ID de la obra: 1051

Heavenly Forest

Het
G
En progreso
1
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 29 páginas, 13.262 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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5. Sueños

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Cada día, después de clase, Sakura y Shaoran iban a realizar fotos al bosque. Después de una de esas tardes de fotografía, Shaoran y Sakura se dirigieron a la casa de él. –Es esa casa. –dijo Shaoran señalándola. –El alquiler aquí es mucho más barato que en cualquier edificio cerca de la estación. –Entiendo. –Siéntate. –dijo Shaoran una vez dentro de casa. Era una casa bastante vieja y no era demasiado grande. Aún así, era un pelín más grande que cualquier apartamento que pudiera haber en la ciudad. –¿Quieres algo de beber? –Vale. –dijo Sakura sentándose en el sofá. Mientras esperaba, Sakura miró hacia atrás y vio un montón de fotos en blanco y negro pegadas en la pared y al frente otras tantas a color. La casa estaba llena de fotografías. Entonces, sobre un mueble, vio unos cuatro tarros de algún tipo de crema. Se levantó y cogió uno. –Oye, ¿qué es esto? –preguntó Sakura con curiosidad mientras Shaoran cerraba la nevera. Cuando Shaoran se dio cuenta de que Sakura había abierto el tarro y lo había olido fue hacia ella rápidamente quitándoselo de las manos. –No toques esto sin permiso. –dijo él. Recogió los tarros y se los llevó al cuarto de baño bajo la mirada de Sakura. –Lo siento. –dijo ella. –No hace falta que los escondas con tanta prisa. Eres un chico, necesitas usar cosas como esa. –¿Con qué lo has confundido? –preguntó Shaoran. –Olvídalo. –dijo Sakura. –La habitación de revelado está por ahí. –indicó Shaoran. Shaoran se disponía a instruir a Sakura en el revelado de fotos. Sakura intentaba enrollar unos negativos en una rueda. –Hay que hacerlo en la oscuridad. ¿De verdad tienes los ojos cerrados? –Sí. –Vale. ¡Espera! –¿Qué? –No se está enrollando. ¿Lo ves? –dijo Shaoran. Después de haber conseguido enrollar los negativos, Shaoran encendió la luz roja típica de los laboratorios de revelado. –Ahora saca el papel fotográfico. –Voy. –Ponlo ahora en el líquido de revelado. Con cuidado. –¿Así? –dijo Sakura sosteniendo el papel como si hiciera equilibrios con cristales. –Sí, muy bien. Y ahora, con las pinzas, asegúrate de que todas las partes se quedan a remojo. –¡Es genial! –dijo Sakura con ilusión al ver cómo aparecía la imagen en el papel fotográfico. –¿Qué hay que hacer después de esto? –Recógela desde una esquina y la dejamos secar. Después de la sesión de revelado volvieron al salón. –Se está haciendo tarde. –dijo Shaoran. –No te preocupes, todavía hay trenes. –Siempre me olvido del tiempo cuando me pongo a revelar fotos. –dijo Shaoran recogiendo material fotográfico del salón. –Es cierto. Cuando lo pasas bien el tiempo pasa volando. –Espera aquí un minuto. Te acompañaré a la estación cuando se haya revelado la última. –dijo Shaoran. –Vale. –accedió Sakura mientras Shaoran fue a guardar las cosas. Mientras tanto, Sakura se quedó en la estancia mirando todas las fotos que tenía el castaño en casa, cuando vio la foto en la que aparecía ella alzando el brazo para intentar cruzar el paso de cebra. Sakura sonrió. Era la única foto que había visto con personas. Unos minutos después, Shaoran acompañaba a Sakura hasta la estación empujando una bicicleta. –Hoy me has hecho muy feliz. –dijo Sakura. –He visto mi foto. Y también me has enseñado cómo revelarlas. –Ah. Ven cuando quieras. –dijo Shaoran. –¿Puedo? –Es mucho más rápido que llevarlas a un laboratorio fotográfico, y más barato. –dijo Shaoran. –Entonces volveré seguro. –dijo Sakura sonriendo. –Al final me convertiré en una mujer a la que no puedas esperar para sacar fotos. –¿Qué quieres decir? –Que me convertiré en una mujer que llenará una habitación con sus fotos. –aclaró ella. –¿De qué estás hablando? –preguntó Shaoran. A veces le costaba entender a Sakura. –Pero todavía no. –dijo Sakura sin aclarárselo. –Habrá que esperar un poco. Al menos hasta que me pueda deshacer de estas gafas. –¿Tus gafas? –El médico me dijo que me podría quitar estas gafas cuando crezca. –¿Qué? –preguntó Shaoran sin entender qué tenía que ver el crecimiento con la visión. –¿No te lo dije ya? Me falta la hormona del crecimiento. –¿De verdad vas a crecer? –preguntó Shaoran. –Pues claro. –dijo Sakura como si fuera lo más obvio del mundo. –Mis pechos crecerán y mi cadera se ensanchará. Incluso mis dientes crecerán otra vez. –¿Tus dientes? –Todavía tengo un diente de leche. –explicó Sakura. –¿Lo dices en serio? –preguntó Shaoran. –Pero no te preocupes. De ahora en adelante creceré y me convertiré en alguien increíblemente guapa y querida por todo el mundo. –dijo Sakura. –Me convertiré en una mujer adulta, llevaré un vestido muy revelador y posaré delante de ti. Cuando me quite las gafas será cuando te quedes realmente pasmado. ¿Entendido? Al escuchar a Sakura, Shaoran pensaba que su amiga no paraba de soñar despierta. –Me pregunto si veré eso algún día. –dijo Shaoran sonriendo. –Espera, ¿estás intentando imaginártelo pero no puedes, verdad? –preguntó Sakura. –No me hagas caso. –dijo Shaoran. –¿Por qué? –Ya eres estudiante universitaria. –dijo Shaoran intentando hacerle ver que era demasiado tarde como para convertirse en todo lo que le había dicho. –Esto sólo es el principio para mí. –dijo Sakura. –Imposible. –No es imposible. –dijo Sakura. Estaba claro que no llegarían a ningún acuerdo. Al día siguiente, en clase, el profesor se encontraba hablando de armas de destrucción masiva. Shaoran cogía apuntes sentado junto a Tomoyo, que ojeaba una revista de novias. Últimamente le apetecía estar con ella todo el tiempo y, por eso, dejó de aplicarse el mejunje para la dermatitis. –Apesta. –dijo de repente el profesor. Al escuchar eso, a Shaoran le entraron nervios. –Que alguien cierre la ventana, por favor. –Es cierto que huele fatal, ¿verdad? –dijo Tomoyo. –¿Crees que son los gases de la fábrica? –preguntó con temor a que le dijera que era él el que emitía ese olor nauseabundo. –Sí. –contestó Tomoyo para alivio de Shaoran. –Para mí supone una gran ayuda. –¿Qué? –preguntó Tomoyo. Shaoran no se había dado cuenta de que pensó eso en voz alta. –Nada. –se apresuró a decir. Se fijo en la revista cambio de tema. –¿Qué lees? ¿Es interesante? –Mucho. Algún día seré una novia. –dijo Tomoyo con mirada soñadora. –Estoy seguro que serás una novia preciosa. –opinó Shaoran. Entonces Tomoyo le miró con una sonrisa mientras que él agachó la cabeza por su timidez. –Gracias. –De nada. –¿Y qué tal con Kinomoto? ¿No habéis pensado en el matrimonio? –preguntó Tomoyo. –Claro que no. Eso ni si quiera lo veo de cerca. –dijo Shaoran. –¿Pero algún día llegará, no? –insistió Tomoyo mientras ojeaba una página de la revista. –No creo que me case. –dijo Shaoran mirando al frente de la clase. –¿Por qué? –girando la mirada hacia él. –Es un presentimiento. –Pues qué desperdicio. –dijo Tomoyo. –¿Eso crees? –preguntó Shaoran con sorpresa. –No por ti, sino para la persona que se supone que esté contigo. –explicó Tomoyo. –La felicidad de otra persona estará en tus manos. En algún lugar habrá una chica esperando recibir esa felicidad. Así que tienes que asegurarte de que esa chica la reciba. Ante lo que dijo Tomoyo, Shaoran nada más que pudo sonreír, esperando que esa chica fuera ella. Después de clases, Sakura se fue a practicar sus dotes fotográficas al bosque. Realizaba fotos a todas partes y a cualquier cosa, incluso levantó su pierna para hacerle una foto a su bota. Sakura seguía sacando fotos con una sonrisa en su cara cuando apareció Shaoran por allí. Cuando alzó el brazo para saludarle vio que no venía solo, sino que venía acompañado de aquella chica tan mona llamada Tomoyo Daidouji. –¿Estás bien? –preguntó Shaoran a Tomoyo, consciente que quizá no iba ni con el calzado ni el vestuario más adecuado para pasear por el bosque. –A veces es un poco difícil andar por aquí. –Estoy bien, no es tan difícil. –dijo Tomoyo mientras que a Sakura se le había borrado la sonrisa mientras los veía venir. –Lo siento. ¿Te hemos hecho esperar mucho? –preguntó Shaoran a Sakura. –Hola. –saludó Tomoyo. –Hola. –respondió Sakura, que seguía sin entender qué hacía la morena allí. –Tomoyo tenía muchas ganas de venir cuando le he hablado de este lugar. –explicó Shaoran. –Es un sitio realmente bonito y tranquilo. –valoró Tomoyo. –¿Verdad que sí? Mira por allá. Hay un… –pero Shaoran detuvo su explicación al ver cómo Sakura empezó a caminar como si se la llevaran los demonios. –Perdona, ¿puedes esperar un momento? –Claro. –dijo Tomoyo sonriendo. Shaoran se fue trotando en busca de Sakura, que se había adentrado por la maleza del bosque. –¿Qué te pasa? –preguntó Shaoran cuando la alcanzaba. –¡Sí, ella es muy bonita. Realmente bonita! –dijo Sakura enfadada sin dejar de caminar deprisa. –¡Además, sabe que es bonita! ¡No estoy diciendo que eso sea malo! ¡Por eso a toda la gente le gusta: los del mismo sexo, los del sexo opuesto, mayores y pequeños. ¡Estoy segura que incluso le gusta a los perritos!¡Es la mujer perfecta! –¿Pero qué te pasa? –preguntó Shaoran siguiéndole todavía sin comprender el enfado de Sakura. –¡Pasa que ella es lo opuesto a mí! –dijo parándose en seco. –¿Por qué la has traído aquí? –¿Qué? –preguntó Shaoran. Sakura se giró para mirarle a la cara. –¿No era este nuestro lugar? –preguntó ella haciendo énfasis en la palabra “nuestro”. –¿No era este un sitio importante sólo para nosotros dos? Shaoran se quedó sin palabras. Sakura estaba enfadada. El mohín de su cara, que parecía más propio de una niña pequeña que el de una universitaria se lo decía todo. Al ver que Shaoran no decía nada, se marchó. Realmente no supo qué decir. Continuará…
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