CAPÍTULO III
3 de octubre de 2025, 23:37
El aroma de lavandas y flores del verano se hacia sentir dentro del carruaje que llevaba a Naruto hasta el palacio Hyūga, el ambiente era cálido y tranquilo con un toque de incertidumbre, pero nada fuera de lo normal para los Samurái. Dentro iban cuatro hombres que formaban el equipo especial de Konoha, estos eran, Shikamaru Nara, Kiba Inuzuka, Shino Aburame y Naruto Uzumaki.
Fueron enviados de apoyo para el capitán Kashi Hatake, pues a ojos de la emperadora Tsunade Senju, la ayuda al palacio Hyūga era adecuada y sobre todo fortalecía los lazos entre el norte y el sur, el hecho de mandar a sus mejores hombres solo formalizaba la situación y le daba una carta blanca a Tsunade para pedir un favor después.
—¿Todo bien con Ino? Parecía algo triste, pensé que se casarían en inicios del año, después de todo ella ya cumplió los diecisiete— dijo Kiba mientras limpiaba su katana.
—No es de nuestra incumbencia Kiba— menciono Shino mientras acomodaba sus pertenecías.
—Ya déjenlo, ha estado muy estresado y el saber que el capitán está en problemas lo hace más difícil para él— dijo Shikamaru.
Kiba y Shino eran mejores amigos, desde la infancia sus clanes han estado lo suficiente cerca como para salir a disfrutar de la vida en ocasiones, su reencuentro en la academia solo solidifico más su amistad, eran agua y aceite, pero de una forma increíble se lograban combinar a la perfección.
Shino alto y Kiba más bien bajo, Kiba con un sentido del humor agrio pero entretenido, Shino más bien reservado y taciturno, Shino estoico y pensativo, Kiba impaciente y decidido, el Aburame era delgado y blanco mientras el Inuzuka más bien de color cálido y complexión robusta.
—Tengo una sensación extraña, la he tenido durante todo este mes y es la razón por la que no he desposado a Ino, es como si mi destino no estuviese ahí.
—Es una locura imaginar eso y lo sé, pero cuando miro al horizonte, siento que algo me llama y me reprende por la tardanza.
Todos callaron ante el comentario de Naruto, parecía que había algún mensaje oculto dentro de su forma tan directa y seca de hablar en ocasiones, pero nada que fuese extra a su manera tan reflexiva como Samurái.
—Escucha, Naruto, no debes de fingir estar bien con ayudar a los Hyūga, si quieres puedes dejarnos todo a nosotros— comento Shikamaru.
—Una hora, vaya que rápido se va el tiempo, en esta velocidad llegaremos antes de medio día.
—No te hagas el valiente Naruto.
—Kiba tiene razón, Naruto no es necesario que finjas estar bien, no después de lo que ellos hicieron.
—Dicen que hace frío en el norte, espero no tanto… espero no tanto.
Se había familiarizado de mala forma con la evasión de los sentimientos, así fue entrenado y así ha vivido, no hay nada que lo ate y menos que lo haga sentir cálido.
En el palacio Hyūga todo listo, dos sirvientes, tal vez tres apremiados con los preparativos, no había descanso ni para el reloj que sutilmente tocaba el cuarto para el medio día, la llegada era inminente y había detalles que arreglar.
Mientras el caos invadía el palacio Hyūga, en el salón de té el emperador y la heredera tenían una conversación sobre lo que podría convertirse en un problema dentro de la ceremonia, aunque nunca han tenido una relación tan cariñosa, un padre es un padre.
—¿U… Uzumaki? Padre, ¿Por qué vendría un Uzumaki a esta reunión? — Hinata estaba ansiosa, tener una reunión con un Uzumaki le da pavor—. E… Ellos nos odian y tal vez tengan razón de ser.
—Sí, es prudente su disgusto para con el clan, pero no hay duda de su fuerza e inteligencia en combate, no me disgusta la idea de que un Uzumaki sea el nuevo Samurái, menos al saber que ha sido protegido de Kakashi durante todo este tiempo.
—Pe… pero padre, le aseguro que será en demasía incomoda la junta con él, recuerde que estaremos solos y… y, bueno yo soy tímida— jugo con sus dedos una vez más—. No sabre que decir ante alguien que me odia.
—Tendrás que pensar en algo, los carruajes van llegando— dijo Hiashi mientras salía de la sala con urgencia—. Ko, prepara todo, van por las montañas.
Hinata se arreglo un poco el kimono azul cielo con detalles en rosa, mientras observaba por la ventana del segundo piso, ventana que tenía vista directa al patio central.
Vio como se acercaron dos carruajes, del primero salió el capitán Kashi Hatake con su venda característica en el ojo izquierdo, ojo que perdió defendiendo a Hiashi de un ataque rebelde de los aldeanos en las llanuras del norte.
Del otro, vio salir a un joven pequeño con dos líneas en sus mejillas, parecía salvaje y decidido, detrás de él un joven alto y delgado con una apariencia sobria, del lado izquierdo del carruaje, un joven alto y delgado con un cabello peculiar, aunque lo amarraba con fuerza, la rebeldía de este lo llevaba arriba de su nuca, sin duda parecía un estratega.
Se preguntaba cual de ellos sería el Uzumaki, hasta que lo vio bajar a él, un hombre que parecía mayor a los demás, si tuviese que adivinar se diría que ya entrado en sus veinte o muy próximos a ellos, su tez era blanca, pero con algo de color, tal vez por las horas de entrenamiento, su cabello rubio era corto de los lados y largo de atrás y enfrente, con un pequeño flequillo que le cubría su frente, era más alto que los demás, su cuerpo era más fornido, tres líneas adornaban su rostro y de alguna forma lo hacían ver más intimidante.
Hianata se quedo congelada ante la presencia de aquel Samurái y no lo dudo más, él tenia que ser el Uzumaki, aquel al que llamaban el zorro naranja de Konoha.
—Dios… Dios santo, es… es interesante.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando aquel Samurái le regreso la mirada, sus ojos azules se clavaron en aquellos ojos perlados, sintió que era robado hasta el aire de la habitación ante tan intensidad.
Corrió a esconderse detrás de las enormes puertas mientras sentía su respiración agitarse con cada parpadeo que daba, recordaba esos ojos azules que le vieron con tanta apatía, con tanto disgusto.
—No puedo, yo no puedo salir, no me conoce y ya me odia estoy segura, además, es un hombre mayor y… y bueno, bastante atractivo, sus ojos… sus ojos— el sonrojo le cubrió todo el rostro y el palpitar de su corazón confirmaban lo que ella ya intuía—. Me vieron con tanta indiferencia.
—Lady Hinata, le buscan en la entrada, ya llegaron— dijo sonrojada Natsu.
—¿Ocurre algo, Natsu? Sus mejillas están más rojas que las manzanas del árbol.
—No mi señora, no me pasa nada, pero… pero, sonare como una mujer de baja clase y de moral distraída, pero uno de ellos es muy guapo— dijo Natsu bajando la mirada y sonrojándose aún más.
—¿E... el rubio? —bajo la cabeza Hinata.
—¿Lo vio? Ay mi lady… suerte en su reunión con él.
—¿C…cómo se llama, Natsu? Si, si no le molesto con la pregunta.
—Por su presentación hacia su padre, él se hace llamar Naruto… Naruto Uzumaki.
Recordando las novelas que había leído donde el primer amor se entiende como un chispazo que se siente dentro del cuerpo, la respiración cambia y el cuerpo se tensa, mientras la mente divaga en pensamientos poco claros.
Si la sintomatología que aquellas novelas describían fuese cierta, la conclusión es determinante, Hinata estaba enamorada y no del hombre al que habían elegido como su compañero de vida, parecía un chiste del destino, pues su alma reaccionaba a quien parecía odiarla.
—Hinata, vamos, nos esperan y tu estas perdiendo tiempo, no es cortés que hagas esperar a tan valientes hombres con tu presencia— Hiashi estaba molesto por la tardanza de la primogénita.
—Yo, padre yo creo que tal vez debería de posponerse, después de todo están cansados, es mejor que…
—No digas tonterías, claro que comerán con nosotros en la ceremonia, pero es de una dama el salir a recibir a hombres de tal valor y de una princesa, el dar honor de su padre en su educación… SAL YA.
Hinata salió cabizbaja de la sala de té mientras jugaba con sus dedos, mordió sus labios mientras se despintaba un poco la tinta roja de ellos, camino unos metros mientras de a poco las voces se iban intensificando, con timidez levanto su rostro y lo vio de nuevo.
El Samurái rubio se encontraba platicando con su grupo, mientras Kakashi daba algunas indicaciones, detrás de ellos todos los sirvientes esperando indicaciones, mientras Hanabi veía con detenimiento al mismo Samurái que su hermana, sin duda alguna el Uzumaki tenía algo magnético y espacial.
Hinata vio a Hanabi y no pudo evitar sentir una pequeña angustian en su corazón, después de todo, su hermana, aunque menor por dos años, tenía una cosa que Hinata no, era libre, sin ninguna limitación se podría acercar al Uzumaki y tener una intención de conectar con él, después de todo esa era la personalidad de Hanabi, intrépida, valiente y fugaz, no esperaba y no temía, la forma en que veía a Naruto era clara, las hermanas habían visto al mismo hombre.
Mientras Hinata se perdía en sus pensamientos, el tiempo seguía pasando y sus obligaciones también, se encontraba parada a mitad de la sala central sin hablar y con la mirada directa en su hermana.
—Lady Hinata— dijo Kakashi.
—Lady Hinata, disculpe, quisiera presentarle a los Samurái— repitió aclarando su voz el capitán Kakashi.
—Hinata…
—HINATA— dijo más fuerte el emperador.
—¿Ehh? Ahhh, lo… lo siento, disculpen mis malas formas y sobre todo mi indiferencia— dio una reverencia tratando lavar sus errores.
—No hay de que disculparse mi Lady, por favor, déjeme presentarle a cada uno de los miembros del grupo de Samurái, de ellos saldrá el próximo Samurái del clan Hyūga.
—¿Qué? ¿A qué se refiere capitán? Pensé era solo una misión de ayuda— susurro Naruto a Kakashi.
—Tranquilo Naruto— señalo Kakashi.
El Uzumaki guardo silencio, pero su mirada lo decía todo, el odio contenido contras los Hyūga solo se detenía por el cariño de su capitán, de ser por él, nunca se habría acercado a un lugar tan hastiante para su conciencia.
—A mi derecha, Shikamaru Nara, viene del norte y es el mejor en lo que hace, sus estrategias han salvado a cientos, detrás de él Kiba Inuzuka, viene del centro, de los hombres más fuertes y leales que he conocido, a mi izquierda, Shino Aburame, que su silencio no lo engañe mi lady, es feroz y letal.
—Detrás de él… detrás de él se encuentra un hombre que no necesita presentación, aquel que a sus dieciocho años a sido vital para terminar las guerras de clanes, el ultimo y letal Naruto Uzumaki, sin duda mi lady, es un hombre que solo se encuentra una vez en la vida.
Naruto subió su mirada y la clavo en los ojos de Hinata cual cazador a su presa, no titubeo y no tuvo ninguna intención de aligerar su mirada ante la princesa Hyūga, esa mirada fue rápida pero intensa, mientras el corazón de la joven princesa latía por amor, el de aquel Uzumaki latía por odio y contención ante todo lo que tenía que tolerar este mismo momento, no vino para ayudar a su capitán, vino para ser carne de caño para los Hyūga de así ser necesario, aquellos que mataron a su gente, hoy les deberá servir.