ID de la obra: 1086

Semana FrontSales

Gen
R
Finalizada
2
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36 páginas, 12.014 palabras, 8 capítulos
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Dia 5: Reunión (Romántica) de Trabajo

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Disclaimer: Actos de Coqueto/Dobles Sentidos Sexuales

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Título: Huyendo de las Máscaras Las luces en el enorme salón de baile chocaban contra las paredes, resplandecientes por el oro que las recubría, y los cientos de cristales en las lámparas de araña que dejaban traspasar el brillo que éstas desprendían. Por todas partes podían verse personas vestidas con elegantes, a la par que extravagantes, trajes y vestidos llenos de volantes y estampados que parecían recién sacados de las pasarelas de moda más lujosas en cada parte del mundo. Pero el elemento principal de aquella fiesta se podía observar al contemplar los rostros de las personas: todas llevaban máscaras. Se trataba de la fiesta anual, celebrada meses antes del inicio del periodo de reclutamiento de los jugadores que iban a participar en la siguiente edición de los Juegos. En dicha fiesta, se reunían algunas de las personas más importantes del mundo, como actores, empresarios y diseñadores, para ofrecer sus expectativas para los Juegos que debían celebrarse aquel año e, incluso, proponer ciertos candidatos para ser reclutados como jugadores. Participar en aquella reunión suponía no solo situarse socialmente dentro del pico más alto de la élite, sino que también ofrecía la posibilidad de deshacerse de contrincantes —siempre de menor estatus social para evitar purgas y, en consecuencia, la retirada de muchos de los miembros de la misma élite—. En sí mismo, se trataba de un "reclutamiento" entre decenas de personas para seleccionar a seis de ellos para que fueran los siguientes Vip's de la próxima edición de los Juegos. Esto suponía, además del evidente entretenimiento y acceso a las diferentes comodidades que durante los Juegos se ofrecían —como el sexo o la comida abundante—, que quien fuera escogido podría seleccionar hasta un máximo de dos jugadores (aunque se incluía la posibilidad de aumentarlo hasta cinco por un precio exorbitante que, hasta el momento, nadie había estado dispuesto a pagar) para ser reclutados en la siguiente edición. Aquella jugosa perspectiva de deshacerse de competidores o incluso familiares molestos (hijos ilegítimos, padres interesados o primos y tíos de los que nunca habían escuchado hablar), justificaba el hecho de que In-ho estuviera rodeado casi en cada momento de personas. —Es una fiesta maravillosa —le elogió una mujer, que llevaba sobre sus ojos un elegante antifaz hecho con plumas de pavo real—. Siempre eres tan delicado con los detalles. In-ho trató de no suspirar con cansancio. Llevaba toda la noche escuchando a personas tratando de ganarse su cariño a base de felicitaciones y elogios que se sentían demasiado artificiales y falsos. —Me alegro de que esté disfrutando de la velada —contestó simplemente, esbozando una ligera sonrisa antes de dar un nuevo sorbo a su copa de vino. No había dispuesto demasiados esfuerzos en la elaboración de su propia máscara, que podía reconocerse como una versión recortada de la máscara que habitualmente utilizaba como Líder. Dicho recorte, que solo retiraba la parte inferior de la máscara original, había sido el único elemento que había exigido, bajo la perspectiva de poder atragantarse de alcohol y sobrevivir mejor a toda la falsedad que rodeaba aquellas celebraciones. —Entiendo porque Oh Il-nam te prefiere para organizar estos eventos —continuó hablando la mujer, ahora acercándose un poco más—. Eres tan educado y perfeccionista... Una pequeña arcada llena de asco trepó por su garganta al notar como la voz de la mujer se tornaba en algo que casi pretendía sonar "seductor". Dio un pequeño paso hacia atrás para tratar de mantener la distancia. —Me pareces un hombre magnífico... —le susurró la mujer, dando otro paso hacia adelante. —Yo siempre le digo lo mismo. In-ho se detuvo repentinamente al escuchar aquella voz. De pronto, El Reclutador apareció desde su lado izquierdo y le tomó la mano con gracia. —Siempre le he dicho que es un hombre admirable —continuó hablando El Reclutador, observando directamente a la mujer. Llevaba una máscara partida de tal forma que solo le cubría la mitad izquierda del rostro y que se encontraba recubierta en su totalidad por pequeños zafiros y rubíes que brillaban con intensidad bajo la luz dorada de la sala, dotándole de una apariencia tan majestuosa como, de alguna forma, salvaje. A través del lado del rostro que si podía observarse directamente, podía verse una mirada cálida y un rostro relajado, marcado por la presencia de una grande y blanca sonrisa en sus labios. Pero, como todo en aquella fiesta, era falso. In-ho, que conocía perfectamente al hombre con el que mantenía una relación romántica desde hacía ya varios años, supo distinguir el pequeño fuego, cargado de peligro y furia, que brillaba en lo más hondo de aquellos ojos marrones. Tenía el cuello tenso, como si estuviera tratando de controlarse para no saltar hacia adelante y arrancarle la tráquea de un mordisco a la mujer. —Desde luego que lo es —trató de seguir la conversación la mujer, aunque su voz ya sonaba visiblemente incómoda. —Bueno, espero que siga disfrutando de la noche —dijo El Reclutador. Y el mensaje de su tono seco y con ademán cortante fue entendido a la perfección por la mujer quien no tardó en alejarse. In-ho al fin pudo dejar escapar el aire de sus pulmones. —Gracias... —susurró, girando su cabeza para mirar a El Reclutador. —No tienes nada que agradecerme —le respondió éste, alzando una ceja al tiempo que su sonrisa se curvaba más hacia arriba—. Tan solo estaba cuidando lo que es mío. Luego antes de que In-ho pudiera responderle, alzó sus manos entrelazadas y le dio un suave beso en la palma de la mano. —No tardes —le susurró El Reclutador con picardía. Después, le soltó la mano y se giró rápidamente, dejando tras de sí In-ho. Antes de que éste pudiera siquiera pensar en perseguirlo, notó un cuerpo extraño dentro de su mano. De inmediato, la abrió, solo para descubrir dos pequeños papeles, uno de color rojo y otro azul, doblados en la forma tradicional del ddakji sobre su palma. In-ho los observó por unos instantes hasta que su instinto le instó a deshacer ambas figuras. El primero de los ddakji, el de color azul, decía: "Nos vemos en cinco minutos dentro de los baños" Y el segundo, de color rojo, completaba el mensaje: "Me aseguraré de que estemos solos" In-ho esbozó una enorme sonrisa y alzó su cabeza hacia la dirección hacia la que se había encaminado su pareja, descubriendo así los baños, pegados juntos una de las paredes más alejadas. A fin de cuentas, parecía que El Reclutador iba a lograr que aquella reunión de negocios se convirtiera en algo puramente suyo. Un mundo en el que ambos pudieran escapar de toda aquellas máscaras, tanto simbólicas como reales, que los rodeaban y en el que el fuego de su amor les incendiara la piel, exponiéndose tal y como eran el uno frente al otro.
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