ID de la obra: 110

Crímenes de Caramelo

Slash
NC-17
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3
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autor
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Emparejamientos y personajes:
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planificada Maxi, escritos 99 páginas, 9 capítulos
Descripción:
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Capítulo 4

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Ahora Butters estaba seguro de que Bradley no solo era un asistente muy capaz, sino también un excelente chef. En las últimas dos horas, sus papilas gustativas habían disfrutado de una comida de seis tiempos que podía rivalizar con la de cualquier restaurante cinco estrellas de su ciudad. Claro que cualquier profesional diría que Bradley todavía tenía mucho que aprender en cuanto a la presentación de los platos, pero nadie podía negar que la decoración de su pastel de zanahoria merecía un premio por ser una obra de arte. Bradley no solo había usado merengue para hacer las típicas zanahorias que suelen decorar ese tipo de pasteles, sino que también había creado montículos en forma de conejitos esponjosos con orejas largas, pasto e incluso una madriguera. El pastel se veía tan perfecto que, cuando Bradley se ofreció a cortarle una rebanada, Butters tuvo el impulso de negarse por miedo a arruinar la decoración. Pero no había forma de decirle que no a Bradley. Su amigo estaba demasiado entusiasmado con la idea de que alguien probara su comida en casa, y Butters no iba a apagar ese entusiasmo. Estaban sentados en la mesa de la cocina de Bradley, y desde su lugar, Butters podía ver todo el apartamento. Era mucho más pequeño que el suyo, un contraste claro en sus ingresos, pero Butters empezaba a pensar que prefería pasar tiempo en casa de Bradley antes que en la suya. Las paredes del apartamento de Bradley estaban adornadas con fotos de sus vacaciones con amigos. Los muebles, aunque escasos, tenían pequeñas figurillas decorativas que daban un toque juguetón a los espacios. Cada habitación y ventana estallaba de color gracias a las macetas estratégicamente colocadas. El apartamento de Butters, en cambio, fácilmente podría ser la portada de una revista de decoración: visualmente atractivo pero completamente impersonal. De hecho, Butters había contratado a un diseñador y ni siquiera se molestó en explicarle sus gustos. Simplemente señaló una fotografía en el catálogo que le dieron y dijo que quería algo similar. —¿Y qué opinas? —preguntó Bradley, notando que Butters había dado el primer bocado del pastel de zanahoria con pan esponjoso y merengue cremoso, pero no había comentado nada. —Oh, es que… cielos. No tengo palabras —exclamó Butters, dando otro bocado. Se concentró en saborear hasta los trocitos de nuez y zanahoria rallada para poder formar una opinión más allá de “está delicioso”, pero sinceramente, esa frase lo resumía perfectamente. —Ojalá pudieras haber probado el pastel que hacía mi abuela; ella era la experta. Siempre lo preparaba para mi cumpleaños porque era mi favorito. Butters dirigió la mirada a los conejitos de merengue que aún estaban intactos. Podía imaginar la emoción de un niño al ver animales pequeñitos cavando hoyos y comiendo zanahorias en su pastel. Luego miró los ojos brillantes de Bradley y deseó poder absorber, de alguna manera, los sentimientos que su amigo estaba experimentando. No podía recordar la última vez que había sentido tanta felicidad al recordar a su familia. Aún mantenía contacto con sus padres, pero su relación nunca se recuperó después de que tuvo que cambiarse de universidad. Su padre nunca le perdonó haber dejado una universidad prestigiosa y haber terminado sus estudios en lo que él consideraba una institución de segunda categoría. La opinión de su padre no había cambiado con los años. No importaban los éxitos de Butters; su padre insistía en que podría haber logrado aún más y que, comparado con lo que pudo haber sido, siempre sería un fracaso. Butters creía que sus padres lo amaban; simplemente tenían una forma poco convencional de demostrarlo. Claro que sabía que su dinámica familiar estaba lejos de ser normal, pero ya lo había aceptado. La única vez que desafió esa dinámica y realmente se rebeló fue cuando su abuela murió. No solo se negó a asistir al funeral y dar un discurso, sino que robó el coche de su padre y condujo hasta el parque de diversiones más cercano. Todos en el funeral sabían que su abuela siempre había sido cruel con él; Butters no iba a pararse frente a todos a mentir, diciendo que ella había sido una gran mujer. El pasado no iba a cambiar solo porque ella murió. —¿Pasa algo? —Eh, no, nada —respondió Butters—. Perdón, tengo muchas cosas en la cabeza. Bradley bajó la mirada brevemente, mordiéndose el labio inferior. —Creo que deberíamos haber hecho esto en otro momento. Quizás insistí demasiado y… ¿fui muy pesado? —No, para nada. Me alegra mucho que me hayas invitado —le aseguró Butters con sinceridad. Sabía que pasar horas solo en casa era perjudicial para su salud mental. —Perdón por no ser lo suficientemente entretenido como para ofrecerte una buena distracción —dijo Bradley, con una voz sincera, más que ofendida o sarcástica. —¡No, no es eso! —insistió Butters, sacudiendo la cabeza con fuerza—. Es solo que recordé que hace semanas que no llamo a mi mamá. Bradley alzó las cejas. —No te preocupes, seguro tu mamá entiende que a veces estás ocupado y no te guarda rencor. Butters frunció levemente los labios, tratando de imaginar a su madre teniendo un pensamiento sobre él sin consultarlo antes con su padre. Su expresión hizo que Bradley inclinara un poco la cabeza. —¿O no? La verdad, mis padres dejaron de hablarme hace años, así que no tengo idea. —Oh —dijo Butters, como si le hubieran quitado el aire de golpe—. No quería hacerte recordar cosas malas. Bradley miró la superficie de la mesa. —Me dolió cuando me desheredaron… Yo nunca me iban gustar de las mujeres—añadió como una explicación rápida—. Pero si no me hubieran echado de casa, nunca habría tenido el valor de cortar el contacto con ellos, y habría sido infeliz durante años. Así que ahora estoy bien. —Lo siento —dijo Butters, sintiéndose bastante tonto. Siempre pensó que Bradley evitaba los temas personales porque Butters dirigía la conversación en otra dirección. Jamás imaginó que su amigo también tenía una larga lista de cosas de las que no quería hablar. —Está bien. Somos amigos. Me alegra que tengamos la confianza para hablar de estas cosas —Bradley logró sonreír, aunque aún se notaba afectado por el recuerdo—. Y, ya que somos amigos —continuó—, ¿me vas a contar qué es lo que te molesta desde la semana pasada? ¿Quieres hablar de eso ahora? No tienes que hacerlo si no quieres —añadió al ver que Butters suspiraba. —Yo… —Butters reunió valor. Creía que podía confiar en Bradley. Además, ya había decidido ir a la fiesta de compromiso, así que era bueno practicar enfrentar esa situación en lugar de lanzarse sin más—. Es sobre algo que pasó hace mucho tiempo. Me da vergüenza que todavía me afecte. Bradley dio un sorbo a su taza de café, que hasta ese momento había permanecido olvidada junto a su brazo derecho. La pausa evitó que sonara demasiado ansioso por conocer el problema de su amigo. —Dicen que el tiempo lo cura todo, pero eso no siempre es verdad, y es normal. Butters asintió y también bebió un poco de café antes de hablar. —Cuando entré a la universidad, pensé que me costaría hacer amigos. Pero luego me asignaron a Eric como compañero de cuarto. Supongo que Eric pensó que, si iba a tener que vivir conmigo, era mejor tenerme de su lado. Así que nos hicimos amigos, y él me presentó a todos sus otros amigos. Eran agradables; me gustaban porque parecía que les importaba… y a mí me importaban ellos. Tomó un par de segundos para poder continuar sin que se le quebrara la voz. —Eric tenía novia, muy lista pero… no era una buena persona. Terminaron porque Eric tampoco era bueno. Butters solía llamar a Heidi una perra, pero dudaba que ese fuera un comentario adecuado frente a Bradley. —Kyle también iba a la universidad con nosotros —añadió, recordando ese detalle importante que no había mencionado antes. Bradley asintió, reconociendo sus palabras—. Cuando Eric empezó a salir con Kyle, Heidi perdió la cabeza. Convenció a su nuevo novio, que trabajaba en la cafetería de la escuela, de ponerle drogas al café que Eric compraba para Kyle cada mañana. —¿Drogas? —Algunas pastillas para dormir, no sé exactamente qué era, pero afectaron a Kyle y terminó teniendo un accidente mientras conducía con su hermano menor de copiloto. Nadie sabía lo de las drogas, y le hicieron muchos estudios en el hospital. Cuando encontraron las sustancias, Heidi dijo que había vivido algo parecido cuando salía con Eric y que era culpa del café que Eric le compraba. Butters bufó. —No tenía pruebas, pero Kyle decidió creerle. Dijo que el café era lo único que podía haber sido alterado y que el único que podía haberlo hecho era Eric. Cuando dije que no tenía sentido y que Eric no tenía motivo para hacer eso, Heidi dijo que la idea había sido mía. Al decir lo último, Butters apretó los puños. —Ella y Kyle competían conmigo por un lugar en el programa especial de la carrera. Como las notas de Heidi y Kyle bajaron mientras salían con Eric, y yo era amigo de Eric, de alguna forma todos pensaron que tenía sentido que yo estuviera de acuerdo con quizás matar a dos compañeros solo para ser el mejor de la clase, y que Eric, por alguna razón, no tenía problemas con matar por mí o lo que sea. Fue tan estúpido. Ese fue un buen resumen de la peor época de su vida. Algo estúpido. —Mis amigos y los amigos de Eric en realidad eran amigos de Kyle. Todos se pusieron de su lado —la voz de Butters se quebró, y Bradley estiró la mano para tocar la suya, ofreciéndole apoyo moral. —Ahora Kyle sabe la verdad y le pidió perdón a Eric, y Eric lo perdonó. No entiendo por qué Eric quiere casarse con él —Butters frunció la nariz y continuó hablando con veneno—. Es culpa de Kyle tanto como de Heidi todo lo que pasó. —La junta de la universidad no tenía pruebas para expulsarnos, pero dijeron que encontrarían una forma si no nos íbamos por voluntad propia. Yo solo tomé unos exámenes para reiniciar el programa en otra universidad. Pero Eric era malísimo en los exámenes, así que perdió la mitad de su avance, y como su mamá no tenía suficiente dinero para seguir apoyándolo tanto tiempo, tuvo que conseguir un trabajo de medio tiempo. —Dios —dijo Bradley, sorprendido porque era la primera vez que escuchaba esa historia, y aunque Butters intentaba mostrar que no le afectaba, era evidente que sí. Butters retiró sus manos de las de Bradley y se recostó en la silla, dejándose caer sin cuidado. —Pero ahora estoy bien. ¿No lo crees? —Eh, sí —sonrió Bradley con nerviosismo ante el repentino cambio de actitud de su interlocutor. Había visto a Butters cambiar su personalidad muchas veces cuando estaba con sus clientes, pero nunca mientras hablaban ellos dos. No se sentía bien. —Entonces, eso es lo que te molestaba, no que Cartman se case, sino con quién se casa —murmuró Bradley—. Entiendo por qué no quieres ir a l fiesta. No tienes que hacerlo si no quieres. Ante sus palabras, Butters se desinfló de golpe. —¿Crees que no debería ir? —Si no te sientes preparado para ver a personas que te trataron mal, sí, no deberías ir. Digo, Cartman es tu amigo, pero debería entender que ustedes son diferentes. Él ha decidido qué es lo mejor para él. Tú tienes que hacer lo que es mejor para ti. Butters frunció los labios y fijó la mirada en su regazo. —Le dije a Eric que estaría ahí. Es mi amigo y quiero estar para él. Butters también quería que sus ex amigos recordaran lo mal que lo trataron, lo horribles que fueron, para ver el arrepentimiento en sus rostros y disfrutarlo. —¿Y quién va a estar ahí para ti? —dijo Bradley, con las cejas ligeramente fruncidas. —¿Cómo? —Si vas a tener que ver a personas que no te traen buenos recuerdos, ¿no crees que sería buena idea no ir solo a la fiesta? Butters ni siquiera había considerado esa idea. Pero ahora que Bradley lo mencionaba, tal vez, si tuviera a alguien, querría tenerlo a su lado. Aunque, al mismo tiempo, pensó —No quiero obligar a nadie a pasar un mal rato. —Y yo no quiero que enfrentes esto solo. Yo podría… podría ir contigo si quieres. Si me dejas apoyarte —los ojos grandes de Bradley brillaban, sus cejas estaban curvadas hacia arriba y sus mejillas ligeramente rojas. Butters sintió un cosquilleo en el estómago. Hacía mucho que no sentía la esperanza de tener un amigo, alguien a quien realmente le importara más allá de lo humanamente esperado. —¿De verdad irías? —Claro, somos amigos. Al principio, Butters tenía dudas sobre llevar a Bradley con él porque realmente no quería ponerlo en una situación incómoda. Pero tan pronto como entraron al lugar en el hotel donde se celebraba la fiesta, se alegró de tenerlo a su lado. Eric y Kyle habían invitado a tantas personas a su fiesta de compromiso que la mesa con sus amigos de la universidad era un punto insignificante entre el mar de gente. Desafortunadamente para Butters, la mesa parecía más un faro en medio de la oscuridad, atrayendo su atención. Pero a diferencia de un faro, esa luz no era un símbolo de seguridad. Sintió un tirón tan agresivo en el estómago que estuvo a punto de vomitar al reconocer a todos los que estaban sentados en la mesa; y probablemente habría vomitado si Kenny hubiera estado entre los asistentes. Pero solo estaban Stan, Wendy, Craig, Tweek, Scott, Clyde, Tolkien, Nicole, Bebe, Jimmy y Red. —¡Butters! —gritó casi Eric, levantando la voz por encima de las conversaciones y la música suave de recepción. Esto hizo que sus ex compañeros de universidad giraran sus caras para mirarlo, y a su vez, hizo que Butters desviara la mirada en dirección opuesta. —Hola, Eric. —El mencionado llevaba un traje a medida de color azul marino que complementaba su cabello y ojos marrones. Butters trató de centrarse en él, intentando ignorar las miradas de los de la mesa que aún no estaba listo para enfrentar. —Adivina quién va a venir a la fiesta—dijo Eric, colocando un brazo alrededor del cuello de Butters y bajándolo un poco para estar a su altura, sin importarlle que estaba desordenando el cabello de Butters o arrugando su chaqueta y camisa, porque necesitaba contarle un chisme al oído—. El gobernador y su esposa. Butters levantó una ceja. —¿Amigos de Kyle? —De su papá. —Eric lo soltó y finalmente notó a Bradley—. ¿Y tú qué haces aquí? Eric no era conocido por ser el más amable, pero nunca había sido grosero con Bradley. De hecho, a veces hacía chistes o se burlaba de Butters para hacer reír a Bradley, por lo que su pregunta sorprendió a Butters antes de que frunciera el ceño. —Bradley es mi acompañante, ¿no podía traer uno? —Sí, pero nunca vienes acompañado a mis fiestas —dijo Eric, entrecerrando los ojos—. ¿Están durmiendo juntos? Butters frunció aún más el ceño, y Bradley dijo —Estamos aquí como amigos —y luego agregó —Felicitaciones por tu compromiso. Eric miró entre los dos durante un par de segundos antes de decir —Gracias. —Luego levantó las manos y, de forma teatral, señaló todo el salón—. Disfruten de la recepción y de la amplia selección de aperitivos. Hay trufas, caviar y algo llamado haggis que parece mierda. —Tú odias las trufas y el caviar —dijo Butters, dejando de lado su incomodidad ante la reacción de Eric hacia Bradley. —¡SÍ! Pero era lo más caro del menú. Kyle puso su tarjeta y me está dejando gastar sin límites. ¡Le dije que quería ponis vestidos con trajes en lugar de camareros, y él dijo ‘puedes tener lo que quieras’! Butters no pudo evitar mirar alrededor de la sala en busca de los animales. No había rastro de los pequeños caballos, pero dudaba que Eric estuviera bromeando y que la idea de los ponis no hubiera sido considerada. Estaba seguro de que la magnitud de la culpa que Kyle debía estar cargando significaba que financiaría las demandas más ridículas de Eric sin pestañear. Sonrió. Podía ver los ojos de su amigo brillando y las comisuras de sus labios curvándose genuinamente. Hacía tiempo que no veía a Eric tan feliz y, aunque aún creía que era un error que Eric se comprometiera con Kyle y en cuanto tuviera la oportunidad planeaba obligar a Eric a ver la razón, Butters comenzaba a entender por qué Eric se había dejado llevar. Debe ser fantástico poder sumergirse en esa fantasía de hace doce años. Actuar como si pedir perdón fuera tan fácil como concederlo y que el pasado no tuviera impacto en el futuro. Pero era imposible. Por más feliz que estuviera Eric ahora, eventualmente la euforia pasaría, y solo quedarían recuerdos y reproches. Se preguntó si Kyle sabía que Eric había llorado de rabia y destruido todo en su departamento después de ser rechazado en su tercera entrevista de trabajo. Si Eric le había contado a Kyle que tuvo que trabajar en un bar, limpiando a veces vómito y orina en los baños, por un salario mediocre para pagar la universidad. Que Butters tuvo que sacar parte de su miserable salario de pasante y dárselo a Eric para que pudiera pagar su alquiler atrasado y no terminara en la calle. Ahora Eric y Butters estaban bastante bien, pero ambos tuvieron que encontrar maneras creativas de explicar y justificar por qué pasaron de una universidad prestigiosa a una institución de tercera categoría. Encontrar una forma de escapar de la sombra de los rumores y explicar por qué sus antiguos profesores en la universidad de élite se negaban a extender palabras positivas cuando un empleador prospectivo se ponía en contacto con ellos interesado en su pasado. Entonces, Butters escuchó la voz de Kyle llamando a su amigo, y finalmente vio a Kyle de pie a tres mesas de distancia, junto a otro invitado recién llegado que era lo suficientemente importante como para requerir la atención de ambos anfitriones. Eric hizo un gesto a Bradley y Butters que parecía decir “el deber llama” pero Butters no prestó atención. Estaba mirando a Kyle, y Kyle lo miraba de vuelta. El pelirrojo podía haber cambiado mucho y, al mismo tiempo, absolutamente nada. Ahora había culpa y remordimiento en sus ojos verdes; pero también esa pizca de desafío que siempre le daba antes de que todo se fuera en picada. También había una promesa de que hablarían después. Había dos razones por las que Butters y Kyle nunca tuvieron una relación cercana, aunque las circunstancias los obligaron a pasar horas juntos. La primera era que competían entre sí en clase. La segunda era, como no, Eric. Butters no se consideraba un amigo pegajoso o entrometido. De hecho, Butters era bastante comprensivo y siempre encontraba algo que hacer cuando Eric y Kyle lo echaban del dormitorio porque querían pasar tiempo privado a solas. El problema era que Butters y Eric compartían cosas que Kyle y Eric nunca compartirían; y eso molestaba a Kyle. Butters se preguntó qué diría ahora Kyle si supiera que después de que la vida de él y Eric se fuera al drenaje y, en su momento más vulnerable, Eric le había dicho a Butters que siempre sería la persona más importante en su vida. Que era lo mínimo que le debía. Butters sacudió ligeramente la cabeza y trató de mantener una mirada indiferente mientras señalaba a Bradley que debían caminar hacia sus asientos. Afortunadamente, les asignaron una mesa lejos de sus ex compañeros de universidad. Una vez sentados, Bradley notó que los hombros de Butters estaban tensos. Así que asumió su rol de apoyo, concentrándose en distraer a Butters conversando con él y saludando a las otras personas en la mesa. Algunas eran caras conocidas para Butters porque eran invitados de Eric. Butters se fue relajando gradualmente cuando los brazos de una mujer lo rodearon por detrás. Al principio se sobresaltó, pero pronto reconoció el perfume y la voz de la señora Cartman. La mujer pasó los primeros minutos expresando cuánto lo extrañaba, y cuando notó a Bradley, asumió que estaban en una cita. Ninguno de los dos tuvo el corazón de corregirla, al ver cómo sus ojos brillaban mientras decía que había esperado tanto para ver a su hijo feliz. Estaba extasiada al saber que Butters también prosperaba. Lo que fuera que eso significara. Bradley asintió y sonrió mientras Liane le decía que quería a Butters como a un segundo hijo y que era un buen chico que Bradley debía cuidar bien. —Lo siento por eso —se disculpó Butters cuando la mujer finalmente se fue a saludar a otros invitados. —No hay nada de qué disculparse. No me importa que la gente piense que somos más que amigos —dijo él, intentando sonar casual, pero para Butters, las mejillas calientes de Bradley indicaban que al menos se sentía un poco incómodo—. La señora Cartman tenía razón, eres extraordinario. ¿Por qué debería sentirme avergonzado de que me vean contigo? Si acaso, es un honor. Butters inclinó la cabeza y sintió que sus mejillas también se calentaban. No estaba acostumbrado a recibir palabras de aliento. Sus padres rara vez lo elogiaban, así que nunca aprendió a aceptar comentarios positivos. —Creo que…—dijo Bradley, mirando directamente a Butters de forma repentina. Parecía que iba a decir algo importante, pero terminó anunciando —Voy al baño.— Luego se levantó rápidamente y se fue. Butters sonrió a las demás personas en la mesa y, mientras aceptaba una nueva copa de vino de un camarero, no pudo evitar mirar discretamente hacia la mesa de sus antiguos amigos. Por mucho que hubiera pasado el tiempo, había hábitos que nunca morirían. Como cuando los ojos de Butters siempre se desviaban hacia donde imaginaba que estaría Kenny, y la decepción que se instalaba en su pecho cuando no lo encontraba allí. Cerró los ojos para reprenderse en silencio. Era muy probable que los discursos comenzaran pronto, y como Kenny no era del tipo que llegaba tarde, o al menos no solía serlo, era muy probable que no viniera a la fiesta. No sabía cómo sentirse al respecto. Desde el momento en que aceptó la invitación de Eric, todos los escenarios en su cabeza incluían un encuentro entre él y Kenny. Ya fuera que intercambiaran palabras o no, Butters se imaginaba compartiendo el mismo espacio con Kenny nuevamente, tal vez viendo su rostro reflejado una vez más en los ojos de Kenny. Ni siquiera había considerado que Kenny podría no presentarse. No había imaginado que le dolería tanto no poder verlo. Que Butters quisiera tanto ver a Kenny, aunque fuera solo por un momento, de nuevo. Tal vez Kenny estaba tan avergonzado que no se atrevería a mostrarse. O… Tal vez a Kenny no le importaba el pasado y no se veía afectado cuando supo que Butters era inocente. Quizás no le parecía relevante decirle a Butters que se sentía mal por todo lo que había pasado porque en realidad no se sentía mal. Habían pasado doce años. ¿Por qué le importaría a Kenny? Butters era el único que se preocupaba. Se sintió tan estúpido. El vino se le volvió demasiado amargo en la boca y dejó la copa sobre la mesa, pero lo hizo tan descuidadamente que la derramó, esparciendo el líquido rojo sobre la mesa y extendiéndolo por el mantel y la superficie de madera. El incidente no fue desastroso, pero la mujer sentada al frente de la mesa se levantó de inmediato con un pequeño grito, preocupada de que la bebida llegara a la tela blanca iridiscente de su vestido. —Lo siento mucho, lo siento mucho —se disculpó Butters, levantándose y tratando de limpiar el desastre agarrando todas las servilletas de tela a su lado antes de que un camarero se acercara a la mesa y se hiciera cargo de todo. Butters agradeció al camarero por la intervención y se disculpó de nuevo. Luego, sin pensarlo, miró hacia la mesa de sus antiguos amigos. Todos lo miraban, ninguno desvió la mirada mientras Butters encontraba sus ojos, y Butters sintió una renovada urgencia de vomitar. No pudo pensar en ninguna reacción que le permitiera mantener su dignidad, porque pronto escuchó una exclamación y al desviar la mirada en dicha dirección vio a Karen, la hermana menor de Kenny, que ahora agitaba la mano en el aire emocionada, saludándolo. Karen había estado sentada todo este tiempo en la mesa de la familia Kyle; y era la primera vez que miraba a su alrededor. Butters solo había conocido a Karen una vez, cuando él y Kenny ya habían llevado su amistad a un nivel sexual, y Butters aún no había sido rechazado por todos. Recordaba sentirse en las nubes ante la perspectiva de conocer a la querida hermana menor de Kenny y también recordaba cómo su ánimo se desplomó cuando Kenny lo presentó simplemente como un amigo. Karen y él se llevaron bien de inmediato, y parecía que la chica todavía mantenía una imagen positiva de él, ya que sonrió al reconocerlo. Desde lejos, Butters pudo leer sus labios mientras se disculpaba con los padres de Kyle, diciendo —Necesito saludar a alguien. Butters ya sabía que no estaba listo para hablar con nadie, mucho menos con Karen, así que aprovechó que la madre de Kyle distraía brevemente a Karen para salir apresuradamente del salón.
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