ID de la obra: 1051

Heavenly Forest

Het
G
En progreso
1
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 29 páginas, 13.262 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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7. Una compañera de piso

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Shaoran se encontraba en uno de los ordenadores de la biblioteca consultando un portal de búsqueda de empleo. Después de estar ahí casi toda la tarde estaba cansado, así que empezó a estirar los brazos mientras giraba con su silla. Entonces vio a una pareja estudiar juntos. Se fijó que allá donde mirara, todo el mundo iba emparejado. Parecía el único de la biblioteca que estaba solo, hasta que vio cómo Sakura bajaba del piso de arriba cargada con un gran bolso que parecía pesar bastante. Si se lo propusiera ella cabría dentro. Sakura no se dio cuenta de la presencia del castaño. Al verla así, se levantó, recogió sus cosas y fue tras ella. No esperaba que hubiera bajado tanto. Estaba en una zona de taquillas poco transitada. –Esto, esto y esto. –decía Sakura para sí mientras hurgaba en su bolso. –¿Qué estás haciendo? –preguntó Shaoran cuando la alcanzó. –Sólo eres tú. ¡Me has asustado! –dijo Sakura con una mezcla de alivio y enfado por el susto. –¿Para qué es todo ese equipaje? –preguntó Shaoran. –Me he ido de casa. –dijo Sakura. –Quería que me dejaran usar una habitación vacía. –¿En la universidad? –preguntó Shaoran. –Sí. ¿Qué? –preguntó Sakura al ver que el chico no le quitaba la vista de encima. –Nada. –También he ido a la inmobiliaria, pero me han tratado como a una niña y no han querido alquilarme una habitación. –dijo Sakura mientras sacaba un saco de dormir de la taquilla para meterlo en el bolso. –Ya veo. –He encontrado un lugar para esta noche. –dijo Sakura mientras metía una toalla. –La oficina del club de senderismo. El club ha desaparecido, así que nadie va por allí. También utilizaré las duchas del club de fútbol. –¿Por qué no te vienes a mi casa? –le ofreció Shaoran sin saber por qué dijo eso. –¿A tu casa? –Antes solías venir a menudo, ¿recuerdas? –dijo refiriéndose a hacía dos años. –Tendrías que haberme preguntado desde el principio. –¿Te parece bien que vaya? –preguntó Sakura. Después de que Sakura recogiera todos sus bártulos, Shaoran la ayudó a llevarlos hasta su casa. –¡Cuánto tiempo! –exclamó Sakura al entrar en la casa de Shaoran. –Por alguna razón dejaste de venir. –dijo Shaoran dejando el gran bolso de Sakura en el suelo. –Porque a Tomoyo no le habría gustado. –dijo Sakura. –¡No ha cambiado nada! –No tengo motivos para cambiar nada. –dijo Shaoran. –¿Y la habitación oscura? –preguntó Sakura, refiriéndose a la habitación de revelado. –Sigue ahí. –¡Genial! –¿Quieres ir? –Claro. Una vez en la habitación de revelado, Sakura reveló algunas de sus fotos. –¿Cuándo has sacado esas fotos? –preguntó Shaoran con curiosidad. –Hace poco. –dijo Sakura mientras colgaba las fotos para que se secaran. –Creo que este tipo de fotos me gustan más que los paisajes. –Entiendo. –dijo Shaoran, mirando unas fotos de niños sonrientes. Eran realmente buenas. –Por eso sólo he estado sacando fotos de personas. –dijo Sakura. El reloj marcaba las dos de la madrugada. Con el revelado de fotos se les había hecho tardísimo. Shaoran estaba en la sala aplicándose el mejunje en el costado, cuando vio algo que asomaba de la mochila de Sakura, que seguía en el suelo, encima del gran bolso. Fijó un poco la vista para ver qué era, cuando de repente, se escuchó la puerta del baño. –Ya he acabado en el baño. –dijo Sakura puesta de pijama mientras que Shaoran cerraba el tarrito de la crema apresuradamente. –¿Vas a ir ahora? –No. Ya me ducharé mañana por la mañana. –dijo Shaoran. –Oye, ¿estás enferma? Sakura giró la mirada hacia donde apuntaba el dedo de Shaoran, justo a lo que sobresalía de su mochila. –Es de mala educación mirar las cosas de los demás sin permiso. Es medicación de chicas. –mintió Sakura, con el significado implícito de anticonceptivos para aliviar los dolores menstruales. –Lo siento. –dijo Shaoran incómodo mientras Sakura guardaba sus cosas del baño. –Parece que somos una pareja de medicamentos. –¿Qué? –No importa. Vamos a dormir. –dijo él sin querer entrar en el tema. –Puedes usar la cama. Yo dormiré en… Pero Shaoran no termino la frase al ver la reacción de Sakura. Se puso de rodillas y recta. –Es mi primera vez. –dijo Sakura. –Por favor, sé cuidadoso. Shaoran no sabía qué decir. De repente, Sakura se levantó y se abalanzó sobre él enroscando sus brazos en el cuello de él. –¡Espera, espera! –intentó pararle él. –Está bien. No tengo dinero. Estoy preparada para pagarte con mi cuerpo. –dijo Sakura. –No… –No me importa que utilices esa crema grasienta. –dijo ella. –Espera. –dijo Shaoran cogiéndola de la cintura para separarla. –No te he traído aquí con esas intenciones. Tan sólo como amigos. –¿Es porque no he crecido nada? –preguntó Sakura. –Claro que no. –¿Es porque mis tetas no son grandes? –preguntó ella insistiendo. –No. –respondió él. Entonces Sakura lo empujó haciendo que él cayera en el sofá. Mientras Sakura se acostó y se dobló en un puf que había en el salón. –¿Y ahora qué? –preguntó Shaoran, que no sabía cómo acertar con la chica. –Voy a dormir aquí. –dijo ella. Parecía decepcionada por el rechazo de Shaoran. –Puedes utilizar la cama. –insistió Shaoran. –¡Voy a dormir aquí! –insistió ella. –No me importa si luego te arrepientes. –¿Qué? –Algún día creceré y tú te preguntarás “¿por qué no me acosté con esa mujer tan maravillosa?” –dijo Sakura. Shaoran se levantó del sofá y apagó la luz. –Buenas noches. –dijo él. Si ella no iba a dormir en la cama, ya dormiría él. Su espalda se lo agradecería al día siguiente. –¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! –insultó Sakura repetidamente. Una vez que se echó en la cama, a Shaoran se le escapó la risa, tapándose la boca para no delatarse. A la mañana siguiente, Sakura esperaba en la puerta con un mohín. Seguía enfadada con Shaoran. –Voy adelantándome. –dijo ella mientras él cerraba la puerta con llave. –¿Por qué? Vayamos juntos. –dijo Shaoran. –Me adelanto. –dijo ella echando a andar. –¿Sigues enfadada? –preguntó Shaoran. –No, pero ¿y si alguien nos ve juntos aquí? ¿E ir juntos a clase?–preguntó Sakura. –Ya me has dejado un sitio donde quedarme. No quiero causarte problemas interponiéndome por en medio del amor de tu vida. ¡Adiós! A Shaoran le inspiraba mucha ternura y no pudo evitar sonreír. Era una tontería pero si para ella era tan importante, iría varios pasos por detrás de ella porque el camino que debían seguir era el mismo. –Caminas muy despacio. –dijo Shaoran, haciendo que Sakura se girara. –¿Por qué me sigues? –preguntó Sakura estando ya a la entrada del campus. –Es que andas muy despacio. –¿Entonces por qué no te adelantas tú? –Bueno, no puedo. Me sentiría mal por ti. –dijo él. –¡Sakura, buenos días! –saludó Tomoyo que llegaba por detrás. –Buenos días. –saludó Sakura. –Buenos días. –saludó Tomoyo a Shaoran. –Buenos días. –saludó él. Al final, irían los tres juntos a clase, pese a los esfuerzos de Sakura para que Tomoyo no los viera juntos. Sin embargo, a Tomoyo no parecía importarle nada de todo aquello. Por la noche, en casa de Shaoran, Sakura hacía la cena en la sartén. –¿Sabes cocinar? –preguntó Shaoran extrañado. –Siempre cocinaba en casa. –dijo Sakura sacando la sartén del fuego y echando el contenido en un bol. –¿En serio? –dijo Shaoran echándole una foto a Sakura. –También cuidaba de mi hermano. –¿Tienes un hermano? –preguntó él. –Sólo un hermano mayor. –dijo ella. –Murió. –¿Qué? –preguntó, sin esperarse aquello. –Hace una semana. –dijo ella como si hablara de cualquier cosa cotidiana. –Estuvo mucho tiempo en cama por una enfermedad. –¿Te fuiste de casa por eso? –preguntó él. –Sí, estaba muy triste. Se me hacía muy raro estar en casa y me peleé con mi padre. Entonces me fui. –dijo mientras sacaba unos platos. No había parado de moverse por la cocina desde que empezó a explicar cosas de su familia, mientras que Shaoran seguía parado en el mismo sitio. –¿Qué enfermedad tenía tu hermano? –Las personas con esa enfermedad mueren cuando se enamoran. –dijo ella sirviendo comida en un plato. –¡¿Qué?! –Era una broma. Era una enfermedad genética. –Shaoran no entendía cómo la chica podía hablar con tanta naturalidad de ello, e incluso permitirse bromear con algo así, sobretodo habiendo sido tan reciente. –Vaya. –Mi madre murió por la misma enfermedad. –dijo Sakura sirviendo otro plato desde la cazuela. –Yo todavía era muy pequeña cuando ocurrió. Así que, mi padre y yo somos los únicos supervivientes. ¿Sabes lo que eso significa? Que he heredado los genes de mi padre y me he convertido en una mujer poco femenina. Incluso mi pelo es rugoso y alborotado como cables de acero. ¿Comemos? –Sí. Después de poner los platos en la pequeña mesa del salón, se sentaron en el suelo para cenar. –¿Puedes beber alcohol? –preguntó Shaoran sirviéndole vino a Sakura. –Probablemente. –dijo ella. –Salud. –brindaron. Después de que Sakura bebiera un poco de vino, tuvo que coger el vaso de agua para beber inmediatamente. A Shaoran le hacía gracia lo que estaba viendo. –Buen provecho. –dijo Shaoran. –Buen provecho. –dijo Sakura. Shaoran fue el primero en coger comida del bol con sus palillos. –Está delicioso. –dijo Shaoran, todavía cuando no había terminado de masticar. –¿De verdad lo crees? –preguntó Sakura ilusionada. –Sabe genial. –Estoy muy orgullosa de mis habilidades culinarias. –entonces fue ella la que empezó a comer. Shaoran no dejaba de mirarla, de lo que Sakura se dio cuenta. –¿Qué pasa? –Nada. Es sólo que nunca te había visto comer otra cosa que no fueran galletitas donut. –explicó él. –Como otras cosas. –dijo ella. Shaoran seguía mirándola. –¡Deja de mirarme así! –Pero quiero. –dijo él. –Voy a comer mucho, y también voy a crecer mucho. –dijo Sakura. –Muy bien. –dijo Shaoran. ¿Qué podía decir ante ese comentario? –Mis pechos se volverán así de grandes –dijo ella haciendo un movimiento exagerado con sus manos –y… –Y llevarás un vestido realmente revelador, ¿verdad? –completó Shaoran lo que iba a decir Sakura, ya que no era la primera vez que se lo decía. –¿No te lo crees? –preguntó Sakura. –Ya tienes veintiuno. –dijo él, nada convencido de que ese crecimiento se pudiera producir. La conocía desde los diecinueve años, justo el día en el que empezaban la universidad hacía dos años y no apreciaba ningún cambio en ella. –¡Creceré! –dijo ella. –Seguro. –dijo él irónicamente mientras se echaba algo de ensalada a la boca. –Como ya te dije, no me importa si luego te arrepientes por no haberte acostado conmigo. –dijo Sakura. –Genial. –continuó él. –Shaoran, eres idiota. –insultó ella. –¿Esto es cebolla? –preguntó él sin hacer caso al insulto. –¿Verdad que la he cortado de forma muy mona? –preguntó ella. –Sí, son trozos muy pequeños. Continuará…
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