ID de la obra: 1260

Jaekyung y Dan: ¡Hazme algo! (Jinx)

Slash
PG-13
En progreso
0
Tamaño:
planificada Midi, escritos 164 páginas, 57.286 palabras, 17 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

IX

Ajustes de texto
CAPÍTULO 9: UNA VERDADERA AMISTAD «Me pregunto qué tan distinta habría sido mi vida si alguien me hubiera encontrado cuando estaba perdido. Si no hubiera tenido que salir de la oscuridad por mí mismo». Las luces de la sala destellaron frente a mí. Un pitido constante retumbaba en mi cabeza mientras intentaba enfocar mi mirada en algo en específico. El golpe que me dio Yoongu fue realmente certero. Si no fuera porque me estaba atacando, podría haberle reconocido la habilidad con la que fue capaz de acertar el golpe justo entre medio de mis ojos. Me balanceé un poco, intentando recuperar también el equilibrio, solo para ser sorprendido con un nuevo golpe que fue directo a mi sien. Era una lástima que nadie más lo estuviera viendo. Yoongu era el primer luchador capaz de derribarme. Está bien, varios lo han hecho antes... pero nunca lo habían logrado en el primer ataque. De hecho, desde que comencé a practicar artes marciales, nunca me había encontrado con tanta desventaja desde el inicio. Después de todo, siempre había sido yo quien atacaba a los demás primero, ya fuera en el ring o en una pelea no oficial. Pero ahí estaba yo, siendo golpeado por un luchador semiprofesional, más joven que yo y con menor experiencia, quien estaba tan enfocado en hacerme daño que bien podría haberme quitado el cinturón de campeón si esto fuera una competencia oficial. En efecto, Yoongu no se estaba conteniendo, aunque tengo que admitir que yo tampoco estaba poniendo mucha resistencia. En otros tiempos, le habría acertado un golpe sin pensarlo. Pero ahora entendía que me merecía eso y mucho más. Por lo mismo, opté por mantener una pose defensiva para que ya no pudiera seguir golpeándome en la cabeza. Todavía no me recuperaba del golpe inicial, así que era riesgoso para mí exponerme a otro. Intenté ver a través de mi defensa, aunque no sirvió de nada. Solo pude entrever una figura que se cernía sobre mí, esforzándose con todas sus fuerzas en romper mi guardia. A lo lejos, escuchaba la voz de Kim Dan. Le pedía a Yoongu que se detuviera, que se tranquilizara, que deberíamos hablar las cosas antes de seguir peleando. Sin embargo, él continuó golpeándome. Si bien era de esperarse que Papita estuviera molesto conmigo al enterarse de cómo había tratado a Kim Dan, nunca habría imaginado que tendría una reacción tan agresiva y violenta. Desde que llegó al gimnasio, había demostrado ser un seguidor muy comprometido y leal, por lo que era impensable que algo pudiera cambiarlo. No obstante, la imagen que tenía de mí ya estaba bastante deteriorada por lo sucedido en mi última competencia. Lo que acababa de descubrir solo era la gota que rebalsó el vaso. —¿Cómo pudo? Se detuvo un momento. Necesitaba respirar, pensar un poco. —Hwang... —Kim Dan es tan buena persona... Ha sufrido tanto, y usted... —Por favor, Yoongu, ven conmigo —le pidió Dan. —¿Por qué debería? —preguntó frustrado—. ¡Él se lo merece! —Nunca debí decirte... Fue un error, yo no estaba... mi mente... —¡Hyung! —le llamó la atención—. ¡Tú no hiciste nada malo! —Pero yo también... —Dan... no me defiendas... por favor. Mi voz reflejaba el dolor que me provocaba hablar después de recibir tantos golpes. Yoongu todavía seguía sentado sobre mis costillas, por lo que su peso presionaba los lugares donde me había golpeado. Aun así, debía hacer un esfuerzo para detener a Kim Dan antes de que él comenzara a responsabilizarse por cosas de las que no era culpable. Por lo mismo, en un intento de dar por terminada la pelea, desarmé mi defensa, confiando en que Yoongu no se aprovecharía de ese movimiento para acertar otro golpe directo. Las luces de la sala me parecieron demasiado brillantes. Supuse que se debía a que estuve cubriéndome el rostro con los brazos durante toda la pelea, por lo que era de esperarse que mis ojos se vieran afectados al exponerse a la luz tras estar tanto tiempo en la oscuridad. Aunque también podría ser que el primer golpe aún me estuviera afectando. De todos modos, le resté importancia: me recuperaría enseguida. Busqué a Kim Dan con la mirada. Las luces que seguían destellando frente a mis ojos le dieron un aspecto aún más angelical del que ya tenía, lo que me aceleró el corazón... ¿Por qué un hombre como él terminó con alguien como yo? —Señor... Jaekyung, ¿estás bien? —Lo estoy, no te preocupes. —Pero te acaban de golpear... ¡Tu hombro! ¿Cómo está? —Bien, no me golpeó el hombro. Puedes estar tranquilo. —Así es —se defendió Yoongu—. Admito que quería hacerle daño. Sin embargo, yo nunca caería tan bajo como para golpearlo en una lesión. Yo sí tengo consideración. La frialdad en sus palabras no pasó desapercibida. —¿Vas a seguir golpeándome? —Ganas no me faltan. Me detuve porque me dio miedo que Dan pudiera reaccionar mal si seguía lastimándote. —Bien —le hice señas para que se apartara—. Debemos hablar. Yoongu se levantó a regañadientes, causando un alivio inmediato al ya no tener su peso aprisionándome. Me iba a levantar también, pero una fuerte patada en el costado me derribó otra vez. Cualquiera podría pensar que eso había sido muy sucio de su parte. Sin embargo, yo entendía que todo se debía a esa rabia contenida que sentía hacia mí. Por lo mismo, podía justificar que se comportara así. —¡Yoongu! —Dan le dio un palmazo en el brazo. —Nunca dije que había terminado. —Tienes que disculparte con Jaekyung. Eso es lo correcto. —¿Y qué sabe él sobre lo que es correcto? ¿Alguna vez lo pensó cuando...? Él... ni siquiera puedo decirlo. Intenté levantarme por mí mismo, sin éxito. Yoongu me había golpeado más fuerte de lo que imaginaba. —¿Necesitas ayuda? —Dame un minuto —me miró preocupado—. Dan, en serio, yo puedo solo. —Pero no te ves bien. ¿De verdad no quieres mi ayuda? —No es eso... Es que soy muy pesado para ti, ¿no lo ves? Podría lastimarte si... —¿Y ahora sí le importa no hacerle daño? —Yoongu extendió su mano—. Podría haberlo pensado antes. Acepté su ayuda en señal de reconciliación. Yoongu había demostrado con sus acciones ser un amigo leal y digno de confianza para Dan, y eso era algo que realmente respetaba. Después de todo, nunca hice amigos (en parte, porque creía que no los necesitaba, y en parte, porque nadie se atrevía a acercarse a mí), pero siempre creí que una amistad debía ser así. Por lo mismo, me tranquilizaba saber que al menos existía alguien dispuesto a defender a Kim Dan sin importar a quién se tuviera que enfrentar. Al ver sus manos, no pude distinguir si estaban cubiertas con mi sangre o con la suya. —¿Estás bien? —¡Qué le importa a usted! —¡Yoongu! —le advirtió Dan—. Debes ser educado, él es mayor que tú. —¿Y qué? Él tampoco es educado con usted. —Lo sé... Pero es diferente, nosotros... —No, no lo es. Yoongu tiene razón, siempre he sido maleducado contigo. —Al parecer, golpearlo sirvió de algo. Suspiré. —Lo hiciste bien. —¿Qué cosa? ¿Defender a mi hyung? ¿O la manera en que lo golpeé? —Ambas. —¿Lo ves? —intervino Dan—. Él está intentando cambiar. —¿Por qué sigue confiando en él, hyung? —Yoongu... —Él le hizo esto... ¡Está así por su culpa! Él no se merece que usted... ¡Oh! —Ya lo entiendes. —Dígame que no es verdad, por favor. —No sé si todavía... no realmente, pero así fue en ese entonces. —¿Se puede saber de qué hablan? —los interrumpí—. ¿Qué sabes, Yoongu? —No le interesa. Además, lo único que debe importarle es que ya conozco todo sobre su jinx y su trato asqueroso. —Ten cuidado con tus palabras —le advertí. —¿Me está amenazando? —No —señalé a Dan—. Tengo miedo de que digas algo que pueda alterarlo. Yoongu corrió a abrazarlo, pidiéndole perdón por no tener cuidado. Mientras Dan le susurraba cosas al oído para calmarlo, una sensación desagradable me estaba atormentando. No me molestaba que me hubiera golpeado, pero verlo tan cerca de Kim Dan me hacía querer arrastrarlo hasta la salida. Menos mal que tuve que soportarlo tan solo unos minutos. —¿Podría dejarnos a solas, hyung? Necesito hablar con el señor Joo sobre lo que está pasando. —¿Volverás a golpearlo? —Ganas no me faltan —admitió Yoongu—. Pero no lo haré, lo prometo. Se dirigió hacia mí. —¿Estás bien con eso? —Sí, puedes dejarnos solos. —Espero que sepan comportarse, ambos. Iré a mi cuarto mientras tanto. —Está bien. Te llamaré cuando hayamos terminado. Kim Dan estuvo a punto de marcharse, pero titubeó por un instante. En un impulso inexplicable, se acercó a mí y tomó mis manos entre las suyas. —Jaekyung —lucía confiado—. Recuerda que vas a compensarlo... y que Yoongu es como mi hermano. —Tranquilo, Dan... Puedes confiar en mí. Después de escucharme decir aquello, esbozó una pequeña sonrisa, para luego marcharse sin mirar hacia atrás. Mientras observaba cómo su figura abandonaba la sala, pude percatarme de que mi piel seguía quemando allí donde sus manos tocaron las mías. Era una extraña sensación, una que me incomodaba y que me hacía sentir confiado en la misma medida. Kim Dan me estaba dando una oportunidad para demostrar que podía cambiar, y eso haría. Con cuidado de no seguir lastimándome, me recosté en uno de los sillones, haciéndole señas a Yoongu para que también tomara asiento. Sería una larga conversación y sería mejor que ambos estuviéramos cómodos para hablar sin muchos rodeos. —Antes de que comencemos, quiero pedirte que, sin importar lo que escuches, mantengas esta conversación en secreto. —¿Tiene miedo de que la prensa se entere de la clase de persona que es usted? —No, eso... eso no es lo que realmente me importa. —Entonces, ¿por qué quiere que guarde el secreto? —Por Kim Dan —esa respuesta lo sorprendió—. Quiero evitar que Dan salga lastimado si los demás se enteran de lo que sucedió. —¿Y no pudo pensarlo antes de proponerle algo como eso? —En ese entonces, yo no lo conocía lo suficiente como para que me importara... —¿Y ahora? —No sabría qué contestarte, pero sí sé que me quiero hacer responsable. —¿Se siente culpable? —Lo soy, de eso no hay duda. —Pero hay algo más, ¿verdad? Yoongu me miraba de una forma tan intensa, que era inevitable pensar que él sabía más de lo que quería aparentar. —¿Cuánto te dijo Kim Dan? —¿Me dirá toda la verdad? —Lo haré. Así que dime lo que sabes y yo te diré lo que falta. —¿Cómo puedo creer en su palabra? —Tendrás que confiar en mí, del mismo modo en que yo confío en ti. —¿Usted confía en mí? —Lo hago. De lo contrario, no habría dejado a Kim Dan a tu cuidado. —Comprendo —observó sus manos—. Perdón por haberlo golpeado. —Tengo la impresión de que querrás hacerlo de nuevo cuando haya acabado. Como acordamos, Yoongu me contó su versión de la historia. Después de que me fui, ambos estuvieron hablando sobre el gimnasio y los muchachos que nos abandonaron para irse al equipo contrario. Mencionó que Kim Dan lucía algo triste al saber que la mayoría de los integrantes del Team Black se cambiaron de gimnasio en cuanto perdí mi condición de invicto en el campeonato. Como estos días he ido comprendiendo cómo funciona la mente de Kim Dan, lo más probable es que se sintiera responsable de lo sucedido, y la culpa fue la causante de esa desconexión que sufrió. Yoongu también señaló que, a partir de ese momento, Dan comenzó a tener algunas reacciones inesperadas, confirmando que mi suposición era acertada. De todas formas, le pregunté a qué se refería con eso, pero Papita no quiso dar mayores detalles al respecto. Más tarde, tendría que encontrar una forma de comprobar que Dan no se haya lastimado a propósito mientras no me encontraba. A la hora de almorzar, Yoongu le pidió que le contara todo lo que había sucedido en su vida después de la pelea, sin imaginar que esa simple petición provocaría que Kim Dan tuviera una serie de pequeñas crisis mientras conversaban. En efecto, las pequeñas crisis que sufrió mientras hablaban fueron las causantes de esa confesión tan inesperada. Yoongu mencionó que, durante toda la conversación, sintió que estaba hablando con dos Kim Dan al mismo tiempo: uno que se encontraba en el presente y otro que estaba atrapado en el pasado doloroso que narraba. Fue el Kim Dan del pasado quien, con lágrimas en los ojos, le confesó el tipo de relación que ambos teníamos y el trato tan injusto que nos unía. Entonces, todo se volvió un caos en su mente y le pidió ayuda, porque ya no quería seguir acostándose conmigo en contra de su voluntad. Ah, esa es la razón por la que Yoongu me atacó sin pensar. Al parecer, Kim Dan le contó menos de lo que llegué a imaginar, pero fue suficiente como para que ese niño me quisiera atacar. Tienes un buen amigo, Dan, y ahora, él me va a odiar de verdad. En cuanto Yoongu terminó de contarme su parte, fue mi turno de hablar y confesar mis propias atrocidades. Decidí que debía partir explicándole sobre mi jinx, para que así comprendiera las razones por las que le ofrecí un trato como ese en primer lugar. Luego, le conté cómo me aproveché de su precaria situación económica y de la salud de su abuela para obligarlo a hacer lo que yo quisiera. Seguí contándole sobre las condiciones del trato. También sobre esa cierta obsesión enfermiza que comencé a sentir después de un tiempo, esa necesidad molesta de querer tenerlo solo para mí. Le confesé que perdí el control de mis acciones cuando Heesung lo estuvo rondando, que mis celos enfermizos me hicieron ser más cruel y violento con Dan (si es que eso era posible), tratándolo como si él fuera una prostituta que me abandonaría en cualquier momento por más dinero. Entonces, sin darme cuenta, hice una cosa horrible que Dan no sabía todavía... Yoongu estaba en su límite; podía ver cómo se esforzaba por no saltar sobre mí y golpearme otra vez. —Heesung... ¿El señor Choi sabía lo que pasaba entre ustedes? —No con tantos detalles, pero sí. —¿Cuándo lo supo? —Bueno... —Dijo que me diría toda la verdad. —Lo sé. —Entonces, ¿por qué no responde? —Primero necesito saber, ¿qué tipo de relación tienes con él? —Ninguna. Miré sus ojos por un momento antes de continuar. Yoongu mantenía una expresión implacable en su rostro, como si nada de lo que pudiera decir lo afectara. No obstante, sus ojos estaban cristalizados con lágrimas que amenazaban con escapar si hablaba de más. Me recordó a las veces que hice llorar a Kim Dan al hablar sin pensar. —Yoongu... —¿Me dirá lo que hizo? —Sientes algo por Heesung, ¿verdad? —No. —¿Seguro? —Asintió—. Entonces, ¿por qué te llevó a sus grabaciones hace poco? —Eso... Bueno, ellos necesitaban a alguien que... —Sabes que eso no es cierto. —Él solo quería darme una oportunidad, nada más. —Heesung no hace caridad. Todo lo que hace tiene otra intención detrás. —¿Acaso usted no hizo lo mismo con Kim Dan? —Nunca hice nada que pudiera ilusionarlo —me defendí—. No soy como ese tipo que se comporta lindo y los abandona en cuanto se aburre o encuentra a alguien más. —Pero sí los echa cuando ya no le sirven, ¿verdad? —Antes sí —admití sin vergüenza—. Aunque con Kim Dan es diferente. Me quedaré con él incluso si ya no volvemos a tener relaciones. —Es impresionante lo que la culpa puede hacer... —¡No es solo culpa! —Entonces, ¿qué demonios lo hizo querer cambiar? —me sonrojé—. No puede ser... Ese niño tenía una habilidad excelente para entender sin necesidad de palabras. Me gustaba Dan, quería a Dan, amaba a Dan... No importaba qué palabra escogiera Yoongu para describir mis sentimientos, había muchas posibilidades de que acertara con cualquiera de ellas. Solo era cuestión de que lo admitiera. —Por eso me da miedo decirte lo que hice. Si Dan se entera ahora, no podré recuperarlo, no importa lo que haga. —Y quería usar mis sentimientos por Heesung como excusa. —Entonces, ¿ustedes...? —No tenemos ese tipo de relación. —Si te digo la verdad... ¿no te lastimará? —No más de lo que ya lo ha hecho —confesó—. Yo lo admiraba. —Lo sé, lo siento. Eres el único que me ha demostrado un apoyo sincero y... —Eso ya no importa —me interrumpió—. Quiero que me responda: ¿qué hizo para que el señor Choi se alejara de Kim Dan? —Hice que nos viera teniendo relaciones sexuales. —Y mi hyung no lo sabe —asentí con pesar—. Ah, supongo que fue ese día. —¿A qué te refieres? —No es de su incumbencia. —Yoongu, por favor... Él no puede saberlo. —No lo sabrá por mí —prometió—. Pero se lo tendrá que decir usted. Cuando se encuentre mejor, le dirá la verdad. —No puedo. —Lo tendrá que hacer. Si siente el más mínimo afecto por él, deberá correr el riesgo. Ninguna relación puede establecerse en base mentiras y secretos... Su mirada se entristeció de nuevo. —Sobre Heesung... —¿Qué hay con él? —se desentendió—. Todavía me debe contar qué pasó después. No perdamos tiempo con cosas innecesarias... Lo siento, Heesung. Creo que acabo de arruinar lo que sea que tuvieras con él. Yoongu era tan bueno que sería difícil para Choi encontrar de nuevo la oportunidad de estar con alguien como él. En fin, tendré que compensarlo de alguna manera... ¿Y si solo estaba jugando con nuestra Papita? En ese caso, le habría hecho un gran favor a Yoongu al darle una buena razón para alejarse de un tipo con sentimientos tan inconstantes como los de Choi Heesung. En efecto, sería mejor que terminaran por esto, en lugar de verlo sufrir por ser reemplazado cuando se aburra de él. En fin, le seguí contando todo lo que sucedió hasta llegar a esa trágica noche en el mar. Una serie de cosas hicieron clic en su mente, comprendiendo que, si no hubiera cometido ese pequeño error hace días, Kim Dan ya no estaría con vida. La mera idea de perderlo lo hizo estallar en un llanto tan estridente y desgarrador que provocó que Kim Dan saliera corriendo de su habitación. En cuanto vio el estado de Yoongu, se acercó a consolarlo, estrechándolo entre sus brazos, pidiéndole perdón por haberlo lastimado. Ni siquiera sabía qué sucedía realmente y ya se estaba culpando. Ese maldito hábito. —No es tu culpa, hyung, de verdad... —Pero estás llorando por lo que te dijo Jaekyung... —Sí. No... Es solo que... —Dime lo que pasa, Yoongu, no tengas miedo. —Me di cuenta de cuánto te he extrañado. —Yo también te he echado de menos, Yoongu. —Eres como un hermano mayor, y me dolería mucho que tú... Kim Dan observó mi expresión un instante, entonces comprendió por qué Yoongu estaba llorando. —No volveré a hacerlo, lo prometo. —¡Hyung! —Tranquilo, Jaekyung me está cuidando. Él me mantiene vigilado. —Pero él es quien te hizo hacer algo como esto... —No es así. No lo culpes sin saber. Kim Dan soltó a Yoongu, luego fue a buscar algo para que pudiera limpiarse las lágrimas que ya habían cesado. Se sentó a su lado y tomó una de sus manos para mantenerlo calmado. —Dan... —Te lo dijeron, ¿verdad? —quiso saber—. En ese hospital, te hicieron firmar un documento de confidencialidad. —¿Cómo lo sabes? —También me hicieron firmar mi alta médica. Entre todos los papeles, había varios con tu firma, y uno de ellos era un documento con mi ficha clínica anexada. —¿Hyung? —He tenido una vida difícil, Yoongu. No me estoy justificando, solo quiero que comprendas que Jaekyung no es la verdadera razón por la que estaba esa noche en el mar... —Entonces, ¿por qué? —pregunté sin pensarlo—. Lo siento, no tienes que responder. —Estaba borracho. También había tomado algunas pastillas... Recuerdo que quise despejar mi mente, caminar un poco y luego... hundirme en el mar me pareció ideal... Nadie me encontraría, nadie me buscaría... Ya nadie me lastimaría. —Dan... yo... —A pesar de todo, estar contigo me dio una motivación, Jaekyung. Creí que estando contigo, mi vida tendría algún significado, que tus triunfos serían algún día también los míos... Entonces... —Lo arruiné todo. —No solo fuiste tú. Todos dudaron de mí —le sonrió a Yoongu—. Sé que intentaste defenderme, no te preocupes. —Pero tardé demasiado. Si yo hubiera... Lo interrumpió: —Déjame terminar antes de que mi mente me vuelva a traicionar... —Continúa. —Si Jaekyung no hubiera aparecido en mi vida, habría hecho algo similar hace mucho tiempo... Incluso si sufrí mucho estando a su lado, él me dio una razón para vivir. Al fin había algo que me ataba a otra persona que no fuera mi abuela. Cuando ese lazo desapareció repentinamente, no lo pude asimilar... No sabía cómo continuar. Dan reprimió las lágrimas que intentaban escapar, por lo que se quedó en silencio algunos minutos. —En el hospital me dijeron que Kim Dan era un paciente con un daño psicológico considerable, Yoongu. —¿Por todo lo que le hizo? —No —respondí con impotencia—. Lamentablemente, no soy el único que lo ha lastimado. —¿Cómo? —No te voy a dar los detalles. No los necesitas. —Entonces... —Yo solo empeoré la situación, Yoongu. No fui la causa, pero sí parte de la consecuencia. —Jaekyung... —Dan, no me defiendas —le pedí—. Ahora que ya sabes casi todo, te quiero pedir un favor. —No voy a decir nada de lo que he escuchado, si eso es lo que le preocupa... —No es eso lo que... —suspiré frustrado—. Hablé con el entrenador y le pedí que vinieras a entrenar conmigo. —¿Por qué le pediría algo así? —A Kim Dan le hará bien verte seguido por aquí. También necesita un motivo para usar sus conocimientos como fisioterapeuta. No debe usarlos solo conmigo. —Hyung, ¿usted está de acuerdo? —Jaekyung no me ha preguntado nada al respecto, pero estoy de acuerdo. —¿En serio? —preguntamos al unísono. —Así es —respondió con una sincera sonrisa—. ¿Te lo imaginas? ¡Por fin podrás entrenar con él como tanto querías! —¿Estás seguro de esto, hyung? —¡Por supuesto! Además, es verdad que dijeron que me ayudaría seguir trabajando, así que me encargaré de cuidarte después de cada entrenamiento. Después podremos hablar y hacer otras cosas, si Jaekyung... —Pueden hacer lo que quieran —señalé, obteniendo también una sonrisa de su parte. —Mañana iremos al médico. ¿Crees que podríamos vernos después de eso? —¿Médico? —me preguntó preocupado—. ¿Hay algo más? —Le harán un chequeo completo. Además de sus problemas psicológicos, su salud física se ha visto algo deteriorada desde hace algún tiempo. Iremos para que nos digan qué debemos hacer para que se recupere en todos los aspectos. —De acuerdo. Avísenme cuando hayan terminado el chequeo. —Entonces, nos vemos mañana, Yoongu. —Sí, nos vemos. Había sido un día muy largo. Ya era hora de permitirle a Yoongu descansar y asimilar, de algún modo, todo lo que había sucedido. Después de que se fue, conversé con Kim Dan sobre mi idea de continuar con el entrenamiento en casa, para poder cuidarlo y no exponerlo innecesariamente. Él estaba tan feliz de poder seguir poniendo en práctica sus conocimientos que me recordé a mí mismo que debía encontrar la forma de dar con ese maldito acosador... y tener una muy buena plática con él. Entonces, una serie de mensajes interrumpieron nuestra conversación. Abrí el primero. Todos eran de Heesung: ¿Qué demonios le dijiste a Yoongu?
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)