen músico Iori, te has labrado a regañadientes una fama en el ámbito artístico del ala nocturna. Pero verte personalmente tocando, sí que parece ser una grata sorpresa. – Sonrió con picardía mientras acercaba el cóctel a la mesa y lo descargaba frente a Iori.
– La casa invita chicos. Sean bienvenidos al Illusion. – una amplia sonrisa se dibujó en los rostros de los jóvenes mientras Iori cruzó una mirada directa con King. Tomó el vaso con la bebida de tonos oscuros y olor amaderado e hizo un leve movimiento de cabeza hacia la anfitriona.
Durante varios minutos la banda debatió el orden de la presentación y con qué canción finalizar la muestra. Los aportes de Iori fueron puntuales y bien recibidos por los miembros y tras 15 minutos de palabras emocionadas entre los jóvenes concluyeron en iniciar el montaje pronto por recomendación de la anfitriona. Iori se ausentó los últimos minutos de la enardecida conversación de la banda y regresó de la zona de fumadores para descubrir que el montaje estaba en proceso. King llamó su atención con un leve movimiento de la mano señalando a modo de invitación una silla en la barra. Iori tomó asiento y frente a él se posó como una delicada avecilla, un cóctel de colores intensos.
– Embriagar a uno de los músicos antes de la presentación no parece ser muy sensato. – comentó divertido Iori mientras tomaba la delicada copa de colores y olía sus aromas fuertes y diversos.
– De un hombre como tú no esperaría que dos inocentes bebidas generen mayor efecto. – sonrió la mujer. – Vamos Yagami, ya deja esa cara de cautela, yo no muerdo y ciertamente no seré ni la primera ni la última perteneciente a KOF que verá una presentación tuya. Sé un buen chico y deja esa expresión recelosa. – Acotó King con voz cantarina y sonrisa amplia. Iori sonrió fastidiado y la miro.
– Yo nací con esa cara, no me quedan muchas opciones. – respondió, tras lo cual bebió de la copa. – No me destaco por las sonrisas más dulces, pero puedes afirmar que tengo un temperamento cálido. – Su respuesta salió lenta y diligente.
- Jajaja, yo diría que ardes en peligrosa calidez querido. – rio King con aplomo. – Iori Yagami siendo jovial y gracioso. Casi eres como una persona normal y perfectamente encantadora cuando no andas persiguiendo a cierta persona. – Puntualizó King con palabras afiladas.
Kyo, el pensamiento mello en lo profundo de Iori y una tensión trepó por su espalda generando una densa pero pasajera presión en el pecho. Sabía que llegarían esos comentarios. Solo no debía darle importancia. Sonrió con desdén y terminó de beber su copa.
– Tal vez debería convidarte con frecuencia a mis bares y conocer más a profundidad esta fascinante faceta tuya. - Comentó casi con coquetería King.
– Tal vez. Gracias por la bebida. – respondió Iori con cierta amabilidad, ocultando exitosamente el impulso que había traído la insinuación de Kyo. King observó a Iori de espaldas caminando con lentitud hacia el escenario. La sonrisa en su rostro desapareció con rapidez. Iori sabía bien que King desconfiaba de él. Que casi cualquier luchador de KOF lo hacía. Y así debía ser. El mismo no confiaba ni necesitaba a nadie. Pero esta noche era diferente, esta noche nada de eso importaba. Esta era una noche de música.
Después de transcurrida una hora el Hall se llenó de personas, el lugar abarrotado de clientes dio una calurosa acogida a la banda. Durante las siguientes horas el lugar se sumergió al son de melodías Indie y conversaciones ininteligibles. Iori sumido en la música desvió poco su atención hacia los oyentes y los seguidores que les dedicaban ovaciones desde la zona VIP. Centrándose solo en el compás y la profunda calma que le ofrecía el lenguaje de las notas. El tiempo pasó rápido e imperceptible.
Finalmente llegó el momento de clausurar la velada musical y cambiaron a los instrumentos acústicos. Esto género en las personas una expectativa que trajo consigo la transformación de las conversaciones abiertas a susurros sibilantes.
Fue en ese instante en que probaban de nuevo la tensión de las cuerdas, que Iori lo vio entre la multitud. Un hombre alto y rubio al cual reconocía muy bien.
Benimaru Nikaido estaba sentado en la barra con una expresión de sorpresa. Una sonrisa ancha y divertida, como si no pudiese creer del todo lo que estaba viendo. Estaba hablando con King en la barra y aunque la mirada de ella era más austera, ambos parecían bastante amenos con la situación.
Iori fue traicionado por su subconsciente. Por un instante entro en un estado de alerta y una cautela asesina plantó raíces en su vientre. Se vio a sí mismo observando alrededor, buscando entre la multitud de personas a alguien que sabía bien no estaba allí. Logró controlar con aplomo la pulsión que amenazaba con desbocarse. Él no estaba allí, él no pasaría desapercibido para Iori si estuviera cerca. Luego de dedicar una mirada teñida de desprecio a Benimaru, Iori bajó la vista al instrumento y se dio paso a la canción estrella de la banda.
Nuevamente los arpegios y los bemoles protagonizaron el inicio de la melodía. Que luego fue acompañada de una suave voz que aumentaba en cadencia e intensidad.
Fue a mitad de la canción que Iori percibió algo extraño. Un sonido lejano, ahogado y ajeno al lugar llegó a sus oídos. Era un grito, un lamento que rasgaba el velo de la desesperación.
Desconocido, pero a la vez familiar. Iori observo el entorno, sabía que eso no podía provenir del bar. Lo sentía en lo profundo de su ser, inexplicablemente rasguñando sus entrañas.
– Yasakani. – un susurro estridente superó el volumen de los sonidos a su alrededor. Los gritos se reanudaron desgarradores y esta vez mucho más intensos. Iori sintió un repentino dolor abrupto en su pecho. Como si una hoja afilada hubiese entrado profunda sin mucha dificultad y hubiese roto varias costillas. El intenso dolor le cortó la respiración por un instante y Iori temió dejar caer el instrumento de sus manos. Su lengua se sumió en un sabor metálico y su respiración se hizo trabajosa.
Cuando miro confuso a su alrededor ya la ira estaba reptante. El bar era diferente, todo estaba congelado en una escena grisácea y maleable, congelada en un espacio onírico donde solo él podía moverse con mucha dificultad. Iori no comprendía qué estaba sucediendo, pero fuese lo que fuese no importaba, haría todo arder si era necesario. De entre las sombras de los espectadores ateridos en la escena, se empezó a conformar un extraño espectro que parecía desdoblarse en múltiples formas. Este extraño ser hecho de obtusa oscuridad avanzó hacia Iori. Sus movimientos rompían toda ley física existente como si fuese algún error de la realidad. Le dificultaba moverse hacia Iori y este lo sabía.
La reacción de Yagami fue intempestiva, iracundo resistiendo el dolor desgarrador y la falta de aire, dio un salto violento hacia aquella criatura de la cual provenían los susurros que no dejaban de repetir Yasakani y de la cual salían esos desgarradores gritos. Sus manos desbordaron flamas violetas que se extendieron casi hasta el techo y sus dedos se cerraron rasgando el velo de oscuridad. El fuego se extendió inflamando todo su entorno, envolviendo en las devoradoras llamas violeta a la sombra. Esta se expandió rodeando el cuerpo de Yagami y serpenteo por el piso hasta envolver su propia sombra. Yagami sintió como la oscuridad lo dragaba al vacío y aunque sus flamas ardían y consumían a la oscuridad, esta parecía más grande y profunda con cada combustión.
Iori grito salvaje, no permitiría que esa criatura aberrante lo devorara tan fácilmente. No lograba respirar a causa de la sangre que se amontonaba en su garganta. Pero aun así se entregó al vértigo de la muerte e hizo arder todo con su voluntad y su furia. Las llamas que brotaron de su cuerpo inicialmente violetas se tornaron de un rojo carmesí. Incineraron la oscuridad, atrapando entre su flamante ignición todo cuanto había a su alrededor. Iori pudo ver tras la oscuridad que se desvanecía, a todas las personas que yacían en el lugar siendo atrapadas en la llamarada. Eran consumidas con inclemente violencia por esta y un profundo miedo se acuno en su corazón.