ID de la obra: 1260

Jaekyung y Dan: ¡Hazme algo! (Jinx)

Slash
PG-13
En progreso
0
Tamaño:
planificada Midi, escritos 164 páginas, 57.286 palabras, 17 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

V

Ajustes de texto
CAPÍTULO 5: UNA CONVERSACIÓN NECESARIA «Si no me lo dices, nunca podré entenderlo. Si de verdad lo sientes, al menos demuéstralo». El silencio entre los dos continuó hasta que llegamos al hospital. Al ingresar a los estacionamientos, él ni siquiera esperó a que lograra estacionar en algún lugar. En cuanto detuve el auto, abrió la puerta y salió corriendo. Si no fuese porque íbamos a ver a su abuela, habría pensado que estaba intentando huir de mí. Mentiría si dijera que verlo alejarse de ese modo no causó un extraño dolor en mi pecho. ¿Qué sería de mí si volviera a desaparecer? Estacioné el auto mientras pensaba en lo doloroso que podría llegar a ser tener que renunciar a alguien como Dan, incluso si debía hacerlo por su propio bien. Yo solo quería ayudarlo a sanar las heridas que yo mismo causé, pero también sabía que todo mi esfuerzo podría ser en vano. ¿Cómo podré sanar las heridas que quedaron grabadas en su piel? ¿Cómo podré reparar todo el daño que permanece guardado en ese corazón que no puede odiarme? Tiene una imagen confusa de ti. La voz del doctor me dio algo de esperanzas frente al futuro incierto que se presentaba ante nosotros. Si eso fuera cierto, podría aprovechar este tiempo para inclinar la balanza a mi favor. En efecto, no hay razones válidas para que quiera que Dan tenga una buena opinión de mí, no cuando yo mismo sea incapaz de tenerla de ahora en adelante. Sin embargo, el miedo a que me abandonara otra vez era tan real, que mis rasgos narcisistas querían que él volviera a depender completamente de mí. Pero luego, mi parte más racional me recordaba que yo había lastimado a Dan por no saber lidiar con mis miedos y frustraciones... Extrañaba sus gestos, su sonrisa, su amabilidad, su preocupación... incluso cuando estaba siendo un maldito con él, Dan seguía ahí junto a mí, ofreciéndome más de lo que pedía, más de lo que el trato exigía. Y yo lo arruiné sin saberlo. Subí las escaleras pensando en esos momentos donde el maldito trato parecía desaparecer para ambos. Cuando cualquiera que nos viera pensaría que éramos una pareja... No, nunca sucedió algo así. Al menos, no desde mi perspectiva. Todos esos buenos momentos surgieron por iniciativa de Dan. Él era el único de los dos que se estaba esforzando por olvidar que estábamos juntos por culpa de la deuda. Y cada vez que lo lograba, yo era el primero en recordarle que, si no existieran la deuda ni mi maldición, jamás habría estado con alguien como él. Ojalá nunca lo hubiera conocido... Pero eso ya no iba a pasar. Debía hacerme cargo de todo lo que hice y, de algún modo, encontrar la manera en que Dan volviera a ser como era en un principio: alguien que ignoraba por completo la existencia de un bastardo como yo. Al llegar a la sala de espera, me encontré con una imagen realmente molesta. Kim Dan estaba rodeado de enfermeras, quienes lo saludaban de manera efusiva, invadiendo su espacio personal y tocándolo sin cuidado para comprobar que estuviera en buen estado. A pesar de sentirse incómodo al estar rodeado de tantas personas, Dan se limitó a sonreír y agradecerles por su preocupación. ¿Por qué demonios tenía que ser tan condescendiente? Nuestras miradas se cruzaron cuando busqué esconderme detrás de unos carteles, haciendo que mi corazón palpitara más fuerte al sentirme expuesto ante esos ojos que me miraban molestos sin perder su sonrisa amable. Solo yo podía hacer que alguien como él sintiera odio en su corazón. La ronda de preguntas continuó, centrada principalmente en su salud y en su renuncia al hospicio que yo mismo gestioné mientras estaba hospitalizado. Nuestras miradas se siguieron encontrando, y cada vez que lo hacían, mi corazón se agitaba con sentimientos que me eran difíciles de identificar, los cuales asocié en su mayoría a la vergüenza y la culpa que sentía al solo verle. Empuñé las manos con impotencia, queriendo golpear algo para quitarme esa extraña sensación de estar haciendo algo malo tan solo por mirarlo. Si no logro controlar lo que sea que me está pasando desde que me enteré de toda la verdad, el vivir juntos será un verdadero infierno si me sigo sintiendo de esta manera. Por más que me molestara verlo rodeado de personas, lo dejé tranquilo mientras se ponía al día con sus colegas. Después de todo, el doctor me sugirió que fuera comprensivo si no entendía ciertas actitudes de Kim Dan. Aunque claro, él no pudo decirme nada sobre mis propias acciones sin sentido ni explicación. ¿Por qué sentía esa necesidad de tomarlo entre mis brazos y alejarlo de allí para tenerlo solo para mí? ¿Cómo justificar que me molestaba tanto que esas enfermeras se tomaran tantas libertades al tocarlo? ¿Será que verlo tan indefenso despertaba mi instinto protector? ¿O quizás...? Cierto, ellas podían acercarse sin temor a dañarlo, y yo no. Eso debía molestarme. ¿Habrá estado alguna vez con una mujer? Su informe psicológico había sido muy específico al respecto. Si hubiese podido, me habría dado un puñetazo por imbécil. Siempre tendía a pensar que el fisioterapeuta contaba con una gran experiencia, cuando en realidad solo había estado con un bastardo en su vida: yo. Algunos pacientes también se acercaron a ver al fisioterapeuta. En su mayoría eran personas mayores, pero estaban acompañados de sus familiares, quienes se mostraban afectuosos con Kim Dan. Supongo que eso hablaba muy bien de su profesionalismo. Si no fuese por ese maldito doctor... podría haber sido un fisioterapeuta muy reconocido. Incluso podríamos habernos conocido antes de que yo fuera un luchador profesional, y las cosas entre nosotros habrían sido muy distintas si... No, en ese entonces tampoco habría sido bueno con él. De todos modos, tendré que encontrar la manera de encargarme de ese bastardo. En cuanto pueda, me enfocaré en destruir su carrera para que pague por todo lo que le hizo. Pero mientras tanto, me dedicaré a darle su lugar a Kim Dan, para que obtenga todo lo que se merece al convertirme, de nuevo, en un campeón. Cuando los demás visitantes repararon en mi presencia, luego de media hora —todo un récord para mí, considerando que no estaba ocultando mi identidad—, todos se acercaron en masa a pedirme fotografías y autógrafos. Era algo molesto, pero Kim Dan aprovechó esa oportunidad para escaparse y visitar a su abuela. El viaje a Seúl sería largo, por lo que necesitábamos irnos en un par de horas si no queríamos llegar de madrugada. En cuanto las cosas se calmaron, me dirigí a la habitación de su abuela para poder esperarlo afuera. Ojalá ella pueda convencerlo de que vuelva a trabajar conmigo... Yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que Dan recibiera un tratamiento de calidad en Seúl. Tanto que, si él me lo pidiera, lo traería todos los fines de semana para visitar a su abuela, si eso significaba que se iba a recuperar. Pero para eso, Kim Dan necesitaba renunciar primero a su cuidado. Me dediqué a recordar la conversación que tuvimos la última vez que nos vimos. —¿Mi Dan está enfermo? ¿Qué le pasó a mi pequeño? —Él... ha estado trabajando demasiado. Debió colapsar por la fatiga y su mala alimentación... —Está bebiendo de nuevo, ¿no es cierto? —¿Usted cómo lo sabe? —Soy su abuela, Jaekyung. Lo conozco desde hace mucho tiempo. —¿Y desde cuándo bebe? —Creo que comenzó cuando terminó la preparatoria. Vaya, me mintió cuando dijo que tenía problemas con el alcohol desde hace dos años. Y yo, muy estúpidamente, le creí. —Pensé que era algo más reciente. Sus ojos se entristecieron. —No, debió comenzar cuando tenía unos 17 o 18 años. —Entonces era muy joven cuando empezó a beber. —Debes entender que mi Dan tuvo que convertirse en adulto muy pronto —lo defendió—. Supongo que eso lo llevó a beber y a fumar como si su vida no importara. —¿Kim Dan también fuma? —¿Ya no lo hace? —negué con la cabeza—. Eso es un alivio, parecía una chimenea andante. —Sé que estoy siendo algo invasivo, pero... ¿me podría decir cuándo Kim Dan dejó de lado sus vicios? Me gustaría poder ayudarlo. —No fue hace mucho, creo que cuando comenzó a trabajar contigo. —¿Está segura? —Por supuesto. Tú has hecho que la mayoría de nuestros problemas desaparezcan. Eso debió tranquilizarlo lo suficiente como para no tener que recurrir a sus vicios de nuevo. —Yo... estaba pensando en llevarlo a Seúl. —Oh, me alegraría mucho que lo hicieras. —Pero no creo que él quiera. Yo cometí un error y lo culpé por perder la última vez. —¿Por eso decidió renunciar? —asentí—. Ya veo, eso explica por qué me trajo aquí. —Yo quiero que vuelva a trabajar conmigo. De esa manera, tendría un buen empleo y podría descansar. Si quiere, también puedo trasladarla a su antiguo hospital y... —No es necesario, Jaekyung. Yo debo quedarme en este lugar. —Kim Dan no querrá irse sin usted. —Lo sé, pero ya es hora de que haga su propia vida. A mí no me queda mucho tiempo. Me gustaría que comenzase a vivir por él y no por mí. —Él la ama mucho, señora. No diga que se va a ir. —Así funciona la vida, jovencito. Unos nacen y otros mueren, y pronto será mi turno de trascender. —A usted todavía le queda tiempo. Con un tratamiento más adecuado, podría... —¿Sabes? Antes me daba mucho miedo la idea de partir. Pero ahora sé que mi Dan no estará solo, y eso me tranquiliza. —¿Y si yo no soy alguien bueno para su nieto? Su mirada, llena de comprensión, me dio a entender que ella intuía que yo era en parte responsable del actual estado de su nieto. Y, aun así, estaba feliz de que estuviera ahí. —Oh, esa siempre es una posibilidad, cariño. Sin embargo, has venido hasta aquí, y eso significa que realmente te importa. Y eso me es suficiente. Luego de eso, me contó algunas cosas sobre la infancia de Dan. Él había sufrido mucho bullying escolar cuando era pequeño por ser pobre y huérfano, razón por la que comenzó a alejarse de todas las personas a medida que crecía. Por lo mismo, se terminó aferrando a su abuela todavía más. La ayudaba en casa y también en los pequeños trabajos que ella hacía en el vecindario. Nunca mencionó a sus padres, lo que daba a entender que no eran parte de su vida; podrían estar muertos o haberlo abandonado, pero no dijo nada al respecto. Solo habían sido ella y Dan contra el mundo. Eso me recordó mi propia situación. La única diferencia es que yo estuve solo hasta que el entrenador Namwook me encontró. —En la preparatoria las cosas no mejoraron mucho. En lugar de molestarlo, lo acosaban. —¿Le hicieron algo? —A veces llegaba golpeado, otras veces lo seguían a casa. —¿Alguna vez le dijo por qué? —No, pero supongo que era porque siempre fue lindo. Recuerdo que muchas niñas del vecindario estaban enamoradas de él. Quizás les molestaba que alguien como él acaparara toda la atención. —¿Y salió con alguna? Ahora que sabía todo, no habría hecho una pregunta tan estúpida. —No lo creo. Mi niño no tenía tiempo para eso. Ni siquiera tenía amigos; tú eres el primero que me presenta. —Vaya... —Por eso me alegra mucho que estés aquí y te preocupes por él. —Yo... cuidaré de Dan, no se preocupe. —¿Puedo pedirte un favor? —asentí—. Yo quiero que mi niño sea feliz, y no lo será si se aferra por siempre a mí. Cuando ya no esté, ayúdalo a que siga adelante. —Lo haré. —También quiero que seas feliz, Jaekyung. —Gracias. —Lo digo en serio. Tú te ves muy fuerte por fuera, pero sé que hay algo que te atormenta por dentro. —No es así, yo estoy bien. —Eso espero —puso su mano sobre la mía—. Al menos, apóyate en mi Dan cuando necesites descansar. Sé alguien que pueda cuidar en mi lugar. —No voy a ser una carga para su nieto. —Cuando hay afecto, cuidarnos mutuamente no es una carga. —Solo tenemos una relación laboral. —Hay muchos fisioterapeutas en el mundo, ¿no? ¿Por qué solo quieres trabajar con mi Dan? —Yo... —Sea lo que sea, espero que ambos encuentren la felicidad. De alguna manera, salí de allí intuyendo que su abuela sabía que yo era homosexual. Y, de ser así, creía que yo estaba enamorado de su nieto. ¿Ella pensará lo mismo de Dan? Teniendo en cuenta que nunca salió con una chica, su abuela podría haberse planteado esa posibilidad. Sin embargo, ahora que yo sabía la razón por la que nunca tuvo una relación, solo me quedaba preguntarme si también lo había forzado a estar con alguien de su mismo sexo sin quererlo. Después de todo, eran los hombres quienes parecían acosarlo, por lo tanto, puede ser que sienta un rechazo hacia ellos. Nunca se me ocurrió preguntarle al respecto. Solo asumí que también era homosexual al ver que no me rechazaba cada vez que... ¿De verdad piensa que podía negarme? Su voz resonó en mi cabeza con fuerza. Así es, no podía rechazarme, incluso si no le gustara. No tenía más opción que aceptar todos mis avances. Una enfermera entró a la habitación de su abuela después de un tiempo. Debían monitorear su condición varias veces al día, por lo que era común que lo hicieran incluso cuando tenía visita. Eso también sucedió cuando vine a verla hace dos días. Como la enfermera dejó la puerta entreabierta, la curiosidad pudo conmigo y me atreví a mirar hacia adentro. Dan se encontraba apoyado en la ventana; por su expresión, se notaba que estaba evitando llorar con todas sus fuerzas. Él haría todo lo que su abuela le pidiera, por lo que debía sentirse frustrado al saber que ella quería que se fuera conmigo. La enfermera señaló que todo estaba bien, que podían seguir con su conversación sin ninguna preocupación. Al salir de la habitación, se le olvidó cerrar bien la puerta, permitiendo que escuchara lo que hablaban sin mayor esfuerzo. —¿Quieres llorar? —Sí. —¿Y por qué no lo haces? —No puedo, ya no quiero... Odio ser así. —Está bien, mi cachorro, no llores más. —Gracias. —Pero no guardes tus sentimientos para siempre, ¿de acuerdo? —¿Por qué me pides que me vaya? —soltó, molesto—. ¡Yo quiero estar contigo! —Mi pequeño, necesitas tener una vida, hacer amigos, tener una pareja, formar tu propia familia... —Yo solo te necesito a ti. —¿Seguro? ¿Es por eso que comenzaste a beber cuando dejaste de trabajar para él? Tuve que controlar mi impulso de querer acercarme para poder escuchar mejor. —¿Jaekyung te dijo que estaba bebiendo? —No, yo me di cuenta hace un par de semanas. ¿También estás fumando? —¿Para qué preguntas si ya lo sabes? —¿Por qué tienes que hacerte daño, mi niño? —hubo una pausa—. Deberías preocuparte más por tu salud. —Solo... necesito despejar un poco mi mente. Mi cabeza es un caos, abuela. A veces, ni siquiera sé lo que hago. —¿Lo ves? Por eso quiero que te vayas con él. Yo ya no puedo cuidarte. —¿Y crees que él sí lo haría? —preguntó de manera despectiva—. Jaekyung no es una buena persona. —¿Desde cuándo? —¿Cómo? —¿Desde cuándo no es una buena persona? —¿Por qué lo preguntas? —Porque antes de que renunciaras, hablabas sobre Jaekyung de una manera tan especial que cualquiera podría pensar que estabas enamorado de él. Podría haber muerto de la impresión en ese momento y ni me habría dado cuenta. —¡Abuela! ¡Jaekyung es un hombre! —¿Y qué? He vivido lo suficiente para saber que existe la homosexualidad. Además, nunca has mostrado ningún tipo de interés en una mujer. —Eso no significa que me guste él. —Puede ser, pero estabas tan decidido a darle un regalo que incluso no me visitabas por estar en tus trabajos secundarios. —Solo quería agradecerle por la oportunidad que me dio. —Bien. Volver a trabajar con él es una buena manera de hacerlo. Pasaron unos minutos en que ninguno de ellos habló. Solo se escuchaban unos pequeños sollozos y mi corazón golpeando con fuerza contra mi pecho. —Abuela... mamá... —su voz se quebró—. Jaekyung me rompió el corazón, por eso no quiero volver a estar cerca de él. —Dime, ¿cómo sucedió? ¿Qué te hizo? —Él dudó de mí, abuela. Pensó que lo había lesionado a propósito. —Oh, cariño... —Soy su fisioterapeuta, ¿cómo podría querer hacerle daño? Los recuerdos de ese día volvieron a atormentarme. Si hubiese actuado de manera distinta, él nunca habría caído en ese espiral de depresión que lo llevó esa noche hasta la playa... No hay forma de que Dan pueda describirle a su abuela todo lo malo que le he hecho, pero no había logrado dimensionar hasta ahora lo dolido que se sentía por mi desconfianza. Por supuesto que no soy una buena persona ante sus ojos. Incluso dudo que pueda llegar a considerarme como una. —Debió ser muy duro para ti, mi pequeño. —Yo solo quería estar a su lado, ayudarlo a seguir siendo el campeón... Oh, no podía creer que podía sentirme peor de lo que ya me sentía. A pesar de todo lo que le había hecho, él seguía pensando en mí como si... —Mi pobre cachorrito, no tienes por qué entristecerte por eso. —Tienes que ver lo imponente que se ve en el ring, abuela. Es inspirador. Pero él desconfió de mí y yo... —Ah, entonces es eso. Tu admiración se convirtió en decepción. —Así es —sollozó una vez más—. Ya no siento nada por él. Al escucharlo decir aquello, solo pude pensar en una cosa: debía irme de allí. Sin embargo, al llegar al auto y ver sus cosas, supe que no podía abandonarlo sin decirle nada. Y cuando lo viera, ya no podría escapar de él. Sí, puede ser que Kim Dan ya no quiera ni espere nada de mí, pero, aun así, me quedaré. Me quedaré con él hasta que pueda valerse por sí mismo, hasta que sea capaz de vengarse de todo lo que le hice.
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)