6. Frío (La estrella)
7 de octubre de 2025, 21:49
¿Qué le diría a los demás si les dijera que aquella noche se había quedado con el mayor? Por supuesto le dirían loco, mucho más si se lo dijera a Wei Wuxian a quien, por obvias razones, había evitado toda la mañana. Aunque no lo quisiera ese chico tenía una extraña forma de leerlo tan fácil como los expedientes en el escritorio, y eso solo con ver su rostro, como si eso fuera suficiente. Tal vez era fácil de leer como Wei Wuxian decía que era, pero no creía una palabra de lo que ese chico decía.
—Jiang Cheng— ahí estaba su voz, como si hubiese invocado al diablo. Wei Wuxian caminaba hacia él con su flauta en las manos, girándola con lentitud, dejando que el cordel que caía de una de sus puntas se batiera y dejara con pequeño as de color rojo— Oh… Jiang Cheng, escuché que te quedaste en casa de Zewu Jun— el brazo de este se posó sobre los hombros de Wanyin quien solo le observó.
—Fue por trabajo— se excusó notando la sonrisa pícara en su contrario mientras frotaba su barbilla con malicia— ¿Quién carajos te dijo eso? —preguntó tratando de quitarlo de sus hombros logrando su objetivo tras varios intentos haciendo que el contrario tropezara, aunque no cayó al suelo.
Wei Wuxian hizo una mueca, aunque no reclamó, solo sonrió y señaló a Lan Wangji quien contestaba unas llamadas en su escritorio— Zewu Jun habló con Lan Zhan hace un rato, parecía especialmente sorprendido por la situación.
—Bueno, con todo respeto, pero no creo que Hanguang Jun tenga el derecho a decir algo sobre las acciones o los asuntos entre su hermano mayor y yo— indicó Wanyin antes de alejarse y caminar hacia su escritorio haciendo que Wei Wuxian sonriera, satisfecho por aquella reacción. Fue con su esposo, sentándose a su lado, jugando con el colgante de su flauta.
—Lan Zhan, esos dos se traen algo— dijo con un tono suave, solo para su pareja quien le miró de reojo haciendo una mueca que Wei Wuxian conocía muy bien— ¿Eh? Solo estoy especulando. Es mi trabajo, ¿no?
—Wei Ying— mencionó Lan Wangji levemente, como un regaño personal que tenían entre ellos, haciendo que este sonriera de manera inocente. Suspiró ante esto, no podía decir nada ante la sonrisa de Wei Wuxian— No molestes a Wanyin, sabes lo volátil que es.
—Oh, pero sus reacciones son interesantes— se defendió el joven. El ambiente calmado se terminó en cuanto dos oficiales llegaron a la estación con un joven quien parecía querer zafarse del agarre con violencia, incluso lanzando mordiscos a los oficiales quienes apenas podían retenerlo con ayuda de las esposas.
Los ojos de Wei Wuxian brillaron de color rojo, borrando su sonrisa por completo, apretando a Chenquing entre sus manos— Wei Ying— llamó su esposo, tomando sus manos, aunque este no giró a mirarlo, sus ojos estaban fijos en el chico.
—Lan Zhan, ese joven de allí es peligroso— indicó con un tono seco, cruzando miradas con el chico quien solo le observaba en silencio, fue cuando sintió aquel escalofrío recorriendo su espalda, sentía una gran amenaza de su parte, pero no entendía el porqué. Se fijó más atentamente, sus ojos brillaron en rojo sangre como dos farolas de color carmín. Y es cuando pudo verlo; había algo tras este chico, una presencia tan fuerte y maligna que apenas veía su silueta negra sobre este, tan grande que un escalofrío le recorrió, tanto así que su esposo pudo sentirlo.
—Wei Ying— llamó Lan Zhan tomando la mano de su esposo quien temblaba levemente. Le escuchaba murmurar, pero el tono de voz era demasiado bajo como para entender lo que este decía— Hey, Wei Ying…— llamó con un tono más fuerte haciendo que el aludido le observara, parecía pálido. Sus ojos estaban fijos en los del contrario, aterrados.
Un grito se escuchó haciendo que Lan Wangji cambiara su atención al chico quien había revelado un artefacto explosivo alrededor de su cuerpo. Los policías que lo retenían le apuntaron con las armas, pidiendo que quitara la mano del gatillo, pero este parecía decidido a hacer algo imprudente. Wei Ying pudo ver las lágrimas caer por sus mejillas y cerrar los ojos antes de apretar el gatillo. Fue demasiado tarde para alertar a los policías que estaban cerca, pronto un destello se elevó, el humo se extendió por el lugar y todo fue derrumbado por la onda expansiva.
El pitido en los oídos de Lan Wangji era insistente, pero había logrado proteger a su esposo de la explosión y eso era un logro. Miró a Wei Ying quien estaba oculto en su pecho con sus manos temblando levemente, mirando el vacío— Wei Ying…— llamó Lan Wangji con un tono de voz suave buscando la atención del joven de cabellos oscuros la cual, para su fortuna, tuvo tras otro llamado en un tono más fuerte— ¿Estás bien? —preguntó preocupado.
El joven de ojos oscuros asintió levemente mirando a su esposo— Lan Zhan— su mano subió a la sien de este, tocando la misma, notando la sangre escurrir lentamente, esto hizo que se sentara de inmediato para revisarlo detalladamente, parecía un pequeño corte nada más, pero le preocupaba su espalda pues lo había protegido sin pensarlo ni un segundo.
—Estoy bien— dijo de inmediato cuando notó la inspección meticulosa de su esposo. Ambos miraron alrededor notando el humo y los jóvenes heridos y otros ya no había nada que hacer. Se levantaron para ayudar a los heridos, tratando de ver las bajas las que para su sorpresa eran jóvenes apenas llegados a la estación.
El pesar era visible en el rostro de Wei Ying mientras tomaba los cuerpos de los chicos. En cuanto Lan Zhan se comunicó con la ambulancia no dudó en acercarse preguntando silenciosamente que era lo que sucedía, recibiendo una sonrisa triste de parte de este— Eran jóvenes… me recuerdan a A-Yuan…— por un momento miró a Lan Zhan y el pánico se mostró en su rostro— Jiang Cheng y Zewu-Jun…
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Jiang Cheng despertó después de unos minutos, tosiendo, la ventana de su oficina se hallaba rota, los vidrios se esparcían por su escritorio, además del suelo. Su rostro estaba cubierto de ceniza, apenas podía escuchar las peticiones de ayuda y los gruñidos de sus compañeros sobre el pitido constante en sus oídos. Pero había algo más importante para él en ese momento; ¿Dónde estaba Lan Xichen?
Salió de su oficina tras registrarla en busca del mayor, mirando los pasillos, notando los policías heridos, revisando sus rostros en busca de este, pero ninguno era él. No sabía si sentir alivio o miedo, estaba asustado por solo pensar en que podría perderlo, era demasiado para incluso procesarlo, pero debía apartar aquella idea de su mente, no era adecuada, no debía pensar en eso ahora.
Sus pasos lo llevaron a la oficina principal, notando como la situación ahí era diferente a cualquiera que pudiera pensar. Lan Xichen estaba ahí, sosteniendo a su tío contra su pecho quien parecía herido, pero no era ese el verdadero problema, era el hombre que lo estaba amenazando con un arma lo que estaba mal en esa escena. Jiang Cheng estaba aún demasiado aturdido como para entender las palabras que parecía gritar a los Lan, sin embargo, no dudó en usar a Zidian para apartar a este de ellos enrollando su cuerpo y lanzándolo contra el suelo haciendo que el arma se disparase contra el techo.
—Maldito plebeyo— dijo en medio de su enojo haciendo que Zidian la suficiente electricidad como para que el sujeto se estremeciera— Metiéndose en la comisaría y causando caos innecesario— el voltaje aumento, Jiang Cheng podía ver como este gritaba, pero no podía escucharlo a causa del pitido constante en su oído. Estaba cansado también, se sentía agotado y débil, pero continuó ordenándole a Zidian atacar a aquel hombre sin piedad.
—… ¡Cheng! —logró escuchar entre la bruma de su sordera, sintiendo la mano de alguien en su hombro. Iba a golpear a dicha persona hasta notar que era Lan Xichen. La preocupación en su mirada le hizo ceder, deteniendo a Zidian, pero no soltando a aquel hombre el cual estaba respirando rápidamente debido al esfuerzo que había supuesto soportar el voltaje de aquel látigo— ¿Quién te envió? —preguntó Lan Xichen con un tono serio, pero no obtuvo respuesta— ¡¿Quién te envió?! —incluso aquel tono alto hizo estremecer a Jiang Cheng, el joven Lan no era de aquellos que levantaran su tono incluso cuando estaba enojado.
Una risa se escuchó de parte de aquel hombre haciendo que Jiang Cheng volviera a usar a Zidian con la mayor de sus fuerzas. Un grito se escuchó por parte de aquel detestable hombre, hasta que Xichen detuvo aquello con una sola mirada.
Jiang Cheng no entendía por qué le daba aquella mirada, como si le reprendiera su comportamiento, ¿Ese hombre no los había amenazado antes? ¿No había sido ese el mismo que había herido al jefe, su tío, sin piedad alguna? Estaba confundido, ¿No era ese el modo lógico de actuar? Darle una reprimenda hasta que hablara, esos eran sus métodos, pero ahora parecía como si no fueran los correctos ahora, ¿Eso era lo que le quería decir su compañero?
—Por última vez, ¿Quién te envió? O dejaré que mi compañero continúe con su interrogatorio— su mirada era fría, no era el Lan Xichen de siempre, ese hombre que siempre guardaba la calma y era solo sonrisas no estaba. En ese momento a Jiang Cheng no le importo mucho esta actitud, entendía que debía estar furioso con el agresor de su tío, con quien hirió a su familia, y él le ayudaría a sacar información si era necesario.
Aquel hombre volvió a reír y aunque Jiang Cheng estaba preparado para continuar con Zidian esperó la señal de su compañero— Dime, gran Lan Xichen, ¿Aún extrañas a Guangyao? —aquella frase hizo que un escalofrío recorriera la espalda del joven Lan. Otra risa salió de parte del hombre— ¿Estás orgulloso de lo que has hecho? Un policía asesino…
—¿Quién te envió? —volvió a preguntar, pero su voz temblaba esta vez, era leve, apenas perceptible si conocían bien al mayor como Jiang Cheng lo hacía, sin embargo, había algo en sus ojos, una chispa de enojo o ¿Tristeza? Era algo que no podía descifrar.
La risa volvió a resonar de parte de aquel hombre quien miró de nuevo a ambos —En cada grito de cada hombre, en el llanto de miedo de cada niño, en cada voz, en cada prohibición, las esposas forjadas por la mente escuchan como llora el deshollinador— su voz fue interrumpida por su cuerpo convulsionando violentamente, de su boca comenzó a salir espuma haciendo que Xichen se acercara a este.
—Jiang Cheng, ¿Qué hiciste? —preguntaba haciendo que el aludido le mirara extrañado.
—¡Nada! —dijo con un tono fuerte, su ceño se frunció mientras soltaba al hombre de Zidian liberando cualquier presión, pero el hombre continuó convulsionando hasta que dejó de moverse— Mierda —exclamó Jiang Cheng tomando sus signos vitales los cuales eran nulos.
Xichen soltó un sonido con su lengua volviendo a su tío quien se quejaba del dolor. Jiang Cheng llamó por radio una ambulancia encontrándose con la sorpresa de que ya habían llamado a pedir varias para el lugar. Los pasos se escucharon por los pasillos haciendo que los tres adultos se alertaran de nuevo sintiendo alivio al ver a Wei Wuxian y a Lan Zhan entrar a la oficina.
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Quien estaba más herido era el comandante Lan Quiren, luego revisaron a los sobrevivientes del ataque, aunque muchos tenían heridas y quemaduras podrían retomar sus actividades con algunos días de incapacidad. Jiang Cheng recibió los cuidados necesarios y salió de la habitación del hospital por no querer soportar los quejidos y constantes quejas de Wei Wuxian a su esposo.
Podía ver a Xichen sentado en la sala de espera, su mirada angustiada, sus manos aferradas entre si con fuerza, sus nudillos blancos y sus piernas moviéndose inquietas. Estaba alterado, asustado por su tío y cuanto demoraría en aquella intervención quirúrgica.
Se sentó a su lado, su brazo izquierdo dolía y estaba enyesado, pero podía soportar el dolor por él —¿Cómo estás? —preguntó con un suave tono, pero este no le respondió, estaba concentrado en algún punto de los patrones en el suelo, perdido— Hey…— llamó tocando su hombro haciendo que saltara en su lugar, mirándole, aterrado. Parpadeó y una sonrisa forzada cruzó su rostro.
—Bien… todo bien— susurró, pero la presión que ejercía en sus manos le decía a Jiang Cheng que no era así, que era obvio que sus nervios estaban al tope y le recordaba a aquella noche, a aquel hombre, a ese evento. Tragó saliva antes de tomar una de las manos de su contrario entre la suya, separándola de la otra. Estaba frío, temblaba levemente.
—Va a estar bien— susurró acariciando sus nudillos con cuidado notando como el contrario temblaba aún más. Al observarlo no pudo evitar sentir el nudo en la garganta al ver las lágrimas rodando por sus mejillas. Lan Xichen siempre había sido fuerte, siempre sonriente y sin aparentes debilidades, pero cuando se trataba de su familia… era como si fueran su todo, su propia vida.
—Yo… tengo tanto miedo— susurró haciendo que el corazón del joven Jiang se encogiera. Su ceño se aligeró mientras soltaba su mano y la colocaba en su mejilla para hacerle recostar contra su hombro.
—Él es un viejo fuerte, no va a morir por un disparo al hombro— mencionó con toda la calma del mundo, queriendo animar al mayor, sintiendo alivio al escuchar aquella suave risa salir de su boca, como si se resignara a lo que pudiera suceder— Tener miedo por tus seres queridos es normal, Lan Huan, solo tienes que respirar y esperar, ni tu ni yo podemos hacer algo ahora…
El contrario asintió después de unos momentos, refugiándose en su hombro, llorando en silencio mientras disfrutaba del calor que le proporcionaba su compañero. Que extraño sentimiento, que gratificante era tenerlo a él ahí, pero cualquiera podía hacerle sentir eso, ¿no?