ID de la obra: 1035

SERENDIPIA [Drarry/Harco]

Mezcla
R
En progreso
1
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planificada Mini, escritos 89 páginas, 30.578 palabras, 10 capítulos
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CAPÍTULO 2

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Aunque a Harry le hubiera gustado ir al baile con Cho, al final terminó invitando a otra persona. El mismo día del evento se enteró de que los cuatro campeones abrirían la pista, aunque no era buen bailarín, al menos logró no hacer el ridículo. Todo transcurrió sin mayores problemas. Durante la velada, sin embargo, no pudo apartar la vista de Cho, que se veía deslumbrante. Por momentos, envidió a Cedric por tener la suerte de estar con ella. Harry y Ron, aburridos, observaban a los demás bailar desde un rincón del gran comedor. Habrían estado mejor quedándose en la sala común, o incluso en la biblioteca. Draco, por su parte, disfrutaba viendo que Potter no se estaba divirtiendo y que no había invitado a nadie a bailar. Sin embargo, le molestaba un poco que, de vez en cuando, el de gafas lanzara miradas a Chang y a Diggory. Pero el hecho de que no pudiera acercarse a ellos, y que ellos tampoco se acercaran, era suficiente consuelo. Harry decidió salir al patio para tomar aire y alejarse del bullicio. Se apoyó contra una columna y alzó la vista hacia el cielo. La noche estaba clara, con las estrellas brillando sobre él. Pensó en subir a la torre de Astronomía para verlas mejor, pero aunque no había bailado, se sentía agotado. —¿Las estrellas son mejor compañía que tus amigos? Harry bufó al escuchar la voz de Draco. ¿Acaso no podía tener ni un segundo de tranquilidad? —¿Qué quieres? —preguntó con fastidio, sin apartar la vista del cielo estrellado. —Solo quería alejarme del ruido —respondió Draco, encogiéndose de hombros—. Y cuando te vi tan solo, pensé que no te vendría mal algo de compañía. Harry arqueó una ceja y lo miró con escepticismo. —¿Tú quieres hacerme compañía? —Así es —asintió con naturalidad—. Dijiste que soy insoportable y quiero mostrarte mi lado amable. Harry no pudo evitar reír con sorna. —No creo que exista un lado amable en ti. De hecho, estoy bastante seguro de que no hay nada bueno en absoluto. Draco no se inmutó. Estaba acostumbrado a ese desprecio por parte de Potter, y agradecía estarlo; de lo contrario, tal vez esas palabras sí le habrían dolido un poco. —Podrías llevarte una sorpresa, Potter —sonrió con arrogancia—. Pero en realidad vine a ver si estabas llorando por ver a Chang con Diggory... y así poder burlarme de ti. —Ya ves que no es así, puedes marcharte ahora y dejarme tranquilo. Draco lo había seguido hasta allí solo para asegurarse de que el pelinegro estuviera bien; lo había notado agotado durante el baile. Pero, al parecer, Harry estaba perfectamente, y no tenía sentido quedarse más tiempo. —Me voy porque ya es tarde y no porque tú me lo digas. Quédate aquí afuera congelándote. Draco se marchó sin volverse atrás. Harry se quedó fuera unos minutos más, contemplando las estrellas, hasta que el frío comenzó a calarle los huesos. No quería terminar congelado, justo como el rubio había dicho, así que regresó al interior del castillo. Cuando Hermione lo vio entrar, lo esperaba con los brazos cruzados y una expresión severa. Le gritó que se fuera a dormir de inmediato, pues ya era muy tarde. Hermione era más aterradora que un dragón. ~°~°~ Faltaban dos días para la segunda prueba y Harry aún no lograba descifrar cómo abrir el huevo para conocer la pista. En realidad, no estaba demasiado interesado; su mente estaba ocupada con los sueños que lo atormentaban cada noche. Tenía la sensación de que algo malo estaba por ocurrir, aunque no sabía exactamente qué. Hermione tampoco sabía cómo resolver el acertijo. Si hubiera tenido la opción de renunciar, lo habría hecho desde el primer momento. Por suerte, Cedric le había dado una pista, aunque le habría gustado que fuera más clara. No le entusiasmaba la idea de pasar tanto tiempo bajo el agua. Draco se enfureció al ver a Diggory acercarse a Harry. Estaban demasiado cerca, y por la expresión de Potter, Cedric parecía haberle dicho algo interesante. Al no haber podido escuchar la conversación, Draco pasó el resto del día incapaz de concentrarse en clases. —¿Cuál creen que sea la segunda prueba? —preguntó Blaise mientras estudiaban en la biblioteca. —Una en la que salgan con muchas heridas, pero no las suficientes para matarlos —respondió Pansy sin apartar la vista de su libro. —Si gana Hogwarts o no, da igual. No hay ningún Slytherin participando... Pero entonces escuchó algo que le hizo olvidarse de todo lo demás. Una voz femenina, proveniente de la mesa cercana, captó su atención. —¿Oyeron el rumor sobre Potter y Diggory? —dijo una voz femenina. Draco dejó de prestar atención a sus amigos y escuchó lo que susurraban los de la otra mesa. —¿Cuál rumor? —respondió una segunda voz. —Cedric Diggory invitó a Harry Potter al baño de prefectos para tomar un baño juntos. Sintió un nudo en el estómago. No podía creer lo que acababa de oír, ni quería imaginarlo. ¿Cómo se había atrevido Diggory a proponerle algo así a Potter? Peor aún, ¿cómo era posible que el cuatro ojos hubiera aceptado? Apretó la mandíbula con fuerza, el enojo se acumuló con rapidez, hasta que golpeó la mesa con frustración. —¿Qué te sucede? Casi rompes la mesa —dijo Pansy, sobresaltada. Draco no respondió y se levantó de la mesa, saliendo de la biblioteca sin prestar atención al llamado de sus amigos. Se dirigió al quinto piso, dispuesto a corroborar todo con sus propios ojos. Al llegar, encontró a un par de estudiantes con la cabeza pegada a la puerta, intentando escuchar lo que sucedía dentro. —¡Largo de aquí! —exclamó, provocando que los estudiantes huyeran de inmediato al reconocer su voz. Se detuvo frente a la puerta, pero en lugar de usar la varita, la pateó con fuerza, haciéndola abrirse de golpe. De ese modo también descargaba parte de su rabia. —¡¿Potter, qué demonios estás haciendo?! Harry, aún dentro del agua, reaccionó al ruido apuntando con su varita en dirección al rubio, creyendo que era alguien peligroso. Draco lo vio listo para lanzar un hechizo, pero no le importó. Su mirada se desvió rápidamente hacia Myrtle la Llorona, que flotaba en el agua junto a Potter. Apretó la mandíbula al verlos juntos. —¿Qué haces aquí, Malfoy? —preguntó Harry, confundido. —¡¿Dónde está Diggory?! —exigió Draco, recorriendo el lugar con la vista. —No está aquí. Myrtle sonrió al ver a Draco y salió volando del agua para acercarse a él. —Oh, Draco, te volviste tan guapo. —Aléjate de mí, fantasma —respondió, aún visiblemente molesto. —Oh, eres tan encantador... no tanto como Harry, pero podemos ser amigos. —Maldición —bufó Draco, moviendo la mano y la varita en un intento inútil de hacerla desaparecer, olvidando por un instante que no podía tocarla por ser un fantasma. Harry, que ya había abierto el huevo y escuchado la pista, no tenía motivos para seguir allí. Tomó una toalla y salió del agua. Myrtle lo observó con una sonrisa traviesa, mordiéndose el labio al verlo. —Oh, Harry... Justo cuando iba a acercarse, Draco se interpuso en su camino y la apuntó con la varita. —Vuelve a tu tubería —ordenó con tono amenazante, decidido a no permitir que se acercara a Harry. Myrtle se detuvo en el aire, soltando un leve gruñido de fastidio. —Soy inofensiva —replicó antes de desaparecer por las tuberías. Cuando Harry terminó de vestirse, Draco lo encaró. —Responde esto, Potter: ¿qué tan extraño eres que estás con Diggory, Chang y hasta con un fantasma? Harry lo miró, visiblemente confundido. —Lo que yo haga no es tu asunto. —¿Qué hacías aquí? —insistió el rubio. Harry bufó antes de responder. —Tenía que abrir esto —le mostró el huevo de Dragón de la primera prueba—. Necesitaba saber la clave. Cedric me dijo cómo hacerlo. Cedric. A Draco le molestó que lo llamara por su nombre. —¿Eres tan inútil que necesitas la ayuda de alguien más para abrir un tonto huevo? Harry no respondió al insulto. Sabía que tenía que buscar a Hermione y Ron para que lo ayudaran a descifrar la clave. No tenía tiempo para seguir discutiendo con él. —Lárgate de aquí. —No puedes darme órdenes, Potter. —De verdad eres insoportable. El pelinegro salió del baño en busca de sus amigos, dejando a Draco atrás. El rubio, molesto, pateó uno de los casilleros con fuerza. ~°~°~ El día de la segunda prueba llegó y Harry no había visto a sus amigos desde la noche anterior. Aun así, no podía esperar a que aparecieran para desearle suerte o hablar con ellos. Por suerte, Neville le había proporcionado las branquialgas para poder respirar bajo el agua, realmente se lo agradecía porque no quería morir ahogado. Cuando la prueba comenzó, los cuatro campeones se sumergieron en el lago. Draco intentó seguir a Harry con la mirada, pero era casi imposible verlo desde la superficie. —No lo veo. —Oh por Dios, maté a Potter —dijo Neville, visiblemente nervioso. Draco escuchó el comentario y recordó la conversación que había escuchado entre Neville y Harry sobre las branquialgas. No estaba claro cuál sería su efecto en agua dulce o salada. El rubio bufó, molesto y preocupado, estuvo a punto de lanzarse al agua para buscar a Harry, dispuesto a inventar cualquier excusa después. Pero justo en ese momento, lo vio salir del lago con expresión triunfante antes de volver a sumergirse. Solo entonces pudo respirar tranquilo. Ahora solo le quedaba esperar una hora para comprobar si realmente sobreviviría. —Esto no es entretenido si no puedo ver lo que ocurre en el fondo —farfulló Pansy. —¿Cuál creen que sea el tesoro que tienen que obtener? —inquirió Goyle. —Alguna baratija —respondió Pansy con desinterés. Draco no les prestó atención; estaba demasiado concentrado tratando de ver lo que sucedía en el fondo del lago, donde criaturas nada amigables se movían entre las sombras. Los minutos pasaban y Harry seguía sin salir. La primera en ser descalificada fue Fleur Delacour, pero eso a Draco le importaba poco. Comenzaba a impacientarse. Viktor Krum y Cedric Diggory ya habían salido, el único que aún no lo hacía era Harry. —¡Maldición! —murmuró con angustia. Por segunda vez estuvo a punto de lanzarse al agua, cuando finalmente Harry emergió. Parecía agitado, pero vivo, y eso era lo que realmente importaba. Draco, aunque lo disimuló perfectamente, se sintió aliviado. Harry le resultaba cada vez más impresionante, aunque todo ese aprecio momentáneo se esfumó al ver cómo Fleur Delacour le daba dos besos en la mejilla, seguida por Hermione. —Esas dos debieron quedarse bajo el agua —murmuró con molestia. —¿Qué dijiste? —le preguntó Blaise. —No dije nada. Harry obtuvo el segundo lugar, para Draco eso solo significaba una cosa: más atención para Potter. No soportaba que otros se fijaran tanto en él. Irritado, desquitó su frustración empujando a un niño al pasar antes de marcharse con sus amigos. Al final del día, tras la cena en el Gran Comedor, Draco decidió seguir a Neville. Lo alcanzó en un pasillo solitario, cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo sujetó del cuello y lo empujó contra la pared. Con la otra mano lo apuntó con la varita. —No hice nada… no hice… —balbuceó Neville. —¡Cállate! —exclamó Draco con rabia—. La próxima vez que ayudes a Potter con algo, asegúrate de no poner en riesgo su vida ni causarle el más mínimo daño. ¿Entendiste? —Sí —asintió, temblando. —¡Suéltalo, Malfoy! Draco soltó a Neville al escuchar las voces de Harry y Ron acercándose. Se alejó sin decir una palabra más. —¿Estás bien, Neville? —preguntó Harry al llegar. —Sí… —respondió Neville mientras intentaba acomodar su uniforme. —¿Te dijo algo? —preguntó Ron—. ¿Por qué parecía que quería matarte? —No lo sé con certeza —respondió Neville aún nervioso—. Dijo algo como que, si volvía a ayudar a Harry, me asegurara de no hacerle daño. Harry y Ron se miraron, confundidos. —¿Estás seguro? —insistió Ron—. ¿No quiso decir lo contrario? —Estaba asustado… tal vez escuché mal. No le dieron demasiadas vueltas al asunto y los tres regresaron a la sala común. ~°~°~ Aunque Harry había superado con éxito las dos primeras pruebas, Draco no estaba convencido de que pudiera hacerlo una tercera vez. Tenía la certeza de que sería la más difícil de todas. —Te ves preocupado —comentó Pansy mientras estaban en clase. —¿Por qué lo estaría? —Dímelo tú. —No es nada… de todas formas no podrías ayudarme. Ambos guardaron silencio. Draco observó a Harry, que estaba sentado en la segunda fila. ¿Cómo podía ayudarlo? Por su parte, Harry se sentía inquieto. Había algo que no lograba entender del todo, una sensación persistente de que algo andaba mal. Su nombre en el Cáliz de Fuego, los sueños recurrentes con Voldemort y Colagusano… Todo parecía anunciar que algo terrible estaba por ocurrir. Cuando llegó el día de la tercera y última prueba, esa sensación se volvió más intensa. Al entrar en el laberinto y tocar el traslador junto a Cedric, comprendió de inmediato el significado de sus sueños. Trató de huir, intentó llevarse a su compañero, pero no fue lo bastante rápido. Cedric murió frente a sus ojos. Voldemort había regresado, y Harry no pudo evitarlo. No pudo detenerlo, ni siquiera herirlo. Solo le quedó escapar. Agarró el cuerpo sin vida de Cedric y tocó el traslador una vez más. El rugido de vítores lo envolvió al regresar, pero Harry no escuchaba nada. Solo podía aferrarse al cuerpo de su amigo y llorar. Cuando Dumbledore intentó apartarlo, él se resistió. —No… No… Ha vuelto. Voldemort ha vuelto —sollozó—. Cedric me pidió que trajera su cuerpo. No podía dejarlo… no ahí… Se escucharon murmullos, sollozos y gritos de dolor que llenaban el lugar, mientras Harry se debatía entre la culpa por no haber podido salvar a su compañero. La sensación de impotencia lo aplastaba. Draco observó toda la escena en silencio. Quiso acercarse a Harry, ofrecerle alguna forma de consuelo, pero antes de que pudiera dar un paso, el profesor Moody lo apartó. El ruido y las lágrimas no cesaban, rostros confundidos, espantados y desolados por igual. Sin embargo, para el rubio, nada importaba más que Harry; necesitaba verlo, asegurarse de que estuviera bien. Pasaron pocos días desde aquel trágico suceso, la noticia de la muerte de un estudiante en Hogwarts se había extendido como fuego por todo el mundo mágico. Pocos creían realmente en el regreso de Voldemort; muchos preferían pensar que Harry mentía, algunos incluso sospechaban que él mismo había sido responsable de la muerte de Diggory. Durante esos días, para Draco fue difícil encontrar a Potter. No asistía a las comidas ni a las clases. La única manera de obtener información era preguntarle a Granger o a Weasley, pero ellos jamás revelarían nada. —¿Por qué Malfoy nos observa tanto? —le susurró Ron a Hermione, con evidente incomodidad. —Lleva así desde hace días —murmuró Hermione mientras jugaba distraídamente con las papas en su plato. —Me provoca escalofríos. —Malfoy no es importante, pero Harry sí —añadió Hermione—. Le llevaré un poco de comida. —¿Crees que esta vez siquiera comerá? —Tal vez sí —respondió ella, aunque sin mucha convicción. Ambos terminaron de comer con rapidez y se dirigieron a la sala común, donde encontraron a Harry solo. Sus compañeros aún permanecían en el Gran Comedor. Harry estaba sentado en un sillón, contemplando el fuego de la chimenea, absorto en sus pensamientos. En su mente revivía una y otra vez lo ocurrido en el cementerio, la imagen de Cedric muriendo lo perseguía. Intentaba evitar esos pensamientos, pero la culpa se aferraba a él con fuerza. —Harry —dijo Hermione, acercándose con cuidado—, te trajimos algo de comer. —No tengo hambre —respondió él, sin apartar la vista del fuego, sumido en su tormento. —Amigo, no has comido en días, tienes que hacerlo —dijo Ron con preocupación. Harry no respondió. Hermione soltó un suspiro frustrado, dejó el plato sobre la mesa y se sentó a su lado. Con delicadeza, le tomó las mejillas para que la mirara a los ojos. —Escúchame bien, la muerte de Cedric no fue culpa tuya, tú no.. —Sí lo fue —la interrumpió antes de que pudiera terminar—. Ya he escuchado eso de Dumbledore, Hagrid, Sirius y los gemelos. Días antes de entrar al laberinto presentía que algo andaba mal y lo ignoré. Si hubiera buscado respuestas, Cedric seguiría vivo, Voldemort no habría vuelto. Fui un estúpido. —Nadie habría imaginado que algo así podría pasar, nadie lo habría hecho. —¡Lo mató frente a mí y no pude hacer nada! ¡Volvió y no lo detuve! —exclamó—. ¡Tuve que salir huyendo! —¡Ni siquiera Dumbledore pudo notar que estaban suplantando al profesor Moody, Harry! Pero Dumbledore sí habría podido detener a Voldemort, pensó Harry en silencio, sintiendo que esa esperanza se desvanecía. —Solo déjenme tranquilo —murmuró, levantándose. Sin esperar respuesta, se alejó, buscando refugio en la soledad. Caminó hacia el Lago Negro, donde podía estar solo, alejándose de todos al menos por unas horas. Hermione y Ron llegaron tarde a clase. Draco esperaba que Harry estuviera justo detrás de ellos, pero no fue así; solo estaban los dos, con rostros apagados y claramente desanimados. Por la tarde, Draco deambulaba solo por uno de los corredores cuando, sin querer, chocó con la persona que llevaba días buscando: Harry. El pelinegro tenía ojeras profundas y una palidez que no había visto antes. Verlo así sorprendió a Draco; estaba claro que la muerte de Cedric lo había afectado mucho más de lo que imaginaba. —Vaya, Potter, luces deplorable —comentó sin pensar, y casi de inmediato lamentó sus palabras. Harry no tenía ánimo para discutir y siguió su camino. Pero Draco frunció el ceño. El Harry que conocía normalmente lo habría mandado al demonio sin dudar, pero esa actitud no apareció. No estaba dispuesto a dejarlo ir tan rápido, especialmente después de tantos días sin verlo. —Con la muerte de Diggory, ¿serías tú el ganador del torneo? Qué conveniente te resultó —soltó con un tono afilado. Al escuchar eso, Harry reaccionó, clavando una mirada enfadada en Draco, algo que hizo sonreír al rubio. No había sido la mejor forma de captar su atención, pero al menos había funcionado...
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