Capítulo 7
6 de octubre de 2025, 17:52
—Rengoku está enamorado de Tanjiro.
El susurró de Sanemi a su lado mientras admiraban una creación de la antigüedad, lo sorprendió.
Parecía diferente, sin mirar a nadie en particular mientras escuchaba de fondo al mediador entusiasta.
—¿Crees que perderás contra él?
—Jamás tuve una oportunidad y si soy sincero conmigo… tampoco la quería —él le sonrió.
Aquella sonrisa débil y triste casi destruyó toda la estabilidad que construyó en tan poco tiempo para no caer ante sus hermosos ojos claros.
Algo cambió.
Sonrió incómodo.
—¿Te darás por vencido?
—No realmente. No es como si lo hubiera intentado.
Juntó las cejas.¿Y eso que significaba?
Sanemi avanzó junto al grupo de vuelta al silencio.
La visitas a diferentes salas de inventos, antigüedades y pinturas de dichos creadores le tomó toda la mañana y tarde. Durante la comida Tanjiro y el profesor Kibutsuji fueron los que más hablaron, las pocas palabras de Rengoku aumentaban la tensión en el aire, algo que jamás habría ocurrido antes. Y para su gran sorpresa, Sanemi en algunas ocasiones dirigió la conversación para hacer más amena la estancia que estaba por explotar.
El final del trayecto y la despedida del mediador fue tranquila y llena de admiración ante las maravillas que mostró el gran museo. Al volver al bus en el estacionamiento, la mano de Rengoku le indicó que tomara asiento en medio del transporte justo al lado de la ventana. Al hacer pensó que lo hacía para que no volviera a estar al lado de Tanjiro, pero cuando vio que fue él quien se sentó aturdiendo de paso a Sanemi y Tanjiro, no supo qué decir o hacer.
Y nadie dijo nada.
Sanemi se sentó junto a Tanjiro.
—¿Eres amigo de Shinazugawa?
Apartó la mirada de ambos para centrarse en Kyojuro, que ni siquiera se molestó en verlo.
—No.
Él sonrió sin gracia.
—¿No lo eres, pero siempre pasan juntos? ¿Qué clase de relación es esa?
—¿Estás aquí porque crees que Tanjiro ama a Sanemi?
Aquello lo tomó desprevenido.
Junto las cejas.¿No era la razón? ¿Por qué parecía sorprendido?
—Mierda, olvidaba que eres del tipo directo, Tomioka.
Desvió la mirada.
Era la primera vez que escuchaba a la estrella de la universidad decir una palabrota. Y era inquietamente aterrador ver aquella seriedad en su rostro, a pesar de su fría sonrisa.
—¿Existe algo en lo que te pueda ayudar?
—Si —dijo de inmediato colocándose de pie—. Aleja a ese bastardo de Tanjiro.
Tomó asiento junto al profesor.
Sanemi tenía razón.
Rengoku estaba loco por el chico de primer año. Extraño porque ya lo había rechazado frente a medio campus.
No tardó ni cinco segundos en estar solo queriendo descansar del drama romántico que vivía cuando Sanemi tomó el asiento libre.
—¿Qué quería Don Estrella?
Miró hacía atrás para ver a Tanjiro escribiendo en su teléfono, lucía decaído y algo confuso.
—¿Por qué estás aquí?
—¿No puedo?
—Tanjiro está…
—Olvídate de eso, Giyuu —se acomodó en el asiento, cerrando los ojos—. Hablaremos cuando lleguemos a la universidad.
—¿Cómo…?
—Gyomei me acaba de enviar un mensaje confirmando mi traslado a tu habitación—sonrió—. Esta noche la pasaremos juntos, compañero de cuarto.
Oh no…
¿Por qué había seguido con eso?Su relación/rivalidad ya estaba rota, muerta para ambos, no había razón válida para seguir combatiendo juntos por la atención de un chico que ya no le gustaba como hombre.
Sería un verdadero martirio verlo sonriente y contando cada noche aquellas anécdotas que viviría junto a Tanjiro.
Eso si lograba pasar la gran pared de Rengoku.
Bueno, no es su problema. Se mantendría alejado y disfrutaría verlo fracasar para aliviar un poco el dolor que él le causaba sin saberlo.
Sanemi realmente era un insensible.
Al bajar del bus con una pequeña charla motivacional de parte de profesor cada uno iba a su dormitorio, a excepción de Rengoku que vivía en su propio departamento.
—Tanjiro… —comenzó el rubio, pero fue interrumpido por el chico dándole una gran reverencia.
—¡Muchas gracias por invitarme, Rengoku! —mostró esa sonrisa que derrite corazones—. Todo está más claro ahora.
Cruzó miradas con Sanemi que se veía igual de confundido por sus palabras.
—Si quieres podemos hablar y… —nuevamente Rengoku fue interrumpido.
—Tengo que irme ahora, ¡mañana tengo una salida con mis amigos! ¡Buenas noches a todos!
Y se marchó dejando a la estrella del campus con la boca abierta e inseguro por lo sucedido.
La estrepitosa carcajada de Sanemi fue la que lo sacó del trance.
—Quién diría que un chico de primer año haría caer de rodillas al indomable corazón de fuego —alejándose del chico en llamas, le pasó el brazo derecho sobre los hombros—. Vámonos, Giyuu, o puede que se nos pegue lo patético.
Ni siquiera se molestó en ver los ojos de su superior y siguió el camino que Sanemi marcaba.
Debía estar así de contento por el desplante de Tanjiro a su más grande amor, ahora pasado.
Seguramente querría celebrar su victoria.
—Sube a el dormitorio —ordenó más tranquilo y en su totalidad serio—. Volveré más tarde.
—¿Qué? —¿Acaso no beberían juntos para celebrar una victoria y una derrota?