Ámame | SuoSaku

Allá en las estrellas, Suo se ocultaba. Pero ese juego con la mente de Sakura Haruka no iba a durar eternamente. Sabía que su encuentro real se acercaba. Que nadie se atreviera a interponerse. Suo Hayato disfrutaba de ver a Sakura siendo tan ingenuo, quería comprobar su límite, saber cuánto podría sonrojar esas mejillas. Quería darle un mordisco y ver su nuevo movimiento que, por lo que había observado, seguramente sería Sakura invitándolo a una pelea para aclarar el asunto. Bueno, no le molestaba la idea. Fue un día de invierno cuando decidió bajar al mundo terrenal. La lluvia caía con fuerza, pero eso no lo detuvo. Caminó hacia la cafetería que Sakura solía frecuentar. Suo sentía su corazón acelerarse cada vez más según se acercaba el encuentro. Llegó a la puerta de la cafetería con el pelo goteando y su ropa empapada. No le importó. La puerta se abrió antes de darle oportunidad a pasar, el ojo visible de Suo se abrió en señal de sorpresa… Sakura Haruka estaba frente a sus ojos. Y, aunque sabía que se lo encontraría, sintió la presión de los nervios impropios en él. Sonrió con su característica sonrisa ladeando la cabeza, sus pendientes tintinearon. — Tú eres… — Susurró Sakura. Parecía en shock. Y, aún así, Sakura fue el que tomó la iniciativa de tomar su mano y alejarlo por las calles de la ciudad. Sakura intentó no pensar en lo natural que se sentía el toque del chico. El estómago de Sakura dio un vuelco cuando estuvieron a solas en un callejón sin salida. Prácticamente atrapados, o algo así. No lo pensó mucho antes de acorralar al chico del parche contra la pared. — ¿Te apareces en mis sueños y ahora cómo sé que de verdad eres real? —Preguntó Sakura, aunque fue más bien un grito. Suo sonrió, una suave carcajada se escapó de sus labios. — Te lo explicaré todo. — Susurró como si aquello por decir fuera un secreto, que en realidad lo era. Sakura frunció el ceño. — Espero que lo próximo que digas no sea una broma. — Advirtió, porque no tenía paciencia en ese momento y la lluvia caía sobre ellos. — Jamás bromearía. — Dijo Suo fingiendo ofensa con teatralidad. El agarre de Sakura sobre los hombros de Suo se intensificó. Estaba molesto, pero con las mejillas sonrosadas. Y en Suo crecía la necesidad de provocarlo más, ver cuánto más podría estirar el juego. Sin embargo, eligió decir la verdad, aunque no le fuera a creer. — ¿Si te dijera que te he esperado por siglos y que solo aparecí en tu sueño porque necesitaba conocerte me creerías? — murmuró Suo con la mirada seria dirigida a los ojos heterocromáticos de Sakura. Sakura aflojó el agarre. Se alejó un momento, arrugó la nariz y se llevó las manos a la cabeza. Frustración. Suo pensó que eso era mejor que rechazo o incredulidad. — Tienes que estar de broma. — Susurró Sakura. Pero en ese momento su cabeza dolía como si se abriera a un nuevo conocimiento. Suo sabía lo que pasaba, o tenía una idea. Atrajo a Sakura hacia él. Aún bajo la lluvia sintió el frío, pero no importaba. Suo estaba concentrado en otorgarle paz. O esa era una manera de llamar a posar sus dedos en la sien de Sakura y murmurar algo que no lograba entender el chico, pero que hacía que se sintiera bien. — Eres real. — Murmuró Sakura después de unos minutos. El conocimiento ya se había instalado en su mente. Y no paraba de repetir que Suo era real, como si fuera un mantra. Porque de repente su vacío no dolía, se sentía lleno en medio de la lluvia. Y deberían pensar en refugiarse. Para empezar, Sakura salió para irse a su piso. Suo leyó su mente, o eso pareció, Sakura no lo supo exactamente, solo que de repente aparecieron en el interior de un templo. Esperaba no estar soñando o pegaría a Suo Hayato.