Capítulo 6
6 de octubre de 2025, 17:32
El paisaje ante sus ojos sería agradable de admirar si la persona a su lado no fuera Rengoku Kyojuro. Miró hacia atrás entre los asientos del bus para ver como Giyuu le dedicaba una delicada sonrisa a Tanjiro.
Se sintió del asco el haber dudado de Giyuu. El rumor fue sin fundamentos válidos y la relación que mantenía con Kibutsuji era enteramente profesional.
Era un estupido de primera.
—Mirada al frente, Shinazugawa —molesto y de los brazos cruzados, Rengoku rugió.
—¿Qué? —sonrió, extasiado de ver el mal carácter de la estrella solidaria del campus—. ¿Te molesta que Tanjiro prefiriera tomar asiento con Giyuu?
Era extraño verlo en aquel estado y lo divertiría más si la razón de eso era Giyuu y Tanjiro.
—Una palabra más y haré que te bajen del bus, Shinazugawa.
Rió.
—¿La celebridad tiene tal poder?
Tal vez si lo fastidiaba lo suficiente, podrían intercambiar puestos. Aunque el bus poseía más de doce asientos libres, así que su plan realmente no era demasiado inteligente.
Rengoku giró el rostro para plantarle cara.
Mierda.
Estaba realmente enojado.
—¡Giyuu, ya llegamos! —La voz alegre de Tanjiro fue suficiente para que los ojos de Rengoku se relajaran y aquello no lo pudo dejar pasar.
—No importa lo que hagas, Rengoku —dijo poniendo de pie con una leve sonrisa—. Ya lo rechazaste, ¿recuerdas?
El primero en bajar fue Muza seguido de Tanjiro y Giyuu, cuando se dispuso a descender la mano de rubio lo detuvo. El agarré fue fuerte e inquietante, sus ojos volvieron a estar molestos y sedientos de algo.
—No te acerques a él, Shinazugawa —advirtió haciéndolo reír ante la seriedad de sus palabras—. No olvides que puedo hacer que te expulsen del club y de la universidad.
¿Qué?
—¿Chicos? —el profesor Kibutsuji llamó desde fuera en donde Rengoku cambió su gesto a uno alegre y despreocupado. Bajó del bus acercando a los demás.
Nadie lo esperó.
Ni siquiera se dio el tiempo de escuchar al mediador, su atención y ojos iban completamente a Giyuu, quien de vez en cuando respondía preguntas hechas por Tanjiro. Odiaba admitirlo, pero entre ellos la química era increíble y solidad, Rengoku también pudo notarlo porque aunque se acercaba a ambos para no perderse nada de su conversación, seguía sin poder intercambiar conversación con Tanjiro.
Quería intervenir, decir algo inteligente y ganar la sonrisa de Giyuu para saber lo que sentía poseer de algo tan ligero y sincero.
Desde que tenía memoria recordaba a Giyuu como alguien taciturno y malo con expresar las emociones. La tragedia de haber perdido a su hermano mayor frente a sus ojos fue el desencadenante para que fuera retraído. Al menos eso fue lo que escucho en los pasillos de la escuela.
Volver a encontrarlo en la universidad fue como si encendieran una chispa en su aburrido corazón. Verlo ahí en la ceremonia de iniciación de la misma forma que antes, lo hizo reír llamando la atención de algunos alumnos que lo miraron con extrañeza. Quería acercarse, decirle que habían ido al mismo colegio, que siempre lo estuvo viendo desde lejos y jamás supo cómo hablarle.
El que Tanjiro llegara a sus vidas y ver como los ojos de Giyuu se iluminaban con verlo, casi lo destrozó.
¿Por qué para él era tan sencillo ganarse la sonrisa de un hombre que casi nunca lo hacía?
Tomó el valor suficiente e inició una conversación igual de estúpida que tendría con otras personas sin importancia. Tuvo la suerte de que él le siguiera el juego.
No supo cuándo o cómo sucedió, jamás tuvo la intención de convertirlo en rivales de amor, quería ser su amigo y listo, pero Giyuu pareció mal interpretarlo aceptando una maldita apuesta de conquista.
Con el tiempo creyó que la atención de Giyuu que mantuvieron como rivales era justo lo que necesitaba para mantener el fuego en su corazón y que no debía ser alterado por nada del mundo, confundiendo de paso la admiración y simpatía que sentía por Tanjiro por algo que jamás sintió... atracción.
Dejó de lado la obvia fascinación que sentía por Giyuu para seguir a Tanjiro. Cuando lo correcto era aceptar que desde la escuela estuvo flechado por aquel chico escuálido que no sabía hablar con normalidad.
Se acercó a ellos con las manos en los bolsillos para participar en su alegre y tortuosa conversación que mantenían entre los tres. Giyuu parecía que recibía algo de la vendedora de recuerdos y que de inmediato se la entregaba a Tanjiro.
—No era necesario, Giyuu —extasiado, Tanjiro lo abrazó—. Gracias, es muy bonito este regalo.
Ahí estaba otra vez, su sonrisa sincera. Una que jamás ha ganado.
Tan nervioso como él, Rengoku tomó del brazo a Tanjiro y se lo llevó sin decir nada de vuelta donde estaba el profesor hablado con el mediador.
—Con Rengoku dando vueltas, se te hará demasiado difícil poder conquistarlo.
Era una forma de iniciar la conversación, ya que todo lo que los rodeaba era aquel niño no podía decir otras cosa.
—No tienes que preocuparte —le dijo alejándose de él, como si no le importara hablar—. Ya no estoy interesado en él.
—¿Qué?
—Me rindo —se dio la vuelta—. Yo ya no lo quiero de esa forma.
—¿Y de qué forma lo quieres? Porque vi claramente como lo veías esta mañana, en el bus y en todos los lugares. ¡En todos los jodidos lugares!
Giyuu parecía sorprendido ante su ira descontrolada.
—Deberías estar feliz...
—¡¿Y por qué mierda debería estar feliz?!
Sus finos labios se entreabrieron buscando la respuesta que ambos conocían muy bien.
—Porque ya no estaré entre ustedes —murmuró —. Ya no les estorbare.
—Dios, Giyuu, eres insufrible.
La repentina aparición de Kibutsuji los detuvo porque tal vez estaban creando algún alboroto que no habían notado. Las miradas de desconocidos comenzaron a mirarlos de reojo, sobre todo la de los adolescentes que buscaban algo más para entretenerse además de la ciencia.
Continuaron con el recorrido en un silencio que se podría interpretar como alimento para saber más sobre la ciencia que traía el museo. Al menos el mediador lo tomó de esa manera, ya que no se dejaba de parlotear sobre sucesos, que ciertamente eran interesantes, aunque el momento no podía ser más equivocado.
Giyuu escuchó con atención las palabras del hombre mayor, mientras que Tanjiro parecía decaído e inquieto al estar alrededor de Rengoku. Le gustaría poder ayudarlo, pero temía provocar más malentendidos con Giyuu.
Debía demostrar que el chico de primer año solo era una excusa para acercarse a él y que fue demasiado cobarde para hablarle de frente sin crear una estúpida rivalidad.