ID de la obra: 1072

Labios púrpura

Slash
NC-17
En progreso
1
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planificada Mini, escritos 78 páginas, 43.821 palabras, 18 capítulos
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7. Silencio (Cinco de bastos)

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Su vista estaba nublada cuando abrió los ojos, Lan Xichen miraba a su alrededor, se encontraba apoyado contra algo, algo cálido que no podía determinar que era pues a lo que más le prestaba atención en ese momento era al dolor de cuello que sentía por la mala posición. Se enderezó en la silla sintiendo un escalofrío recorrerle el cuerpo, hacía frío en la sala de espera y el único calor que sentía cerca era el de la persona a su lado el cual reconoció como Jiang Cheng. Parecía incómodo, encorvado en la silla, su codo sobre su rodilla y su rostro sobre la palma de su mano. Estaba profundamente dormido, con el ceño fruncido aún, ¿acaso era permanente? Le hallaba la razón a Wei Wuxian en aquello pues no había visto a su compañero con otro rostro que no fuera ese rostro fruncido, pero… le hacía ver guapo, de una extraña forma. Quería despertarlo para que se acomodara mejor, para que durmiera un poco más cómodo, incluso si eso implicaba que se recostara sobre su regazo, pero se veía tan tranquilo a pesar de su expresión, como si no hubiese descansado bien en mucho tiempo. Levantó su mano para despertarlo, pero en ese momento su mejilla resbaló de la palma de su mano haciendo que Jiang Cheng despertara de repente. Lan Xichen solo reaccionó volviendo a recostar su cabeza donde la tenía anteriormente, sobre la espalda de su compañero, cerrando sus ojos y fingiendo estar dormido. ¿Por qué hacía eso? ¿Por qué tenía que fingir estar dormido? No es como si estuviera haciendo algo malo. Sintió como la mano cálida de Jiang Cheng le tomaba de la mejilla para levantar con cuidado su rostro. Se dejó hacer, fingiendo aún que dormía. Era tan delicado que apenas podía pensar que era el mismo Jiang Cheng que había torturado a un joven unas horas antes, el mismo que le gritaba cuando no comía bien o el mismo que reprendía sin importarle su vocabulario a todo quien no hiciera las cosas adecuadamente. —¿Hace cuanto no duermes así de tranquilo? —preguntó. Supuso que aún pensaba que dormía por lo que no reaccionó de alguna forma que le delatara, incluso cuando no tenía esa necesidad. Estaba quieto, sintiendo como descargaba su rostro sobre lo que parecía ser el hombro de este. Sintió el suspiro de Jiang Cheng cerca, el cómo su mano se movía hasta su mejilla, como quitaba un mechón de pelo que caía por esta. Lo trataba como a una joya preciosa, como a aquella vajilla que se rompía con solo el contacto. La tranquilidad que le transmitía era inimaginable, le gustaba pensar en que Jiang Cheng sería un buen esposo— ¿Cómo es que eres tan lindo? —estaba susurrando, y si no fuera por la cercanía estaba seguro de que no habría oído, ¿Era acaso esa clase de pensamientos los que tenía Jiang Cheng de él? Estaba confundido, ¿Cómo podría responder a eso? Estuvo en silencio, su mente corría a mil por aquellas palabras de su compañero pues no eran esperadas por él, ¿Quién podría esperar aquellas palabras por parte de alguien tan frío como Jiang Cheng? Quería abrir los ojos, confrontarlo, pero ¿qué le diría? Estaba aturdido, las palabras habían salido de los labios de Jiang Cheng, ¿sería real o sería solo su imaginación? Había demasiadas dudas, había mucho dolor aún en su pecho como para aceptar las palabras de su compañero. Incluso cuando no significaba nada realmente. Decidió acomodarse, enderezar su espalda y mirar a Jiang Cheng, enfrentarlo, pero este parecía dormido, profundo, tranquilo con los brazos cruzados sobre su pecho, y su ceño fruncido había desaparecido. Suspiró profundamente, aliviado de no tener que enfrentarse a sus palabras, pero ¿Estaría sobre pensando las cosas? Después de todo no había dicho más que algo sobre su apariencia, no podía dejar que esas palabras sueltas le hicieran pensar cosas que no eran. Si fuera aquella persona, si hubiera sido Meng Yao, podría decir que había algo oculto entre sus palabras, pero era Jiang Cheng, él no ocultaba nada pues era sincero, o al menos no parecía demostrar nada que no fuera en el exterior, era demasiado obvio tal vez, pero eso era lo que más le agradaba a Xichen. Le permitió recostarse en su hombro, también debía descansar, se lo merecía, después de aquel día parecía que debía compensarle a Jiang Cheng todo su esfuerzo— Deberías descansar más— susurró Xichen mientras miraba el pasillo, esperando a que los doctores salieran de la cirugía de su tío, necesitaba saber de su salud, de su estado y de cómo podría cuidarle después, pero el sueño le podía, sus ojos se cerraban poco a poco, se sentía cansado aún a pesar de haber dormido, ¿por qué se sentía tan cansado últimamente? Tal vez si dormía solo cinco minutos. Si. Eso sería suficiente como para recuperarse. ————— Wei Wuxian salía de una de la sala tras la revisión de su esposo quien tenía inmovilizado su brazo izquierdo por lo menos por una semana, por suerte él no tenía más que rasguños. —Oh, Lan Zhan, ¿esto fue por protegerme? Que lindo, mi esposo— decía mientras miraba a su contrario de quien podía notar el sonrojo de sus orejas— Siendo así las cosas… no habrá “todos los días” mientras tengas eso— señalaba el yeso y lo picaba apenas con su dedo, notando como su esposo parecía tener un rostro más triste haciendo que sonriera— ¿O podrás hacerlo con un brazo? El rostro de Lan Zhan se iluminó, mirando a su esposo con aquel rostro que parecía impasible, pero para Wei Wuxian era tan claro como el agua después de tanto tiempo siendo su pareja —Mn— respondió simplemente haciendo que el de ojos azabache soltara una suave risa. —Oh, pervertido— reclamó con un tono juguetón mientras hacían el recorrido hasta la sala de espera. Wei Wuxian reconoció a Jiang Cheng y Xichen en la sala de espera, eran completamente reconocibles, pero de esa forma en la que estaban era… extraña, poco común, ¡Que decir! Ni en sus momentos más locos podía pensar en ver a su hermano jurado con su cuñado así de cerca. Vio de reojo a su esposo, notando aquel ceño de disgusto. Sabía que no debía preguntar, Lan Zhan no mantenía una buena relación con Jiang Cheng, lo tenía claro, incluso la relación que él y Jiang Cheng tenían era demasiado tensa como para ser mencionada en una conversación común y corriente. Aun así, aprovechó la oportunidad insólita para sacar su teléfono y tomarles unas cuantas fotos en silencio. —Wei Ying— le reclamó su esposo al ver sus acciones haciendo que el aludido hiciera una señal de silencio. Al terminar las fotos solo soltó una suave risa, tomó el brazo de su amado y se sentó cerca de ellos en la sala de espera, pero no demasiado para no perturbar esa paz que parecía rodearlos. ———————————— Las semanas siguientes se habían envuelto entre frustraciones y discusiones, sobre todo entre Jiang Cheng y Lan Xichen. El mayor de los hermanos Lan había tenido que asumir el puesto de su tío mientras este se recuperaba del todo, eso significaba que su estrés estaba por superar su límite. Había asignado compañeros a Jiang Cheng, uno tras otro, pero cada día él llegaba con quejas de este teniendo que recurrir a cambiarlo una y otra vez, y ese asunto estaba ocupando demasiado de su tiempo. Mientras revisaba los expedientes acumulados en su escritorio podía escuchar los pasos furiosos de Jiang Cheng acercándose a su oficina haciendo que suspirase antes de tiempo. Fue entonces que escuchó la puerta abrirse y un visiblemente enojado Jiang Cheng acercarse. —¡Cámbialo! —exigía con enojo, golpeando el escritorio con ambas manos haciendo que el joven Lan cerrara sus ojos. —Buenos días para ti también, Wanyin— su voz sonaba agotada, suave, la energía le faltaba incluso para discutir con su antiguo compañero, pero sabía que debía hacerlo porque no había nadie más para soportar a Jiang Cheng en ese estado. Miró al aludido quien estaba con el ceño fruncido. —Si. Serían buenos, si mi compañero sirviera— indicó Jiang Cheng con aquel enojo que lo caracterizaba. Sin embargo, parecía especialmente calmado en ese momento, no sabía si era porque hablaba con él o porque varias veces le había dicho que se calmara en esa semana y había decidido bajarle un poco al tono que usaba a la hora de confrontarlo— Dejó a un ladrón escaparse porque no era tan rápido como él, ¿puedes creerlo? ¡Perdí a esa maldita rata todo porque no puede entrenar un poco más los músculos! Lan Xichen lo escuchaba, en silencio, pero al mismo tiempo estaba lejos en sus pensamientos, mirando con atención los expedientes, leyendo los detalles para enviarlos al fiscal quien parecía bastante apurado últimamente con esas carpetas y le estaba comenzando a pesar aquella carga. Estaba siguiendo el hilo del caso cuando un golpe lo devolvió de regreso a aquel lugar con Jiang Cheng quien parecía tener una expresión enfática, tal vez continuando sobre los mínimos detalles que no le gustaban de su nuevo compañero, mismos que Lan Xichen había omitido uno por uno en su mente. —¿Me estás escuchando? —preguntó Jiang Cheng con el ceño fruncido haciendo que Xichen le mirara de la misma forma por primera vez en años— ¿Siquiera me estás poniendo atención? —Escucho. Pero todos los días es lo mismo, Wanyin— indicó con enojo, observando en silencio al contrario quien parecía aún más enojado. Bajó la mirada un momento a los expedientes de nuevo, tratando de recuperar aquel hilo que ya se había perdido, ¿Homicidio por qué? ¿Era un cuchillo o un machete? —¿Entonces por qué me asignas policías inútiles? No pueden seguir mi ritmo, ¿Cuándo vas a volver? Necesito que salgas de este escritorio cuanto antes. Parecía que para Wanyin el tema seguía, pero no para el mayor. Incluso la situación le enervó, estaba a punto de estallar y ese último comentario había colmado su paciencia. Se levantó de su asiento tomando la mano de Jiang Cheng, esa que se había herido hacía ya semanas pero que sabía que aún le dolía, y la apretó con fuerza haciendo que Jiang Cheng soltara un quejido de dolor. —Escucha, Wanyin, tengo demasiado trabajo como para que todos los días me pidas que cambie tu compañero, ¿Ves a alguien más haciéndolo? ¡Nadie! ¡Porque nadie se queja de las capacidades del otro como lo haces tú! —estaba furioso, su tono había subido varios tonos hasta casi gritar haciendo que Wanyin abriera sus ojos de par en par— ¡Si quieres colaborar conmigo solo quédate con el compañero que te asigné por al menos una semana! Wanyin estaba anonadado, era la primera vez que podía ver a Xichen, el perfecto Zewu-Jun que jamás perdía la compostura por más terrible que fuera la situación, tan enojado que podía ver aquellas expresiones dulces y suaves en su rostro deformarse en las más serias y estrictas del viejo Quiren. El mayor soltó su mano finalmente, pero Jiang Cheng no dejaba de mirarle, impresionado por aquel carácter que jamás había visto. Incluso… pudo sentir como si su corazón latiera más rápido por esa situación, ¿se había vuelto loco? En definitiva, estaba loco, sabía que si le contaba a alguien eso podría decirle que había perdido la cordura ¿por amor? ¿Cómo podía enamorarse tanto de una persona que incluso podía amar cuando estaba molesto? Era increíble. Se sonrojó de solo pensarlo, pero carraspeó para ocultarlo. Llevó su mano contra su pecho, masajeándola con cuidado, tratando de aplacar el dolor, suspirando profundamente y mirando de nuevo al mayor quien se había dejado caer en la silla de la oficina y suspiraba con los ojos cerrados. Si tuviera más confianza, si realmente fueran algo, tal vez podría hacer algo por él y ayudarle con aquel estrés, pero no podía dejar de pensar en que estaba mal pensar de aquella forma sin haber dicho nada sobre lo que sentía aún. Pero ese aún siempre se había entrometido, nunca tenía el momento, o las palabras para decirle lo que sentía. —Solo una semana— pidió Xichen mientras masajeaba el puente de su nariz. Se enderezó en la silla y le observó, colocando sus manos en forma de súplica— Por favor. Solo una semana. Te pido una semana con tu compañero y no más, solo hasta que solucione estos asuntos con la fiscalía y luego podré cambiarte a otra división, si quieres. —No. No quiero otra división— pidió de inmediato. Si lo enviaba a otro lugar tendría que dejar de verlo y era lo que menos quería en ese momento. Suspiró para quitar esa urgencia en su voz, no sonaba profesional— Está bien, una semana— indicó haciendo que la sonrisa volviera al rostro de Xichen. —Gracias— dijo en voz suave, casi como un susurro. Juntó sus manos de nuevo y cerró sus ojos, parecía bastante complacido con las palabras de este lo que agradeció internamente Jiang Cheng, no soportaría otro regaño de su parte en ese momento. Se despidió de su mayor con una leve reverencia la cual fue aceptada y devuelta. Salió de la oficina y suspiró profundamente, aún tenía la mano contra su pecho, masajeándola con suavidad, como un hipnótico gesto, su vista perdida en algún punto de la baldosa. Imaginarse a Lan Xichen enojado con él no era algo que le agradara, realmente no podía siquiera pensar en Lan Xichen como alguien que se enoja, con Meng Yao siempre había sido comprensión, paz, felicidad, parecía como si siempre tuviera esa aura de tranquilidad a su alrededor, pero a su lado era como si permaneciera a la defensiva, siempre pensando cuál sería su siguiente movimiento, cuando podría continuar con la conversación. ¿Podría ser que le causaba semejante desconfianza? En batalla u otros momentos como enfrentarse a los criminales no era de esa forma, ambos se movían en sincronía, podían adivinar el siguiente movimiento del otro, podían ver perfectamente como aprovechar las habilidades del otro si era necesario, ¿No era igual cuando se trataba de su relación? Toda esa maraña de pensamientos le hizo fruncir el ceño, incluso podía ver como algunos policías lo evitaban al pasar a su lado, como si irradiara alguna especie de energía maligna. —¿Qué ven? —preguntó cuando estos se quedaron mirándole. Los oficiales novatos temblaron, colocando los expedientes contra sus pechos y mirando a Jiang Cheng con temor— ¡Muévanse! ¡No estamos para holgazanes!
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