11. Agonía (Cinco de anillos)
7 de octubre de 2025, 22:10
Notas:
Nota; Escribir escenas de sexo no es mi especialidad, por lo que no es "explícito". Sin embargo, no es tampoco para menores. Qsy.
Tampoco soy buena con los borrachos /excusa pobre/
Muacks.
Entonces. ¿Cómo habían llegado a esa situación? Habían dejado los abrigos en el ropero y Jiang Cheng había colocado el seguro a la puerta. Había enviado un mensaje a Wei Wuxian para indicar que se iba a quedar con el mayor y que no se preocupara, que todo estaba bien. Tras la respuesta algo jocosa de su contrario sobre que debía aprovechar solo dejó el teléfono a un lado y suspiró mirando a Lan Xichen quien estaba quieto en el sofá donde lo había dejado minutos antes. Realmente no estaba muy animado a quedarse, pero no quería verlo solo y aquella expresión que le había dedicado antes… fue tan dolorosa.
—Lan Huan— llamó suavemente, acercándose y mirando a su compañero con una mirada tranquila— ¿Cómo te sientes? —preguntó, notando como los ojos de su mayor parecían idos en algún punto de la alfombra.
—Mareado— contestó con un peculiar tono a media lengua. Jiang Cheng soltó una suave risa al escucharle de aquella forma siendo que nunca le había oído así, mucho menos lo había visto ebrio como parecía estar ahora.
—Eres sensible al alcohol, ¿eh? —comentó mientras llevaba sus manos a la camisa de su contrario, queriendo tomar un poco de ventaja de su estado— Parece que es general en ustedes los Lan— indicó con un tono suave notando como la mano de su mayor se movió rápido al sentirla demasiado cerca de la piel de su cuello.
—No— dijo el mayor mirándolo con seriedad, aunque una sonrisa boba se formó en su rostro cuando cruzaron miradas, cosa que le hizo sonrojar. Alejó la mano de aquel lugar entendiendo que no podía sobrepasarse con él, mucho menos en ese estado, no era de alguien honorable hacerlo.
—Vamos a dormir— decidió con rapidez. Tomó a su mayor de los brazos para levantarlo del sofá y comenzar a caminar hacia la habitación. El apartamento de Lan Xichen siempre estaba en perfecto orden, todo en él gritaba que no era alguien que pudiera vivir con algo fuera de su lugar, Jiang Cheng lo conocía bien, demasiado bien, y le asustaba algunas veces que no pudiera sorprenderse con las actitudes de Lan Xichen como quisiera porque podía leerlo… o tal vez no lo suficiente, porque, ahora que recordaba, algunas veces tenía una expresión tan triste y otras tan alegre cuando lo miraba, como si de verdad sintiera algo por él, incluso después de tantos años.
Suspiró antes de dejarlo en la cama donde cayó contra el colchón con una sonrisa— ¿Vienes? —preguntó estirando sus brazos haciendo que Jiang Cheng se sonrojara de nuevo, era un récord, dos veces en menos de una hora, ¿Qué clase de alcohol era el que habían bebido?
—Dormiré en el cuarto de invitados, Lan Huan— pero antes de apartarse para salir del cuarto fue tomado del brazo por este y arrastrado a la cama dejándolo contra el colchón, su mayor mirándole fijamente. Su mente estaba nublada, sus ojos solo podían ver a Xichen en ese momento quien tenía la mente igual de nublada que él debido al alcohol, porque no era posible que alguien cuerdo pudiera actuar de esa forma, mucho menos él. Lan Xichen estaba sobre su cuerpo, mirando su rostro mientras lo acorralaba contra la colcha. —Lan Huan— susurró Jiang antes de sentir como sus labios se unían, como sus ojos, aunque perdidos, lo estaban mirando en esos momentos.
Se dejó besar, moviendo sus labios con avidez, levando sus manos al cuello de él para atraerlo aún más. Tanto lo deseaba que se podía notar en como movía su lengua en la boca de su mayor, como apretaba su nuca para hacerlo más profundo, como su cuerpo deseaba el tacto ajeno, como si el anhelo hubiese durado siglos y por fin, luego de tantos años de abstinencia, fuera la medicina que necesitaba.
Las manos de Xichen sobre su cuerpo eran suaves, las yemas apenas ásperas por el entrenamiento y delicadas para tocar un instrumento estaban frías, tal vez por el clima, el alcohol, o ¿nervios?, pero realmente no veía a Lan Xichen estando nervioso en una situación como esa. ¡No veía a Lan Xichen en una situación como esa y punto! Él era tan correcto, tan culto, tan suave, como una masa de pan, y ver como sus dedos recorrían su cuerpo sin pudor alguno le hacía soltar leves suspiros contra sus labios.
Aquellas suaves y deseadas manos se habían colado entre su ropa, acariciando su estómago, subiendo a su pecho, arrancándole un jadeo. Estaba inquieto, ¿Realmente eso estaba pasando? ¿No era un sueño debido al alcohol?
—Lan Huan— llamó de nuevo. Quería preguntar, pero ver cómo se quitaba su camisa lo había dejado embobado; su pecho era torneado, bien definido, sus músculos eran apenas visibles y algunas cicatrices se podían ver en aquellos lugares más visibles. Sus manos fueron llevadas al pecho ajeno por las de su mayor, parecía deseoso de ser tocado y Jiang Cheng realmente no iba a protestar contra ello. Acarició su pecho, su estómago y su espalda, sintiendo cicatrices, marcas y cosas horribles que no quería pensar como las obtuvo. Suspiró profundamente, mirándole con ojos llenos del amor que había guardado por él durante años— Eres hermoso— susurró notando como una sonrisa se formaba en el rostro de este, como sus ojos brillaban por aquella sentencia.
El beso continuó unos momentos hasta que sintió como las manos de su mayor bajaban hasta sus pantalones haciendo que se sobresaltara. Se apartó rápidamente, sentándose y apoyando la espalda contra el espaldar de la cama, cubriendo su rostro con rapidez ante la vergüenza de lo que eso representaba.
—Es-Espera— pidió, sus mejillas rojas, su consciencia más clara, notando como su mayor ladeaba su cabeza ante la repentina lejanía entre ambos— ¿Realmente vamos a hacerlo? —preguntó.
Los ojos de Lan Xichen se apagaron, frunciendo su ceño en tristeza— ¿No quieres? —preguntó acercándose a gatas sobre la cama, llevando su mano a la pierna de su contrario y desabrochando el pantalón de Jiang Cheng, bajando la cremallera y dejando su ropa interior visible— Yo quiero hacerlo... Por favor...— pidió besando sus piernas, bajando el pantalón de Jiang Cheng lentamente.
—No es que no quiera...— susurró Jiang Cheng, cubriendo su boca para que no salieran jadeos o sonidos indecentes. No lo detuvo, no podía, el solo ver que era Xichen quien quitaba sus pantalones y hacía tales cosas le hacía sentir mariposas en el estómago. La persona que había amado por tantos años estaba frente a él de aquella forma, tocando su cuerpo sin pudor alguno, como solo había soñado.
—Entonces lo haremos— le escuchó decir antes de notar como besaba su parte íntima sobre la tela del bóxer antes de quitar la pieza de tela con rapidez. Un jadeo alto salió de su boca sintiéndose excitado, temblando levemente por sentir aquel sentimiento en su corazón tan vivo como siempre.
—Lan Huan— jadeó tomando su rostro, haciendo que le observara para acercarlo a sus labios y besarlo, mismo que fue correspondido y llevado a uno más profundo, podía sentir la lengua de su mayor rozar la suya y eso hacía a su corazón latir aún más fuerte. Suspiró contra su boca mientras cedía a estar de nuevo recostado sobre la cama con su mayor sobre su cuerpo, sintiendo como él se quitaba su ropa. Quería tener el placer de desnudarlo, de haberle hecho sentir lo que él había sentido cuando él le quito pieza por pieza la ropa, pero no tuvo esa oportunidad. Tal vez, si lo hacían luego, podría pedirle que le dejara.
Bajó la ropa interior de Lan Xichen con manos temblorosas cuando terminó de quitarse la ropa más pesada, sintiendo una gran satisfacción al rozar su cuerpo desnudo con el ajeno. ¿Cuántas veces había deseado eso? ¿Cuántas veces había soñado con estar así de cerca a su amado Lan Huan? Quitó a Zidian de su mano, no quería que esta reaccionara a sus estados emocionales ahora y lastimara a su contrario, dejándolo a un lado sobre la mesita.
—Eres hermoso— susurró su mayor contra su boca haciendo que el joven Jiang se sonrojara aún más.
—No lo soy— respondió como en medio de un regaño, sintiendo las manos de él desatando su cabello lentamente, como si tuviera experiencia, quitando la horquilla con delicadeza y dejándola en la mesita de noche al lado de Zidian. Jiang Cheng hizo lo mismo con delicadeza, no soltando aquel lazo que sabía que era tan especial para él, notando lo realmente largo y hermoso que era su cabello. Lo había visto antes, pero desde tan cerca era tan brillante y parecía tan bien cuidado que no podía dejar de pensar en cómo lo hacía.
—Lo eres— respondió su mayor rozando su cuerpo aún más con el de él, moviéndose sobre su entrepierna, provocando jadeos involuntarios por parte de Jiang Cheng— Eres hermoso~
Sintió como levantaba una de sus piernas y la acercaba a su cadera mientras seguía estimulando su cuerpo, pronto algo se acercó a su entrada. Jiang Cheng sintió miedo, ¿Iba a ser el que recibía? ¿Eso dolía? Había escuchado que la primera vez dolía como la mierda y tenía miedo, el mismo Wei Wuxian se quejaba de que ningún ejercicio los preparaba para ser el pasivo en una relación, pero ver cómo Xichen se esforzaba en hacerlo suave, como su mano acariciaba la zona con delicadeza y lentitud... Le hizo sentir seguro, ceder ante el placer que comenzaba a recorrer su cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta su cabeza.
Jadeó y cerró sus ojos al sentir como aquel dedo recorría su entrada lentamente, en círculos, como poco a poco este bajaba para mirar su entrepierna de cerca, dejándose llevar por ese sentimiento de placer. Sintió algo cálido en su parte íntima, notando que era la boca de su mayor quien comenzaba a lamerlo con atención.
—No, ahí... Lan Huan... Está sucio— reclamó llevando su mano al cabello de este, queriendo apartarlo, pero no pudo debido a la debilidad que le hacía sentir aquel estímulo. Tembló aún más cuando aquel dedo comenzaba a abrirse camino en su interior mientras la boca de este comenzaba a apoderarse de su miembro sin tregua, apenas podía reaccionar adecuadamente ante la ola de placer que eso supuso.
Si fuera otra persona no habría dudado en apartarlo, en arrojarlo lejos y golpearlo hasta sangrar, pero esa persona, aquella que estaba haciendo aquellas cosas indecentes con su cuerpo, era el amor de su vida, de quién se había enamorado desde la primera vez que vio sus ojos, aquel hombre que no dejaba su cabeza en paz.
Y, aun así, estaba asustado. ¿Cómo no estarlo? Estaba en la cama, bajó el cuerpo de un hombre el doble de fuerte que él contra quien no podía hacerle frente porque era la persona que amaba profundamente. Tragó pesado al sentir como el dedo de su contrario entraba más en su interior, jadeaba y casi gemía al sentir, a la par, a su contrario estimulando su miembro con lentitud, subía y bajaba con su lengua haciendo que Jiang Cheng temblara.
—Ba-basta— pidió a su mayor, tomando su rostro, alejándolo de aquel lugar, notando la expresión perdida en sus ojos— Por favor...— quería que se detuviera, tenía miedo de continuar porque se sentía tan bien, pero podía leer en los ojos de Xichen que había entendido algo completamente diferente.
Lan Huan sonrió de forma ladina, como si aquella sentencia le hubiese dado una señal—Como gustes— susurró el mayor subiendo sobre su cuerpo para besarlo. Se sentía extraño, por un momento se sintió asqueado al pensar que aquella boca había estado en aquel lugar, pero correspondió el beso luego de unos segundos, sintiendo como aquel dedo comenzaba a moverse en su interior sin previo aviso.
Jadeó contra la boca ajena, alejando sus labios, sintiendo un hilo de saliva desprenderse de estos al hacerlo. Apenas podía respirar adecuadamente al sentir como se movía en su interior, casi revolviendo sus entrañas, tocando aquel punto dulce que no sabía que realmente tenía.
Su espalda se arqueó chocando su cuerpo con el de su mayor quien llevó su mano libre a su espalda para mantenerlo así. Sus omoplatos permanecían apenas apoyados contra la cama al igual que su cabeza, pero su cintura estaba pegada a la ajena, así como su estómago mientras los estímulos continuaban.
—Que sensual— susurró Xichen besando su pecho, lamiendo su cuello y mejillas hasta sus labios de nuevo dónde se detuvo apenas antes de dejar su cuerpo sobre la cama. Se acomodó entre sus piernas y sonrió, acariciando su miembro con lentitud sin dejar de mirarlo— Te prepararía mejor, pero ya no aguanto más— indicó antes de entrar lentamente en el interior de Jiang Cheng.
Apenas pudo respirar al sentir aquella intrusión en su interior. Estaba tan concentrado en los ojos ajenos que lo había tomado por sorpresa. Apenas pudo retomar el aliento sintió como las caderas de Xichen comenzaban a moverse. Estaba siendo llenado por la persona que amaba y esa sensación le hacía sentir tan completo por alguna razón, pero el dolor era tanto que no podía dejar de gritar y aferrarse a los brazos ajenos con fuerza.
Buscó reconfortarse en alguna parte, clavando sus uñas en la espalda ajena, escuchando la suave risa de su ajeno contra su cuello— No~— susurró tomando su lazo y atando las manos de Jiang Cheng entre sí, apartando éstas de su espalda y dejándolas sobre su cabeza y sujetándolas con su mano derecha mientras la otra apretaba su cadera con firmeza— Quédate así~
Aquella intrusión en su interior siguió haciéndole jadear y gemir por largo tiempo, cediendo al placer, dejando que este le hiciera disfrutar de aquella forma tan placentera que apenas había descubierto, sintiendo que se volvería loco si seguían así.
—La-Lan Huan— jadeó apenas contra su cuello, escuchando el chocar de sus cuerpos ser más constante, más rápido. Acercó sus manos como pudo a la espalda de él cuando le soltó y llevó aquella mano también a su cadera para sostenerlo contra su cuerpo, necesitaba distraerse de aquel constante movimiento en su interior, de esa presión y esa sensación de sentirse lleno que le hacía sentir en las nubes.
—Te amo...— susurró Xichen. Y el joven Jiang Cheng no supo cómo controlar sus latidos con aquella declaración. Se sentía tan feliz, tan completo con esa declaración, incluso el placer había aumentado con solo esas dos palabras.
—Lan Huan...— susurró sin poder responder adecuadamente debido a los jadeos. Su felicidad no se podía comparar a nada que haya sentido antes, era algo inimaginable, como un sueño— Yo... Lan Huan… Yo…— no podía formular las palabras adecuadamente, se sentía abrumado por la sensación de placer y amor que le llenaban como una oleada intensa.
—Te amo— volvió a decir el mayor, moviéndose más rápido en su interior, sus brazos tomaron a Jiang Cheng contra su cuerpo, dejando marcas en sus caderas con solo la presión de sus dedos— Te amo, Meng Yao...
Y así de rápido como había subido a las nubes cayó en picada, sintiendo su corazón dejar de latir unos momentos, todo por aquel nombre. Sus ojos se cristalizaron, llenándose de lágrimas, su vista se nubló y su agarre en la espalda ajena bajó su fuerza. Sintió como su contrario terminaba en su interior, sintiendo aquel líquido espeso y caliente en su interior y como el cuerpo de Xichen caía sobre el suyo, agotado, cansado por la acción mientras que Jiang Cheng sentía que ese cuerpo no le pertenecía, que el placer que estaba sintiendo en ese momento no era real.
—Meng Yao... Te amo...— volvió a susurrar Xichen haciendo que lo poco que aún tenía de corazón se partiera en el interior de Jiang Cheng.
Acarició su cabello con manos temblorosas y sollozos silenciosos, ese amor que le profesaba, ese deseo carnal, todo ese placer, no le pertenecía. Cuando notó que finalmente estaba profundamente dormido lo dejó a un lado, quitándolo de encima de su cuerpo, soltando todo ese llanto en silencio, desatando sus manos con ayuda de sus dientes y cubriendo su rostro. ¿Cómo había sido tan idiota? ¿Cómo se le había olvidado que Xichen solo tenía ojos para Jin Guangyao?
Sollozó toda la noche, su corazón estaba roto. Quería escapar, irse de aquel lugar para no volver, pero sus caderas dolían y ¿Cómo podría salir así de indecente a la calle cuando apenas podía moverse al amanecer? Cuando sintió la luz del sol colarse entre las cortinas suspiró. Se sentó en el borde de la cama como pudo, notando las marcas en sus muñecas debido a la fuerza del lazo en ellas, dándole la espalda a Xichen, no queriendo enfrentarlo cuando se levantara.
El mayor de los Lan despertó lentamente, sintiendo la luz en su rostro, sentándose de repente por la sola imagen de Jiang Cheng frente suyo de aquella manera; desnudo y con marcas en su cuerpo, ¿Que había pasado la noche anterior? ¿Qué habían hecho para que Jiang Cheng tuviera ese tipo de marcas?
—Wa-Wanyin— llamó el mayor notando cómo el aludido apretaba las manos sobre las sábanas— Lo de anoche... Yo...
—¿Recuerdas algo? —preguntó el menor con suavidad, acariciando sus muñecas con cuidado, sin dirigirle la mirada.
Lan Xichen negó, suspirando, frotando su nuca con nerviosismo. Todo lo que recordaba de la noche anterior era beber con ellos y luego llegar a su hogar, el resto habían sido solo sueños, divagaciones de momentos que había tenido hacía años y un rostro llorando de placer bajo su cuerpo— Solo... Algo vago...— susurró, mintiendo levemente. Estiró su mano a la de él queriendo revisarlo— Si hay algo en que pueda ayudarte yo— fue interrumpido por como este apartó su mano de un golpe. Notó las marcas en sus muñecas, pero tenía demasiada vergüenza como para hablar sobre ello, ¿Qué había hecho exactamente?
—Nunca pasó— dijo rápidamente Jiang Cheng. Su voz era suave, apenas audible— Lo de anoche jamás sucedió. No tenemos que hablar de ello.
Le vio levantarse con dificultad, el cómo caminar le costaba mientras entraba al baño, sin mirarle ni una sola vez. ¿Cómo se le había ocurrido estar tan ebrio como para hacerle algo a su compañero? ¿Qué era exactamente lo que había pasado? ¿Había estado mal? ¿Había hecho algo que a él no le gustara?
Cerró sus ojos un momento, tratando de tranquilizarse, tratando de volver a sus memorias para recordar si era él el problema, si se había sobrepasado en su fuerza, si lo había lastimado, tal vez él se había resistido y no había podido controlar su fuerza. Solo sabía que quería arreglar las cosas con él, hablar sobre lo que realmente quería. Se levantó, sus caderas dolían al igual que su espalda, pero no quiso prestarle atención ahora, no era una prioridad cuando Jiang Cheng podría estar peor.
Caminó hasta la cocina para preparar café mientras su contrario salía de la ducha, quería tener una conversación calmada con él así que sirvió dos tazas mientras miraba el pasillo en silencio. Tomó su café lentamente, sorbo a sorbo, no queriendo terminarlo hasta que Jiang Cheng saliera del baño. Quería hablar, aclarar las cosas, tal vez todo era un malentendido y podría solucionar todo con una charla como siempre. Si, después de eso estarían riendo por la anécdota y quedaría como algo pasajero, tal vez… algo más. Jiang Cheng se demoró, pero pronto le escuchó salir de la ducha y pudo sentir la fragancia de aquel jabón que usaba llenar el ambiente. Pensar en Jiang Cheng con su olor le hizo sentir inquieto, incluso una sonrisa se dibujó en sus labios por solo pensarlo. Escuchó a Jiang Cheng salir de la habitación, listo, su ropa del día anterior parecía apenas retocada. Se había recogido el cabello en una coleta alta pero no había colocado la horquilla como siempre y se estaba colocando a Zidian cuando cruzó el umbral de la puerta.
—Jiang Cheng, yo— sin embargo, antes de decir cualquier frase, Jiang Cheng le miró con seriedad, tomó su abrigo y salió de la casa azotando la puerta con fuerza. No le dio tiempo de explicar, de hablar, ni siquiera pudo tomar su café como lo hacía todas las mañanas. Xichen apenas pudo procesar aquellas acciones, ¿Había hecho algo tan terrible?
Tenía razón, todo lo que alguna vez fueron, todo lo que eran, había sido destruido por sus acciones de la noche anterior. Toda la confianza, todo eso lo había destruido con solo un trago de alcohol. No había marcha atrás para ellos, ya no podía ver a Jiang Cheng sonreír a su lado o bromear, o llamarlo por su nombre de nacimiento cuando estaban en la oficina, ¿Cómo sería de ahora en adelante? ¿Cómo podría hablar con Jiang Cheng ahora?
Soltó una suave risa mientras se dejaba caer en el asiento de la barra, colocando sus manos en el rostro, temblando levemente ante esa horrible posibilidad, ante el silencio, al encierro en esas frías cuatro paredes de nuevo en soledad, se sentía patético, había perdido todo de nuevo.