5. Mártir (El carro)
7 de octubre de 2025, 21:48
Pólvora, dolor, gritos, había tanto en aquella escena que le era imposible señalar cada una. El joven miró a su alrededor, estaba oscuro, pero había unos ojos color dorado que le miraban desde ahí, parecía observarlo “Es tu culpa” decía una y otra vez, la respiración de Xichen subía y bajaba, una y otra vez. El sentimiento de asfixia volvía y al despertar no pudo contener las lágrimas, mucho menos el jadeo y por poco los gritos los cuales acalló con sus manos.
Estaba asustado, su cuerpo temblaba, en sus sueños aún estaban los ojos de Guangyao mirándole con aquella amargura, con aquel dolor, con sangre en sus manos. Era demasiado para él, mucho más porque aquella pesadilla se había vuelto recurrente.
—No es real— susurró. Bajó sus manos a su pecho, sosteniendo su corazón, temblando levemente— No lo es… no lo es…— aquel sueño era recurrente, una tortura constante.
—¿Lan Huan? —escuchó que le llamaban. La voz la reconocía, y al mismo tiempo no, era tan complicado hacerlo cuando apenas podía reconocer la realidad a su alrededor— Hey, Lan Huan…— no supo en qué momento la voz se había vuelto más cercana y ahora podía ver a Jiang Cheng frente suyo, ¿Eso también sería un sueño? Debía serlo, porque ¿Qué otra razón tendría Wanyin para llamarle por su nombre de nacimiento? —Tranquilo, respira…
—Wanyin… Wanyin…— pedía el mayor, estirando sus manos a este, tocando el rostro del joven Jiang quien solo se quedó quieto— Eres real… ¿Cierto?
Wanyin tomó las manos de este, apoyándolas más en sus mejillas— Si, lo soy— susurró con suavidad. La vista de Xichen se aclaró, poco a poco, hasta que pudo ver a su contrario de mejor forma; su cabello largo cayendo desordenado por sus hombros, sus ojos oscuros que le miraban fijamente, y sus manos cálidas sobre las suyas— Lan Huan, fue una pesadilla… tranquilo…
—Perdona… ¿Te desperté? — la voz del mayor le hacía parecer pequeño. Xichen quería retirar sus manos de las ajenas, pasarlas por su rostro para quitar las lágrimas que habían comenzado a salir y caer por sus mejillas, haciéndole parecer patético tras pasar aquella horrible experiencia, pero no podía, estaba quieto, tranquilo e hipnotizado por los ojos de su contrario.
—No, había ruido en el piso de arriba, y te escuché inquieto así que me asomé— respondió el contrario acercando las manos al cabello de su mayor quien no podía reaccionar— No lo desataste siquiera, debes descansar— dijo mientras quitaba la banda de su cabello, desatándola y dejándola a un lado. Xichen no reaccionó, incluso cuando no podía dejar que nadie tocase aquella banda solo se quedó ahí, mirándole— Duerme, aún tenemos tiempo.
No supo medir su fuerza, mucho menos sus acciones, solo supo que, en cuanto Wanyin quiso levantarse, lo retuvo apretando su muñeca fuertemente, negándole el alejarse. Su respiración se aceleró al verse solo en aquella habitación tan inmensa— No te vayas… quédate… solo hasta que me duerma… por favor…
Wanyin suspiró volviendo a sentarse en la cama y empujándole suavemente contra el colchón para que descansara— Me quedaré, pero promete dormir rápido— pidió, Xichen podía notar aquel sonrojo en sus mejillas, pero no mencionó nada, no estaba listo para pensar en aquellos detalles. Volvió a cubrirse con las frazadas, sosteniendo a Wanyin aún— Shh… no me iré…— susurró acariciando el cabello de Xichen con delicadeza— Descansa…
Wanyin continuó con las caricias, viendo como Xichen cerraba sus ojos poco a poco. Cuando el mayor se durmió completamente, notando que la fuerza de su contrario disminuía lentamente, el joven Jiang suspiró. Miraba a su mayor con dedicación, como una reliquia perdida y encontrada con su dueño.
—Lan Huan, dime… ¿Qué hago con esto que siento? —su voz, débil y suave, era poco común en él, como una confesión silenciosa. Se inclinó a este dejando un roce apenas de su frente contra la contraria antes de suspirar y recostarse a su lado. ¿Alguna vez su mayor estaría en esa cama con aquel hombre? No quería siquiera imaginarse el tener que ver a Lan Huan con aquel hombre de nuevo, había tenido que soportar los besos, los abrazos, las miradas cómplices, siempre preguntándose si algún día tendría algo así.
Nunca se había preguntado ello, jamás había pensado en tener a alguien como pareja, así como lo era Wei Wuxian, ni siquiera el imaginarlo, pero ahora no dejaba de hacerlo. Desde que Lan Huan desapareció de la estación por un tiempo alegando aquel permiso Wanyin no había dejado de pensar en él, no había dejado de pensar en la expresión que tenía en el hospital cuando le dijeron que Jin Guangyao había muerto; sus ojos llenos de lágrimas, el temblor en su voz cuando reclamó por su cuerpo, los sollozos que había escuchado tras la puerta de la sala de autopsias. Aún tenía en su mente las palabras de Lan Huan cuando se había acercado a consolarlo, y fue por primera vez entendió a Lan Wangji y sus sentimientos por su hermano jurado.
Se giró, dándole la espalda, no quería ver su rostro por más tiempo o no se haría responsable y debían dormir, estaban agotados y debían despertar temprano. Necesitaba que su contrario olvidara aquel dolor, pero ¿Como lo hacía cuando este susurraba el nombre de Guangyao entre sueños y sollozos?
Cerró sus ojos, obligándose a dormir, a olvidarse de que su relación no sería más que laboral. ¿Cómo había hecho Lan Wangji para olvidar aquellos sentimientos, o al menos ocultarlos? Y lo más importante, ¿Por qué pensaba en él en ese momento?
————
La mañana llegó pronto y con ella la alarma que avisaba el momento de levantarse. Lan Xichen abrió los ojos, alcanzando la alarma para apagarla y mirando a su lado, notando a alguien ahí, en su cama, dándole la espalda. Su primer pensamiento fue Meng Yao, pero no era posible, esa persona ya no estaba ahí desde hace tanto que ya se había acostumbrado a no buscar su presencia en las mañanas. Y su segunda idea era más descabellada que la anterior, pero cada segundo se volvía más y más posible.
Estiró su mano acariciando el cabello del contrario. No había notado lo fornido que podía verse Jiang Cheng desde esa posición, su cabello parecía sedoso, y lo era, en definitiva, le encantaba lo suave y largo que era, ni siquiera se dio cuenta de cuando estaba tocándolo y haciendo pequeñas trenzas con sus dedos. La siguiente alarma sonó haciendo que girara para apagarla, suspirando.
Se sentó en el borde de la cama y entró al baño sin notar como Jiang Cheng estaba despierto, oh, más que despierto. Le había costado quedarse quieto tras sentir como su mayor acariciaba su cabello, además la sensación de cosquilleo en su nuca era tan buena que había tenido que contener los escalofríos presionando sus uñas en las palmas de sus manos. Estaba sonrojado, hasta las orejas y sentía como su garganta ardía por la vergüenza.
Suspiró profundamente, intentando mantener la cordura o al menos retener esos sentimientos que cada día parecían más intensos. Negó levemente, pasando sus manos por su rostro, eso no era él, comportarse como una chica enamorada no era parte de lo que era él. ¿Qué le diría su shijie si le viera, o sus padres? Sería un golpe muy grande, sobre todo para su madre, el que se enterara de que su hijo, el legítimo heredero de la familia Jiang, era un "manga cortada". Sus padres no le prestarían tanta atención a Wei Wuxian quien ya estaba casado con Lan Zhan desde no sabía cuándo, pero él era distinto.
Era difícil para él solo pensar en el asunto, no lo quería, no en ese momento, no era realmente el momento. Suspiró de nuevo, levantándose de la cama para ir a la habitación de invitados, entrando al baño y dándose una ducha, lavando su cabello y dejando que el agua quitara todo aquello que sentía.
—————
El desayuno fue preparado por Jiang Cheng, algo sencillo, que había aprendido a preparar en sus años de vivir solo. No era nada espectacular, pero al menos les haría soportar la mañana. Debían prestar el turno de la tarde, según había llamado el tío de Lan Xichen, por lo que aún tenían tiempo para recomponerse del cansancio de la noche anterior, esto iba más para su contrario, por supuesto, pues él no sentía el cansancio aún, esperaba no hacerlo en el transcurso del día.
Escuchó caminar hacia la sala, notando cómo los pasos parecían lentos, pero no eran como los que escuchaba de su hermano jurado, llenos de pereza y sueño; al contrario, demostraban tranquilidad y educación pues no resonaban en el suelo.
—Eso huele delicioso— indicó el joven Lan acercándose a la estufa donde estaba Jiang Cheng, mirando la comida que este preparaba con esmero. El joven Jiang le miró de reojo mientras este parecía distraído con la cafetera, por unos momentos quiso que le tomara de la cintura, le abrazara y le dijera cosas al oído como lo hacía Lan Wangji con su hermano, pero eso era… imposible, además que indecente, ¿Cómo podía pensar en ese tipo de cosas tan temprano en la mañana? Era algo que no debía permitirse, ¡Era el sobrino de su jefe! Era imposible, era completamente imposible el pensar en ese tipo de cosas tan… tan lindas.
Se sintió mal, o al menos su estómago, era como si le apretaran las entrañas con fuerza reduciendo su ánimo al mínimo, se sentía como un adolescente enamorado de alguien mayor de nuevo, no como un hombre de casi treinta años… enamorado de un joven que era mayor que él. Se maldecía internamente por ese pensamiento, por supuesto, por ello no notó que su contrario le miraba con curiosidad.
—¿Qué? —preguntó con un tono seco, desviando su mirada a la sartén frente a él de nuevo. Sentía la mirada de su mayor en la nuca, como si pudiera penetrar en sus pensamientos. Solo esperaba que no fuera así o estaría acabado, ¿Qué pensaría su mayor si le dijeran que Jiang Cheng estaba tan profundamente enamorado de él que apenas podía guardarlo? Que indignante.
—Es solo que… no sabía que cocinabas con el ceño fruncido también— comentó Xichen haciendo que Jiang le observara con ese mismo ceño fruncido, queriendo reclamarle, pero la voz no pudo salir al ver como este sonreía— Que curioso, tenemos un caso de ceño fruncido permanente.
—¡Lan Huan! —reclamó sin darse cuenta de que usaba el nombre de nacimiento del contrario, aunque el mayor no mostró reacción alguna, mirándole con una sonrisa mientras volvía a la cafetera y servía en dos pocillos un poco de café para cada uno antes de sentarse en la barra.
Jiang Cheng volví a su sartén, sonrojado levemente mientras terminaba de cocinar, sirviendo todo en platos los cuales le había costado un poco encontrar, pero sus ojos fueron a su contrario de nuevo, encontrándole, tomando café y viendo su teléfono, tranquilo, con su cabello largo hacia un lado, podía notar como los mechones se zafaban de su oreja lentamente. Jiang no pudo evitar suspirar suavemente antes de dejar el plato en la barra, frente al mayor— Desayune bien, por favor, no quiero que esté sin fuerzas hoy…
Xichen le miró, sus ojos adquirieron un brillo extraño en ellos, uno que no había visto antes, ni siquiera con Jin Guangyao y eso le hacía sentir especial, así fuera por unos instantes, unos momentos, una fracción, era todo lo que necesitaba para hacerle sentir que al menos ese desayuno había valido la pena.