4. Amigos
30 de septiembre de 2025, 6:00
Bajo un sol abrasador, un todoterreno verde oscuro se dirigía hacia la costa. En él viajaban Eriol Hiraguizawa, Tomoyo Daidouji, Shaoran y Chiharu Mihara.
–¡Es precioso! –dijo Chiharu cuando llegaron a la playa, que estaba protegida por una bonita arbolada.
–Os dije que os gustaría. –dijo Eriol. Mientras los chicos iban descargando el coche de neveras, tumbonas y algún flotador con forma de animal, las chicas fueron a la caseta a cambiarse. –Las mujeres siempre se toman mucho tiempo en cosas como estas.
–Es cierto. –dijo Shaoran mientras abría una de las tumbonas.
–Hace mucho calor. Deberíamos irnos al agua sin ellas. –dijo Eriol mientras se quitaba su camiseta de tirantes.
–Sí. Es verdad. –dijo Shaoran tímidamente. Pese a que tenía un cuerpo muy atlético, su cabeza estaba llena de complejos, especialmente por su dermatitis, que había tapado convenientemente con un pequeño vendaje.
–¿Qué es eso? –preguntó Eriol, al verle el vendaje cuando éste se quitaba la camiseta.
–Nada, un raspón. –mintió Shaoran.
–¿No te habrá arañado alguien? –preguntó Eriol con suspicacia.
–No.
–Venga, enséñamelo. –dijo Eriol intentando despegarle la venda.
–¡Quita!
–¿Por qué? Me apuesto lo que quieras a que hay como diez marcas de uñas de una chica. –dijo Eriol.
–Sentimos la espera. –dijo Chiharu. Los chicos entonces pararon y se fijaron en lo bonitas que eran las dos. Chiharu llevaba un bikini rosa mientras que Tomoyo llevaba un bikini blanco y un pareo. –¿Lo ves? Te dije que se quedarían sin palabras.
–¡No estamos sin palabras! ¿Verdad? –dijo Eriol, aunque en realidad Shaoran sí lo estaba, especialmente viendo a Tomoyo. Aunque con lo tímido, inocente y callado que era, dejarlo sin palabras tampoco era una tarea tan difícil. –¡Tío, recobra la compostura!
Las chicas no pudieron más que reír ante la cara que había puesto Shaoran. Durante el día, estuvieron jugando a la pelota en el agua, sacaron alguna foto con una cámara a prueba de agua y pescaron con una red desde las rocas, o al menos lo intentaron, ya que lo único que consiguieron fue sacar una chancla enredada en un montón de algas.
Después de la pesca fallida, de comer y sacarse una foto los cuatro, se echaron en las toallas sobre la arena. Shaoran giró su cabeza a la derecha, donde estaba Tomoyo con los ojos cerrados y la mano sobre la frente para que no le molestara tanto el sol. Ni en sus sueños habría imaginado que algún día se encontraría en esa situación.
Varios días después, de vuelta a la rutina del campus universitario, Shaoran ya había revelado todas las fotos y se las estaba enseñando al grupo sentados en a una mesa.
–No seas ansioso. –le dijo Chiharu a Yamazaki, que miraba las fotos con impaciencia.
–Tus pechos son muy pequeños. –respondió Yamazaki fijándose en una de las fotos y haciendo que los demás rieran.
–¡Oh, cállate! –ordenó Chiharu.
–Tendríais que haber venido vosotros también. –opinó Eriol.
–No me apetecía. Ya no somos niños. –dijo Rika.
–¿Niños? ¡Oye, yo también soy adulto! –protestó Eriol fingiendo indignación.
–Me quedaré esta. –dijo Chiharu.
–¿No se enfadará tu novia si ve estas fotos? –preguntó Yamazaki a Shaoran al ver una foto de él y Tomoyo.
–¿Qué? –preguntó Shaoran, que no esperaba la pregunta.
–¿Qué? ¿Tienes novia? –preguntó Tomoyo, aunque sonriendo.
–No. –respondió el castaño.
–¿De verdad? Te he visto varias veces con una chica. –añadió Yamazaki, que había dado por hecho que la chica con la que vio a Shaoran era su novia.
–¿Quién es? –preguntó Rika ignorando completamente el hecho de que Shaoran había respondido que no tenía novia.
–Creo que era la chica del Departamento de Francés. –dijo Yamazaki pensativamente.
–No es mi novia. Sólo es una amiga. –dijo Shaoran.
–¿De verdad? ¿Quién es? –preguntó Eriol, sin caer en la cuenta de quién era.
–Tú también sabes quién es. Es la chica de la clase de política internacional. –le aclaró Yamazaki. –¿Te acuerdas de la chica que siempre se duerme detrás de nosotros?
–¡Ah! ¿Es ella? –preguntó Tomoyo sonriendo.
–¿Sales con alguien como ella? –preguntó Eriol, que no daba crédito a lo que estaba oyendo.
–¿Quién es? –preguntó Chiharu, que todavía no sabía quién era.
–¿No la recuerdas? Tiene el pelo castaño no demasiado largo y algo revuelto y siempre se está limpiando la nariz. –explicó Eriol.
–Resumiendo, una rara. –añadió Yamazaki, provocando la risa de Eriol y que Shaoran se sintiera mal por cómo hablaban de Sakura.
–Una persona normal no saldría con ella. –añadió Rika.
–Ya os he dicho que sólo es una amiga. –dijo Shaoran reafirmándose.
–No seas tímido. No todo el mundo tiene los mismos gustos. –dijo Eriol.
–Será mejor que pares. –dijo Chiharu.
–Sólo es cuestión de preferencias. –se defendió Eriol.
–Una chica con esa descripción está detrás de ti. –avisó Chiharu.
–¿Qué? –preguntó Eriol casi sin voz. Cuando se giró, vio a Sakura con cara triste, la cabeza gacha y sujetando un libro sobre el pecho con sus dos brazos. En el grupo reinó el silencio y se miraron pensando que habían metido la pata hasta el corvejón. Entonces, Sakura miró a Shaoran con decepción, se dirigió a él y le extendió el libro, que éste recogió sin saber qué cara poner ante ella.
–Mira, habéis herido sus sentimientos. –dijo Rika a Eriol y Yamazaki una vez que se marchó.
–No sabía que estaba detrás de mí. –se defendió Eriol.
–¿Crees que puedes decir cosas así sólo porque creías que no estaba? –preguntó Chiharu.
–No he dicho nada malo de ella. –se defendió Yamazaki.
–¡La acabas de llamar rara! –argumentó Rika.
–Sólo seguía la corriente. –dijo Yamazaki.
–¿Entonces no lo decías en serio? –preguntó Chiharu.
–Ya te he dicho que seguía la corriente.
–Tengo algo que hacer. Tengo que irme. –dijo Shaoran de manera apresurada.
–Vale. –dijo Eriol.
–Hasta luego. –dijo Shaoran marchándose mientras el grupo veía cómo se marchaba.
–¿Para qué has dicho eso? –preguntó Rika a Yamazaki una vez que se hubo ido. –Os habéis pasado.
Mientras tanto, Shaoran se marchó corriendo y llegó hasta la entrada del bosque. Después de saltar la valla, atravesó el pequeño túnel de roca que daba acceso al bosque y buscó a Sakura. No tuvo que dar demasiadas vueltas hasta dar con ella sentada junto a un árbol frente al lago.
–¿Qué pasa? –preguntó Sakura con la cabeza gacha.
–Lo siento. –se disculpó Shaoran.
–¿Por qué? –preguntó Sakura.
–No tenían malas intenciones. –dijo Shaoran defendiendo a sus amigos. –Siempre son así, divirtiéndose a mi costa.
–La verdad es que no me importa. –dijo Sakura.
–¿De verdad? –preguntó Shaoran, pero ésta no contestó. –Qué alivio.
–¿Realmente crees eso? –preguntó Sakura. –¡Porque si realmente lo crees eres un idiota insensible! No me importa en absoluto que me llamen “rara”. Estoy acostumbrada. Eres tú quien me entristece. “Sólo es una amiga, sólo es una amiga”. Lo decías como si fuera una excusa. ¡Pero en realidad no te alegras de tener una amiga así!
–Lo siento. –dijo Shaoran tímidamente. No sabía cómo manejar una situación así.
–Si realmente fueras mi amigo me podrías haber defendido un poquito. –dijo Sakura con la voz temblorosa.
–Sí. –reconoció Shaoran.
–Podrías haber dicho que no soy rara, simplemente que soy más original que los demás. –dijo Sakura, que seguía sin levantar la cabeza. Al ver a Sakura tan abatida, a Shaoran sólo se le ocurrió abrir su bandolera y sacar una bolsita. Se acercó a ella, se agachó y se la tendió.
–Toma esto. –dijo Shaoran. –La compré en una tienda de regalos en la costa.
Sakura la abrió y sacó una galletita donut. Eran diferentes de las que solía comprar ella, pero cuando la vio se acordó lo que le gustaban y decidió comprársela.
–¿Para mí? –preguntó Sakura.
–Sí. Espero que te gusten. –dijo él.
–Después de comerme esto, voy a llorar. –dijo Sakura. Parecía una niña indefensa. –Estaba intentando no hacerlo, pero voy a llorar.
–¿Por qué? –preguntó Shaoran, que no entendía nada.
–Seguro que lloro. –dijo Sakura.
–¿Vas a llorar alto? –preguntó Shaoran. Sakura sólo asintió con la cabeza.
–Entonces me la llevaré. –dijo Shaoran arrebatándole la bolsa. No le gustaba ver a nadie llorar.
–¡No! –dijo Sakura volviendo a quitarle la bolsa a él.
–¿Por qué? –preguntó él. Entonces ella sonrió y le ofreció la bolsa para que cogiera. Con ese regalo, ambos supieron que todo estaba bien entre ellos. De hecho, Shaoran empezó a instruir a Sakura en el arte de la fotografía.
Continuará…