ID de la obra: 1030

El Pacto

Slash
NC-21
En progreso
1
Tamaño:
planificada Mini, escritos 70 páginas, 33.316 palabras, 11 capítulos
Descripción:
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Prejuicio

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El día cayo hiriente sobre los ojos de Kyo, su cuerpo reacciono encogiéndose ante el destello que dejo matices ocres en su cabello. La luz de la tarde se filtraba intensa por las rendijas de la persiana desdibujando franjas doradas en su silueta. Se incorporó desorientado, recuerdos rezagados de la noche anterior cruzaron volátiles y al tantear su celular para mirar el reloj termino empujándolo de su lugar, este reboto contra el piso de madera y soltó un leve Beep a modo de quejido. Kyo asomo su cabeza por el borde de la cama y estiro un brazo para recogerlo. La pantalla del celular se había activado con la caída y en ella se registraban múltiples llamadas perdidas. Al incorporarse con el dispositivo en mano Kyo se sorprendió de lo tarde que era. El día había transcurrió impune, desinteresado a los sucesos de la madrugada. Reviso el historial del celular y encontró algunas reiteradas llamadas de un número desconocido, como también otras de Shingo y Benimaru. Kyo se sacudió el aturdimiento del despertar y bostezo. Abandono el celular en la mesita. Se despojó la ropa de la noche anterior con movimientos perezosos. Esta fue cayendo por partes sobre el piso, a causa del cual se estremeció un poco ya que estaba frio al tacto. Ingreso al cuarto de baño, dejando tras de sí la luz amarilla del tocador surcando la habitación. Tras una ducha fresca observo que en su armario aún se encontraban viejas prendas que no usaba hace tiempo y a pesar de todo tenían un olor limpio y agradable. Opto por algunas ropas sobrias sin estampado y la tradicional chaqueta de cuero. Kyo no recordaba que sueños acompañaron su noche, pero se había despertado con una agradable emoción y energías renovadas. Se dispuso a bajar al primer piso donde escucho un leve tintineo de porcelana. Al llegar al lobby vio que su madre estaba sentada en un zabuton con algunas bandejas de té al frente. Estaba acompañada por los hombres que Kyo supuso eran los vigilantes de turno, los cuales tras terminar de tomar las bebidas hicieron reverencia en agradecimiento. Shizuka se percató de la presencia de su hijo y lo miro con particular dulzura. – Toma asiento Kyo, me alegro que descansaras. Mejor come algo, debes estar hambriento. – dijo acercando una bandeja con una buena cantidad de pequeños rollos de sushi. Kyo tomo asiento a manera despreocupada frente a su madre recibiendo la bandeja sin chistar. No había probado bocado desde la noche anterior y estaba famélico. Los hombres que la acompañaban se levantaron y con una leve inclinación de cabeza, salieron al jardín. Kyo procuro parecer desinteresado mientras observaba aquel par de semblantes. Altos, curtidos, con perfil de luchadores e incluso algunas cicatrices surcando el rostro de uno de ellos. Cuando los hombres estuvieron a una distancia prudente Kyo giro el rostro hacía su madre. – ¿Tu si piensas explicarme que está pasando y quiénes son estos mafiosos? Madre. – dijo sin más preámbulos a Shizuka. La mujer bajo la vista con una sonrisa tímida. – Estas personas pertenecen a un miembro gubernamental que hace parte de la familia Kyo, no son mafiosos. – Observo a Kyo con dulce paciencia y extendió una mano hasta su cabeza. Sus dedos organizaron delicadamente el cabello húmedo del joven. – No debes preocuparte querido, tu padre está haciendo todo lo posible por asegurar la familia y averiguar que sucede. – Agregó. Kyo acepto con calma la caricia de su madre que ordeno un poco algunos mechones revueltos. – No lo sabes ¿cierto? Tampoco ha querido contarte a ti. – espeto pensativo. – Yo confío en tu padre. – Respondió su madre irguiéndose con orgullo sin abandonar del todo la mirada amable y la sonrisa tenue. Kyo se levantó con lentitud e inclinándose sobre su madre, depositó un beso suave en su frente. – Lo sé. – susurro el joven regresando en respuesta a aquella expresión dulce, una sonrisa sincera. Incorporándose, tomo el ultimo sushi de la bandeja y lamió sus dedos tras terminar. Camino despreocupado en dirección a la puerta. Bajo el dintel de la entrada un pequeño objeto de vidrio tintineo con el viento. Siendo consciente de la presencia de los dos hombres en el jardín miro de soslayo a su madre sonriendo nuevamente. Shizuka frunció un poco el ceño y suspiro bajo. – Hasta luego madre, posiblemente regrese tarde o tal vez mañana. – Dijo indiferente metiendo sus manos en la chaqueta de cuero y cruzando una mirada fría con los hombres. Aquí era donde tanteaba las intenciones de sus vigilantes. Si los hombres se alertaron ante la afirmación de Kyo no dejaron que se denotara en sus gestos, pero el simple hecho de estrechar lentamente la distancia entre ellos y el joven fue suficiente confirmación. El lento avance que cercaba el camino y las miradas gélidas que recorrieron a Kyo, éste las sintió como una provocación. Por un instante se emocionó ante la simple idea de un combate. El choque veloz y el juego de técnicas en una danza violenta pero controlada. Llevaba suficientes meses sin un enfrentamiento real y le agradaba la idea de practicar seriamente. Una sonrisa divertida cruzo por su rostro. Los hombres no cedían su postura y justo cuando Kyo saco sus manos de la chaqueta con intenciones de presionar la situación, la voz de su madre sonó con una autoridad impropia de ella. – Esta bien. Ve con cuidado hijo, prométeme que estarás aquí para el anochecer. – dijo y camino con paso elegante hasta situarse al lado de Kyo. – Nos tomamos la libertad de traer tu moto a la casa. Ya sabes donde se encuentra y por favor se cuidadoso. – La severidad en su tono hizo que Kyo se encogiera de hombros. Asintió con la cabeza aun sonriendo. Su madre hizo una leve señal con la mano hacia los dos hombres, que imperturbables regresaron a sus puntos de vigilancia. Kyo partió de su casa con la caída del día. Con el atardecer reflejando vetas doradas en la motocicleta, aceleró rumbo a algún lugar donde pudiese respirar con prudencia. No soportaba ser controlado sin mayor explicación y mucho menos no ser tomado en cuenta sobre un tema que estaba directamente relacionado con todo lo que había combatido durante tantos años. Tras alejarse vertiginosamente en su moto a gran velocidad, no demoro mucho antes de dar con aquel lugar que solía frecuentar cuando la ansiedad se transformaba en una criatura pesada a su espalda. Termino frenando en una curva de la carretera que lindaba con un espacio amplio de grava con baches desnudos de tierra. El mirador improvisado de manera natural estaba bordeado por una baranda de metal denso que lo separaba de la carretera. Poseía una amplia vista panorámica al mar, donde el oleaje descansaba a lo largo de la costa. Respiro profundo la brisa marina durante un par de minutos, sintiendo el viento revolotear en su cabello. Luego recostado en la baranda que dividía el espacio mínimo entre el asfalto y la tierra se dispuso a revisar su celular. Las llamadas perdidas de sus amigos centraron su atención. Kyo era consciente de que los motivos de esas llamadas se debían a lo sucedido con Yuki. Tenía certeza de aquello con Shingo, ya que este era más cercano a ella y a su familia, pero con Benimaru aun lo dudaba. Meditó unos minutos observando la pantalla de su celular. No quería reportar nuevamente lo sucedido con Yuki y revivir la frustración que lo había envuelto la noche anterior. Así que con un pequeño gesto de disculpa borro las llamas de Shingo y marco a Benimaru. El celular repico muchas veces y justo cuando pensó que no habría respuesta. La voz del rubio sonó enérgica. - ¡¿Kyo?! Donde carajos te habías metido. – sin dejar que Kyo respondiera, agrego. – Te he estado buscando durante toda la tarde. – su tono regañón se asimilo al de su padre por un instante, lo cual le causo gracia al joven. – Hola Beni, vi tus llamadas. – acoto Kyo con tranquilidad. – Me he enterado de lo de Yuki, lamento que esté enferma. No se sabía nada de tu paradero así que me preocupaste idiota ¿estás bien? – Kyo guardo silencio, era inevitable el tema de Yuki, debía esperarlo. – Si. – Respondió tras unos segundos. – Eh vamos, no es para tanto, todo estará mejor pronto. Qué tal si vienes al Illusion. El bar estará cerrado por cambios de administración temporal, pero aquí estaré con algunos empleados. Vamos Kyo, unas buenas bebidas a puerta cerrada te sentaran bien. – Puntualizó Benimaru como si estuviera zanjado el asunto. Y porque no, no había planeado realmente a donde ir. Solo deseaba abandonar por un rato el control que querían imponerle su padre y eso había hecho. Tras consentir un encuentro con Benimaru en el Illusion Bar, Kyo partió rodeando la costa hacia el lugar. Una noche joven alzaba su oscura profundidad sobre el firmamento. Las luces de la moto centellearon contra el muro del área de parqueo, salvo por un par de vehículos el lugar estaba casi vacío. Por el costado derecho bajo uno de los techos que sobresalían del segundo piso un cabello rubio reflejo los visos tenues del aviso del Illusion Bar que estaba anclado un par de metros sobre su cabeza. Benimaru saludo con la mano a Kyo y le hizo una señal para que lo siguiera. La fachada del bar solo poseía la luz titilante que emitía el aviso de neón. La penumbra absorbía el resto de los rincones, salvo por una leve línea áurea que surcaba la oscuridad como el filo de una daga. Kyo empujo con suavidad la puerta entreabierta y diviso la figura alta de Benimaru al final del ancho pasillo. Este le indicaba con señas que atrancara la puerta antes de entrar. La puerta de metal choco pesada contra el marco y un auto-lock se activó solo. El edifico era muy alto y funcionaba a modo de oficinas en el horario diurno, pero en las noches por aquella entrada privada se tenía acceso a un exclusivo espacio donde se llegaron a desarrollar con frecuencia apuestas y combates. Kyo llego hasta el final del corredor donde Benimaru y un acompañante un poco más bajo, de traje informal y aire tímido, lo esperaban manteniendo abiertas las puertas del enorme ascensor. El joven Kusanagi guardo silencio durante el ascenso mientras Benimaru y el chico debatían sobre algunos cambios en los horarios del bar. El rubio le sonreía ocasionalmente a Kyo a modo de disculpa por los detalles técnicos. El ascensor atranco en el último piso del edificio. Kyo entro primero dejando atrás la conversación de sus dos acompañantes. El lugar se mantenía igual desde la última vez que visitó a King. Con su techo amplio y desproporcionadamente alto del cual colgaba una enorme lámpara de varios cuerpos que bañaba en tonos dorados el recinto. El sonido se dispersaba con facilidad por la ausencia de muros y todo el lugar seguía abierto a la imagen panorámica de la ciudad a través de los ventanales enormes que rodeaban la totalidad del bar. Contrastando el oscuro titileo de las luces de la ciudad en la noche con los colores cálidos del bar. Kyo no era una persona de frecuentar bares, por lo menos no hasta una noche que descubrió por accidente aquel instante ya lejano que lo hechizo con su música durante horas. Observo distraído un recuerdo que acunaba con vergüenza, pero que se aferró con sorna a su memoria, modificado significativamente su percepción sobre él. Un abrazo fuerte lo sacudió haciéndolo espabilar. – Ya deja esa cara de añoranza querido amigo. Pensar en ella no te hará sentir mejor, pero un trago fuerte sí. – dijo Benimaru empujando a Kyo a la barra. ¿Ella? El joven sintió como un leve enrojecimiento trepaba tenue por su cuello. Odiaba cuando el rubio sacaba conclusiones apresuradas de sus especulaciones, cosa que solía hacer con frecuencia. Kyo se tensó un poco ante el comentario. No era Yuki en quien había pensado. Espantando aquellos recuerdos y disimulando con éxito la vergüenza, Kyo tomo asiento en una de las butacas altas en la barra, el olor intenso de la madera impregnada por licor le llego como una agradable caricia. Benimaru inclinado sobre el mesón de la barra indicaba al barman que preparara dos bebidas. Una fuerte en las rocas y una con nombre carnavalesco. El tintineo de las copas y el hielo sumergido que se agrietaba entre colores canela fue bien recibido a través de un silencio cómplice con el comensal. Kyo dio un sorbo hondo y el licor ardió intenso en su garganta. – Gracias por la invitación Beni, al parecer la necesitaba. – aprecio Kyo dando otro sorbo más corto. – Lo sé, nada que no pueda arreglar una noche de absoluto alcohol. – dijo el rubio palmeando el hombro de Kyo. Ambos rieron con agrado. Kyo observo pensativo un instante al hombre de la barra. – Eh Beni, ¿dónde está King? Comentaste un cambio de administración ¿no? – pregunto Kyo jugueteando con el vaso de vidrio. – Ahhh. – Suspiro el rubio. – No lo creerías si te lo contara. – dijo con desgano. Kyo miro a Benimaru indagando con la mirada. – De que estas hablando ¿sucedió algo? – espeto mientras bebía otro sorbo corto con sabor amaderado. El rubio rió con expresión cansada. – Ha sido una semana terrible Kyo. Donde está incluida una apertura trágica del nuevo Bar Illusion, un Yagami bajo cargos policiales y una King fuera de combate durante un par de meses. – puntualizo el rubio mientras levantaba perezosamente la copa. Kyo miro estupefacto a Benimaru. – Ahhh…la velada era perfecta. Sí que es talentoso ese bastardo de Yagami. – Susurro el rubio casi para sí mismo mientras observaba el coctel veteado de su copa. Kyo sintió como algo intangible presionaba su estómago. ¿Iori dando una presentación en la inauguración de un bar de King? La indignación creció reptante por su pecho. Acaso se había dedicado a la música y se le olvido que tenían un combate pendiente. Después de tantos años era algo que no se había concluido, de eso estaba seguro. Su mano presiono con fuerza el vaso y unas leves líneas se dibujaron a través del vidrio. - Pero sabiendo lo inestable y peligroso que puede ser, no entiendo cómo demonios se le ocurre rodearse de tanta gente. - reprocho enojado Benimaru, tras lo cual bebió un sorbo de su copa matizada en múltiples tonos fríos. – Y hacerle eso a King…ese maldito demente. – gruño apretando el puño. – De qué diablos estás hablando, si vas a contar algo hazlo apropiadamente. – espeto Kyo impaciente. La densidad en sus palabras fue evidente. Benimaru lo observo un poco sorprendido. – Lo siento, pensé que sabías algo. Fue toda una noticia en la ciudad. A veces olvido que ya no estoy allá. – Rio el rubio exasperado. Kyo aparento estar desinteresado al preguntar qué había sucedido. – Hm, un Iori Yagami con un evidente disturbio de sangre, transformándose de miembro exitoso de la velada a monstruo de turno. Rompió la pierna derecha de King. Quemo dos miembros del personal de seguridad luego de ser herido. Sin contar los destrozos del bar…ahora está al parecer prófugo de la justicia. King estará hospitalizada una semana y bajo recuperación varios meses. Y yo aquí le ayudo a organizar el cambio de administración mientras soluciona las debidas demandas que tendrá el recién inaugurado bar. – finalizo Benimaru con amargura. – Una semana de mierda. – suspiro retomando el aliento. Kyo perdiendo un poco el aplomo frunció el ceño confuso. – ¿Disturbio de sangre durante una presentación? Eso es imposible. – respondió pensativo observando su bebida casi acabada. – Ni que lo digas. La pierna de King puede corroborarlo. – Respondió Benimaru con tono cínico. Miró a Kyo fijamente al sorber otro poco del cóctel. – ¿Cómo sucedió? ¿Así de repente? ¿sin razón alguna? - Pregunto Kyo con más ansiedad de la que hubiese querido mostrar. – No lo sé. El solo paso de tocar la guitarra a hacer un par de movimientos convulsos con sus ojos entornados. Y cuando estaba a punto de caer desmayado, solo se encorvo y empezó a gruñir como un animal. Tu sabes, todo un proceso muy gráfico el disturbio. – espeto irónico Benimaru. – Ahora la policía lo busca…si es que no lo han encontrado ya. – puntualizo bebiendo lo último de su cóctel. – Yagami no sería capaz de herir personas inocentes. Debe ser terrible…verse envuelto en un disturbio así. – hablo bajo Kyo, sus palabras salieron distraídas como un pensamiento en voz alta. Una insondable intranquilidad lo envolvió. Era un suceso muy similar al de Yuki. Acaso estaba relacionado a lo mismo o simplemente estaba especulando por paranoia. Por un instante regreso a ese mismo lapso donde el frustrado desconocimiento de los verdaderos hechos lo dragaban a conclusiones sin argumento. – Terrible para quien… ¿para él? de qué diablos estás hablando Kyo. ¿Olvide mencionar que quemo dos personas? ¿Qué rompió la pierna de King? ¿Qué estuvo muy cerca de lastimarme seriamente? ¿Acaso enloqueciste? – La indignación en los reproches de Benimaru fue absoluta. Kyo se tensó por su propia indiscreción descuidada. No podía esperar que su amigo entendiera. Posiblemente nadie lo entendería, salvo él. Kyo gruño apretando el vaso. – No es eso, es solo que…es similar a lo que le sucedió a Yuki, sin el disturbio claro…ah, solo tengo la sensación de que está relacionado. – se disculpó cortante a lo cual el rubio guardo silencio calmándose. - La manifestación del disturbio de sangre es imposible que se dé espontanea. – reitero Kyo. – Algo debió haberla causado. – puntualizo pensativo. Benimaru observo con desconcierto al joven. – No sé si comprenderte por tu intranquilidad a causa de Yuki o consternarme por tu preocupación por ese infeliz. – acoto con extrañeza su amigo. – Mejor no hablemos más del tema. No hay nada que se pueda hacer al respecto. ¡Noche de alcohol! ¿recuerdas? – concluyó el asunto pidiéndole al barman otro par de bebidas. Kyo guardo silencio, aquella alarmante sensación de que algo se le deslizaba de entre los dedos no lo abandonaba. Y si tenía razón y lo sucedido con Iori estaba relacionado. Y si Iori tenía conocimiento de lo que estaba sucediendo. ¿Y si el maldito infeliz sabía algo y no dijo nada? La ira que embriagaba a Kyo a causa de aquella especulación solo era mellada por la misteriosa zozobra que le generaba pensar en la situación de Yagami tras el disturbio de sangre.
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