Intimidad
La despensa estaba en penumbra salvo por un par de velas cuya llama se retorcía a causa de sus agitadas respiraciones. La piel desnuda de Nami bajo sus dedos era cálida y suave. Su pulso acelerado latía acelerado al mismo ritmo que el suyo. La sintió estremecerse. Sanji sonrió y depositó un beso en su cuello embriagándose con su aroma a mandarinas. —Eres preciosa, mi amor —le susurró al oído. Nami le apartó el pelo de la cara, enredando los dedos entre aquellos suaves y dorados mechones de pelo que se ondulaban con la humedad. Era tan guapo que le robaba el aliento. Le hacía perder la cabeza. —¿Y eso me lo dices tú, Sanji-kun? Le robó un beso lento y profundo, acariciando su muslo cuando la pierna de Nami rodeó su cadera para pegarle más a su cuerpo. A veces sentía que el más mínimo espacio entre ellos era demasiada distancia. El deseo se avivó y lo único que pudo hacer Sanji fue mover la cadera buscando el roce con la de ella, deseoso de volver a acompañarla hasta el paraíso y perderse con ella. Aquellos momentos de intimidad, ocultos del resto de sus nakama, eran difíciles de conseguir. O el tiempo y las mareas cambiaban o Luffy tenía hambre. Fuera como fuese uno o la otra acababa atrapado por sus responsabilidades para con el resto. Sin embargo, cuando lo lograban se aseguraban de cerrar con llave y resguardarse en algún rincón en el que no pudieran encontrarles. Por un buen rato se permitían enviar a todo el mundo al infierno y dejar que se las arreglasen solitos, por un buen rato sólo importaban ellos y su amor compartido. Tal vez fuese un gesto egoísta, pero no les importaba. Sanji se sentía afortunado. Había coincido con ella en la vida. Podía compartir besos e intimidad con la única mujer de la que se había enamorado en la vida. Tenía la suerte de que sus andanzas como mujeriego no hubiesen destrozados sus posibilidades con ella. Tenía la inmensa fortuna de ser correspondido. Nami, por su parte, había descubierto que junto a aquel hombre, que la sacaba de sus casillas al principio, podía ser ella misma, podía mostrarse vulnerable y dejarle ver sus sentimientos, él nunca usaría nada de eso para herirla. Junto a Sanji el mundo no daba miedo porque siempre la cuidaba. Le quería sin dudas ni reservas y él se aseguraba de hacerle saber que era correspondida. En su precario escondite los únicos sonidos presentes eran los de sus besos y sus respiraciones aceleradas. Nami jadeó su nombre y él atendió su súplica. Le hizo el amor diciéndole sin una sola palabra cuánto la amaba mientras ella le respondía en el lenguaje construido y compartido por ambos. Esos momentos robados del resto de la tripulación, en los que sólo estaban ellos, eran valiosos y especiales. Quizás por ello lo alargaban en el tiempo pese a saber que tarde o temprano tendrían que anunciar ante el resto que estaban juntos. Pero mientras aquello no ocurriese amarse a escondidas era su pequeña aventura diaria.Fin
Notas de la autora: ¡Hola! Está siendo una semana terrible en el trabajo y necesitaba escribir un poco de fluff. Es muy cortito, pero mi cerebro no da para más hoy. Para sugerencias y amenazas de muerte la ventanita de comentarios está a vuestra disposición.