ID de la obra: 110

Crímenes de Caramelo

Slash
NC-17
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3
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autor
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planificada Maxi, escritos 99 páginas, 9 capítulos
Descripción:
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Capítulo 9

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Bradley salió de su habitación a regañadientes, pero acabó dirigiéndose al restaurante del hotel porque sabía que no había nada más que pudiera hacer por Butters. A medida que se acercaba al restaurante, el aire a su alrededor se llenó del aroma de huevos, tocino y tortitas. Su estómago gruñó, recordándole que habían pasado un par de horas desde su horario habitual de desayuno. Sin embargo, no se arrepentía. Había renunciado a desayunar para sentir un poco más el calor del cuerpo de Butters pegado al suyo. Suspiró suavemente. Sabía que era atrevido fingir que seguía dormido, pero llevaba tantos años enamorado de su jefe que no iba a desperdiciar la oportunidad de estar abrazado a él. Una mirada rápida al salón principal del restaurante reveló que el lugar estaba prácticamente vacío. Bradley tenía muchas opciones y estaba decidiendo sentarse en una mesa al fondo del restaurante cuando escuchó la voz de Cartman llamándolo. Al girarse, lo vio saludándolo con la mano desde una de las mesas cerca del bar. Bradley esbozó su sonrisa profesional y se acercó a la mesa. Él y Cartman mantenían una relación cordial, pero era temprano por la mañana, y la personalidad de Cartman siempre le resultaba excesiva. Cartman era conocido por usar frases enrevesadas y hacer comentarios que dejaban a Bradley sin saber si tomarlos como bromas o en serio. A menudo, por su propia salud mental, Bradley optaba por creer que las declaraciones más ofensivas de Cartman eran solo bromas. También se convencía de que las actitudes casi sociópatas de Cartman eran beneficiosas porque esos aspectos de su personalidad eran los que lo hacían tan exitoso. La verdad era que Eric era un gusto adquirido, y a Bradley le tomó tiempo entender por qué Butters estaba tan apegado a él. Después de verlos pasar tiempo juntos a lo largo de los años, y especialmente tras conocer su pasado compartido, comprendió que lo que existía entre ellos, más allá de la lealtad y la amistad, era codependencia. El inminente matrimonio de Cartman fue una revelación para Bradley, y después de escuchar a Butters confesar que no le molestaba que Cartman se casara, sino con quién se iba a casar, Bradley finalmente entendió que el brillo en los ojos de Butters al mirar a Eric era admiración, no amor no correspondido. Y eso significaba que Bradley tenía una oportunidad con su jefe. Algo que durante mucho tiempo creyó imposible. —Buenos días —saludó Bradley al llegar a la mesa y jalar una silla para sentarse. Su sonrisa ahora era genuina porque, aunque odiaba ver a Butters tan vulnerable y afectado, la situación actual le permitía demostrarle cuánto le importaba. Y eso lo hacía feliz. Quería que Butters supiera que, si se lo permitía, él estaría a su lado en las buenas y en las malas. Acompañando a Eric en la mesa estaban su prometido y otras tres personas que Bradley recordaba haber visto brevemente la noche anterior. Cartman dio un gran sorbo a su vaso de jugo antes de señalar con el dedo índice a sus acompañantes. —Bradley, estos dos son Wendy y Stan, los hippies; este es Kenny, el traidor, y ya conoces a mi Kyle. Todos, este es Bradley, el novio de Butters. Bradley sintió un cosquilleo en las puntas de los dedos y su rostro se sonrojó al ser presentado como el novio de Butters. Miró brevemente a todos en la mesa, con la lengua trabada entre saludarlos y aclarar que él y Butters aún no salían. Antes de que pudiera hablar, Wendy intervino. —Cartman —lo reprendió, con un medio giro de ojos, la única que reconoció la forma en que todos habían sido presentados. —¿Qué? —preguntó Eric, fingiendo inocencia. —Eh, un gusto —logró decir finalmente Bradley. —Encantada, Bradley —continuó Wendy—. Stan y yo no somos hippies. Solo trabajamos en el Centro Horizonte Azul, y Cartman se prendería fuego antes de luchar por una causa que no lo hiciera más rico. —Perdón, quise decir hippies comunistas —corrigió Cartman. Bradley miró entre Wendy y Eric, sin saber si reír o mantenerse serio. La expresión de Wendy sugería que estaba irritada pero divertida. Stan negó ligeramente con la cabeza, pero tampoco parecía particularmente molesto. —Centro Horizonte —dijo Bradley—. Seguí su caso contra la cadena de supermercados Yu-Mart Max de cerca. Me pareció muy interesante cómo lograron datar las violaciones cometidas en los últimos cincuenta años. ¿Cómo manejaron un caso tan grande? —Fue complicado —respondió Wendy, con una sonrisa satisfecha jugando en sus labios—. Tuve la oportunidad de colaborar en parte de la investigación, pero quien lideró el caso fue Nicole. Planeo verla más tarde; si te interesa, puedo presentártela. Ella puede explicar en detalle cómo realizó las entrevistas y recopiló los datos. Pero te advierto que, una vez empieza a hablar de trabajo, no hay quien la detenga. —¿En serio? Claro que me interesa —respondió Bradley con entusiasmo, aunque su entusiasmo se atenuó cuando se esuchó un suave resoplido quie hizo Cartman—. Si no es molestia, claro. —No es molestia en absoluto. —No sabía que también te gustaban las cosas hippies —dijo Cartman, llevándose a la boca un trozo de queso, jamón y aceitunas. —Encuentro tanto las dimensiones financieras del derecho como sus diversas ramas igual de fascinantes —respondió Bradley con confianza, recuperándose de su tropiezo anterior. Sabía que cualquier señal de debilidad frente a Eric era una desventaja. Y haber dejado que el resoplido de Cartman apagara su entusiasmo había sido precisamente eso. Que el tono de seguridad regresara a su voz pareció tener un efecto positivo en Eric, quien sonrió suavemente, como si se sintiera complacido de que Bradley hubiera respondido correctamente una pregunta hecha por un reclutador de recursos humanos. —Entonces —dijo Kyle tras un momento de silencio,— ¿eres el Bradley que trabaja con Butters? —Sí, trabajamos juntos —Bradley recordó las veces que se había negado a dejar que Kyle se comunicara con Butters y sintió una punzada de vergüenza. Kyle asintió levemente, como si procesara la información. —¿Eres abogado en su firma? —Paralegal, o, bueno, en realidad, ahora soy un asistente. Aún me quedan algunos exámenes, pero estoy por terminar mi carrera técnica —dijo Bradley, repitiéndose internamente que no debía avergonzarse ni sentirse nervioso bajo la mirada de todos. Por el sonido de su propia voz, creyó que estaba logrando sonar despreocupado. Aunque no sabía por qué sentía esa necesidad tan fuerte de proyectar una personalidad firme. Tal vez era la vibra que todos le transmitían. Tras un momento de silencio, quedó perfectamente claro que todos, excepto Cartman, estaban bastante interesados en él, y no sabía por qué. Pero tenía una vaga idea, que se confirmó cuando Cartman empezó a sonreír. —Ah, sí. Butters está saliendo con su subordinado directo. —Hizo una pausa y luego continuó hablando. —Y, para que lo sepan, Butters no solo es el jefe de Bradley. Le lleva como diez años. No es que a alguien deba importarle. Y si a alguien le importa, probablemente sea solo porque está celoso de no poder ligarse a alguien de veintitantos —mientras hablaba, Cartman agitó la mano en un gesto que pretendía ser casual, pero que claramente iba dirigido a Kenny. —Ocho años —corrigió Bradley. De todas las cosas que se habían dicho, sentía que esa era la aclaración más importante, porque sus amigos cercanos solían reprocharle precisamente eso—. Además, no estamos saliendo. Te lo dijimos ayer. Bradley, por supuesto, adoraba la idea de que lo llamaran el novio de Butters, pero dado que Eric estaba enfatizando la edad de Butters y su puesto como jefe, Bradley no quería que hubiera ningún malentendido. Suponía que todos en la mesa, al ser amigos de Eric, compartían su retorcido sentido del humor, pero Bradley jamás permitiría que se retratara a Butters en una mala luz. De hecho, tenía claro que, si alguna vez él y Butters acababan en una relación, tendría que renunciar a su trabajo. No porque desconfiara de Butters, sino porque jamás lo pondría en una situación que despertara el deseo de chismes de los demás. El ceño de Kyle se frunció más mientras le lanzaba una mirada fulminante a Eric, quien respondió con un giro de ojos. —Qué manera de arruinar la diversión —murmuró para sí, aunque como Bradley estaba junto a él, lo escuchó perfectamente. —¿No están saliendo? —preguntó Kenny, con una voz y unos ojos llenos de una felicidad casi inquietante. —No... —respondió Bradley con cautela, y reconociendo la incómoda tensión en su pecho, siguió hablando —Aún no. —Pero no están saliendo —afirmó Kenny, con tono categórico. Bradley frunció el ceño. —Quiero decir, no estamos saliendo oficialmente, pero vinimos como pareja. Así que, para el caso, es casi lo mismo. —Esperaba internamente que Butters no se enterara de esto antes de que él tuviera la oportunidad de confesarle sus sentimientos. Estaba esperando hasta obtener su nuevo título, pero probablemente tendría que apresurarse y contarle todo cuando regresaran a casa. —Casi lo mismo no es lo mismo —dijo Kenny lentamente, con la voz bajando una octava. A Bradley Kenny le caía oficialmente mal. Especialmente ahora que pensaba con detenimiento y recordaba haber encontrado a Butters mirando a Kenny en los escalones de la entrada principal del hotel. Bradley tenía claro que, aunque Kenny y Butters no hablaran, algo estaba ocurriendo entre ellos. Además, anoche Butters había estado mirando en dirección a Kenny; y Karen había mencionado que su hermano, Kenny, había echado de menos a Butters todos esos años y quería hablar con él. Aislados, esos eventos no parecían importantes, pero ver a Kenny tan obsesionado con la idea de que Bradley y Butters no eran novios todavía le decía algo. Algo que no le gustaba. Era claramente celos lo que oía en la voz de Kenny, y Bradley estaba experimentando un sentimiento similar. Ese sentimiento lo impulsaba a mencionar que él y Butters habían dormido abrazados la noche anterior, pero no tuvo oportunidad de hablar, porque apareció el camarero que finalmente estaba libre para tomar su orden. Pero estaba bien, Bradley no debía apresurarse ni perder la compostura. Durante el resto del desayuno, la conversación entre todos fue un poco menos incómoda, pero de vez en cuando Cartman decía algo para disminuir sutilmente a Kenny. Por ejemplo, se burló del último cliente de Kenny, el que lo hizo viajar a Londres, diciendo que cuando uno pensaba en piratería moderna en aguas internacionales, imaginaba una red sofisticada de criminales, no al cliente de Kenny, que era un viejo loco disfrazado de pirata de Hollywood, con loro al hombro, abordando barcos para reclamar joyas a personas en cruceros. Cartman dijo algo como que ningún abogado que se respetara a sí mismo debería sentarse en un tribunal a defender a un bufón loco, pero que, si alguien tenía el perfil perfecto para parecer un tonto, ese era Kenny. Kenny no parecía particularmente ofendido por las palabras de Cartman, pero tampoco parecía estar prestando atención. Kyle, en cambio, sí se ofendió en nombre de su amigo, aunque se mordió la lengua y nadie dijo nada hasta que Stan decidió enfrentarlo. —Ya basta, Cartman —Stan iba a hacer un discurso, pero lo interrumpió Kenny poniéndose de pie. —Tengo que irme, nos vemos luego —dijo mientras llamaba al camarero para pagar su comida. —No, Kenny, no le hagas caso a Cartman —intentó retenerlo Wendy. —¿Eh? —Kenny, al ver la expresión confundida de Wendy, negó ligeramente con la cabeza—. Está bien. No escuché nada de lo que dijo. —Y con eso, se fue de la mesa, lanzando una mirada breve a Bradley, quien le devolvió la mirada con desafío. Incluso después de que Kenny se fue, Kyle y Stan siguieron interrogando a Bradley, intentando sacarle información con una táctica bastante agresiva, pero él esquivó todas las preguntas con habilidad. Conocía todos los trucos para no verse acorralado y revelar cosas de sí mismo. Cosas como que lo habían echado de su casa antes de terminar el instituto y que tuvo que valerse por sí mismo, ya que la homofobia se extendía a toda su familia, y ninguno lo ayudó. Bradley tuvo la suerte de encontrar un amigo cuyos padres le ofrecieron techo y comida, pero tuvo que trabajar duro para cubrir sus necesidades no esenciales y poder mudarse. No podía seguir sintiéndose como una carga para personas que no le debían nada, sin importar cuántas veces le dijeran que lo cuidaban con gusto y que no tenía por qué sentirse en deuda. Así que, en lugar de responder las preguntas de Kyle y Stan, Bradley aprovechó cada oportunidad para desviar la conversación, hablando de temas aleatorios o intentando saber más sobre las personas en la mesa. Esto era fácil porque Cartman, de algún modo, estaba de su lado, guiando la charla hacia temas triviales. Unos minutos después, Bradley empezó a preocuparse. Se dio cuenta de que Butters estaba tardando demasiado en llegar al restaurante y decidió que lo mejor era ir a buscarlo. Llamó discretamente al camarero, que se acercó enseguida y justo cuando estaba por pedir que le cargaran su parte de la cuenta a su tarjeta, una mujer pelirroja apareció de repente en la mesa, interrumpiendo la conversación de todos con una voz aguda, rápida y angustiada. —¡Chicos, vengan conmigo ahora! —hizo un gesto con la mano, indicando que la siguieran fuera del restaurante. —¿Qué pasa? —preguntó Wendy de inmediato, levantándose de la mesa y buscando su bolso. —Es Kenny, se cayó por las escaleras. —¿Qué? —Kyle y Stan también se levantaron. —El médico del hotel lo está revisando; la ambulancia ya viene en camino. Apenas terminó de hablar, todos en la mesa corrieron hacia la recepción. Cartman le dijo al camarero que cargara toda la cuenta a su tarjeta, pero Bradley se quedó un momento más para pagar sus alimentos. La calma de Bradley desapareció al llegar a la recepción y tener una vista clara de la parte baja de las escaleras. Allí, vio a Kenny tirado en el suelo. Arrodillado a su lado estaba quien parecía ser el médico del hotel y, al otro lado, también arrodillado, Butters. Leopold tenía una expresión mezcla de horror y desesperación, las manos le temblaban violentamente, y parecía contenerse para no tocar a Kenny, agarrarlo de la ropa y sacudirlo mientras le pedía que por favor despertara. —Dios mío. ¿Cómo está? —exclamó Wendy, mientras Kyle y Stan se acercaban lo más que podían antes de que una enfermera los detuviera. —Por favor, aléjense y déjennos manejar la situación —dijo la enfermera con calma, intentando tranquilizarlos. —¿Qué pasó? —preguntó Kyle. —¿Es usted familiar del paciente? —Soy su amigo, Kyle Broflovsky. Él es un invitado de mi recepción de anoche. La enfermera asintió. —Está bien, señor. Lo siento, pero no sabemos nada de lo que ocurrió antes de que nos llamaran. Aún estamos evaluando la situación. Como su amigo está inconsciente, lo mejor será esperar a la ambulancia para trasladarlo al hospital. —Oye, Butters, ¿tú sabes qué pasó? —preguntó de pronto Stan. A diferencia de Kyle, no había pasado por alto el hecho de que Butters ya estaba allí desde antes. Al escuchar su nombre, Butters se sobresaltó, con un espasmo violento e involuntario que hizo temblar aún más sus manos. Levantó la cabeza de golpe, con los ojos abiertos y desenfocados, como si lo hubieran sacado de un sueño perturbador. —Yo… —No sabía qué decir, pero su reacción lo decía todo. Para un grupo de abogados experimentados, la culpa era evidente en su mirada. —¿Qué pasó? —repitió Stan, esta vez con más seriedad. —Estábamos… —Butters dudó, encorvándose ligeramente—. Habíamos terminado de hablar, pero él me seguía y yo… yo no quería hacerle daño —terminó en un susurro. —¿Qué? —preguntó Kyle, desconcertado. Pero Butters apretó los labios como si los hubiera sellado. —Los vi antes de ir a buscar al doctor —intervino Red en un murmullo—. Estaba por hacer el check-out en recepción cuando vi a Butters alejarse de Kenny, pero Kenny no lo soltaba, así que Butters lo empujó por las escaleras. —¿Cómo... lo empujaste por las escaleras? —acusó Stan a Butters. —¡No! —Butters finalmente se puso de pie y dio un paso atrás, alejándose de Kenny. Bradley, al notar la expresión angustiada de Butters, dio un paso adelante, con la intención de hacer algo, lo que fuera, por él, pero antes de que pudiera reaccionar, Cartman apareció de repente a un lado de Butters y le rodeó los hombros con un brazo, protegiéndolo. —Entonces, ¿por qué dijiste que no querías hacerlo? ¿Qué fue? ¿Lo empujaste o no? Seguro que hay cámaras de seguridad, así que da igual si mientes. —Cierra la boca, Marsh —dijo Cartman con el tono más frío y lleno de odio que pudo reunir. Stan frunció el ceño, pero obedeció. No necesitaba decir más; todos ya estaban mirando a Butters con ojos acusadores, haciéndolo temblar aún más. Aferrándose con fuerza a Eric, Butters buscó el apoyo que necesitaba para mantenerse en pie y no derrumbarse bajo la presión. Incluso hundió la cara en el hombro de Eric. —Está bien, vamos a calmarnos —dijo Kyle, aunque su expresión amarga dejaba claro que estaba tan enojado como Stan y odiaba lo que veía. Por suerte, en ese momento llegó la ambulancia. Los paramédicos, empujando una camilla, se acercaron y comenzaron a preparar a Kenny para el traslado. Todos se hicieron a un lado para dejarlos trabajar y Bradley aprovechó para acercarse a Cartman y Butters, que se habían apartado más que el resto. —Butters, ¿estás bien? —preguntó Bradley, mordiéndose el labio antes de hablar. Butters apenas lo miró, negándose a soltar a Eric o apartar la vista de los paramédicos que cargaban a Kenny en la camilla. —Estoy bien. —Bradley —dijo Eric, con voz aún más seria—. Lleva a Butters a tu habitación. —Luego se dirigió a Butters—. No te preocupes, yo me encargo de todo. Eric intentó empujar a Butters hacia Bradley, pero Butters lo agarró del brazo y no lo soltó. —No. Quiero ir al hospital —dijo. Eric negó con la cabeza, pero una sola mirada a los ojos de Butters le dijo que, dijera lo que dijera, él iba a ir al hospital con los demás. —Urgh, está bien. Unos minutos después, Bradley se encontró al volante del coche de Butters. Los coches de Eric y Stan iban delante de él, detrás de la ambulancia que abría paso. El sonido de la sirena retumbaba en los oídos de Bradley, un recordatorio del caos que aún seguía. A su lado, Butters era un manojo de nervios. Sus manos se retorcían en su regazo, entrelazaba los dedos y los liberaba en una danza silenciosa y frenética. Murmuraba, y cuando Bradley se esforzó por escucharlo, alcanzó a oír un tenue —No fue mi intención. Cuando por fin, llegaron al estacionamiento. Butters, como un resorte comprimido, se abalanzó hacia la manija de la puerta. —Espera —dijo Bradley con firmeza. —¿Qué? ¡Tengo que entrar! —Un minuto —dijo Bradley, manteniendo la voz tranquila—. Estás demasiado alterado, Butters. Tienes que calmarte. Esto no te hace bien. —Pausó, mirando hacia la entrada del hospital—. Probablemente le estén haciendo algún estudio ahora. Podemos tomarnos un minuto para respirar. El rostro de Butters era un reflejo de ansiedad. —Tengo que ver cómo está Kenny… Esto es culpa mía. —Butters —dijo Bradley, posando una mano en su brazo—. Entrar así no va a ayudarle. Y mucho menos a ti. Confía en mí, esperemos unos minutos, tranquilicémonos, y después entraremos juntos. —Pero... —¿De verdad fue tu culpa? —preguntó Bradley, adoptando el enfoque de un abogado—. Porque si lo fue, entonces sería mejor que hablaras con Cartman antes de entrar. Dijo que él se encargaría. Butters, piensa con lógica. Por favor. Butters lo miró, con el pecho agitado. Abrió la boca, pero la cerró sin decir nada, con la vista saltando entre las puertas del hospital y los ojos firmes de Bradley. Tras un largo y tenso momento, se dejó caer nuevamente en su asiento, exhalando con resignación. —Está bien —susurró, apenas audible—. Está bien. Unos diez minutos después, Bradley inhaló profundamente y volvió a hablar. —¿Quieres contarme qué pasó? —preguntó con suavidad—. ¿Por qué dices que fue tu culpa? No fue tu intención, ¿verdad? La voz de Butters fue apenas un susurro al responder. —Ken... él vino a buscarme y quería hablar. —Pausó, con las manos aún retorciéndose—. Estábamos hablando, pero... no pude soportarlo. Simplemente... tenía que irme. —¿Y luego? —Me siguió —continuó Butters—. Me agarró del brazo y... lo empujé. No quise hacerlo. Lo juro. Pero... en el fondo... tal vez. Por lo que dijo. —¿Qué dijo? Los ojos de Butters se llenaron de lágrimas, y tragó saliva con fuerza. —Dijo... —Se detuvo. Sus labios se entreabrieron, pero no salieron palabras. —Butters —comenzó Bradley, con voz baja y vacilante—, sobre él... cuando hablabas de esos amigos de la universidad, los que... ya sabes, te dieron la espalda. ¿Era él... uno de ellos? —Ken no era solo un amigo. No realmente. Él fue... todo, durante mucho tiempo. —Hizo una pausa—. Lo amé, y luego... simplemente me dejó. Después de todo lo que le permití hacer porque fui tonto, muy tonto... no, sigo siendo tonto, porque todavía lo amo —susurró lo último. Bradley sintió como si le hubieran dado una bofetada, un golpe tan fuerte que le dolía hasta el alma. Durante tanto tiempo estuvo convencido de que Butters estaba fuera de su alcance, y había aprendido a vivir con ello, hasta que creyó tener una oportunidad... y ahora, tan rápido como había llegado, esa oportunidad parecía nunca haber existido. Luego miró atentamente a Butters y frunció el ceño. Sabía que todo había sido un malentendido, pero no podía comprender cómo ni por qué alguien le daría la espalda a Butters, la persona más amable y maravillosa que Bradley había conocido. Él nunca abandonaría a Butters. Sí, Butters estaba enamorado de otra persona, pero Bradley sabía que no había manera de que Butters volviera con alguien que lo había lastimado. Y Bradley tampoco permitiría que alguien así volviera a lastimarlo. Nunca. Butters había sido un rayo de esperanza cuando más lo necesitaba, y ahora era el turno de Bradley de serlo para él. —¿Estás listo para entrar? —preguntó, con la mano sobre la manija de la puerta. Butters miró la imponente entrada del hospital, un destello de duda cruzó su rostro. Sin embargo, un momento después, dijo con firmeza —Sí. El blanco estéril de la sala de tomografía comenzó a definirse poco a poco. Kenny parpadeó, sintiendo los párpados pesados. Estaba recostado sobre una mesa dura, no incómoda, pero definitivamente no cómoda. Intentó cambiar de posición para estar más cómodo cuando una voz suave y delicada pronunció su nombre. —¿Señor McCormick? ¿Puede oírme? Una enfermera apareció en su campo visual. Llevaba un uniforme azul y el cabello recogido en una coleta. Parecía tener unos cincuenta años; las arrugas alrededor de sus ojos así lo indicaban. Eso le hizo sentirse tranquilo. Las enfermeras mayores tienen más experiencia y suelen ser más directas al responder sobre el estado de un paciente. —Sí. ¿Estoy en el hospital? —preguntó, solo para asegurarse. No tenía idea de cómo había llegado ahí. Lo último que recordaba era estar en el hotel, desayunando. —Sí. Tuvo una pequeña caída y lo trajeron para una tomografía. Todo se ve bien, pero tendrá que descansar un poco antes de que lo traslademos a su habitación. —Está bien —aceptó en voz baja, luego cerró los ojos y suspiró profundamente. Ahora lo recordaba. Había salido del restaurante buscando a Leo, sintiendo una necesidad desesperada de encontrarlo y decirle cuánto lo lamentaba. No solo porque no quería esperar más, sino porque Bradley le había dicho que Leo estaba soltero, aunque estaban a punto de no estarlo. Una sonrisa amarga apareció en su rostro. No tenía idea de por qué había corrido como un tonto, como si no supiera ya que nunca tuvo una oportunidad. Qué estúpido. Siempre supo que a Leo no le gustaba que le dijera que lo amaba, y aun así se lo dijo. Y eso hizo que luego, antes de la caída, viera en el rostro de Leo una expresión de asco. Ese recuerdo dolía más que el golpe en la cabeza. Fue realmente estúpido pensar que, después de todo lo que había pasado, Leo podría tener otra reacción que no fuera el rechazo. Después de tanto tiempo, Kenny seguía siendo ese chico ingenuo que creía que abrir su corazón en una confesión sincera y espontánea lo llevaría a alguna parte. Kenny no era del tipo que se enamora a primera vista, pero si alguien le preguntara, diría sin dudar que amó a Leo desde el momento en que cruzaron caminos. No hubo escapatoria para él. Leo era todo lo que Kenny buscaba en una pareja: atractivo, amable, inteligente, con un sentido del humor parecido al suyo y los mismos gustos y desagrados. Fue muy fácil hacerse amigos, y aún más fácil enamorarse perdidamente. El problema principal era que Butters era completamente ajeno a cualquier intento de avance de Kenny. Cada toque intencionado, cada comentario, cada indirecta, completamente ignorados. Kenny no diría que odiaba la inocencia —o más bien, la estupidez— de Leo, pero sí se interponía entre ellos. Por ejemplo, hubo una vez que Kenny le dijo a Leo que no solo era listo, sino también guapo, y, por un motivo que Kenny no lograba comprender, Leo pensó que le estaba pidiendo ayuda con la tarea. Kenny se habría lanzado al ruedo y apostado todo siendo directo, si no fuera por el miedo de arruinar su relación con Leo. Porque a veces, su inseguridad lo dominaba, y pensaba que quizás Leo no era tan despistado. Quizás solo fingía no notar los avances de Kenny para evitar rechazarlo y que todo se volviera incómodo. El problema era que por cada situación que le gritaba a Kenny que Leo compartía sus sentimientos, había otras cien que decían que simplemente Leo era así. Leo sonreía, tocaba y elogiaba a cualquiera —especialmente, y de manera nauseabunda, a Eric. En sus peores días, Kenny solía preguntarse qué tan especial era él realmente para Butters. Se torturaba con escenarios de rechazo, fantaseaba con momentos románticos y apasionados. La mayoría del tiempo guardaba esos pensamientos para sí mismo, pero otras veces hablaba de sus sentimientos con sus amigos sin darse cuenta, o sin importarle, que estaba siendo molesto. —Solo pídele que sea tu novio —le dijo Craig una de las tantas veces en que Kenny volvió a hablar del tema. Stan y Kyle también estaban ahí. Los cuatro estaban reunidos en la habitación de Kenny y Kyle, trabajando en un proyecto grupal—. ¿Quieres que le diga a Tweek que le pregunte a Butters si siente algo por ti? Kenny negó con la cabeza. —Leo es despistado, pero no tanto. Sabrá que lo mandaste tú y que fue por mí. —Que por fin capte la indirecta podría quitarnos un problema de encima. Y sí, digo "problema", "quitarNOS", porque no paras de hablar de eso, y estamos atrasados con el proyecto —Craig señaló su computadora. Los tres, más Wendy, que, como novia de Stan, sabía tanto o más que él, sabían perfectamente que Kenny estaba enamorado de Leo. Lo habían visto suspirar por él con paciencia y sin decir nada durante mucho tiempo, pero ahora estaba afectando a todos. La verdad era que Kenny estaba más insistente que nunca porque, desde que Eric y Heidi por fin habían terminado su tormentosa relación, Butters había estado junto a Eric todo el tiempo, y eso le quitaba toda esperanza a Kenny y lo hacía sufrir aún más. Cuando Kenny preguntó casualmente por qué Leo no podía simplemente dejar a Cartman solo y hacer cosas que realmente le gustaban, cosas que Cartman le impedía hacer, Leo simplemente dijo que le estaba ofreciendo apoyo moral. Pero la inseguridad de Kenny gritaba que la verdadera razón era que Butters veía una oportunidad con Eric ahora que estaba soltero. —Estoy de acuerdo con Craig. Deberías decirle lo que sientes —dijo Stan—. ¿Cuál es el problema? ¿De verdad crees que te dirá que no? Kenny bajó la mirada brevemente y luego miró a Kyle. La única vez que se atrevió a decir que sospechaba que Butters sentía algo por Cartman, todos le dijeron que estaba loco, que Butters simplemente era así. El único que no lo llamó loco fue Kyle. Sin embargo, ahora el pelirrojo suspiró. —Kenny, creo que tú y Butters tienen una oportunidad. Solo dile lo que sientes. Ese último empujón de Kyle fue lo que finalmente rompió el miedo de Kenny. Y así fue como, el jueves siguiente, Kenny, siendo un manojo de nervios, se acercó a Butters. —Hola, Leo —dijo cuando finalmente se encontraron en el pasillo. Acababan de terminar la tercera clase y tenían un par de horas libres. —¡Ken! ¡Hola! ¿Cómo has estado? —Leo sonrió de esa manera especial que siempre tenía cuando se encontraban, con los ojos brillando de felicidad. Butters llevaba unos jeans y un suéter negro con un patrón de huellitas de conejo blancas. Se veía tan lindo que Kenny sintió el impulso de pasar el dedo por la comisura de los labios de Leo, luego bajar por su cuello y finalmente acercarlo para besarlo. Solo pensarlo hizo que le sudaran las manos y se le agitara el aliento. —Bien, ¿y tú? —También bien —respondió Butters. El lenguaje corporal de Kenny era torpe, no sabía qué hacer con las manos ni dónde mirar. —Estaba pensando... ¿tienes planes este fin de semana? —No, ninguno —Butters hizo una expresión graciosa, como si intentara recordar si había anotado algo en un calendario imaginario. Kenny inhaló con lentitud. Era ahora o nunca. —Entonces... ¿te gustaría salir conmigo? La sonrisa de Leo desapareció brevemente, y sus ojos se abrieron al máximo, aunque solo por un momento antes de responder. —Uh, sí... ¿a dónde vamos? ¿Van a venir los chicos? —No —la voz de Kenny tembló—. Solo nosotros. Tú y yo... solos. O bueno, tal vez haya otras personas, porque hay gente en todas partes. No en todas partes, en todas partes, pero en lugares públicos, y... sí, habrá gente. Pero no gente que conozcamos. O, uh, que no conozcamos... pero sí. Solo nosotros. —Oh —el rostro de Butters comenzó a sonrojarse—. Entiendo. Está bien... sí, sí, claro. ¡Sí! Quiero decir, estoy libre. Kenny lo tenía todo planeado. Primero, llevaría a Leo a dar un paseo por el parque, donde le pediría que fuera su novio. Si todo salía bien, irían a un cat café y compartirían su primera comida como pareja. Si no… Kenny no quería pensar en eso. Ya había reservado la terraza del café y planeado decorarla con globos y flores con ayuda de sus amigos. Todos los gatos llevarían trajes diminutos y vestidos con estampados florales. Había considerado esparcir pétalos de rosa por el suelo también, pero no quería pasarse. Además, cuando fue a reservar el café y explicó su idea al personal, al principio pensaron que planeaba una propuesta de matrimonio. Aun así, Kenny no se echó atrás, aunque la idea le pareciera empalagosa en exceso, porque sabía que a Leo le encantaban esas cosas. Leo era la persona más fascinante que Kenny había conocido. Un día podía estar actuando con él las escenas más dramáticas de Depredador, y al siguiente explicarle con pasión todo el argumento del último juego de Hello Kitty mientras terminaba un ensayo titulado Regulaciones federales y sus efectos en los negocios. Al principio, cuando por fin llegó el fin de semana, todo parecía ir bien. Sin embargo, apenas unas horas antes de su cita con Butters, el móvil de Kenny vibró con un mensaje. Era Leo.       <[Hola]       <[lo siento]       <[pasó algo]       <[Ya no podré salir contigo] El tiempo entre el penúltimo y el último mensaje fue más largo que entre los demás. Y aunque Kenny leyó los mensajes en cuanto aparecieron en su teléfono, se tomó su tiempo para responder.                         [¿Qué pasó?]>                         [¿Puedo ayudarte en algo?]> Kenny respiraba despacio, tratando de ser paciente mientras esperaba la respuesta de Butters, aunque sentía que le faltaba el aire.       <[Es solo algo que tengo que atender]       <[Te escribo más tarde]                         [¿Estás bien?]>       <[Sí, estoy bien]       <[No te preocupes]                         [Entendido]>                         [Llámame si puedo hacer algo por ti]>       <[Gracias] Kenny suspiró. Al principio, solo estaba decepcionado. Luego, la tristeza se coló en su pecho, seguida de una leve sensación de pánico. Creía que Butters estaba lidiando con algo importante, no tenía razones para mentirle, pero aun así, era imposible no preguntarse si Leo simplemente no quería salir con él. Todavía con el ánimo por los suelos, Kenny fue al café a limpiar. Sus amigos, Stan, Kyle, Craig y Wendy, intentaron animarlo, diciéndole que estas cosas pasan y que eventualmente tendría otra oportunidad para confesar sus sentimientos a Butters. Sin embargo, ya no parecían tan seguros como a principios de semana. Wendy también intentó levantarle el ánimo asegurándole que era un chico atractivo y amable, y que, por supuesto, Butters diría que sí a salir con él. No tenía nada de qué preocuparse. Pero justo cuando Kenny empezaba a sentirse un poco mejor, Craig, sin pensar en las implicaciones de sus palabras, habló en voz alta. —Si Butters fingió una emergencia estúpida solo para dejarte plantado, me voy a enojar, porque nos hemos esforzado mucho con la decoración. —¡Craig! —lo reprendió Wendy al instante, notando cómo Kenny se encogía un poco—. Claro que Butters no fingió nada. Siguió un breve silencio. —Aunque —añadió Wendy—, si es una pena que todo esto haya sido en vano —hizo un gesto hacia las decoraciones antes de sonreír—. Butters tiene mucha suerte de tener a alguien tan romántico, considerado y atento enamorado de él —sus palabras claramente iban con segundas intenciones, ya que terminó la frase con una mirada directa a Stan. —¡Oye, yo también soy romántico y considerado! —protestó Stan, aunque su voz vaciló bajo la mirada poco convencida de Wendy. Wendy negó con la cabeza. —Tengo una idea para que tanto esfuerzo no se desperdicie. ¿Qué te parece si grabas un vídeo para Butters? Algo que puedas enseñarle cuando acepte ser tu novio. Puedes usar las decoraciones de fondo —dijo, señalando los globos y flores—. Será muy romántico y Butters lo tendrá como recuerdo de su primer día como pareja —estaba claramente entusiasmada con la idea. —Eh… —las manos de Kenny empezaron a sudar y el estómago se le revolvió—. No creo, no sé qué decirle. —Cosas bonitas, como por qué te gusta y eso. Craig intervino entonces, mencionando que a Tweek le encantaban esas cosas y que probablemente a Butters también, ya que eran parecidos en ese sentido. La sonrisa alentadora de Kyle y el “¿Por qué no?” de Stan terminaron por convencerlo. Kenny no había planeado abrir su corazón frente a nadie más que Leo, pero los demás estaban tan entusiasmados, sobre todo Wendy, que sintió que no tenía otra opción más que dejar que ella lo grabara. Envió a los otros tres a la habitación contigua y les prohibió espiar si no querían perderlo como amigo. Una vez a solas con Wendy, se colocó frente a la cámara, con las decoraciones de globos detrás de él, el rostro encendido mientras Wendy presionaba el botón de grabar en su móvil. —Leo… —comenzó. Al principio, pensaba seguir la sugerencia de Wendy y enumerar las innumerables razones por las que estaba agradecido de que Butters hubiera aceptado ser su novio, junto con todas las promesas que le haría sobre amarlo hasta el fin de los tiempos. Pero sin pensarlo, empezó a recitar las palabras que había ensayado para su confesión en el parque. —Cuando estoy a tu lado, me siento completo, seguro y feliz. Sé que somos amigos, pero con el tiempo, mis sentimientos han crecido y ahora… lo que siento por ti va más allá de la amistad. Estoy enamorado de ti. De tu sonrisa, tu inteligencia, tu amabilidad… de todo lo que te hace ser tú. Necesito que sepas que te amo. Te amo como amigo, te amo como persona, y te amo más de lo que jamás creí posible. Al principio, su voz temblaba, pero una vez que dijo “te amo” por primera vez, el resto de las palabras fluyeron con naturalidad, como un río. —Oh, eso no era lo que habíamos acordado, pero… ¡ha sido precioso, Kenny! —exclamó Wendy, con los ojos casi brillando de admiración. Kenny se llevó una mano a la cabeza y bajó la mirada, intentando ocultar su cara. —No sabía qué decir. Eso era lo que había planeado decirle en el parque… o algo así. No sé si podré decirlo tan bien cuando esté delante de él. —Bueno —Wendy revisó la grabación—. Ha salido bastante bien. Si crees que te vas a poner muy nervioso, siempre puedes enseñarle esto. ¿Aún quieres grabar el vídeo de recuerdo? Kenny negó con la cabeza. —No, no creo que pueda hacerlo de nuevo. —Entendido —dijo Wendy, y al notar lo avergonzado que estaba Kenny, decidió dejar el tema y, en cambio, preguntó— ¿Terminamos de limpiar? —mientras iba a la otra habitación a llamar a sus amigos para que ayudaran. Los cinco retiraron las decoraciones rápidamente, y cuando solo quedaban los globos pegados en la parte superior de la entrada al balcón, Kenny aprovechó para revisar su teléfono otra vez. Leo había respondido al mensaje que le había enviado una hora antes preguntando si estaba bien.       <[Todo bien]       <[Solo estoy un poco ocupado]       <[Te llamo luego] Kenny frunció ligeramente el ceño, pero se recordó a sí mismo que eso era lo esperado. Lo que hubiera surgido debía ser lo suficientemente importante como para que Leo cancelara su cita, así que, por supuesto, todavía estaría ocupado. Kenny había planeado todo su día en torno a Leo. Sus amigos habían asumido que estaría ocupado, así que hicieron planes que no lo incluían. Stan y Wendy iban a almorzar con los padres de Wendy. Craig y Tweek tenían una cita para ir al cine, y Craig había dejado claro que no quería un mal tercio. Kyle, siendo el nerd que era, había programado una reunión del club de debate para practicar sus técnicas de argumentación. Invitó a Kenny, pero Kenny no pensaba pasar su domingo debatiendo, especialmente cuando su plan original era pasar el día acurrucado con Leo o, en el peor de los casos, llorando en la cama por un rechazo. Así que, en su lugar, fue a su habitación, se aprovisionó de snacks y cerveza, y encendió la televisión. Cada tanto, revisaba su teléfono, esperando ver un mensaje de Leo o simplemente deseando que sonara. Pero nada. No podía concentrarse en la película. En parte porque extrañaba a Leo. En parte porque volvía a sentirse nervioso, como había estado toda la semana. Tendría que esperar a que Leo estuviera libre, y tal vez no se verían hasta la tarde siguiente. Eso significaba que Kenny tendría que cargar con su confesión mucho más tiempo del que había planeado. Ahora que había decidido confesarse, le resultaba imposible seguir guardando sus sentimientos. Kenny volvió a tomar el celular, y las palabras de Wendy cruzaron por su mente. Podía usar el vídeo para confesar. Si las palabras eran perfectas, no tendría que preocuparse por qué decir en el momento. Entonces, se le ocurrió otra idea y comenzó a escribir.       [No quiero interrumpirte]>       [mira este vídeo cuando estés libre]>       [🎥]> Dudó antes de enviar cada mensaje, pero una vez enviados, no había nada más que pudiera hacer. Nada más que sentir cómo le latía el corazón con fuerza. No iba a mentir, esperaba una respuesta inmediata. Pero, por supuesto, no la obtuvo, y eso estaba bien. Leo le había dicho que estaba ocupado. Kenny intentó concentrarse de nuevo en la película, pero en cuestión de minutos, ya tenía el móvil en la mano. Estaba pensando en borrar el vídeo y sus mensajes cuando vio aparecer una burbuja de escritura en el chat de Leo. Kenny sintió que dejaba de respirar. La burbuja permaneció durante uno, dos, tres, diez segundos, y luego desapareció. Leo había visto su mensaje. Había empezado a escribir algo. Pero se lo pensó mejor a mitad de camino. Kenny se negó a tomarlo como una mala señal. Tal vez Leo aún no había visto el vídeo. Tal vez solo había abierto el chat y estaba a punto de decir que lo vería más tarde. Tal vez ya había visto el vídeo y quería aceptar la confesión de Kenny en persona. Kenny volvió a dejar el teléfono a un lado y se obligó a mirar la televisión, tratando de no pensar en ello. Veinte minutos después, su móvil vibró. Kenny lo agarró de inmediato, pero para su decepción, no era Leo. Era Craig.                   <[¿Viste lo que publicó Butters? 😒]                   <[emergencia dijo] A Kenny se le hizo un nudo en el estómago. Craig no era de los que se pasaban el día en redes sociales, así que fuera lo que fuera que había visto en el perfil de Butters, Tweek debía habérselo enseñado. Kenny abrió rápidamente la aplicación y fue directo al perfil de Leo. La publicación más reciente de Butters, subida apenas unos minutos atrás, era una foto de él con Eric. Estaban en el parque de diversiones, sonriendo y haciendo signos de paz con los dedos, una montaña rusa al fondo. Los dedos de Kenny flotaron sobre la pantalla, a punto de volver a los mensajes, para confirmar que Leo no había respondido, cuando notó el pie de foto. @Butters_s - No hay otro lugar en el que preferiría estar 🎢🍿🎟️ Y justo debajo, el primer comentario. Era de Eric, y Leo ya le había dado “me gusta”. @Eric_TC - ¡El mejor fin de semana de todos! ♥ 1 Kenny no sabía qué pensar. O tal vez sí. No era estúpido. Solo que no quería enfrentarse a la realidad. Había sido rechazado. Y Butters ni siquiera le había dado la cortesía de una respuesta directa. Solo una indirecta. Silenciosa. Cuando Kenny finalmente se encontró con Leo el lunes, él le sonrió con timidez. —Sobre este fin de semana... —comenzó Butters lentamente, con la vergüenza evidente en su rostro. Kenny no quería ser rechazado directamente. Al principio, le había parecido insultante no haber sido rechazado cara a cara, pero ahora que estaba ocurriendo, se dio cuenta de que no quería pasar por eso en absoluto. —Lo entiendo —lo interrumpió—. No te preocupes. Está bien. Nosotros estamos bien. Tenías otras cosas que hacer. Suele pasar. Butters le lanzó una mirada confundida. —¿Estamos bien? —Sí. En fin, ahora soy yo quien tiene cosas que hacer. Nos vemos luego. —Ah... claro. Por supuesto. Hasta luego. Kenny pasó el resto de la semana evitando a Butters, rodeado de sus amigos, a quienes les había confesado todo. Stan y Wendy estaban moderadamente molestos con Butters. Kyle estaba furioso, aunque también tenía su propio problema con Cartman, así que, al igual que Wendy y Stan, se contuvo de decir demasiado. Craig, por otro lado, se sentía profundamente ofendido. Había pasado todo el fin de semana decorando, solo para que Butters hiciera eso. También le desagradaba la falta de valor de Butters. Kenny se sentía miserable. De verdad intentó mantenerse alejado de Leo, pero simplemente no pudo. Así que hizo lo posible por retomar su amistad. Durante un tiempo, todo pareció estar bien. Pasaron meses sin problemas. Hasta la fiesta en casa de Stan. Leo se veía demasiado atractivo esa noche, con ropa que normalmente no usaría, y Kenny no podía apartar la mirada. Ni siquiera se atrevió a alejarse, temeroso de que alguien más se le acercara a Leo. Y cuando lo vio con el corazón roto, porque Eric y Kyle finalmente habían dejado de dar vueltas y se habían hecho pareja oficialmente, Kenny no pudo pensar en nada más. Lo besó. Creyendo, por solo un instante, que esa era por fin su oportunidad. Pero fueron Stan y Wendy quienes le recordaron que lo que había pasado entre él y Butters no era amor. Que o bien Kenny se había aprovechado de la vulnerabilidad de Butters, o Butters se había aprovechado de los sentimientos de Kenny para distraerse del hecho de que la persona que realmente amaba, Eric, ahora estaba con alguien más. Kenny no quería ser el tipo de persona que se aprovechaba de la vulnerabilidad de Leo. Por eso le pidió que se olvidara de todo y siguieran adelante. Pero tampoco quería ser el tipo de persona que no podía tener al que más amaba. Por eso se tragó el orgullo y le rogó a Leo que fueran amigos con derechos. Juró que no tenía segundas intenciones, que no intentaría hacer que Leo lo amara de vuelta, porque entendía sus sentimientos. Sentimientos que volvieron a hacerse dolorosamente claros cuando Butters eligió a Eric en lugar de a él. Y ahora, doce años después, seguían igual de claros. Kenny tenía una fea herida en la cabeza que lo demostraba.
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