Capítulo 4
6 de octubre de 2025, 17:29
Era molesto e irritante.
La facilidad con que él pudo conciliar el sueño y cómo durmió igual que un bebé durante toda la noche hasta que a la mañana siguiente, lograron levantarse al mismo tiempo y ninguno de los dos fue capaz de decir alguna palabra.
Fue incómodo y vergonzoso.
Era la primera vez que se sentía fuera de lugar y tenía ganas de arrancar, Giyuu provocaba siempre aquella sensación que tanto detestaba.
Lo fastidiaba. Y Giyuu no ayudaba mucho.
Después de sus tres primeras clases fue al comedor junto a Obanai y su novia antes de iniciar con la siguiente clase.
Librarse un poco de los pensamientos sobre Giyuu fracasó completamente. Durante la primera hora le llamaron la atención por no saber responder a una pregunta que su profesor había hecho. La siguiente fue al no prestar atención y mirar fuera de la ventana cuando le pidieron recoger los informes de toda la clase para ser entregados al líder de su generación.
Desde esa noche todo había ido de mal en peor. Y no podía culpar a Giyuu.
Lo odiaba, pero se sentía bien pensar en él y sus estupideces.
—¿Qué te pasa? —Obanai cortó la carne de su pareja mientras preguntaba, como si aquello fuera normal. La sonrisa de Mitsuri lo incitaba a seguir haciéndolo día tras día.
—No logre dormir bien.
—¿Es porque dormiste en la habitación de Tomioka?
Mitsuri dio un leve grito de vergüenza y excitación al escuchar las absurdas y verdaderas palabras de su novio.
—¿Cómo lo sabes?
—Alguien comenzó el rumor.
—¿Quién?
Obanai se encogió de hombros.
En realidad, no le importaba. Era la verdad y al acabar con sus responsabilidades hablaría con el coordinador de dormitorios para que su nombre figurase en la puerta de Giyuu. De esa forma podría molestarlo siempre que pudiera.
—De estar cogiendose al profesor —logró escuchar a un grupo de cuatro estudiantes en la mesa continua. Estuvo a punto de ignorarlos cuando el nombre de su futuro compañero de cuarto apareció—. Es muy extraño que las notas de Tomioka fueran excelentes en una clase que casi nadie es capaz de pasar.
—Tal vez no es primera vez que lo hace —balbuceó otro—. Esta mañana escuche que durmió con Sanemi Shinazugawa, el campeón de karate de la universidad.
—Pues Tomioka tiene ese lado que todos quieren molestar, o agradar.
—Incluso coger.
Era cierto, la madura y desesperante tranquilidad de Giyuu lograba en cualquiera un efecto o muy positivo o muy negativo. Con Tanjiro le fue increíble, pero con Obanai fue todo lo contrario. Sacaba lo peor de la gente, podía aceptarlo de su amigo que solo se centraba en ignorarlo y pasar de largo, pero de ellos no.
Se puso de pie tomando la atención de la mayoría de los estudiantes en el comedor, incluso tomó por sorpresa a Mitsuri quien lo miró asustada.
Obanai como lo perspicaz que era, tomó el brazo de su novia y la sacó del comedor antes de que todo se descontrolara.
—Repítelo —exigió mirando a cada uno que se mantuvo pálido antes su voz—. ¿Qué dijiste de Giyuu?
Uno de ellos que parecía ser el más trabajado del grupo y, si mal no recordaba, era uno los nuevos integrantes de su grupo de karate se puso de pie con esa mirada que juraba provocaba temor.
—Todos aquí creemos que Tomioka hizo algo para pasar el examen final de la clase de física.
—¿En serio? —preguntó observando a todos. Nadie confirmo las palabras del hombrecillo que era más alto, pero parecia ser el más tonto—. ¿O solo tú lo crees?
—No le temo al campeón de esta universidad —dio comienzo a su charla de superioridad—. Y estoy seguro de que me tienes miedo por eso.
—No me digas.
Ya ni siquiera veía el beneficio de golpearlo. El idiota era un decerebrado.
—Nunca has aceptado una lucha conmigo —¿le había pedido luchar?—. Ni siquiera me miras a los ojos.
—No acostumbro a mirar a los hombres de esa manera.
—Pero a Tomioka si, ¿cierto? —sonrió—. Tenemos curiosidad por saber qué es lo que hacían en su habitación durante toda la noche…
No lo dejó terminar, el puño en su quijada fue suficiente para que el hombrecillo rebotara contra el suelo del comedor. Inconsciente, pero aún respirando esperó el ataque de sus amigos aunque ellos negaron cada palabra de su supuesto amigo.
—Nosotros no pensamos eso —dijo uno—. Y la verdad me importa muy poco lo que hagas con tu vida, Shinazugawa.
Y de esa forma todos escaparon.
El silencio se mantuvo y no quiso saber cuales serían las consecuencias de haber noqueado a un estudiante de primer años en un lugar tan concurrido.
Su maestro lo castigaría seguro.
Caminó entre los pasillos alejándose del disturbio que provocó para ir a la clase de física que Giyuu estaba cursando en ese momento. Al llegar, los estudiantes ya habían comenzado a salir, pero no él. Se asomó y ver como la relajante y despreocupada sonrisa de su rival amoroso salía a libertad mientras que su profesor Kibutsuji Muzan le hablaba divertido sobre alguna estupidez innecesaria.
Ni siquiera supo que lo hizo entrar con los nervios de punta, enojado porque los rumores podrían ser ciertos, o por sentirse asqueado de solo dudar de él.
Giyuu jamás haría algo de eso, era demasiado recto y estoico. Apenas había mostrado interés por Tanjiro en los últimos años por lo que sería imposible que estuviera enamorado de otra persona, muchos menos del profesor de física.