ID de la obra: 1051

Heavenly Forest

Het
G
En progreso
1
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 29 páginas, 13.262 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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8. El regalo de cumpleaños

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Un nuevo día llegó. El profesor explicaba algo sobre Francia a una clase medio vacía y poco interesada. Y de los que estaban presentes, muchos habían sido vencidos por el sueño o el aburrimiento. Quedaban muy pocos “supervivientes” despiertos. Algunos luchaban contra las cabezadas, hasta el punto que una chica parecía que se iba a romper el cuello del latigazo que le dio cuando el sueño la vencía. Shaoran tampoco fue inmune y su brazo perdió el apoyo, por lo que casi se cae al suelo. Debido a eso, se despertó, teniendo a Tomoyo al lado con una de sus tantas revistas de novias. Parecía la única que estaba despierta en clase, tan sólo porque ella estaba a otra cosa. Tomoyo no pudo evitar sonreír al ver la casi caída de Shaoran. –¿Leyendo eso otra vez? –preguntó Shaoran medio dormido. –¿Nunca te aburre? –No. –contestó ella. –Por cierto, ¿sabías que hoy es mi cumpleaños? –¡¿Qué?! –gritó Shaoran, pero por suerte, el profesor estaba aburrido de sí mismo y también estaba medio dormido. –Lo siento, lo había olvidado. –Tal y como pensaba. –dijo Tomoyo sin quitar la vista de la revista. –Lo siento, de verdad. –dijo él. –Si te sientes tan mal por ello, hay un sitio al que quiero que me acompañes. –dijo Tomoyo. Por la noche, Shaoran limpiaba el objetivo de su cámara sin poder quitarse la sonrisa de la cara. Mientras tanto, Sakura leía un manga en el sofá y sonrió al ver a Shaoran tan contento. –¿Te ha ocurrido algo bueno? –preguntó Sakura. –Sólo un poco. –dijo él. –¿Tiene algo que ver con Tomoyo, verdad? –aventuró Sakura ante la incomodidad de Shaoran. –Bueno, a mí no me importa. –Por cierto, ¿qué piensas de la fotografía? –preguntó Shaoran. –¿A qué te refieres? –preguntó ella. –¿Quieres seguir haciendo fotos para siempre, por ejemplo, como profesión? –preguntó él. –¿Cómo profesión? –Estoy considerando convertirme en fotógrafo. –dijo él. –Estoy seguro de que me llevará mucho tiempo pero empecé a pensarlo después de ver tus fotos. –¿Mis fotos? –preguntó ella con sorpresa. –Sí. No puedo dejar que me ganes siempre. –dijo él. –Así que, para probar mis habilidades, quiero participar en un concurso de fotografía. ¿Por qué no te apuntas tú también? –¡Lo haré si te apuntas tú! –accedió Sakura con entusiasmo. –Entonces luego lo vemos. –dijo él. –¡Una reunión de estrategia! –dijo Sakura como una niña pequeña. –Exacto. Tendremos que hacer fotos para el concurso. –dijo él. –Suena divertido. ¿Dónde las sacamos? –preguntó ella. –Creo que podríamos ir a algún lugar fuera de lo normal. –dijo él. –Viajar un poco y encontrar nuestro propio tema. –Cada vez suena más y más interesante. ¿Cuándo vamos? –preguntó ella. –No lo he pensado. –¿Qué te parece el domingo? –preguntó ella. –Verás, es que este domingo… –¿Por qué? –preguntó al ver la cara de Shaoran. –¡Venga, vayamos! –Tengo planes con Tomoyo. –dijo él. Al decirlo, Sakura se enfurruñó y se giró para leer el manga. –¿Qué quieres que haga? He quedado con ella primero. –se defendió él al ver su reacción. –Eres el demonio, Shaoran. –se limitó a contestar ella. –Haces feliz a la gente y luego los dejas en lo más hondo del infierno. –¿De qué hablas? –¿Es una cita? –preguntó Sakura haciendo caso omiso a Shaoran. –No. Simplemente la voy a acompañar a una convención de bodas o algo así. –dijo él. –Ya. Tomoyo me comentó que quería ir. –dijo Sakura. –Es muy convencional pese a su apariencia, ¿verdad? –opinó Shaoran. –Así que te ha elegido a ti. –comentó Sakura entre dientes. –¿Qué? –preguntó Shaoran, que no había escuchado lo que dijo Sakura. –Muy bien, id. –dijo Sakura. –En ese momento, mi amor perdido se confirmará. El momento en el que escoges a Tomoyo en lugar de a mí. –No tienes que… –empezó a decir Shaoran pero se vio interrumpido por Sakura. –¿Qué hay de tu ropa? –¿Mi ropa? –Qué te vas a poner? –preguntó Sakura bajando del sofá y arrodillándose frente a él. –Lo usual. –dijo él. –¿No tienes un traje o algo? –No. –Entonces lo compraremos mañana. –dijo ella. –¿Sólo para eso? –preguntó Shaoran, que le parecía excesivo gastarse dinero en un traje sólo para un rato. –¡Por supuesto! Es una convención de bodas. Tomoyo va a ver su sueño y el chico que está a su lado no debería destrozárselo. –Entiendo. –dijo Shaoran medio convencido. –Y veamos, ¿qué hay del dinero? –¿Dinero? Lo sacaré del banco. –dijo él. –Tienes que estar preparado. –avisó ella.

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El domingo llegó y un nervioso Shaoran permanecía plantado en la salita de casa con un traje gris oscuro, camisa y corbata azul marino con alguna línea roja. –Perfecto. Hasta un perdedor puede vestirse para triunfar. –dijo Sakura dando su particular visto bueno a Shaoran. –Cállate. –dijo Shaoran. Entonces se quitó la chaqueta. –Voy al baño. –¿Tan nervioso estás? –preguntó Sakura. –Cállate. –dijo Shaoran mientras Sakura se reía. Ya en el baño, Shaoran abrió la puertecita del diminuto armario que tenía sobre el lavabo y abrió uno de los tarros de su crema para la dermatitis, se sacó el faldón de la camisa y se quedó mirando la herida. Después de considerarlo, decidió no aplicarse la crema por si el hedor atufaba a Tomoyo. A pesar de que sabía que la crema era inodora y que el hedor de siempre venía de la fábrica que estaba cerca de la universidad, en ese momento se le agolparon las inseguridades y prefirió no tentar a la suerte por si acaso era él y su ungüento quien contribuía al olor. Así que volvió a dejar la crema en su sitio. Después de arreglarse el faldón de la camisa, se puso la chaqueta y salió de casa. Unos minutos después, Sakura lo perseguía cuesta abajo. –¡Espera! ¡Para! ¡Los zapatos!–le gritaba Sakura con un zapato en cada mano. Cuando la escuchó, se paró y se giró. Entonces se miró a los pies y vio que llevaba las zapatillas que solía llevar cada día. Shaoran se las quitó mientras Sakura, respirando con dificultad por la carrera, le dejaba los zapatos en el suelo y cogió las zapatillas para llevárselas a casa. –Va, márchate. –Gracias. –Cuídate. –dijo dando saltitos celebrando haber llegado a tiempo. Shaoran llegó al lugar convenido. Se trataba de una pequeña iglesia moderna donde se expondría una colección de moda nupcial de primavera-verano. La gente que acudió al evento estaba sentada en los bancos de la iglesia decorada como para una boda. Con la música de un piano y una soprano cantando el “Ave María” de Schubert, los azafatos abrieron las puertas y apareció una primera modelo vestida de novia. Tomoyo, sentada junto a Shaoran, miró hacia atrás cuando se abrieron las puertas y se le dibujó una gran sonrisa en la cara. Diferentes modelos empezaron a desfilar de forma calmada hasta llegar a la zona del altar. Shaoran sonrió al ver a Tomoyo feliz. Mientras tanto, Sakura permanecía sentada mirando la foto que Shaoran le sacó hacía ya un par de años intentando cruzar el paso de cebra. En la convención, durante el pase de modelos, el costado de Shaoran empezó a molestarle y se llevó la mano izquierda al costado derecho donde tenía su eterna herida. Tomoyo le miró y fingió sonriéndole. No quería estropearle el evento. Intentó aguantar, pero no podía más. –Perdona, tengo que ir al baño. –dijo Shaoran bastante apurado. Una vez que salió de la zona del desfile, echó a correr en busca del baño. Cuando llegó, se apartó la chaqueta y se sacó el faldón. Tal y como sospechaba, la herida no tenía buena pinta. Se quitó la chaqueta sin saber qué hacer, y entonces registró en los bolsillos de la chaqueta sin grandes esperanzas. Recordó perfectamente que había dejado todos los tarritos en el armario del baño. Entonces notó algo en uno de los bolsillos y sacó uno de los tarritos pequeños de la crema. –Lo ha puesto Sakura. –dijo Shaoran para sí. Seguramente se la había introducido en el bolsillo cuando corrió hacia él para que se cambiara los zapatos. Shaoran consideró si echarse o no, pero al notar el escozor insoportable que sentía, abrió el tarrito rápidamente y empezó a echarse el mejunje. Mientras tanto, Sakura comía unos espaguetis mientras leía un manga. Era un manga bastante divertido. Entonces, notó algo en su boca y al llevar sus dedos a ella, vio que se le había caído un diente. –Oh. –Sakura se quedó mirando el diente seriamente. En la convención, con el escozor mucho más calmado, Shaoran había vuelto a su sitio para ver terminar el desfile. Cuando acabó, salió a junto Tomoyo, que seguía feliz, mientras que Shaoran iba sumido en sus pensamientos. No podía quitarse de la cabeza lo atenta que había sido Sakura al ponerle el tarro de crema en el bolsillo de la chaqueta. –¡Ha sido maravilloso! ¿No te lo parece? –comentó ella. Tomoyo vio lo distraído que estaba Shaoran. –Shaoran. –¿Eh? Oh, sí. –dijo él volviendo en sí. Entonces, vieron una hilera de personas esperando en un lado de la escalera. –¿Para qué es esa fila? –Para hacer fotos. –respondió Tomoyo. –¿Fotos? –Es una foto de regalo llevando uno de los vestidos de novia del desfile. –dijo ella como experta en moda nupcial que era. –¿En serio? –Sí. ¿Nos vamos? –dijo Tomoyo. –Gracias por acompañarme. –¿No quieres sacarte una foto? –preguntó Shaoran cuando empezaron a bajar la escalera. –Quizás lleve mucho tiempo. –dijo la morena. –Pero te hará sonreír otra vez. –dijo él quedándose rezagado. Tomoyo lo miró desde un par de escalones más abajo. –Pero tú no estás sonriendo. Tu cabeza está en otra parte. –dijo Tomoyo, que era muy perspicaz. –Bueno, es que… –Shaoran se preguntaba cómo podía ser tan obvio. –Parece que quieras volver a casa cuanto antes. –interrumpió Tomoyo. –¿Te espera alguien? –No, no me espera nadie. –se apresuró a decir él. –Era una broma. –dijo Tomoyo al ver la inocencia de Shaoran. No pretendía hacerle sentir mal. –De todas formas, no importa. Estoy satisfecha con el desfile. –¡Espera! –dijo él al verla bajar de la escalera. Al final, Tomoyo había accedido a la propuesta de Shaoran. A él lo habían vestido de novio con un traje oscuro. Esperaba en el altar mientras preparaban a Tomoyo. Entonces, abrieron las puertas y se giró. Allí estaba Tomoyo vestida de novia y sujetando un ramo. Estaba radiante y preciosa. Su cara irradiaba felicidad mientras que la de Shaoran se quedó con la boca abierta de lo bonita que estaba Tomoyo. Tomoyo se dirigió hacia él y se colocó a su lado. –Bien, saquemos la foto. –dijo el fotógrafo del evento. –¿Por qué no os cogéis de la manos? Entonces, tímidamente, se cogieron de la mano mientras se miraban a los ojos y se sonrieron. Cuando Shaoran llegó a casa y se quitó la chaqueta y la corbata, se preguntó que había estado haciendo Sakura para dejar una papelera rebosando de pañuelos. Fue hacia la cocina, donde la vio de espaldas y parecía llorar. Seguía cogiendo pañuelos de una caja. –Hey. –¿Qué? –respondió Sakura. –No importa. –dijo Shaoran al ver que no era buen momento de molestarla. Entonces, vio que al apartarse el pañuelo, tenía algo de sangre. En ese momento comprendió lo que le había pasado. –¿Te duele? –En absoluto. –Pues no llores. –dijo él. –¿Qué diente se te ha caído? –El del fondo del lado derecho. –respondió ella. –¿Cuál? –preguntó él acercándose e intentando ver en la boca. –¡No! ¡No voy a enseñártelo! –respondió ella girándose. No estaba dispuesta a que le viera el hueco del diente. –¿Dónde está el diente? –preguntó él. –Aquí. –Sakura se metió la mano en el bolsillo y lo sacó enseñándoselo a Shaoran. –¡Vaya! ¡Era verdad que tenías un diente de leche! –exclamó Shaoran con sorpresa. –¡Ya te dije que todavía estoy creciendo! –dijo Sakura indignada. Ya de noche, Shaoran se fue a la cama y Sakura al puf. Ninguno de los dos podía conciliar el sueño. –Sakura. –dijo Shaoran. Al estar la cama comunicada con el salón, podían hablar perfectamente. –¿Estás dormida? –Casi. –respondió ella. –¿Y tú? –Casi. –respondió él. –Entonces trata de dormir. –dijo Sakura. –Sakura, ¿cuándo es tu cumpleaños? –preguntó Shaoran. –¿Por qué? –preguntó Sakura sonriendo. –También deberíamos celebrar tu cumpleaños. –dijo Shaoran, ya que el regalo de cumpleaños de Shaoran para Tomoyo fue acompañarla al evento nupcial. –¿Quieres hacerme feliz? Entonces mándame al infierno. –dijo Sakura. –No te lo tomes a mal. –dijo él. –No te preocupes por mi celebración. –dijo ella. –Ahora mismo sólo deberías pensar en Tomoyo. –Tener una relación no es la única manera de estar enamorado. –dijo él. –¿Qué? –preguntó Sakura girando la cabeza hacia Shaoran. –Un amor no correspondido, es, a su manera, un amor completo. –dijo Shaoran. –De todas formas, Tomoyo se marchará al extranjero cuando se gradúe. No hay razón para cambiar la relación que tenemos ahora. –Eso es un argumento cobarde. –dijo Sakura. –Voy a dormir. –dijo él girándose y dándole la espalda a Sakura. –Entonces, dame un regalo. –dijo Sakura, accediendo a lo de su cumpleaños. –Claro, ¿qué quieres? –preguntó él. –Un beso. –respondió ella. Él se volvió a dar la vuelta dirigiendo su mirada a Sakura. –¿Hay algo más que quieras? –preguntó aún sorprendido por la petición. –Si me besaras, podría morir de felicidad. –dijo ella sonriendo como una niña pequeña. –¿Pero qué dices? –preguntó Shaoran sonriendo. –¿Has besado ya a Tomoyo? –preguntó Sakura. –Claro. Al menos unas cinco veces. –mintió él. Era demasiado tímido como para dar ese paso. –Entonces hazlo conmigo también. –dijo ella. –He estado pensando en que el tema de mis fotos sea “Enamorados”. “El beso de los enamorados”. Quiero que estés en un autorretrato conmigo. –¿Para el concurso? –preguntó él. –Así es. –¿Cómo un modelo? –Exacto. –¿Cuándo es tu cumpleaños? –volvió a preguntar él. –¡Lo celebraré mañana! –dijo Sakura con entusiasmo e incorporándose. –¡¿Mañana?! Continuará…
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